Sus años en el San Luis Gonzaga suman 37. Los primeros cinco los vivió como estudiante, sumó 23 como profesora de Estudios Sociales y Educación Cívica y, por último, fue directora de la institución por nueve años más.
Antes de ella, ninguna otra mujer había ocupado el mismo cargo en este colegio insigne de Cartago que abrió sus puertas en 1869, bajo la segunda administración del presidente Jesús Jiménez.
Flora Matilde Vargas Bogarín tenía claro desde temprano que su vocación estaba en la educación. Con su madre como ejemplo, desde pequeña se le antojaba corregir exámenes cada vez que la veía haciéndolo y era común que le ayudara a preparar materiales didácticos para sus alumnos.
Su perspectiva desde tres aceras diferentes le permite ver cómo el tiempo ha cambiado las tradiciones y prácticas educativas de la institución cartaginesa.
Cuenta ella que cuando el colegio comenzó a funcionar, sus instalaciones contaban con un internado para recibir a los estudiantes que provenían de lejos. Además, la edificación tenía un cuarto de castigo, para mantener a algunos estudiantes en régimen de aislamiento cuando había que imponer las medidas disciplinarias del caso.
Cuando ella se graduó, en 1969, ya había pasado buen tiempo desde que aquel método se convirtió en historia, mas el colegio no dejaba de ser riguroso. “Éramos estudiantes que teníamos como norte el respeto hacia las demás personas. Ahora, a veces se confunde ser crítico con el irrespeto”, opina.
En sus días como directora (del 2003 al 2012) el cuerpo del profesorado era de 130 educadores y la matrícula estudiantil rondaba entre 2.700 y 3.100 alumnos. En otras épocas, formaron parte del estudiantado jóvenes que luego serían políticos de casta cartaginesa y destacados personajes como el científico Clodomiro Picado.
También fue en aquellas aulas donde Flora Matilde encontró un nombre para la agrupación Los Hicsos, de la cual formó parte en sus inicios, cuando era el grupo Ateneo Juvenil Cristiano. “Pasamos de cantar en rosarios a interpretar baladas mexicanas y música bailable”, recuerda sobre su breve paso por el conjunto.
Como pensionada, asegura que le ha costado separarse de la docencia. Sin embargo, decidió matricular Derecho para volver a sentarse al otro lado del escritorio, como estudiante otra vez.