“Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa. En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. Pero el ángel les dijo: ‘No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre’".
El evangelio de Lucas (2, 6-16) narra brevemente cómo nació Jesús, una estampa que hoy por hoy, miles de años después del gran acontecimiento, muchos hogares en el mundo recrean con devoción.
Resguardados en un humilde pesebre, la joven madre y su esposo cuidan al recién nacido. A su lado, en medio de las pajas, una mula y un buey comparten el espacio con el bebé.
María a la izquierda representa la fidelidad y el amor, detrás suyo está el buey (que con su aliento mantenía caliente al niño). A la derecha del pequeño es José quien se ubica, el carpintero representa la obediencia y la fortaleza, más al fondo la mula (el animal más humilde de la creación).
Cada pieza del portal, del pesebre o del pasito, como lo conocemos en nuestro país tiene un significado especial en una historia llena de esperanza y fe que año con año las familias católicas representan en sus casas para festejar la Navidad. Más allá de pastoras o de árboles de ciprés adornados con esferas y luces, la representación de la Natividad de Jesús es una de las tradiciones más antiguas y arraigadas de la cultura católica.
LEA MÁS: 'Portaleando' por San José: un recorrido por los pasitos emblemáticos de la capital
Divina inspiración
Así como humilde es la representación del nacimiento de Jesús, así de humilde es el origen de la tradición de evocar la estampa narrada en los evangelios de Lucas y Mateo. Fue un hombre cuya vida de humildad y pobreza estuvo entregada al servicio de Dios y de los demás, quien tuvo la idea de representar por primera vez en la historia el nacimiento de Jesús.
San Francisco de Asís, en ese momento, solo Francisco, el fraile en su infinito amor por el Niño Jesús, buscó la manera de conmemorar el nacimiento del redentor de una forma diferente.
Los relatos populares afirman que Francisco encontró la inspiración cuando visitó el lugar histórico del nacimiento de Jesús, en Belén. El establo pobre de una cueva del poblado de Judea fue el lugar escogido para que el Hijo de Dios llegara al mundo y si fue posible que el Redentor naciera en medio de pobreza, cómo no exaltar esta imagen para que los hombres siguieran el ejemplo de sencillez y humildad.
Se dice que en el año 1223, la navidad sorprendió a Francisco de Asís mientras estaba en una pequeña localidad italiana ubicada entre Roma y Asís. El lugar era conocido como Greccio, un pueblo de al menos 1500 habitantes y que al fraile le parecía rico en su pobreza.
Francisco, quien estaba ya muy enfermo para ese momento, pensó que esa iba a ser su última Navidad, así que sintió la necesidad de conmemorarla de una manera especial para rendirle honor a la sencillez, exaltar la pobreza y alabar la humildad. Inspirado en la imagen del pequeño pesebre de Belén, buscó la manera de representar con personas dicho pasaje bíblico.
Con la complicidad de Juan Velita, un habitante de Greccio quien compartía con Francisco su devoción por el Niño Jesús y profesaba además una vida de penitencia y austeridad, encontraron el lugar perfecto para cumplir el sueño: una pequeña gruta ubicada en las montañas de Greccio.
Allí Francisco y Juan colocaron un pesebre vacío (que es el comedero de los animales de la granja), pusieron paja y buscaron una mula y un buey para completar la escena. Un hombre, una mujer y un bebé de Greccio fueron escogidos por el fraile para personificar a la Sagrada Familia; todo esto se comenzó a planear 15 días antes del 25 de diciembre, fecha que la historia le atribuye al nacimiento de Jesús.
De acuerdo con el relato de Juan de Fidanza (San Buenaventura) un teólogo y cardenal italiano de la orden franciscana, Francisco y Juan taparon la escena con un paño blanco y el día de Navidad hicieron sonar las campanas de la iglesia a la medianoche. Todo el pueblo sorprendido salió de sus casas ante el alboroto y vieron a Francisco en la montaña invitándolos a subir.
Según la historia los vecinos alumbraron sus caminos con antorchas y al llegar a la gruta fueron sorprendidos por la hermosa estampa del nacimiento de Jesús. La representación se hizo de manera orgánica, María sostenía a Jesús en brazos, mientras que José hablaba y celebraba con los vecinos por la llegada del bebé.
Francisco, con el permiso del papa Honorio III celebró la misa, cantó el evangelio y durante su homilía estaba frente al pesebre llorando de la emoción. “Estaba bañado en lágrimas y radiante de alegría. Predicó a las personas que se habían reunido en torno a la Natividad del pobre rey y al no poder pronunciar su nombre por la ternura de su amor, lo llamó el bebé de Belén”, recogió San Buenaventura en su relato.
Muy pronto, después de aquel día en Greccio, la tradición de los portales se fue difundiendo por toda Italia, primero en las iglesias, luego poco a poco fueron los hogares los que rindieron homenaje a la Natividad de Jesús con figuras que representaban a los personajes en torno a su nacimiento, se dice que fue en Nápoles donde se conocieron los primeros figurines.
De pastores, ángeles y reyes
“Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: 'Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace'. Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: 'Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado'”, cuenta Lucas.
La imagen de los ángeles durante la concepción y el nacimiento de Jesús ha estado muy presente desde que Gabriel le anunció a María que estaba embarazada, lo mismo hizo con José cuando le afirmó que su esposa llevaba en el vientre al hijo del Espírituo Santo y más adelante cuando le pidió que se llevara a su familia de Belén a Egipto porque el rey Herodes le buscaba para matarlo. También le dijo a Zacarías que su esposa Isabel (prima de María) estaba encinta a pesar de su avanzada edad.
Pastores
“Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho”, reza Lucas en su evangelio.
Fueron los primeros en enterarse de la buena nueva, el ángel de Dios se les apareció a ellos para avisarles del la llegada del Mesías. Los pastorcitos le llevaron al Niño Jesús sus primeros regalos, se dice que fueron un cordero, requesón y almendras.
La estrella
“¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo", explica Mateo en el segundo capítulo de su evangelio sobre la primera mención de la estrella que llevó a los Reyes Magos hasta Jesús.
Simboliza la fe de los Reyes Magos para llegar al niño. Se dice que el camino que recorrieron los reyes guiados por la estrella fue de norte a sur, cuando lo normal hubiera sido que se hiciera de este a oeste siguiendo el movimiento de rotación de la tierra.
Reyes magos
“Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos magos que venían de oriente llegaron a Jerusalén", se lee en el escrito de Mateo.
“Después de esta entrevista con el rey, los magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez a la estrella! Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino”, Mateo 2, 9-12.
Melchor, Gaspar y Baltazar son sus nombres, en el portal representan a todas las personas del mundo independientemente de su origen, etnia o religión.
Aunque según las culturas las identidades de los reyes cambia, una de las descripciones más cercanas es que Melchor es el rey de cabello blanco y barba; él le entregó la mirra a Jesús como regalo que simboliza la humanidad del hijo de Dios.
Gaspar es el más joven de los tres y fue quien entregó el incienso que simboliza el origen divino de Jesús. Por último Baltazar, de raza negra, rey que llegó desde África, le regaló oro para reafirmar que Jesús era rey.
Francisco de Asís
Nació como Giovanni di Pietro Bernardone, en Asís, Italia en 1182.
Fue hijo de un rico mercader de la zona, así que durante su infancia y juventud vivió en la opulencia. Cuando joven se dedicó a la vida mundana, a la caballería y la elegancia.
Se dice que lo encarcelaron porque fue parte de un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia, en la cárcel enfermo y solo fue cuando se dio cuenta de que la vida que llevaba le era insatisfactoria; pero fue hasta que frente a un templo que estaba abandonado escuchó la voz de Jesús que le pidió que reparara la iglesia.
San Francisco de Asís fue el fundador de la orden franciscana y con su ejemplo lideró un movimiento de renovación de la fe cristiana basada en la obediencia a Dios y el voto de pobreza.
Durante un retiro espiritual que sucedió en 1224, Francisco recibió los estigmas de Jesucristo en su cuerpo. Esto pasó luego de un largo periodo de ayuno y oración.
Falleció el 3 de octubre de 1226 y dos años después fue canonizado por el papa Gregorio IX