Instigó encontronazos políticos, generó temores y causó furor. Pero, desde el día en que los ticos pudieron encender el televisor en sus hogares, una nueva era llegó para quedarse.
Era el 9 de mayo de 1960, 4:30 p. m., cuando la televisión comercial irrumpió en los hogares para fascinación de muchos y horror de otros. El tren de canal 7 había encendido sus calderas, acelerado sus motores y, con una chimenea humeante, hizo historia en un país dividido.
Había transcurrido cuatro años desde una disputa legal en la que este invento que ya revolucionaba otras naciones del mundo se había vetado para Costa Rica.
La primera emisión televisiva del país en realidad ocurrió cuatro años antes. en enero de 1956, durante las fiestas cívicas de Santa Cruz y “ante los ojos de los incrédulos espectadores”, informó La Nación.
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Fue obra del ingeniero Carlos Manuel Reyes, quien había estudiado en la American Television Laboratories de California y estaba fascinado por este nuevo artefacto. Desde 1951, el gobierno de Otilio Ulate, interesado en el establecimiento de la televisión en Costa Rica, había contactado a Reyes. Sin embargo, el tico no logró regresar al país hasta 1954, cuando ya gobernaba José Figueres Ferrer.
A la misión de Reyes –ahora independiente del gobierno– se asoció el empresario Álvaro Dorado. Ellos importaron una pequeña cámara marca DuMont y tras una serie de pruebas, el 10 de enero de 1956 comprobaron que era posible transmitir señales televisivas claras en suelo tico. Tras el éxito, Reyes y Dorado apuraron el paso y salieron en busca de anunciantes para hacer el lanzamiento en una actividad masiva. A la agencia de publicidad Ante Lucem Ldta. le prometieron un nuevo medio de exposición durante las fiestas cívicas de Santa Cruz, que iniciaban al día siguiente.
El televisor instalado en Santa Cruz transmitió en vivo los discursos, las presentaciones artísticas y hasta la coronación de la reina de las fiestas, la señorita Marta Viria Rojas. En medio de las emisiones, se pasaban los anuncios de Lacsa, Matra, Clover Brand y la cerveza Traube Pilsen, las únicas marcas que acudieron al llamado del ingeniero Carlos.
“El 13 de enero se hizo la primera prueba al aire libre y desde ese día hasta el 18 en que terminaron las fiestas, el televisor localizado en el parque de Santa Cruz estuvo con una nutrida concurrencia que trataba de explicarse el funcionamiento de esa novedad”, prosigue la noticia publicada entre las páginas de La Nación.
Fue tal la buena acogida de la televisión en ese evento, que Reyes y Dorado tomaron la decisión de iniciarse en el negocio mediático y fundar Televitica Ldta., empresa que ofrecería servicios de publicidad mediante cámaras y televisores móviles.
“Es de esperar que los organismos gubernamentales encargados de dirigir estas actividades estimulen los esfuerzos y ayuden ampliamente a los empresarios nacionales que desean instalar plantas comerciales de televisión, a fin de contar lo más pronto posible con transmisiones regulares que además de rendir los beneficios apuntados anteriormente (en referencia a la difusión publicitaria) sirven de diversión sana a nuestro pueblo”, finalizaba la noticia.
Empero, no pasaría mucho tiempo para que los jerarcas de La Nación y del gobierno de José Figueres Ferrer pegaran el grito al cielo por el riesgo que suponía la llegada de la televisión comercial.
"(…) La televisión está convirtiendo la política y la educación cívica en una especie de circo que llega hasta el hogar y que ha dado a los demagogos una nueva arma... Lentamente la televisión va eliminando el hábito de pensar por sí mismo en el individuo y especialmente en el niño, y va dándole un lenguaje limitado y estereotipado…”, rezaba el editorial publicado el 6 de setiembre de 1955.
Los dolores de cabeza para Reyes comenzaron cuando realizaron la transmisión de una cirugía en el Hospital Central de San José que permitió a los estudiantes atrincherados en la biblioteca seguir todos los pormenores del procedimiento, reseña el investigador José Guillermo Méndez. El gobierno denegó la emisión de otra cirugía, así como de un sorteo de lotería venidero.
Figueres, un socialdemócrata, insistió en que la televisión debía mantenerse dentro del ámbito estatal, como una herramienta educativa y, si se lee entre líneas, también como un instrumento de difusión propagandística, pues para entonces Figueres tenía a buena parte de la prensa en su contra.
El editorial de La Nación de 1955 hizo eco de la propuesta, aunque Méndez lo califica como “de excepción”, pues el investigador reconoce que durante años La Nación ha aglutinado a los sectores adversos a la televisión pública.
Sin embargo, la llegada al poder de Mario Echandi significó una luz en el incipiente camino de la televisión tica. El nuevo presidente había prometido a Reyes la licencia para la explotación comercial de una frecuencia televisiva, en pago por haber transmitido una plaza pública suya. Y cumplió.
En 1958, Reyes se asoció con otro empresario, René Picado Esquivel, otro visionario que se dedicaba a la creación de documentales.
“Un amigo de ambos, Fernando Flores B., quien había sido cónsul en Los Ángeles, tenía tiempo ya de estarse ‘calando’ las eternas peroratas de Reyes y de Picado, hechizados con aquel invento que se abría paso como una tromba por el mundo”, escribió la periodista Yuri Lorena Jiménez.
“Sobra decir lo que ocurrió cuando los dos se conocieron, presentados por Flores. Muchos opinan que el día que se dieron el primer estrechón de manos nació la televisión en Costa Rica”, prosiguió.
A toda máquina
Picado invitó a las cadenas NBC, CBS, ABC y BBC a sumarse al proyecto de crear la primera televisora costarricense.
Sin embargo, reseñaron los periodistas Álvaro Alvarado y Carlos Cortés, durante meses no hubo respuesta alguna, hasta el día en que recibieron la sorpresiva llamada del presidente de la American Broadcasting Company (ABC), con sede en Nueva York.
A cambio del 35% de las acciones, la cadena ofreció $150.000 en equipos de segunda mano, así como consultorías para la instalación del circuito.
Picado tuvo que pedirle un préstamo a su madre para pagarse el boleto a Nueva York para cerrar las negociaciones, mientras que a Reyes subirse a un helicóptero para desprender una vieja antena de la azotea de un hotel en Chicago. La antena fue instalada en Rancho Redondo, donde hasta hoy están los equipos de Cabletica.
Ambos alquilaron el segundo piso del edificio Magón, en barrio Cristo Rey, donde improvisaron un pequeño estudio y un rudimentario sistema eléctrico.
El 6 de mayo, la empresa ahora llamada Teletica, ofreció un coctel de inauguración al que acudió el presidente Echandi, así como el entonces director de La Nación , Ricardo Castro Beeche.
Tres días después, la señal de Teletica por fin pudo ser sintonizada en los pocos hogares y establecimientos comerciales que se habían dado el lujo de adquirir televisores.
La noticia pasó sin pena ni gloria por las páginas noticiosas de La Nación, pero los importadores de artefactos eléctricos abarrotaron el periódico con anuncios de las consolas de televisión de última generación, de las marcas Zenith, Philips, Motorola, Olimpic, Westinghouse y RCA.
“Hoy el mundo mira a Costa Rica, y Costa Rica puede mirar al mundo. Hoy Costa Rica va ocupando el lugar que le corresponde entre las naciones del mundo al poner en operación su sistema de televisión de una frontera a otra”, señaló la empresa Philips en uno de sus anuncios. Un televisor de esa marca de 17 pulgadas, por ejemplo, costaba ¢1.645, mientras que uno de 21 pulgadas valía ¢2.295.
La programación de canal 7 se extendía tan solo de 4:30 a 10 p. m. e incluía icónicos programas como Pájaros de acero , Lassie o Los tres mosqueteros . Antes de cumplir el primer aniversario, se sumaron también otros programas de producción nacional, como Las estrellas se reúnen ( a cargo de Santiago Ferrando) y Chungaleta y Barandas (Antonio Menéndez y Carlos Alberto Patiño).
En los inicios del canal, había también dos noticieros propios –de 15 minutos de duración cada uno y se transmitía La palabra de Costa Rica, un noticiero de radio Monumental, que al mes de iniciadas las operaciones fue sustituido por Telenoticias, a cargo del propio Picado, quien al finalizar cada edición guiñaba el ojo y levantaba el pulgar.
De hecho, la animación del tren de Teletica que hasta hoy es un símbolo inconfundible del canal, copió de Picado su acostumbrada maña de cerrar el ojo.
¿Y por qué un tren? Según reseña Jiménez en su artículo periodístico (publicado en la Revista Dominical en conmemoración de los 50 años de la televisión en Costa Rica), había una gran preocupación por el estruendo que generaba el paso del Ferrocarril al Pacífico en las cercanías del edificio Magno, en Cristo Rey. “A la postre, el asunto del tren, que en sus inicios se vio como un contratiempo, fue capitalizado a favor: de allí salió el legendario logotipo que ha acompañado a canal 7 durante su trayectoria”.
A la postre, el paso del tren de canal 7 fue mucho más estruendoso y contundente, tanto, que su locomotora sigue presente en prácticamente cada hogar costarricense.