Hoy está en el Radio Music City Hall de Nueva York, y mañana volando para comenzar una gira por ciudades europeas como Londres, Amsterdam y Milán. Ahí recibirá la ovación de miles de fanáticos eufóricos cuando suba al escenario junto a la estrella internacional del pop adolescente, Olivia Rodrigo.
El trabajo de la costarricense Camila Mora es ajetreado, de mucha adrenalina pero, sobretodo, apasionante. Y no es para menos: la tica es la tecladista y corista de la banda de la afamada cantante estadounidense.
Su hermano Matías se quedó en Los Ángeles, California, pues el trabajo lo llama. Quizá hoy está componiendo un potencial éxito pop, o tal vez está produciendo una canción que será parte de una nueva película. Lo cierto es que está en el estudio del sello Unsub, de Katy Perry, su jefa.
No hace mucho, este par de hermanos costarricenses eran solo un par de chiquillos que soñaban con trabajar dentro del mundo musical y jugaban a ser artistas.
La escena era típica cuando no estaban en la escuela o estudiando: los niños montaban un escenario improvisado en la sala de su casa y Matías le decía a Camila cómo y dónde acomodarse para que ella cantara.
Ahora ese sueño de infancia es una realidad para ambos. Aún les cuesta creérselo.
“Ha sido un sueño hecho realidad trabajar en lo que trabajamos y todo lo que viene con eso. Algunas veces los sueños no son lo que pensábamos; y otras veces no pensábamos que la vida podría ser como un sueño y eso nos pasó.
“Y sí, ha sido difícil, ha sido una carrera de mucho trabajo pero ha valido la pena. Yo creo que donde estamos ahorita es sólo un paso en nuestro camino y, en mi caso, ha sido increíble mirarme en el espejo y ver hasta dónde he llegado”, afirma Matías.
Cami y Mati, como les llaman de cariño, tienen 27 y 31 años, respectivamente, y viven juntos en un apartamento en Los Ángeles, California. Ahí coinciden solo algunos días, pues ser parte de la banda de la estrella pop del momento implica que la menor del par deje su hogar por temporadas para irse de gira.
De hecho, Matías vacila diciendo que ya se acostumbró a la agenda tan ocupada de su hermana.
¿Cómo llegaron a las grandes ligas de la música pop juvenil?
La respuesta sonará trillada pero eso no la hace menos válida: esfuerzo y mucho sacrificio.
Camila y Matías tenían claro que querían dedicarse a la música y desde el primer momento contaron con la aprobación de sus padres, Martín Mora y Florysul Díaz, quienes los motivaron para que estudiaran en la universidad.
Ambos entraron al programa de música de la University of Southern California pero en diferentes categorías: Camila, por un lado, para prepararse como cantante; mientras que Matías en el ámbito de composición de canciones de pop.
“En vez de un programa clásico, el repertorio era de la música comercial de los últimos 80 años y eso lo estudiamos a nivel comercial y a nivel pop”, recuerda Matías.
Mientras estudiaban allí conocieron a profesionales vinculados en el medio artístico estadounidense. Su talento les permitió irse abriendo poco a poco su camino, conseguir oportunidades.
El resto es una historia que apenas empieza a escribirse.
Euforia
Cuando Camila sube al escenario, el mundo desaparece. En ese momento solo existen ella, sus amigas de la banda, los fans y Olivia Rodrigo, la artista revelación de 19 años que en cuestión de poco más de un año se ha convertido en un ícono del pop en inglés.
La exchica Disney ha ganado cuanto premio ha querido y el éxito en sus canciones está garantizado. Las entradas para sus conciertos se venden en cuestión de horas y siempre hay una noticia nueva en los medios sobre la joven diva.
Trabajar al lado de Olivia no era precisamente uno de los proyectos que Camila tenía en mente, pero el mundo musical la sorprendió. Ella ni siquiera tuvo que hacer una audición para quedarse como la tecladista de la cantante, pues ya el equipo de la artista sabía que quería a la costarricense Camila Mora dentro de la banda.
“Yo creo que vivir en Los Ángeles ayudó mucho porque aquí es donde los directores musicales buscan a la gente para armar las bandas. Y como fui a la universidad acá y vivo acá desde hace más de seis años, ya tengo una red de contactos, personas que trabajamos en lo mismo y que saben que yo ya tengo otros artistas en mi curriculum.
“Y hasta ahora te puedo decir que yo no sé quién, pero alguien me recomendó. Acá tengo personas que me conocen y que saben que puede trabajar en el teclado y saben que también canto, entonces la gente que lleva la carrera de Olivia quería buscar un grupo de mujeres y mi nombre estaba ahí; sabían lo que yo hacía”, explica.
Y es que es difícil ignorar el curriculum de Camila. En sus años como artista la costarricense también fue parte de la banda de Lorde cuando la cantante neozelandesa estaba haciendo el lanzamiento de su álbum Solar Powers (2021).
“Nos presentamos en varios talk shows como Good Morning America. Además estuvimos en el programa de Steven Colbert y también en el de James Corden y la verdad es que fue una experiencia muy bonita porque yo admiraba a Lorde desde hace mucho tiempo y llegar a ese punto fue como un check en la lista”, afirma.
La nacional también estuvo de gira con los cantautores estadounidenses Julia Michaels y Finneas (hermano y socio artístico de Billie Eilish), y también ha reforzado al mexicano Pepe Aguilar en el escenario. Tres checks más en su lista.
Con Olivia empezó a trabajar en abril del 2021 y desde entonces todo ha sido una locura: Camila baja de un escenario en Las Vegas, y al día siguiente está presentándose en los premios Grammy. De repente está en un programa en vivo y horas más tarde grabando el documental para Disney+ Driving Home 2 U.
“Ha sido impresionante y surreal todo lo que ha pasado con Olivia. Ha sido muy bonito ver en los shows a los fans… es que yo nunca había vivido algo así en mi vida, entonces experimentarlo ha sido como de película.
“Por eso es que yo creo que esto es como un sueño hecho realidad, yo desde pequeña soñaba con estar en escenarios así de grandes; todo lo que estoy viviendo”, dice.
Además, Camila no deja de pensar en la bonita relación que tiene con sus compañeras de banda y con la misma Olivia (a quien define como una “buena persona, amable y cariñosa”). Juntas han creado una hermandad que la costarricense agradece cada día, pues las artistas del grupo comparten tanto tiempo que ya son amigas muy cercanas.
Esa relación le ha permitido que hasta los días más ajetreados e intensos los pueda disfrutar más.
“Este es un trabajo duro y la gente no siempre va a entenderlo. Es mucho trabajo, son muchas horas, mucho sacrificio y yo, por ejemplo, paso mucho tiempo en otras partes del mundo y a veces no tengo las comodidades más sencillas. Es decir, a veces es difícil incluso encontrar un lugar para bañarme después del show y he aprendido a vivir de una maleta”, detalla.
Pero todo ha valido la pena. Y eso lo confirma cuando es el momento del concierto en que Olivia interpreta Drivers License, su mayor éxito hasta ahora y que va acompañado del melodioso teclado de Camila de principio a fin.
“Yo describo ese momento como el karaoke más grande del mundo, porque uno siente la energía en el público, ese sentimiento de pérdida, el dolor y es muy real para la gente que va a los conciertos y la canta a todo pulmón.
“Y ahora que estoy en el medio de todo esto, es que puedo ver que este es un gran momento. Es que es algo significante.
“Y con seguridad yo puedo decir que los sueños sí se hacen realidad, pero uno tiene que trabajar mucho, muchísimo. Y si yo quiero estar en un lugar o hacer algo, lo puedo hacer. A veces el cómo, el dónde y el por qué cambia, pero lo importante es trabajar por ello, encontrar las personas correctas y seguir trabajando”, afirma.
Un sueño
A diferencia de Camila, lo de su hermano Matías es estar detrás de escena. A él lo que le gusta es componer canciones, producirlas y de vez en cuando cantarlas. Además, es bajista.
De allí que su carrera sea un poco más discreta (al menos en los escenarios). Aunque años atrás formó parte de la banda de rock Mora Mora, en la que era vocalista, se inclinó por las letras y el sonido de las canciones. Sony Music vio eso en el 2016, cuando firmó un contrato de publicación con el joven tico.
“En mi año de contrato con Sony creo que escribí como 250 canciones. Así experimenté un poco más del mundo de las disqueras y tuve algunas canciones que salieron”, relata.
Cuando ese contrato con Sony terminó, la diva del pop Katy Perry estaba iniciando su propia disquera, Unsub Records, y Matías cuenta que “ella me ofreció mi segundo contrato de publicación” en la división de Unsub Publishing, ligada a Warner Chappell.
“Ahorita no estoy componiendo directamente para ella, pero si trabajo en el estudio de ella y hago canciones con artistas diferentes y tengo sus recursos a la mano”, detalla.
Ser parte de estas disqueras le ha permitido ser compositor y productor de muchos temas de películas de Hollywood. Por ejemplo, Mora compuso la canción Our House que Becky G interpreta en la película animada Gnome Alone (2017).
“Si bien esto que estoy viviendo es un sueño, hay que tratarlo como un trabajo. Hay personas que dicen que no sabían que ser un compositor era así, que era un trabajo pero sí lo es y de hecho hay mucho trabajo”, explica.
Asimismo, para el soundtrack de la película de Warner Brothers Harley Quinn: Aves de presa (2020), el nacional produjo el tema Lonely Gun, que interpreta su amiga y cantante Cyn.
Para la exitosa cinta juvenil de Netflix A todos los chicos: P. D. todavía te quiero (2020), el tico escribió la letra de I Can’t Believe, que también interpreta Cyn. Además, para Pokémon: Los secretos de la selva (2020) compuso dos canciones más.
Matías fue también compositor y productor del tema de la serie animada de Dreamworks Trolls: The Beat Goes On! y es el intérprete principal del tema de la serie infantil de Nickelodeon Santiago de los Mares.
Como si fuera poco, su composición Uh Oh, de la cinta Promising Young Woman (2020), fue catalogada por revistas especializadas como Variety y Billboard como contendiente para competir por el Óscar a mejor canción.
Pero ahí no termina su experiencia, pues él, junto a su hermana Camila, tiene una canción en la película animada del 2016 Leap!. Se trata del tema Unstoppable.
“Hasta ahora no tengo una canción que haya llegado al número uno y eso es un sueño pendiente. Y aunque honestamente yo nunca había pensado en llegar al punto en el que estoy ahorita, ya estoy aquí tengo que darle con ganas, porque quiero ser uno de los mejores”, reconoce.
Matías confiesa que casi todos los días escribe canciones, pues es un trabajo creativo que requiere disciplina y mucho compromiso. Por ello busca la inspiración en todo.
“A mí me gusta mucho hablar con la gente y creo que nosotros primero hablamos lo que componemos. Entonces cuando estoy hablando con alguien le doy prioridad a la conexión, a crear un espacio en donde podamos ser vulnerables para poder percibir esas sensaciones; y, en mi caso, de esos lugares tan íntimos salen los títulos de las canciones.
“A mí alguien me dijo: ‘si te da miedo escribirlo, deberías hacerlo’ y yo creo que esa habilidad emocional es muy importante”, detalla.
En las venas
Cuando Matías tenía tan solo dos años, a su papá, Martín Mora, le salió una oportunidad laboral que simplemente no podía desaprovechar: un contrato de tres años en una compañía de música en Estados Unidos.
En ese entonces, Martín se dedicaba a la producción musical y tenía un estudio de grabación en San Francisco de Dos Ríos. Además, tocaba con algunos amigos y músicos ticos cuando tenía oportunidad.
Con la oferta, Martín y su esposa, Forysul Díaz, decidieron hacer maletas y mudarse a territorio norteamericano con su primogénito. Al fin y al cabo, eran solo tres años de contrato.
Matías creció entre estudios de grabación y conciertos a los que su papá iba como parte de su nuevo trabajo.
Y entonces llegó Camila, la primera niña de la pareja, así como una extensión de contrato que llevó a la familia Mora Díaz a quedarse en Estados Unidos.
Desde entonces han pasado casi tres décadas y hoy Martín no se arrepiente de haber dejado su amado Coronado y todo lo que tenía en Costa Rica para emprender una nueva vida en Estados Unidos.
Y ese amor por la patria lo ha trasmitido a sus hijos, quienes no se resisten al gallo pinto con plátano maduro y natilla o a un buen chifrijo.
Asimismo, aman la naturaleza y la paz que les trasmite estar en Costa Rica, su casa, donde están sus raíces, sus primos, tíos y familiares.
“Cuando voy me gusta pasar mucho tiempo con mi familia, pero también sentir la naturaleza. De hecho estuve hablando con una persona en relación a la música aquí en Los Ángeles y me dijo que le gustaron mucho unas canciones que escribí en Costa Rica. Creo que la conexión con la naturaleza y mi relación con la familia me llenaron de inspiración”, relata Matías, quien en los primeros seis meses de este 2022 ya viajó a Costa Rica en tres ocasiones.
En el caso de Camila, ella confiesa que le gustaría que Olivia Rodrigo se presente en territorio tico, porque sería actuar frente a su gente.
“Yo tengo una casa acá (Estados Unidos) pero me siento más en casa allá por la gente y la comida”, revela.
Los Mora son futboleros y no se pierden un solo partido de la Sele. Además, Matías se declara un liguista apasionado, mientras que Martín un fiel saprissista.
Por otra parte, Florysul se encargó de que sus hijos hablen el español, su lengua nativa.
“Nos hemos encargado de que ellos no olviden sus raíces… aunque con respecto al español debo decir que mi esposa ha sido más disciplinada. Cuando Matías era el único en la casa sólo hablábamos español pero ya cuando nació Camila y empezaron la escuela de repente todo era en inglés y ese idioma llegó a ser parte de ellos tanto como lo es el español.
“Me acuerdo que en aquel entonces mi esposa era la que les decía: ‘si ustedes no hablan español no comen…’ y tenemos historias chistosísimas de cuando ellos iban creciendo”, recuerda entre risas Martín.
Y aunque no fue el mejor ocupándose de que Matías, Camila y Emma (la menor) hablaran español, su padre sí logró que los tres hijos fueran apasionados por el arte. En realidad es algo que llevan en la sangre, es cuestión de talento y de herencia.
Y no es para menos: Floryasul fue por muchos años bailarina de ballet en Costa Rica y Martín es bajista desde la adolescencia.
“Yo he sido músico toda mi vida y se lo digo a mis hijos siempre: ‘denle gracias al bajo porque de ahí salió el gallo pinto’”, afirma.
El músico fue parte de la agrupación nacional Cantoamérica, donde coincidió con referentes de la escena local como Manuel Monestel, Edín Solís, y Carlos ‘Tapado’ Vargas. Con ellos anduvo de gira, produjo algunos discos y se presentó en muchos escenarios.
Posteriormente conoció a su tocayo y amigo, el cantante de música cristiana Martín Valverde, a quien acompañó en múltiples giras a nivel internacional.
“Fuimos por todo Sudamérica y muchísimos otros países. Recuerdo cuando apenas empezaba su carrera… yo era el bajista. Todavía somos muy amigos, y de hecho, a inicios de este 2022 andaba tocando con mi tocayo en España”, cuenta.
Martín Mora sigue viviendo de la música, pues actualmente es director de la Fusion School of Music, una escuelita de música que creó para que los niños se puedan preparar como artistas. Además, es director musical de una iglesia de Holanda en Estados Unidos.
En este punto vale destacar que si bien Emma, la menor de la familia y de 22 años, no se inclinó por la música o el baile, como su mamá, su papá o sus hermanos, la joven estudia artes visuales en la escuela de diseño Parsons School of Design, en Nueva York.
Con los pies en la tierra
Si algo caracteriza a la familia Mora Díaz es su humildad. Ellos tienen claro de dónde vienen, pues Martín y Florysul siempre buscan la forma de que sus hijos fueran trabajadores, esforzados y agradecidos por cada cosa que consiguen.
También son muy unidos y aunque por sus trabajos se ven poco tratan de reunirse aunque sea una vez al mes para compartir una comida. Su apoyo mutuo es trascendental y saben que la familia es un pilar.
Cuando en definitiva no logran coincidir en un mes, las reuniones son virtuales y por medio de su grupo de WhatsApp se comparten todos los momentos importantes; así se alientan unos a otros.
Producto de esas enseñanzas de sus padres, Camila y Matías saben que son privilegiados y que deben enfocarse para crecer como profesionales: la competencia es mucha y un paso en falso puede repercutir mucho en sus carreras.
De hecho, más allá de la fama o los premios, Matías solo quiere que muchos artistas interpreten sus canciones y que se viralicen en redes sociales.
“En este punto mis aspiraciones con números son más importantes que los premios, porque el impacto cultural y social sería mayor. Es decir, si yo veo un montón de covers en YouTube de mi canción es importante porque eso significa que la gente está interactuando conmigo a una escala muy grande y sería algo global; permitiría conectar gente de diferentes culturas y ese es mi sueño”, dice.
Por su parte, Camila no oculta que de vez en cuando fantasea con ser solista y dominar el escenario como cantante. Sin embargo, no se precipita, solo deja que “el viento la lleve” por donde deba ir.
Sin embargo, la tecladista y cantante sí tiene un mensaje para todas aquellas personas que sueñan con dedicarse a la música.
“Sé que yo represento a muchas muchachas que quieren hacer música y yo creo que vivir de la música no es una fantasía. Aprendí que sí es posible hacer música y tener un trabajo en esta industria, pero hay que estudiar, hay que encontrar a la gente, porque esto es más de contactos que de vivir en Los Ángeles”, asegura.
Y así, mientras Martín y Florysul ven con orgullo lo que han conseguido sus hijos, ellos tratan de mantener los pies sobre la tierra al tiempo que se lucen al lado de las superestrellas del pop en inglés y buscan un lugar en la música de Hollywood.