T odos hemos atravesado por esos momentos en los que –¡hip, hip!– haríamos lo que fuera por –¡hip, hip!– desaparecer ese molesto espasmo llamado hipo.
Entonces, surge un abanico de remedios de abuela que prometen darle fin en cuestión de segundos o minutos. Pero, ¿realmente funcionan?
La gastroenteróloga Marcela Porras, de la Clínica Bíblica, define este trastorno como el resultado de una estimulación del nervio frénico –que va desde la parte superior del estómago, el esófago, el diafragma y sube hasta el cerebro– que desencadena contracciones rápidas del diafragma.
Estos espasmos involuntarios son seguidos por un acelerado cierre de las cuerdas vocales, por lo que produce un sonido característico, según el sitio en línea de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos .
Aunque el hipo suele aparecer de forma repentina y sin causa aparente, Porras señala varios motivos posibles. El más común, según dice, es la distensión del fondo del estómago, la cual puede ocurrir por comer mucho o por tomar gaseosas.
En el caso de los lactantes, el hipo es frecuente porque su aparato digestivo aún es inmaduro y suele haber distensión luego de tomar leche.
Contrario a la creencia popular, el licor por sí solo no provoca el hipo. Según la gastroenteróloga, más bien tiene que ver con el retardo en el vaciamiento de la cámara gástrica, producto del alcohol.
Si bien no existe algún medicamento que cure el hipo, en esos casos, un médico puede recomendar algún promotílico que contribuya al vaciamiento estomacal o algún otro fármaco para disminuir la cantidad de gas dentro del sistema digestivo.
Porras señala que los espasmos también pueden aparecer por el estímulo al nervio frénico provocado por consumir bebidas muy frías.
Sin embargo, el hipo también puede ser señal de una condición física a la que hay que prestarle atención, como úlceras, la enfermedad de reflujo, tumores u otras lesiones en el diafragma
“El hipo es normal si dura un rato, pero si es persistente o recurrente, podría haber tumores que estimulan el trayecto del nervio (frénico)”, advierte Porras.
Recetas caseras
Los remedios populares para aplacar el hipo son muchos. Hay desde quienes piden que les peguen un susto, hasta los que optan por hacer el ejercicio de recordar lo que cenaron, como una manera poco eficiente de distraerse y mitigar el hipo.
También es común que alguien recomiende tomar agua con la cabeza hacia abajo o cor cor, comer una cucharada de azúcar o un pedazo de pan, aguantar la respiración durante el mayor tiempo posible, estirarse hacia adelante mientras se aguanta la respiración, inhalar y exhalar dentro de una bolsa de papel o tragar saliva con la boca abierta.
Porras asegura que la mayoría de esos métodos pueden ser útiles, pues lo que se requiere es cambiar el patrón respiratorio para que se detengan los espasmos.
¿Y aquello de pegar un papelito mojado en la frente? La gastroenteróloga ríe. “Lo que pasa es que, de todas formas, el hipo se iba a quitar al rato”, dice.