Cuando se anunció la película Main Bhi en India, que significa Me Too en hindi, nadie se alegró.
Parecía ser la oportunidad de retratar en la gran pantalla el tornado de acosos y abusos que ha inundado la industria bollywoodense, pero de inmediato se supo que no había razón por la cual alegrarse.
El actor Alok Nath, quien interpreta en el filme a un juez encargado de casos de abuso sexual, es objeto de una denuncia por violación.
Así fue como lo que pudo significar un progreso contra los criminales de la industria se convirtió en dos pasos hacia atrás en la lucha por la justicia.
El #MeToo en la industria bollywoodense se ha vivido en contraste con el efecto surtido en Hollywood. Mientras que en Estados Unidos se ha desatado un movimiento mundial en defensa de las víctimas, del otro lado del mundo los acusados suelen salir impunes.
Porque India, en el peor sentido de la palabra, también tienen sus Harvey Weinstein y Kevin Spacey. No es descolocado pensar en la multitud de abusadores contemplando que India es el mayor productor de películas del mundo, con aproximadamente 1.800 lanzamientos por año, cifra que supera en producción a la industria americana.
Esta prolífica industria además, vive con la noción de que sus estrellas son intocables.
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Cuando la víctima se siente culpable
Diversos medios de comunicación indios señalan que el efecto #MeToo comenzó en el 2008, cuando la actriz Tanushree Dutta acusó a Nana Patekar, una de las grandes estrellas de la industria, por haberla tocado inapropiadamente durante la grabación de un videoclip, cuando ella tenía 24 años y Patekar 57.
La actriz presentó el caso a la policía pero, a pesar que un periodista y un ayudante de producción corroboraron el abuso, las autoridades no registraron su denuncia de acoso.
Con la desazón en su paladar, a Dutta no le quedó más que retirar las acusaciones, lo que provocó furia en su país. Se desató una polémica nacional que logró que la policía aceptara la denuncia.
Pero finalmente no hubo nada que celebrar. Meses después, la policía alegó que las “pruebas eran insuficientes” y el caso fue archivado.
Aunque muchos otros casos han aparecido, la cantante Sona Mohapatra reavivó la discusión sobre los abusos sexuales a finales del 2019, con una situación de rápido alcance mediático.
Mohapatra, quien participaba en el reality show Indian Idol, acusó al compositor y estrella del programa Anu Malik por acoso sexual.
Su denuncia no fue bien recibida. De inmediato, la producción obligó a la cantante a renunciar a su participación en el concurso. "Me llamaron agitadora y me pidieron que me fuera así, de repente, de la noche a la mañana", contó a medios indios.
Mohapatra fue el perfecto ejemplo del “yo también” pues, en los noventa, el compositor habría acosado a la cantante Shweta Pandit quien, para aquel momento, tenía 15 años.
Malik, quien es 25 años mayor a Pandit, habría intentado chantajear a la cantante con besos a cambio de un trabajo en la industria de la música.
“Me imagino que el consejo que muchos de estos hombres han recibido es: ‘desaparece por un año y la gente se olvidará’”, dijo Shweta Pandit en declaraciones reproducidas por la agencia AFP.
La cantante Shweta Pandit contó a la agencia de noticias que durante quince años guardó la experiencia pero que el movimiento #MeToo la convenció de revelar la denuncia. “(Malik) hizo que me encerrara en mí misma y viviera recluida. Dejé de confiar en la gente", contó. “Cantar era la única forma de expresarme...”.
Pandit ha contado apoyo con el grupo feminista de su país, quien no ha dudado en lanzarse a la calle con carteles para denunciar los abusos.
Aún así, Pandit padece de frecuentes campañas de desprestigio en sus redes sociales. Incluso, productoras le han cerrado las puertas por “ser vista como amenaza potencial”, según señalan periódicos locales.
En India, a diferencia de Estados Unidos, las complicaciones para los procesos legales pueden efervecer con facilidad, característica que los abusadores toman provecho sin dudas.
Un ejemplo de esta particularidad es la del cineasta Subhash Kapoor, juzgado por abuso sexual. Tras saberse la denuncia, el director de cine fue separado de una película pero, al poco tiempo, el productor echó hacia atrás su decisión alegando que Kapoor tenía “derecho a trabajar y a ganarse la vida”, y que solo un tribunal era capaz de declarar culpable al cineasta.
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“Favores” a cambio
Bombay, la ciudad que le da la "b" a la industra, es la versión de Los Ángeles en Oriente.
Muchos aspirantes al cine dejan sus hogares apenas llegan a la adultez y arriban en Bombay para probar suerte.
Paras Trhukral, un actor que logró aparecer en un par de programas de televisión y una que otra película de poca monta, cuenta que la pared que topó una vez llegado a Bombay fue la de vender su cuerpo. De inmediato, le pidieron esculpir su físico y, con el paso de las semanas, las insinuaciones por favores sexuales aparecieron.
“Es muy difícil tener éxito en Bollywood si no tienes relaciones. Nadie te ofrecerá un apoyo, tienes que jugar pequeños roles y elevarte con la fuerza de los brazos”, dijo el intérprete a la agencia AFP.
Tras once años de haberse mudado a Bombay, Trhukral evitó a toda costa “venderse”. “Hice todo tipo de trabajos para sobrevivir. Trabajé en un centro de llamadas, en una empresa de regalos corporativos, en marketing, en lo que se te ocurra”, rememora.
A pesar de su relativamente poco exitosa carrera en Bollywood, el actor cuenta que la adrenalina que produce estar dentro de la industria es difícil de evadir. “Mis padres no entienden este estilo de vida; solo quieren que me establezca y asuma sus fondos. Una parte de mí también quiere eso... Sería una vida más sencilla”, cuenta.
El verano pasado, a los 34 años, Trhukral regresó a Nueva Delhi, su ciudad de crianza, a causa de razones familiares. “Otra carrera hubiera sido más fácil, eso es seguro”, dice, “pero ser actor es un sueño hecho realidad”.
Girish Hule, fundador de una importante compañía de casting india que lleva su nombre, en diferentes entrevistas se ha referido al aumento de oferta que se ha producido en Bombay. Incluso, el año pasado aseveró que en el último lustro se han duplicado la cantidad de roles que se ofrecen a los intérpretes. “Incluso tuve médicos e ingenieros que dejaron un trabajo estable solo porque querían convertirse en actores”, dijo a la AFP, lo cual deja en evidencia la bollywoodmanía a costa de lo que sea.
"Esas personas pasan años enteros esperando la oportunidad de abrirse paso. Hay gente que toma otros trabajos en la industria, trabajando como estilistas, asistentes de directores o casting. Buscan la forma de abrirse espacio pues a veces pasan cinco años, 500 audiciencia y nunca obtienen un papel”, asegura el director de casting.
En este frenesí de papeles, ofertas y negociaciones, Malhaar Rathod vivió una situación similar a la del actor Trhukral. La actriz de 26 años comenzó su carrera en la industria con 15, emocionada por el auge de producciones. Lo triste de su bienvenida a Bombay fue una trágica amenaza.
El diario The Guwahati Times contó el pasado enero que, siendo adolescente, Rathod topó con un productor de 65 años del cual debió salir corriendo de la habitación.
“Él dijo que tenía un papel para mí y seguidamente me pidió que levantara mi blusa. Yo no sabía qué hacer”, replica el medio sobre las declaraciones de la muchacha.
La actriz llegó a Bombay no solo con el sueño de convertirse en estrella, sino también con la esperanza de estabilizar las finanzas de su familia, una de cinco integrantes y de la cual dependen económicamente solo de Rathod.
Para su suerte, Rathod ha conseguido papeles en publicidad para Garnier y Dove y en televisión en la popular serie Hostages. Incluso se proyecta como un futuro rostro para la pantalla grande.“Pero es difícil. Esperar respuestas para los roles me ha dado muchas noches de insomnio. No puedes tener demasiadas expectativas, de lo contrario estarás permanentemente decepcionada porque sabe que la industria funciona de otra manera”, afirma.
Tras la experiencia, Rathod no teme en considerarse “afortunada", sobre todo tras conocer otros trágicos casos de acoso y abuso que han llegado a la prensa. “Estoy tan feliz de que el #MeToo llegara hasta aquí; antes de eso, las cosas seguían su curso y nadie hablaba de eso. Estamos comenzando a denunciar”, dice.
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Uno de los casos mediáticos más impactantes lo repasó el portal Brown Girl Magazine en el 2018.
“Una de las historias más desgarradoras llegó el martes 8 de octubre por parte de Vinta Nanda, escritora de televisión, directora y productora. En una publicación de Facebook, Nanda detalló sus recuerdos de haber sido violada en el camino a casa desde una fiesta hace 19 años. El autor no fue otro que el popular actor de los 90, Alok Nath, un colega en ese momento y esposo de una amiga cercano”, escribió el medio.
“Era alcohólico, desvergonzado y desagradable, pero también era la estrella de televisión de esa década, por lo que no solo fue perdonado por su mal comportamiento, sino que muchos de los muchachos lo criticaron por ser el peor. La actriz principal de mi serie estaba siendo acosada por él. Él se metía con ella en el set y todos quedaban en silencio”, dijo Nanda. Tras sus declaraciones, otras actrices como Sandhya Mridul y Deepika Amin también expusieron abusos que ha perpetrado la estrella bollywoodense."
El futuro
La lista de acusados continúa creciendo y desde el 2018 se han señalado figuras de peso como el actor Rajat Kapoor, el autor Chetan Bhagat, el político MJ Akbar y el periodista del Hindustan Times Prashant Jha como presuntos delincuentes.
Aunque los procesos legales son lentos y confusos, el movimiento #MeToo ha logrado señalar a abusadores en distintos niveles: desde los perpetradores de actos hasta quienes han atestiguado en silencio.
Por ejemplo, La Academia de la Imagen en Movimiento de Mumbai (MAMI), en apoyo del #MeToo en Bollywood, retiró dos películas del cartel del festival local, debido a las acusaciones contra el cineasta Kapoor y miembros del grupo de comedia All India Bakchod.
Muchas otras actrices han celebrado la presencia que busca tener el Ministerio de la Mujer en India, ente que ha prometido crear un comité judicial para examinar este tipo de casos.
La esperanza parece aparecer, poco a poco, desde el corazón de Bombay, mientras que se epsera que el silencio espera sea derribado.