Esta crónica del partido de clasificación de la Sele al Mundial Qatar 2022 no va en orden cronológico, va “de atrás para adelante” porque... porque sí.
Con el marcador 1 a 0 a favor de la Selección Nacional de Costa Rica sobre Nueva Zelanda, las hermanas misioneras Carmelitas comenzaron a ver el segundo tiempo del partido con mucha emoción. Ya la primera parte, desde muy temprano, colocó a nuestro equipo al frente y las nueve hermanas que veían el encuentro en la intimidad de su convento ubicado en Barrio Cuba, habían gritado a más no poder el tanto de Joel Campbell que apenas al minuto tres puso a soñar a los ticos, pero aún faltaban 45 minutos para clasificar a la cita mundialista. La suerte todavía no estaba echada.
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La Virgen de los Ángeles fue custodia del televisor en una de las salas del convento. Al lado de la pantalla estaba la Negrita acompañada por una bandera tricolor. Las monjas pusieron la imagen junto a la TV como muestra de fe...¡y vaya que les valió la ayudita!
La segunda parte del encuentro ya iba avanzada cuando las críticas por los golpes y las faltas no se hicieron esperar. Las hermanas estaban volcadas en favor de La Sele, aunque había algunas que no son costarricenses, su amor por nuestra patria lo llevan muy profundo en el corazón.
De entrada nos topamos a la hermana Mary Carmen Brenes muy emocionada por el partido, la verdad, nerviosa. “Yo que no como pizza me la hice tragada”, contó entre risas antes de volver a tomar su asiento frente al televisor donde compartió con sus hermanas en la fe un almuerzo de fiesta: pizza y Coca-Cola.
Monjas jóvenes y otras de mayor edad se unieron en oración y también en apoyo para los muchachos de La Sele. Estaban todas alrededor de la pantalla viendo atentas las jugadas del partido. “Sáquele tarjeta”, dijo una muy molesta con el árbitro cuando un neozelandés golpeó a un tico. “¿El árbitro estará comprado?”, se cuestionó otra.
“Falta otro gol para la confianza”, dijo la hermana Nelly Rodríguez, directora del centro educativo El Carmelo, donde las Carmelitas son parte de la educación formal y religiosa de más de 370 estudiantes.
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Sin dejar de lado sus hábitos, excepto por la hermana Denia Peraza que vistió una colorida camiseta del equipo patrio, las monjas no se perdieron ni un solo minuto del tiempo complementario del partido.
Durante algunos momentos mostraron su molestia con la defensa nacional pero claro, los jugadores estaban cansados porque habían corrido mucho en la primera parte, justificaron ellas mismas.
“¡Ay, mi madre!”, “Eso no fue falta, chocaron. topó con pared”, “Ese sí llevaba toda la mala intención”, fueron algunas de las jocosas y animadas expresiones de las religiosas durante el partido.
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Cada vez que los ticos se acercaban a la portería de Oliver Sail los gritos y los brazos en alto eran la tónica. Hubo también una que otra patadita al aire como para darle impulso al balón sin importar que estuviéramos a más de 13.000 kilómetros de distancia de Qatar, donde se realizó el encuentro. Todo apoyo contaba con tal de lograr el objetivo de ganar el partido.
Las emociones estaban presentes en todas las monjas, en las más jóvenes que son postulantes y en las de más experiencia. Unas les explicaban detalles a las otras: que por qué hubo tarjeta amarilla o cuántos cambios se permiten en el juego. La cuestión es que las nueve hermanas vivieron el partido de La Sele como eso, como hermanas disfrutando de una fiesta que nos regala el fútbol.
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Para el gusto de las monjas hubo tres protagonistas del partido. El primero de ellos Keylor Navas. “¡San Navas!” se dejó decir muy orgullosa la hermana Sarah Farvel -guardando las distancias y los respetos debidos- cuando el arquero nacional tuvo una de sus importantes intervenciones. “Dios bendiga y guarde a Keylor Navas”, agregó la hermana Sarah.El partido de la Sele en... un bus de Desamparados
El otro fue el joven Daniel Chacón cuando entró de cambio. Él se persignó, acción que llamó la atención de las monjas. “Ese muchacho antes de entrar se persignó. No sé quién es, pero eso es algo muy bueno”, comentó otra de las hermanas.
El tercer protagonista no podía ser otro más que Bryan Ruiz, quien fue alumno de El Carmelo en su etapa escolar. Las monjas muy orgullosas le aplaudieron al capitán de La Sele cuando entró de cambio. “Ahí está Bryan, nuestro egresado”.
El ambiente siguió con muy buenos ánimos, aunque a veces con muestras de molestia por las faltas contra Costa Rica. Incluso, hubo espacio para hacer uno que otro chiste como el que dijo la hermana Mary Carmen cuando un neozelandés pateó el balón con poca fuerza, una pifia, podríamos decir. “Ves, ellos le dan así y dicen que somos nosotras las que estamos con las rodillas enfermas”.
El epílogo del encuentro no podía ser más estresante para las hermanas Carmelitas, bueno, para toda Costa Rica. Cuando se anunció que el árbitro dio cuatro minutos de tiempo de reposición las expresiones de asombro no faltaron. “¡Cuatro!” “¿Dieron cuatro minutos?”, dijeron incrédulas, pero siempre con la esperanza de que el tiempo corriera rápido.
“¡Pite, pite!” le gritaban al árbitro que veían en la pantalla. Lo mismo que pedíamos más de cinco millones de ticos. Y pitó. El réferi Mohammed Abdulla se llevó el silbato a la boca y determinó el final del partido. Las monjas alzaron sus brazos en celebración. Llegó el júbilo y el abrazo de festejo. También hubo uno que otro bailecito de alegría.
El primer tiempo y la algarabía de la juventud
El Carmelo le permitió a sus alumnos de secundaria ver el partido de Costa Rica contra Nueva Zelanda en el comedor. Los alumnos disfrutaron en una pantalla gigante y con sonido ambiente de la radio los pormenores del encuentro.
También con pizza y Coca-Cola los jóvenes y sus profesores departieron un rato muy ameno cuando se salieron por dos horas de la agenda educativa y todos vestidos con la roja de La Sele apoyaron a los jugadores con la emoción de la juventud.
Los más fiebres agarraron palco justo al frente de la pantalla, los demás se ubicaron en mesas de plástico y armaron pequeños grupos con sus amigos más cercanos.
De una manera muy respetuosa los muchachos se pusieron de pie para entonar el Himno Nacional. Al terminar de cantar con orgullo, los gritos de euforia y emoción fueron protagonistas, más cuando en la pantalla se pudo ver la alineación del conjunto tricolor.
Chonetes, pañuelos en el cuello, caritas pintadas de blanco, azul y rojo y muchas camisetas de La Sele fueron los atuendos que predominaron en la fiesta que organizaron los profesores para sus alumnos.
Al grito unísono de “Keeeeeylor, Keeeeeeylor”, comenzó a calentar el ambiente alegre y distendido que vivieron los estudiantes, siempre acompañados y resguardados por sus profesores y la mirada atenta de la hermana Nelly.
El pitazo inicial provocó vítores y aplausos, no era para menos, la Sele estaba empezando lo que podría significar su pase al Mundial. Apenas tres minutos después del arranque del encuentro Joel Campbell, con su picardía y astucia, puso a todos los muchachos de El Carmelo a brincar como nunca.
El gol de Campbell llegó muy temprano, sorprendió a muchos “viendo para el ciprés”, como podríamos decir (entre esas yo, que estaba moviéndome dentro del comedor y no vi el tanto en vivo), pero eso no impidió que todos los presentes gritaran a más no poder porque el sueño mundialista ya se estaba concretando.
Los chicos y las chicas de El Carmelo se fundieron en abrazos, hubo cánticos, la emoción estaba a flor de piel.
Avanzado el tiempo los brazos en la cabeza en señal de frustración, aplausos para apoyar a los jugadores nacionales y uno que otro grito en contra del árbitro se oyeron en el comedor del colegio. Pero la molestia más grande y el abucheo más intenso sucedió cuando a eso del minuto 19, tal vez por un error técnico, la imagen en la pantalla se perdió.
Pasaron pocos, poquísimos segundos, hasta que el encargado de la señal resolvió el problema, pero se llevó su buena silbada.
“Ay, Padre, no”, dijo una muchacha cuando hubo un ataque peligroso hacia la portería de Navas, pero por dicha, no pasó de un susto. Como que el Padre escuchó la petición de la joven.
Casi al acabarse el tiempo de la primera parte los sueños se hacían más grandes, la meta estaba más cerca, pero cayó el gol de Nueva Zelanda. Las caras de frustración de los muchachos y sus muestras de decepción no se podían ocultar. Al ver en la pantalla la repetición de la jugada, los chicos, muy conocedores del fútbol, guardaron esperanza y al igual que los ticos en Qatar, pidieron el VAR.
El VAR dio ilusión, sin duda.
La anulación del gol se festejó como si hubiéramos metido el 2 a 0. Hubo abrazos, brincos, algarabía y una que otra silla fue a dar al suelo por la emoción.
Terminó el primer tiempo y los jóvenes bajaron un poco las revoluciones. Algunos calentaron sus almuerzos para comer durante el descanso y llegar con el estómago lleno y el corazón contento para apoyar a La Sele en el complementario.
El Carmelo
El centro educativo El Carmelo se sumó a la fiesta futbolista como muchos costarricenses lo hicieron este martes 14 de junio.
El Carmelo, que tiene alumnos de preescolar, primaria y secundaria, lleva más de 30 años de labor en Barrio Cuba. Es dirigido por las hermanas misioneras Carmelitas, quienes llegaron a Costa Rica en los años 80 desde El Salvador.
La educación en la institución es complementaria entre la agenda oficial de enseñanza y también la religiosa. En el colegio buscan potenciar las habilidades de sus alumnos en áreas fuera de la educación formal como en el deporte y las artes. Tienen incluso un proyecto especial que se llama Radio El Carmelo (disponible en redes sociales como Facebook) donde estudiantes de diferentes niveles trabajan en transmisiones especiales sobre los pormenores del colegio, actividades y también temas de interés común.