El segundo lunes de noviembre, al ser las 8 p. m., un grupo de jóvenes estacionaba sus vehículos a un costado del parque central de Alajuelita. Minutos después, en esa esquina, todos –en perfecta sincronía– comenzaron a acomodar sillas, mesas y manteles en la acera para recibir a sus invitados de honor: un grupo de ciudadanos de la calle que los esperaban pacientemente sentados en los caños para recibir su única comida del día.
En medio de ese ejército de ayuda sobresale una chica esbelta, sonriente y con el pelo perfectamente amarrado en una cola. Aunque lleva uniforme negro, anda en tenis y no tiene ni una gota de maquillaje, su caminar, porte y refinamiento la delatan: es Paola Chacón, actual Miss Costa Rica.
Paola es parte de Calle Génesis, un programa que nació hace 26 años por la necesidad de ayudar a los indigentes del cantón de Alajuelita.
Hace dos años Paola se unió al equipo y junto a más de 15 voluntarios, reparten todos los lunes 250 platos de comida en varios puntos de Alajuelita. Si sobran alimentos, van a otros sitios en San José.
Aunque Paola tiene relativamente poco tiempo de formar parte de Calle Génesis, se desenvuelve como una veterana: corre a acomodar las mesas, acomoda los manteles, sirve parte de la comida, prepara el aguadulce y llama a los habitantes de las calle para que se acerquen.
Ellos hacen caso a su llamado, se acercan y se sientan, mientras Paola y el grupo de jóvenes corren a servirles arroz con atún, salsa de tomate y tabasco según el gusto, el menú que les tenían preparado para ese día.
Aunque la comida ayuda (¡y mucho!) a que se sientan un poquito mejor del abandono, el hambre y sus problemas de adicción, el hecho de que Paola y algunos de los otros voluntarios se sienten con ellos a hablar sobre sus problemas, angustias y necesidades –mientras les dan la mano y los abrazan– es quizá el momento más importante que tienen durante toda la semana.
El objetivo de Calle Génesis no es solo darles comida; para todos los voluntarios es importante trabajar en la reducción del daño que han sufrido estas personas, motivarlos al cambio y crear vínculos con cada uno para orientarlos a buscar ayuda. Muchos de ellos tienen historias desgarradoras, de abuso, violencia y adicción.
Paola es muy conocida entre los indigentes y muchos la buscan para hablar con ella. Su “popularidad” no es porque sea la actual Miss Costa Rica –es más, muchos de ellos ni se lo imaginan–, sino que valoran el cariño, la atención y los abrazos que ella regala durante el ratito que se ven los lunes.
Pero esa conexión que Paola logra con cada uno de ellos se intensificó aún más este año: ellos, sin imaginarlo, le ayudaron a la actual Miss Costa Rica a sobrellevar unas de las experiencias más traumáticas y difíciles en su vida.
El peso de una corona
El viernes 19 de julio, Paola Chacón fue coronada Miss Costa Rica 2019. Ese día fue la culminación de un largo proceso de preparación desde que Paola decidió ser una reina de belleza en el 2014, cuando participó y ganó la corona del certamen Reina Costa Rica Intercontinental.
Lo que se suponía iba a ser uno de sus momentos más memorables se convirtió en una pesadilla emocional: primero fue criticada por tener 28 años (lo mismo le ocurrió a Natalia Carvajal cuando ganó en el 2017) y días después fue vapuleada en redes sociales cuando se filtraron audios privados que Paola había compartido con dos de sus excompañeras de Miss Costa Rica en seis meses de concurso y que alguna decidió filtrar a los medios de comunicación para perjudicarla.
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Fueron días muy difíciles: muchos de sus conocidos le dieron la espalda, amenazaron a su familia y tuvo que lidiar con ataques personales a diario, lo que la obligó a dejar sus redes sociales por un tiempo prudencial. Al final, tanta presión y los contantes ataques la hundieron en una profunda depresión.
Sin querer salir de su casa y sin energía para continuar con su reinado, decidió que, al menos, no iba a dejar de ayudar a sus amigos de la calle.
Sin maquillaje, sin tacones y con el ánimo por los suelos fue de nuevo a apoyar a los indigentes para darse cuenta que en medio de tanta necesidad y penuria, su problema no era nada comparado con lo que siempre había visto en la calle.
Ese día recibió palabras de apoyo y cariño de personas que son adictas a las drogas, viven en la calles, no tienen un hogar a donde ir a pasar la noche y comen a expensas de lo que la gente les quiera regalar.
Ahí, con el apoyo de sus compañeros de Calle Génesis, decidió expulsar todos los pensamientos negativos, enfocarse en ayudar y prepararse para cumplir su sueño: participar en Miss Universo. No solo se perdonó por el error que había cometido, sino que decidió olvidar la traición, las críticas y las burlas para seguir adelante.
Historias desgarradoras
Por esa razón, ese segundo lunes de noviembre Paola se veía alegre, motivada y lista para apoyar a los más necesitados: su tormenta emocional ya había pasado, pero aún había mucha gente de la calle con necesidades de todo tipo.
En la esquina del parque central de Alajuelita estaba la Miss Costa Rica consolando a una señora a quien le había servido su plato de comida pero que no paraba de llorar.
Su nombre no lo sabemos, pero estaba desconsolada porque tenía un hijo de 20 años a quien no veía en días: al igual que ella, era un adicto a las drogas. No solo tenía hambre, frío o sed, se sentía culpable porque gracias a su ejemplo su hijo había caído en las garras de la droga desde que tenía 16 años. Su situación era cada vez más desesperante.
La señora miraba fijamente el arroz con atún que tenía al frente sin probarlo mientras le bajaban las lágrimas por las mejillas: a pesar del hambre no podía comer porque no sabía si su hijo tenía un lugar a dónde dormir, si había comido o si, incluso, estaba vivo. Al final decidió guardarlo con la esperanza de llevarle “un bocadito” si se lo encontraba en las calles.
Esa misma noche, el equipo de Calle Génesis fue a La Tabla de Alajuelita, uno de los barrios más peligrosos y problemáticos del cantón. De nuevo, todos acomodaron sillas, mesas y manteles para recibir a los indigentes de ese sector.
Por pertenecer a esta organización y porque es parte de la rutina de todos los lunes en la noche en La Tabla, nadie se les acerca para hacerles daño o molestarlos. Ese día, independientemente de su condición, todos están ahí para ayudar.
Uno de los jóvenes indigentes del lugar se le acerca a Paola y le dice: “Hola amiga”. Se trata de Eduardo, unos de los muchachos con los que Paola ha hecho amistad en estos dos años de ser parte de Calle Génesis.
Eduardo era un “comprador controlado de drogas” hasta que el vicio lo consumió por completo: perdió su trabajo, su familia y su casa. Ahora es parte de los habitantes del lugar y llega no solo para pedir su plato de comida, sino para hablar con Paola y pedirle consejo.
Al ver las cámaras, Eduardo no quiso que nos acercáramos. Tenía temor de que le tomáramos una fotografía y que algún familiar lo reconociera, así que decidimos darle su espacio con Paola.
Al otro lado de la calle un señor, quien dijo llamarse don Sergio, lloraba de la alegría: “Muchacho, estoy feliz porque mi sobrino salió de la cárcel hace unos meses y ahora es parte de Calle Genesis”, decía, mientras probaba el arroz con atún. “Estoy llorando de la felicidad”, agregaba con una gran sonrisa.
A pesar del hambre, ese señor de la calle no dudó en darle parte de su comida a un perrito callejero que lo seguía. “No quiero que deje ni un grano”, le advertía al animal, que no paraba de mover la cola.
Luego de atender a todos los ciudadanos de la calle de ese espacio, aún quedaba comida por repartir, así que el equipo de Calle Génesis decidió ir a las inmediaciones de la antigua botica La Solera, en el pleno centro de San José.
Ahí el panorama es muy diferente al de Alajuelita: muchos de los indigentes de ese sector no consumen drogas (es evidente en su aspecto físico) y van todas las noches en busca de un espacio a donde pasar la noche acompañados. Hay más de una veintena de personas acostadas en colchones viejos y rotos. Ese día están felices: podrán dormir con el estómago lleno.
Paola se le acerca a una señor, de mediana edad, quien está concentrado en su comida pero que cuando la ve inmediatamente la reconoce. Es un nicaragüense que vive en las calles a pesar de que hace cuatro años dejó de consumir drogas.
Paola se agacha y se sienta en el colchón mientras le da ánimo por su difícil situación: convivir en esos espacios ya es parte de su vida y siente que nunca podrá salir de ese círculo de pobreza. Ahí va todas las noches para buscar abrigo y compañía durante las madrugadas.
El señor nicaragüense –quien no quiso revelar su identidad– tiene tres hijos, dos viven en Costa Rica y otro en Nicaragua. Su mayor sufrimiento es que en esas condiciones no los puede ver.
“Los lunes de calle”
Esa es la expresión que Paola y todo el grupo que trabaja en Calle Génesis, al mando de María Salas, directora del proyecto, utilizan cuando se preparan para sus habituales recorridos.
Para Paola, el ser parte de un proyecto como este, gracias a una amiga que lo publicó en Facebook, la llena de orgullo y la ayudó a comprender la situación que viven en estas personas.
Además, ella también es de Alajuelita y es una manera que le permite ayudar a su cantón. “Yo tengo dos años con Calle Génesis, y para mí es una forma de agradecerle a la vida lo bendecido que es uno”, dice emocionada.
“Tratamos de marcar la diferencia: no solo les damos comida sino que queremos que ellos sientan que hay personas que les importan. Son personas invisibles en la sociedad. Tratamos de hacerlos visibles, de que se sientan acompañados y que los queremos”, agrega.
Para Paola, lo más difícil es saber que muchos de ellos son adictos y alcohólicos que por más cariño, comida y abrigo que les den, no podrán salir fácilmente de esa situación.
“No los podemos obligar. Cada uno tiene que tomar la decisión”, asegura. Sin embargo, a los más jóvenes –chiquillos entre los 15 y 18 años que deambulan por las calles y consumen drogas a diario– siempre se les trata de explicar el procedimiento que deben seguir para internarse.
Sin embargo, siempre hay esperanza: algunos han logrado rehabilitarse e incluso ahora forman parte del proyecto Calle Génesis.
“Antes, cuando iba en el carro, y si alguno se me acercaba, yo cerraba la ventana lo más rápido posible y trataba de ni hablarles. Hoy es diferente: ahora siempre ando en el carro galletas y jugos (hay que dárselos abiertos para que no los vendan) para que puedan comer algo”.
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”En estos años he aprendido que muchos de ellos no tuvieron la suerte o la dicha de vivir o seguir el camino correcto. Pero son personas que necesitan ayuda. Necesitan un amigo, un apoyo y para eso estoy yo ahí”. afirma.
Ese segundo lunes de noviembre, en La Tabla de Alajuelita, un joven, eufórico, se le acercó entusiasmado a Paola y le hace una revelación: “En mi viaje soñé que ganabas Miss Universo”, le dijo mientras Paola le daba un beso y le agradecía su apoyo.
Aunque no estaba feliz por la manera en que recibió la epifanía, esa conversación le dio la oportunidad a Paola para darle comida, apoyo y decirle que siempre hay una salida. Ella estaría para guiarlo si decidía aceptar su ayuda.
Ayuda
Si desea ayudar a Calle Génesis con donaciones o comida, lo puede hacer llamando al 6420-0004 con María Salas.