Son apenas las 6 a. m. de cualquier día feriado y aquella voz “de siempre” resuena a todo volumen desde la calle, pero parece que la tenemos a la pura par. “Estimados vecinos, andamos recogiendo chatarra como latas viejas...” ¿Le resulta familiar?
Aquel icónico aviso de que algún camión anda en las cercanías recolectando chatarra es tan parte de nuestras mañanas como el imperdible sonido del vecino que se levanta temprano un domingo para cortar el zacate del jardín, o aquel que a las 6 a. m. de un sábado empieza a martillar una reparación posiblemente postergada por semanas, o el infaltable carro cuya alarma contra robos “grita” hasta la desesperación. Es el soundtrack de nuestras calles, recordatorios de que vivimos en Tiquicia.
En el caso de “la señora de la chatarra”, si bien la reconocemos de inmediato, no todos pueden completar de memoria lo que sigue luego del “Estimados vecinos, andamos recogiendo...”. Sin embargo, el audio ha encontrado su camino hacia la cultura pop de Costa Rica, donde creadores digitales lo han incorporado con humor en videos de TikTok e Instagram.
Detrás del curioso audio que día a día los chatarreros reproducen en los parlantes de sus carros, hay una historia familiar. La voz que usted y yo hemos escuchado infinidad de veces es de una alajueliteña, madre, esposa y ama de hogar: Ana Rita Rojas Prado.
Esta mujer de larga cabellera rubia y con rizos es muy conocida en su pueblo, primero porque siempre ha sido una apasionada del ejercicio, especialmente de los aeróbicos, y segundo porque es la hija de don Luis Rojas Campos, uno de los “perifoneros” más famosos del cantón al sur de la capital.
Fue precisamente por el trabajo de don Luis que se hizo legendaria la voz de su hija. Esa voz que hoy recorre todos los rincones del país y que, según ella misma se ha dado cuenta, también suena fuera de nuestras fronteras.
La voz de Ana Rita y la famosa frase inicial del mensaje ha sido motivo de memes, de videos de bromas, de canciones, de anuncios publicitarios y, recientemente hasta sirvieron para que la banda Percance promocionara sus conciertos en el Auditorio Nacional. Doña Ana goza con la fama que sin querer le llegó a su vida y también le ha sabido sacar el provecho.
En el hogar
Rojas recuerda que su papá siempre fue un hombre muy trabajador; jefe de una familia numerosa ya que él y su esposa, doña Grace Prado, tuvieron 12 hijos.
“Mi papá fue muy emprendedor. Fue regidor municipal en varias ocasiones. En tiempos de elecciones era el que se ponía las pilas a hacer la propaganda. En la casa de nosotros era donde llegaban los carros para movilizar a la gente a votar. Papá hacía de todo y ya estando un poco mayor se le ocurrió empezar con lo del perifoneo en el carrito que tenía”, recordó Ana Rita.
En un pequeño pick up de color verde, don Luis montó el sistema de audio y salía todos los días con un micrófono a hacer su labor. Hacía publicidad para ferreterías, eventos de la Semana Santa, promovía campañas de castración de perros y gatos y una vez hasta se apuntó a buscar a un perrito desaparecido.
Ana Rita acompañó varias veces en esos recorridos de perifoneo a su papá. Entonces ella se encargaba de anunciar lo que se les pedía. Iba con un papelito en el que don Luis escribía los mensajes y ella los iba leyendo durante la jornada. “Pero era muy cansado, estar todo el rato en el carro hablando con cierta entonación que me pedía mi papá y además con aquellos calores”, recordó.
Cierto día a don Luis, quien era muy chispa para los negocios, se le ocurrió la idea de grabar los anuncios en un casete y reproducirlos en el radio del carro por medio del micrófono. Así fue como comenzó la historia de Ana Rita siendo una locutora empírica.
“La gente cree que el audio de la chatarra es el único, pero antes que ese grabamos varios. Había uno que buscaba hombres para que se apuntaran a cargar el sepulcro en la procesión del Santo Entierro. Hicimos para inauguraciones de locales y hasta un día vino un doctor de Alajuelita a pedirnos que hiciéramos una grabación porque se le perdió la perrita a la mamá”, narró Ana Rita.
Poco a poco la popularidad del método de don Luis fue llamando la atención hasta que llegó el momento cumbre de su carrera: los chatarreros.
“Papá comenzó primero en Alajuelita, pero después lo llamaban de Cartago, de Heredia y de otros lugares y aunque ya estaba mayor se iba a trabajar largo”, agregó la mujer.
Los audios los hacían don Luis y su hija con un equipito de sonido pequeño que tenían en la casa: una grabadora, un casete y un micrófono eran suficientes. Los guiones eran obra de don Luis y Ana Rita obedecía las indicaciones de su padre sobre en qué palabras hacer énfasis o dónde alzar un poco más la voz.
Como el trabajo comenzó a hacerse famoso, un día del 2006 llegó un chatarrero amigo de la familia y le pidió a don Luis que le grabara un mensaje y que le vendiera el casete. “Al señor se le hacía muy incómodo ir manejando y hablando por el micrófono, además le dijo que era peligroso”, explicó Ana Rita.
Y así lo hicieron. Don Luis tomó papel y lápiz, le preguntó a su amigo qué quería que dijera el mensaje y creó la famosa locución. De eso han pasado ya 16 años. En ese momento el chatarrero pagó ¢5.000 por el casete con la grabación que hoy ya casi es patrimonio cultural.
Las copias
Como al chatarrero le fue tan bien con la experiencia de andar con la grabación de Ana Rita, la voz se fue corriendo y a la casa de don Luis llegaron otros chatarreros en busca de nuevas grabaciones.
“El primero que se grabó es el que se oye todavía, es como el genérico. Los otros que llegaron por ejemplo le decían a papá que no querían latas viejas, otros que no querían ollas o refrigeradoras; entonces hicimos varios personalizados”, contó Ana Rita.
Después de que el casete original salió de su casa nunca supo qué pasó con él, pero Ana Rita presume que entre los chatarreros se lo fueron pasando y se hicieron copias. Piensa que las versiones del audio que eran más específicas no servían a todo el mundo y por eso no se popularizaron.
Después del pago de esos ¢5.000, la locución de Ana Rita se volvió de uso comunitario entre los chatarreros. Al día de hoy su voz sirve para que el negocio de estas personas que recogen latas viejas, ollas, planchas, pedazos de canoas, bicicletas, alambres de cobre, varillas, refrigeradoras, pedazos de hierro, microondas y baterías en mal estado sea próspero.
Ni millonaria ni chatarrera
Aunque muchos no lo crean, porque su voz está fuertemente relacionada con los chatarreros, Ana Rita no tiene nada que ver con ese negocio. Su voz solamente se usa para hacer el perifoneo, pero de ahí a que ella sea la supuesta dueña de todas las chatarreras del país, hay una gran diferencia.
Se lo han dicho. Quienes tal vez la reconocen cuando la escuchan hablar le preguntan que cuánto se gana con la chatarra o le consultan sobre el negocio. Pero lo cierto es que Ana no tiene ni idea de quiénes son los que andan con su voz en los camioncitos.
“Si acaso conocí al primer chatarrero. Papá solo me llamaba y me decía ‘venga porque hay que grabar un anuncio’ y yo no sabía a quién se lo vendía”, dijo entre risas.
En estos tiempos, con el auge de las redes sociales y la facilidad del Internet, la voz de Ana Rita se ha vuelto viral, omnipresente. Tanto que ha protagonizado memes y videos sin ella saberlo.
Otra curiosidad que contó Ana Rita es que en una entrevista que le hicieron para televisión, no sabe por qué, pusieron su número de teléfono en la pantalla y que a partir de ahí tuvo que aclarar unas cuantas cosas.
“Me llamó una vez una señora para decirme que les dijera a los chatarreros que no pasaran tan temprano porque el esposo de ella estaba muy enfermo y lo despertaban. Otro día hablaba con un señor chatarrero y le pregunté por qué lo hacían tan temprano, que por culpa de ellos me iban a linchar a mí, pero él me explicó que salen a trabajar a esa hora porque ya al medio día el calor dentro del carro se hace insoportable y tiene mucha razón”, recordó.
El audio que grabó Ana hace 16 años para ayudar a su papá en el trabajo la hace sentir muy orgullosa, pues siente que aportó aunque sea un poquito para que personas honestas tengan un trabajo digno. “Hubo un señor que me dijo que gracias a mi voz y a Dios tiene trabajo y sustento para la familia. Ellos hacen un gran trabajo porque más allá de lo económico, ayudan al ambiente. Por ejemplo, ya no se ven tantas refris viejas tiradas en los ríos”, afirmó.
La fama
A partir de unas cuantas entrevistas y también gracias a las redes sociales, a Ana su fama y su voz le han generado un trabajo que no esperaba.
A partir del audio “chatarrero” la han contratado algunas empresas para hacer anuncios publicitarios. También su voz y su imagen fueron parte de los anuncios políticos del presidente Rodrigo Chaves cuando estaba en campaña electoral.
“Esa vez con don Rodrigo como candidato me llevaron a la casa de campaña y grabé un video que decía algo así como: ‘Estimados vecinos, andamos recogiendo políticos corruptos que no sirven para nada”, contó.
También ha hecho audios para un restaurante en Cartago, así como uno para una tienda de camisetas de fútbol en el que mandaba un mensaje en contra del River Plate, eso sí, siempre en tono de broma.
Ana se presta para el vacilón, siempre y cuando no haya ofensas para nadie, y cobra barato por los anuncios que son usados para publicidad.
Su más reciente participación fue al lado de la banda nacional Percance. Hace unas semanas el grupo presentó dos conciertos en el Auditorio Nacional del Museo de los Niños y para hacerle promoción a los eventos y vender más entradas, los músicos fueron para Alajuelita en búsqueda de Ana para hacer el perifoneo respectivo.
“Yo le pedí mucho a Dios que nos ayudara porque con la pandemia a mi esposo se le redujeron las horas de trabajo y hasta lo que se ganaba en comisiones. Le pedí a Dios que me ayudara a conseguir una entradita extra de dinero y vea usted, me la dio con la voz. Mis hijos me apoyan mucho cuando no quiero hacer un audio, cuando siento que me puede perjudicar”, contó Ana.
El rostro de Ana ahora es más conocido, muchos ya la identifican como la mujer detrás de la voz de “Estimados vecinos”. Eso no le quita el sueño, pero hay momentos en que sí la llega a preocupar.
“Hay personas que se me quedan viendo más, recibo como más miradas curiosas, pero eso está bien. Lo malo es por ejemplo cuando una amiga me contó que escuchó a una señora tratándome de lo más mal. Yo le pedí que no dijera que era yo porque uno nunca sabe y capaz que me van a linchar”, dijo.
Memes y pachos
Si hay algo que le hace gracia a Ana con todo este tema del “Estimados vecinos, andamos recogiendo...”, es la fisga que tiene el tico y que se ha aprovechado del audio para hacer bromas y memes.
“En la casa con mis hijos vacilamos mucho cuando vemos un meme o un video, pero trato de no meterme mucho a ver los comentarios porque hay personas que detrás de la pantalla dicen cosas hirientes y no saben cómo está uno. Por ejemplo, mi mamá falleció hace un año y yo todavía tengo mucho dolor”, explicó.
Sin embargo, Ana goza con más de una ocurrencia que se topa en redes sociales o que sus hijos le enseñan.
“Uno de los que más gracia me hizo fue el de un robot de la NASA. También el de un carro en la playa. Me dan mucha risa”, dijo.
Por eso, ya sabe: cada vez que lo despierten un domingo a las 6 de la mañana con el famoso “Estimados vecinos, andamos recogiendo...”, antes de enojarse piense en la historia de Ana, de su dedicado papá , en el trabajo honesto y necesario que hacen los chatarreros... y vuélvase a dormir tranquilo.