Los acordes del inolvidable ‘Verano Italiano’, himno del Mundial de Italia 90, interpretado por Gianna Nannini & Edoardo Benneto, aún retumban y conmueven a la afición costarricense.
La primera participación de Costa Rica en una Copa Mundial de Fútbol se remonta a aquel junio, cuando la humilde nación centroamericana por primera vez disputaba el torneo de balompié más importante del planeta.
Con nula experiencia, grandes interrogantes y hasta con temores y pesimismo, aquel equipo que clasificó en la pentagonal de la Concacaf, en el segundo lugar por encima de El Salvador, Guatemala, Trinidad y Tobago y solo superado por Estados Unidos, escribió la página más gloriosa, hasta ese momento, en el balompié nacional.
Al mando del serbio Velibor Bora Milutinovic, quien sustituyó al nacional Marvin Rodríguez, un grupo de jugadores afrontó el reto de debutar en el máximo evento futbolístico del planeta y dar la primera sorpresa aquel 11 de junio de 1990 .
Un balón filtrado de Héctor Marchena a Claudio Jara, que sirvió de taquito a Juan Cayasso hizo estallar de algarabía a todo un país al marcar el primer gol de Costa Rica en un Mundial y el que, a la postre sellaría el triunfo de la Tricolor en el estadio Luigi Ferraris de Génova.
Aquel día el plantel fue ascendido al olimpo del fútbol nacional con un arquero como Luis Gabelo Conejo, que empezó a crecer hasta convertirse en una de las sensaciones del Mundial.
Cinco días después (16 de junio), con uniforme a rayas blancas y negras, la Selección Nacional se midió al poderoso Brasil, en medio de las especulaciones y el choteo de los ticos que esperaban una goleada.
Se apostó cuántos goles metería Brasil o bien si la Tricolor llegaría al menos en una ocasión con peligrosidad al marco de Conejo.
Sin embargo, con un equipo muy ordenado en su zona defensiva y un Conejo inspirado, la Tricolor perdió sólo 0-1 con anotación de Müller y leve desvío de Mauricio Montero de por medio.
Aunque los brasileños presionaron no pudieron batir la resistencia de la zaga costarricense.
La valentía y el coraje en aquel partido quedaron plasmados en una acción donde el volante Héctor Marchena sin ningún temor encaró al suramericano Careca, por aquellos días estrella de la Canarinha y compañero del astro argentino Diego Maradona en el Nápoles de Italia.
Con nada que perder, Costa Rica enfrentó el 20 de junio a Suecia, y aunque empezó perdiendo 0-1 con una conquista de Johnny Ekström, en la etapa complementaria Róger Flores igualó la cuenta, en el 75', para iniciar la increíble remontada.
La acción en el minuto 88', cuando Alexandre Guimaraes cabecea un saque de puerta del arquero Thomas Ravelli y pone a correr a Hernán Medford, aún se mantiene en la retina de todos los ticos amantes del fútbol.
La meteórica carrera todavía eriza la piel, cuando el entonces joven atacante ingresa al área, remata cruzado de derecha y marca el 2-1 que le dio la clasificación a Costa Rica e hizo enloquecer a un pueblo entero.
Fue el primer éxtasis real que vivió la población por un partido de fútbol. El momento cumbre de una generación que gestó un entrenador serbio muy disciplinado y estudioso y que confió en Medford con apenas 22 años.
“El Mundial significó el inicio de todo lo bueno. En lo personal me abrió las puertas para ir a jugar al exterior, (Dinamo Zagreb de Yugoslavia), abrió las puerta a este país a nivel Mundial tras darse a conocer. Nos la creímos, nos motivó para todo lo que pasó después al clasificar a tres mundiales más. Para mí, el haber ido a ese Mundial del 90 es la etapa principal de la historia del fútbol de Costa Rica”, asegura hoy Medford Bryan.
Pero todo lo bueno tiene que terminar y el 23 de junio la orgullosa Costa Rica enfrenta a la hoy extinta Checoslovaquia en los octavos del final. Fue el cuarto partido, pero sin el 'Conejo de la suerte', en la portería, como le llamaron en España. El conjunto patrio cayó 4-1.
Una tripleta del checo Tomas Skuhravy, a los 12', 63' y 82', así como un tanto de Lubos Kubík acabó con la ilusión de Costa Rica, pese al empate transitorio de Rónald González al 54’.
Hermidio Barrantes, sustituyó a Gabelo Conejo, quien se perdió el compromiso por un fuerte golpe en su pierna derecha.
Todo un pueblo vibró con aquel equipo, fueron los héroes de una generación.
Sin internet ni celulares
La cobertura de aquel primer Mundial fue toda una aventura para el periodista de La Nación, Rodolfo Martín Ovares, a quien se le encargó llevarle el pulso a la Tricolor en Italia.
No solo significó un cambio en el fútbol tico, tanto en lo deportivo como administrativo, sino también en los medios de comunicación.
“Fue la oportunidad de pararse al frente de una gran vitrina. Una inmensa vitrina donde nos vio todo el mundo, donde jugadores y dirigentes nunca se habían expuesto. Una responsabilidad de gran magnitud de la cual teníamos un desconocimiento absoluto, de lo que significaba estar allí”, expresó Martín.
El redactor recordó que aunque en Costa Rica se pensaba que todo se hacía bien, cuando se estuvo en Italia se dio cuenta de las grandes diferencias de entonces.
Eran las épocas que no había internet, ni celulares como hoy en día, ni las facilidades que hoy tiene los medios de prensa en los estadios del mundo.
“Tenía que manejar a 120 k/h por las autopistas mientras le dictaba la crónica a Yashin Quesada, quien después me lo daba. Llegaba al hotel y escribía esa crónica para mandarla en un fax ante toda la problemática que eso incluía. A mí me ayudaron la esposa de Bora (Milutinovic) y la entonces esposa de don Óscar Arias al ver las congojas que pasaba para enviar las notas”, contó Martín.
El periodista confesó que habían más dificultades para mandar el material, pero había más disposición de ayudar e incluso despertaba a Bora en la madrugada para alguna consulta y el serbio siempre le atendía.