En 1920, un grupo de arqueólogos estadounidenses y británicos exploró Irak para estudiar la cultura mesopotámica, esencial para las civilizaciones occidentales futuras. Durante la expedición, encontraron una elevación en el desierto que parecía una montaña, pero con un detalle que reveló su verdadera naturaleza.
Medio Oriente está lleno de monumentos antiguos, muchos reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Entre ellos, destaca el Gran Zigurat de Ur, construido hace más de 4.000 años, precediendo a las pirámides egipcias. Abandonado durante siglos, el templo comenzó su restauración en 1980.
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¿Qué es un zigurat?
Un zigurat es una estructura piramidal escalonada típica de la cultura mesopotámica, construida por sumerios, babilonios y asirios para acercarse a los dioses. El Gran Zigurat de Ur, el más impresionante de todos, se erigió en el 2100 a. C. y aún conserva gran parte de su estructura original.
En 1922, Sir Leonard Woolley, en colaboración con el Museo de la Universidad de Pensilvania y el Museo Británico, descubrió el Gran Zigurat de Ur. Según la Enciclopedia Británica, había una “fiebre” por descubrir monumentos religiosos en esa época.
A su llegada, los expedicionarios se toparon con un cúmulo de adobe que por fuera parecía tener una fachada hecha artificialmente. Pero un detalle especial, un par de escaleras en uno de sus laterales, los obligó a remover el polvo y las plantas que lo cubrían. Después de limpiar el área, revelaron el zigurat, que se consideró el mejor conservado y en 2016 fue designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
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La organización Smart History describe que Woolley encontró una construcción de 64 por 46 metros, con tres niveles de terrazas que originalmente medían 21 por 31 metros. Las escaleras laterales llevaban a la terraza principal y una segunda escalera continuaba el ascenso. El interior del zigurat estaba hecho de adobe y cubierto con ladrillos cocidos, sin recámaras ocultas, decorado externamente con plantas y árboles, inspirando los Jardines Colgantes de Babilonia.
Dedicado a la diosa lunar Nanna, el zigurat fue ordenado por el rey Ur-Nammu de la Tercera Dinastía. Servía como punto de orientación para los viajeros, visible desde lejos. Como muchos zigurats, sus niveles superiores se deterioraron con el tiempo, conservando solo dos o tres niveles. Se utilizaron más de 720.000 ladrillos cocidos en su construcción. En el siglo VI a. C., el rey neobabilónico Nabonido restauró parte de la estructura, y en 1980, Sadam Hussein inició una restauración completa, ganando admiración mundial.
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