Entre las edificaciones históricas de barrio Amón, una de las más alegres ha sido la Casa Pagés, verde sobre verde. Tras las frondosas plantas que protegen la fachada ebulle uno de los restaurantes más populares del centro de San José: Café Rojo. Por muchos años ha sido parada fija para turistas y locales en el vecindario patrimonial.
Desde hace un tiempo, hay más razones para visitar y quedarse un rato. Junto a sus conocidos platos de fusión asiática, incluye también una carta de coctelería diseñada para acompañar el jardín urbano, así como vinos ibéricos y chilenos.
Si ha ido a comer a Café Rojo, quizás ha disfrutado del bánh mì, un baguette corto con rellenos de trucha, pollo, cerdo, hongos o berenjena. Se sirve también como bun (un bol con fideos de arroz), como una suerte de casado o como ensalada, con combinaciones distintas que usted decide. Soya, jengibre, ajonjolí están muy presentes; también las salsas asiáticas para aderezar platillos frescos y nutridos de vegetales.
Hay que afinar el paladar para lograr el maridaje entre cocinas tropicales, como el menú de inspiración vietnamita en Café Rojo, con los vinos; asimismo, había que buscar licores más acordes con la zona. Así quedaron ron, ginebra, guaro y otros licores de caña. “La construcción del menú comenzó por empezar a jugar con los licores y las cosas que ya que teníamos en el restaurante, como maracuyá, yerbabuena, cas, mora...”, dice Jimmy Zúñiga, cabeza del local.
Con ayuda de Richard Nietzen, empezaron a darle forma a una carta que juega con esos acentos frutales y herbales que caracterizan la cocina del local. “Terminamos con unos cuantos cócteles bien divertidos como el ‘cacitrán’, que es un buen fresco de cas con hierbabuena y cacique, el guaro ‘e sapo, que es agua de sapo con sirope de jengibre y cacique”, explica Zúñiga.
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Otros cócteles incluyen El Mestizo: vino blanco y tequila blanco, sirope casero de maracuyá, y hojuelas de chile rojo, con agua con gas y garnitura de albahaca; un gin negro con sirope de moras; y el Café Naranja, con jugo de naranja y limón, Flor de Caña y espresso. La forma de beberlos es, claro, bajo el sol que filtran los árboles del jardín.
Pasamos a los vinos, seleccionados de importadores de vino chileno y de vinos ibéricos (han colaborado con El Barril del Vino). El desafío, dice Zúñiga, era hacer coincidir los vinos de zonas templadas con la comida tropical... y decir algo nuevo con ello. Requirió un largo proceso de prueba y error.
“Son vinos que tienen que ser un poco largos en boca para poder maridar correctamente sabores tan complejos (y tan humildes) como los de las salsas que tenemos. Y entonces ha sido todo un desafío y ha sido muy divertido”, considera Zúñiga. El Erasmo Barbera Garnacha, orgánico, es buena introducción. También hay blancos y espumantes. Se venden por copa y por botella.
Café Rojo siempre ha estado rodeado de vegetación y de arte. Ahora florecen también en la copa.
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