En 1935 se filmaron unos segundos estremecedores. Un tilacino, o tigre de Tasmania, olfatea el suelo y las mallas de su jaula con evidente ansiedad, buscando cómo salir de su encierro. No fue el último espécimen del Thylacinus cynocephalus: ella moriría la noche del 7 de setiembre de 1936 en el zoológico de Hobart. No se supo por meses porque había sido cazada ilegalmente.
La mayoría de los tigres de Tasmania fueron exterminados en la isla australiana por cazadores que querían “proteger” sus ganados. No todas las especies han muerto por mano humana, pero ciertamente nuestra modernidad ha acelerado el proceso: Paul Crutzen, quien acuñó el concepto de Antropoceno (era geológica definida por la acción humana), estimaba hace una década que 150 especies desaparecían por día.
De 5.000 millones de especies que, se estima, han poblado la Tierra, 99,9% ya no existe. Conforme ha avanzado la ciencia, también han crecido las ganas de revertir el proceso. Esta semana, Colossal Biosciences, una startup de genética, anunció que había logrado “desextinguir” al lobo gigante o lobo terrible, que inspiró los animales célebres de Juego de tronos, como dicen el comunicado de prensa.
Hace 12.500 años, el Aenocyon dirus recorrían América del Norte; los fósiles más antiguos datan de 250.000 años. Al final de la Edad de Hielo desaparecieron. “Los lobos terribles eran depredadores formidables, hasta un 25 % más grandes que los lobos grises modernos, con cabezas más anchas, mandíbulas robustas y un pelaje espeso de color claro”, indica el laboratorio. Se alimentaban de herbívoros, como caballos y bisontes.
Colossal trabaja en varias especies para “desextinguir”, pero el lobo terrible tuvo la buena suerte de estar de moda (estos días, todo el talento se contrata con base en likes, seguidores y alcance). Según comentó un miembro del equipo a The New Yorker, valoraron que el animal aparece no solo en los libros de George R.R. Martin y las series de HBO, sino también “en el videojuego World of Warcraft, el juego de cartas Magic: The Gathering, y el juego de roles Dungeons & Dragons”, tres productos tremendamente populares.

¿Qué significa realmente ‘desextinguir’ una especie?
Para ser claros, los lobos terribles no han renacido. Los tres ejemplares nuevos son cachorros de lobo gris que portan genes de sus antiguos parientes, mediante un extenso proceso de modificación genética. “Colossal encontró mutaciones de esos cinco genes que están presentes en perros y lobos grises sin causar enfermedades. Introdujeron esas cinco mutaciones de reserva en las células del lobo gris”, explica The New York Times.
Llegados a este punto, la pregunta es... ¿para qué? Colossal dice en su sitio: “La prehistoria ya ocurrió. Traerla de vuelta a la vida mediante la biociencia, no”. El propósito es paliar la destrucción acelerada del planeta, con su consiguiente pérdida de especies, para recuperar ecosistemas en riesgo. Claro que también pesa la curiosidad por saber cómo se veían los mamuts, el dodo y el uro cuando caminaban entre nosotros. Así como el tilacino, esas otras especies también han estado en planes de empresas de ingeniería genética y de Colossal mismo (el mamut está para el 2028 por ahora).
De inmediato surgen dos problemas: estos animales vivieron expuestos a enfermedades y un ambiente muy distintos de los actuales, y cambió la pirámide alimenticia. Pensemos que estos lobos comían, digamos, mamuts, mamíferos inmensos incomparables con los más modestos de hoy. ¿De qué se van a alimentar? ¿Devolverlos a un ecosistema actual no comprometería tanto a los resucitados como a la fauna actual?

De cualquier modo, surge otra duda ética. Los primos de los lobos gigantes siguen recorriendo América... por ahora. Es una de las millones de especies en peligro de extinción. No pocos ecologistas y científicos se preguntan si no sería mejor dirigir los esfuerzos a protegerlos.
“No podemos revivir lo que se ha perdido, pero podemos usar el dolor de esa pérdida como un recordatorio de nuestra responsabilidad de salvar lo que aún queda, incluso por medios no convencionales”, dice la escritora Riley Black. “La extinción es para siempre. Ese hecho hace que cada especie viva sea aún más valiosa”.
El avance científico, de cualquier modo, continuará, y sin duda de camino topará con hallazgos provechosos para la salud humana, animal y vegetal. ¿Cómo asegurar que el progreso se ajuste a la ética?
