“La verdad no se puede esconder”, dijo en noviembre el papa Francisco ante nuevas denuncias de abusos sexuales en la Iglesia Católica. El exnuncio apostólico en República Dominicana, Józef Wesolowsky, tampoco puede huir de su propia verdad.
Ahora las sotanas ya no encubren las más oscuras confidencias de quienes juraron castidad. Por primera vez, el Vaticano lleva a juicio a uno de sus más altos jerarcas por el delito de pederastia.
En el banquillo del acusado está sentado, desde ayer, Wesolowsky, pese a que desde el 2 de agosto del 2013 está inhabilitado para vestir el cuello clerical. Al excura de origen polaco se le atribuyen varios abusos a menores en la isla caribeña, así como la posesión de pornografía infantil.
El caso reviste de especial relevancia, pues aparte de ser el primer juicio por pedofilia que se lleva a cabo en la Santa Sede, Jorge Mario Bergoglio es quien lideró las investigaciones.
La avalancha contra Wesolowski comenzó tres años atrás en República Dominicana, cuando un programa televisivo de investigación, dirigido por la periodista Nuria Piera, recibió la denuncia de que el entonces embajador del Vaticano en ese país pagaba a jóvenes de escasos recursos a cambio de favores sexuales.
Tras un año de indagaciones, un grupo de periodistas siguió a Wesolowski hasta el monumento al fraile Montesinos, localizado en el malecón de Santo Domingo, sitio que frecuentaba vestido como civil. Al parecer, ahí contactaba a sus víctimas, en su mayoría limpiabotas o muchachos de bajos recursos. Sin embargo, no lograron captar al nuncio en actividades sospechosas.
“Lo grabamos en sitios bebiendo alcohol, paseando, haciendo búsquedas, pero nunca pudimos dar con los niños a los cuales se supone que utilizaba sexualmente (…), pagándoles 100 pesos (poco más de $2), obligándolos o pidiéndoles sexo oral”, detalló la periodista.
El nuncio (puesto equivalente al de embajador del Vaticano) fue destituido el 21 de agosto del 2013, pero las razones de esta determinación no se esclarecieron en el momento.
Antes de que el reportaje fuera transmitido, a inicios de setiembre de ese mismo año, el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez convocó a una rueda de prensa para informar sobre la destitución del cura polaco. Las declaraciones en esa conferencia del secretario de la Conferencia de Episcopado de República Dominicana, Carmelo Santana fueron sorpresivas.
“El problema se agrava porque hay un número indeterminado de supuestos comunicadores, pero en realidad son profesionales de la intriga, cuyo único afán es lucrar con el estupilante y jugoso pago que les ofrecen sus patrocinadores”, aseveró el jerarca eclesiástico.
Por su parte, monseñor Agripino Núñez, reveló que la destitución se había acordado porque la Santa Sede se enteró de que el nuncio “andaba en malos pasos”.
La remoción de Wesolowski de su cargo en República Dominicana forzó a Piera a revelar los materiales que habían logrado recopilar hasta ese momento.
Una de las víctimas, de 13 años, relató que el hombre –a quien conocía como Giuseppe y no sabía que fuera cura– lo llamó un día mientras se estaba bañando en la playa y le dio dinero. Luego, ambos se subieron a un carro.
En mitad del camino, Wesolowski se detuvo y pidió al muchacho que se masturbara y lo grabó. Luego, el prelado habría tocado los órganos sexuales del joven, según las declaraciones televisadas.
La víctima asegura que esta situación se repitió una o dos veces más. En una ocasión, recuerda, lo llevó junto con otros tres adolescentes a una casa donde los habría masturbado en conjunto.
Dos días después del reportaje, la Fiscalía inició sus investigaciones por el delito de abuso de menores. Para ese momento, ya nadie podía dar razón de dónde se encontraba el implicado. Según la cadena BBC, el sacerdote huyó de tierras dominicanas para evitar eventuales consecuencias judiciales.
Wesolowski se marchó a Roma, donde el 23 de setiembre finalmente fue sometido al arresto de la Gendarmería Vaticana, por orden directa del Papa. La delicada salud del clérigo, entonces de 65 años, evitó que fuera a parar a una celda.
“El arresto se debe a la voluntad expresa del Papa para que un caso tan delicado y tan grave se aborde sin demora, con el derecho y el rigor necesario, con plena asunción de responsabilidad por parte de las instituciones que forman la Santa Sede”, manifestó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Sin embargo, una nueva alarma se generó el 23 de junio del 2014, cuando el obispo auxiliar de la diócesis de Santo Domingo, monseñor Víctor Masalles, se topó al acusado caminando libremente por las calles romanas. “Para mí ha sido una sorpresa ver a Wesolowski pasearse por la Via della Scrofa en Roma. El silencio de la Iglesia ha herido al pueblo de Dios”, difundió a través de su cuenta de Twitter.
El polémico exnuncio disfrutaba de “una relativa libertad de movimientos a la espera de que la Congregación para a Doctrina de la Fe procediese a verificar el fundamento de las acusaciones contra él”, aclaró el Vaticano, lo que despertó dudas sobre si la Santa Sede estaba intentando protegerlo.
Tres días después, el polaco fue obligado a colgar el hábito, y se convirtió así en el representante de mayor rango de la Iglesia en ser expulsado debido a un escándalo sexual, acusado de corromper a niños y jóvenes mientras fue nuncio en Dominicana.
Reducir a los sacerdotes al estado laico era, hasta ahora, la pena más dura que podía imponer la Iglesia tras un proceso canónico.
La situación de Wesolowski se agravó con una segunda acusación. En su computadora personal, en Roma, fue hallado material pornográfico infantil, un delito introducido por el Papa Francisco en el 2013 a la legislación vaticana.
Las autoridades de la Santa Sede decidieron dar un paso más y emprender medidas judiciales, por primera vez en la historia, contra un excura a quien se acusa de la comisión de delitos sexuales.
Wesolowski será juzgado en Roma, pues no puede ser extraditado a República Dominicana. La primera audiencia de este caso fue realizada este 11 de julio.
Según la BBC, de ser hallado culpable, se expone a penas que van desde seis a 10 años de prisión.
El polaco se había ordenado sacerdote desde 1972 y llegó a ser arzobispo en el año 2000. Era uno de los hombres de confianza del difunto Papa Juan Pablo II. Según el diario dominicano Acento , el arzobispo metropolitano López Rodríguez se refirió a él como “un gran amigo y buen promotor de la paz”.
Mano firme
En la última década, la Iglesia ha investigado 3.420 casos de sacerdotes que presuntamente abusaron de menores de edad y 884 de ellos fueron destituidos de sus labores religiosas, según dijo el año pasado el representante del Vaticano ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Ginebra, monseñor Silvano Tomasi.
¿Qué hizo la diferencia con Wesolowski? Que el argentino Bergoglio, a su llegada al puesto papal, prometió mano dura para los sacerdotes que incurran en violaciones o abusos sexuales contra niños y adolescentes, un tema que, pese a la exposición pública que acarrera desde los años 90, no había sido abordado con suficiente firmeza por parte del Vaticano.
“Sobre esto tiene que haber tolerancia cero. No hay privilegios en este tema de los menores”, advirtió el Papa en mayo del año pasado.
Sin embargo, sobre la Iglesia pesan cuestionamientos como el nombramiento del cardenal australiano George Pell –acusado de querer comprar el silencio de víctimas de abusos– en un cargo equivalente a ministro de Economía, o la designación del cuestionado Juan de La Cruz Barros como obispo chileno, lo que generó protestas en ese país suramericano.
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Bergoglio, por su parte, se mantiene firme en sus intenciones de no tolerar abusos infantiles en el clero. En julio del año pasado, desde el altar pidió perdón a tres hombres y tres mujeres de Alemania, Inglaterra e Irlanda, víctimas de violaciones.
“Por si quedara alguna duda, ya se acabaron los tiempos –décadas enteras– en que la Iglesia oficial miró para otro lado e incluso encubrió a los pederastas”, subraya El País .