Por lo general, escuchamos hablar del Código Sísmico cuando sucede un terremoto que deja pérdidas materiales en zonas en las que no se respeta la normativa; sin embargo, los resultados del código son evidentes cuando se comparan terremotos similares en otros países y las consecuencias son más devastadoras.
Como bien han apuntado expertos entrevistados por La Nación en los últimos años, el Código Sísmico de Costa Rica es uno de los más sólidos de la región, un bien necesario en un país que tiembla tanto.
“Si usted, al igual que yo, es una de las personas que como costarricense se siente orgulloso de que en este verde país un sismo de 7,6 no disminuya a escombros miles de viviendas y que su número de víctimas fatales no llegue ni a dos dígitos, es importante que conozca a quién debemos que esto sea así”, escribió en la sección de opinión Juan Fernando Acuña, en 2012, aduciendo en parte al Código Sísmico.
El código costarricense se remonta a la década de los 70, cuando el vacío de una normativa que regulara las características para que una construcción no estuviera en peligro por los sismos generó la necesidad de redactar el primer código entre la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Costa Rica y el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos.
Las entidades trabajaron en la primera edición en 1973 y lo publicaron en 1974, aunque las disposiciones no fueron acatadas inmediatamente. En 1986 se actualizó y se complementó con la creación del Ovsicori, el cual daría información útil para conocer la realidad sísmica.
Después de varios terremotos preocupantes en los 90, en zonas que no respetaban el código, en 2002 se presentó una tercera versión, actualizada en el 2010, la cual rige desde 2014.
En una entrevista de 2005, Jorge Gutiérrez –uno de los encargados de revisar el código– comentó que a veces perciben resistencia de algunas compañías constructoras por el costo de los materiales que demanda la normativa, pero que, con los años, han logrado plasmar la verdad a la que se apegan: no respetar el código podría elevar los costos en caso de sismo. Es mejor prevenir.
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