No importa lo que Donald Trump diga para negar la existencia del calentamiento global: lo que los científicos encuentran cada vez que investigan el tema no solo confirma la importancia del asunto, sino que nos impacta con el recordatorio de que todo lo que sucede dentro de esta atmósfera tiene efecto en todo lo que vivimos, hacemos y consumimos.
Uno de los más recientes descubrimientos sobre las implicaciones del cambio climático tiene que ver con una de las pasiones más ancestrales de la humanidad: el abrazo de una copa de buen vino al almuerzo, después de la cena o sin comidas al lado.
Según el último informe de la publicación científica Nature Climate Change , todo parece indicar que el mejor vino solo pudo existir de la forma en la que lo conocemos gracias a las consecuencias en siglos recientes del calentamiento global.
Los viñedos de Francia (los mejor estimados del planeta) ocupan zonas en las que las condiciones para producir mejores vinos han sido cada vez más frecuentes, pues debido a las fuertes olas de calor ya no es necesaria la etapa de sequía para producir la maduración temprana de las uvas, directamente asociada con las mejores cosechas para producir la milenaria bebida alcohólica.
“Con el calentamiento global, casi cada año es más cálido, lo que significa que casi cada año la fruta madura más rápido”, comentó Benjamin Cook, climatólogo de la Universidad de Columbia y autor principal de la reveladora investigación.
Así las cosas, el calentamiento global ha ayudado a producir más y mejor vino sin la necesidad de que exista sequía, situación que antes de 1980 era prácticamente era necesaria para tener años sumamente cálidos.
No obstante, si bien esta consecuencia del calentamiento global ha ayudado al vino en el pasado (el estudio analizó las cosechas francesas de los últimos 400 años), es probable que no sea beneficiosa por siempre.
“Si las temperaturas siguen aumentando, alcanzaremos un punto de inflexión”, explicó Elizabeth Wolkovich, ecóloga de Harvard y otra de las autoras del estudio. “La tendencia general es que las cosechas más tempranas dan lugar a mejores vinos, pero probablemente llegaremos a un umbral en el futuro en el que las temperaturas más altas no significarán mejor calidad”.
Ejemplo de ello fue la cosecha de 2003, cuando la uva se recolectó un mes antes de lo usual, debido a una ola de calor que afectó a Europa durante el verano. Esa vez, a pesar de llegar antes, el vino no fue de calidad excepcional.
Los científicos dicen que cada grado de temperatura más alta puede adelantar el proceso de recogida hasta siete días, y un estudio previo confirmó que en 2050 más de las mitad de las regiones que se dedican a la producción de vino en el viejo continente no contarán con las condiciones climáticas deseadas para cosechar uvas.
Esta situación podría variar dependiendo de la zona; por ejemplo, existe preocupación entre los viñedos de California, Estados Unidos, acerca de las condiciones extremas que podrían avecinarse y poner en jaque sus recogidas de uvas. Además, la confección de vino también depende de factores extraclimáticos, como el tipo de tierra de la región, la experiencia de sus productores y la gestión del viñedo.