El período de conflicto social más largo, complejo y difuso de la historia reciente del país provocó un promedio 68 protestas al mes (2,26 al día).
Así habla el Estado de La Nación sobre el lapso que hay entre el 2011 y el 2013.
Se manifestaron en la calle universitarios, sindicalistas, educadores, taxistas, porteadores, mujeres agredidas, hombres que no quieren pagar la pensión alimentaria, jueces y magistrados, personas homosexuales y evangélicos escandalizados, perros maltratados y coperos desplazados…
De todas esas luchas que tomaron las calles con proclamas variopintas y reclamos multicolores, hubo una en particular que marcó al país, que unió a comunidades enteras y que logró amalgamar el descontento popular para destinarlo a una causa única y concreta. El color político o el carné gremial eran indiferentes; la participación ciudadana, la única bandera. Su grito de batalla fue: “ Carretera sí, concesión no ”.
No había una cabeza detrás del movimiento, había decenas; hay decenas, porque el colectivo sigue en pie, de hecho, es más grande cada vez. Se llamó el Foro de Occidente, pero, debido a que su lucha trascendió dicha región, se convirtió en el Foro Nacional. Lo integran vecinos suspicaces y ciudadanos hartos de ver sus derechos pisoteados.
Está doña Rocío Céspedes, de 60 años, educadora pensionada, con tres hijos y cuatro nietos; Álvaro Sagot, de 52 años, abogado, casado y con dos hijos; Ricardo Araya, de 65 años, pequeño industrial de ropa de manta, con tres hijos, cinco nietos y dos bisnietos; Marysela Zamora, comunicadora, de 26 años; Johnny Santamaría, trabajador independiente.
La lucha en contra de la concesión levantó al pueblo y fue un detonante para expresar todo el enojo y malestar ante las promesas rotas, la corrupción institucionalizada y el engaño disfrazado de progreso, repartido con el dedo y en forma de atol.
El 22 de abril, el colectivo alcanzó su primer gran objetivo: “En resguardo de los más altos intereses nacionales, he tomado la decisión de poner fin a la concesión de la carretera San José- San Ramón”, manifestó la presidenta Laura Chinchilla en cadena nacional .
La celebración estalló en el Museo de San Ramón, cuartel estratégico y emblemático del Foro –donde ese día esperaban el anuncio– pero tuvo eco en todo el país. Despertó la esperanza: se había escuchado al pueblo y se había hecho su voluntad.
Mas la alegría no se volvió fiesta porque los integrantes del Foro creen que aún hay una guerra pendiente y no bajan la guardia.
Gobernanza comunitaria
Todo empezó el 20 de noviembre del 2012: ese fue el primer día en que un grupo de vecinos de San Ramón se reunió para discutir las intenciones del Gobierno de concesionar a la empresa brasileña OAS la remodelación y ampliación de la vía a San José-San Ramón, lo que, lejos de entusiasmarlos, los preocupaba.
Irregularidades, poca información , respuestas flojas y peajes caros generaban la angustia de los ciudadanos.
El malestar comenzó a extenderse y las redes sociales funcionaron como poderoso megáfono. Cada vez más y más gente llegaba a las reuniones. El momento del clímax, lo que desencadenó la consolidación y masificación del foro, fue la visita del ministro de Transportes, Pedro Castro, a una sesión del Concejo Municipal ramonense, el 15 de marzo.
Se le confrontó, se le exigieron aclaraciones y se le expusieron alternativas.
“La gente se indignó con las respuestas del ministro, casi nos trató de tontos. Le preguntamos sobre el estudio de impacto ambiental, sobre el costo de los peajes, sobre lo que realmente se hacía en la carretera, porque no se iba a hacer nada, y él dio argumentos débiles y dijo que al que no le gustaba, se podía ir por rutas alternas. Eso causó conmoción”, recuerda el vecino de Palmares, Álvaro Sagot.
A partir de ahí, la lucha dio pasos de gigante. Las reuniones convocaban hasta a 300 personas y el Foro recibía llamadas de todas partes del país. Las diversas comunidades aledañas a la carretera Interamericana se organizaron en contra de la concesión.
Para Ricardo Calvo, una de las claves del éxito del movimiento es que la gente se sintió identificada con la causa, la hizo propia. “Había una herida abierta, un malestar producto de una serie de malos Gobiernos y de muchas mentiras; esta era la manera de unirse contra la injusticia”, opina el vecino de Alajuela.
Johnny Santamaría añade que el país entendió que la protesta procuraba defender un interés colectivo y no un beneficio individual. “Me di cuenta cuando hicimos la primera marcha por las calles. En el país, la gente se opone a las marchas porque hacen presa; pero en este caso, los carros nos pitaban en apoyo, nos aplaudían; la gente estaba con nosotros”.
Otro elemento esencial fue el elevado costo de los peajes; la propuesta de OAS contemplaba cinco estaciones de peaje que representaban un gasto de $8 (unos ¢4.000) por día para una persona que residiera en Grecia, Naranjo o San Ramón y quisiera viajar a San José.
A través del Foro, se hizo operativa la protesta y se promovió la participación democrática y activa, sin figurones ni oportunistas. Se concentraron en la lucha contra la concesión, dejando de lado en ese momento otras demandas sociales. También se buscó evitar la intromisión de politiqueros en busca de catapultas electorales. “Se dio una gobernanza comunitaria, algo nunca antes visto, un sistema horizontal para tomar decisiones en donde la diversidad fue clave. Nadie asumió protagonismos, no se concentró el poder pues fue una asamblea ciudadana. No fue una lucha para el pueblo, sino con el pueblo”, describe Sagot.
Ya para el 11 de abril , el movimiento contra la concesión era tan fuerte que el Gobierno optó por realizar los actos en conmemoración a la batalla de Rivas, con el resguardo de barricadas policiales y detrás de portones de hierro, lo que impidió el paso de la gente por las calles públicas alajuelenses, todo esto por el temor a la protesta comunal.
La indignación estalló, el Foro ganó músculo, y Chinchilla y Castro se disputaban el título al más impopular. Ante tal panorama y con el temor a más protestas, máxime tomando en cuenta la visita del presidente estadounidense Barack Obama –el 3 de mayo–, finalmente la mandataria dio el brazo a torcer. “Reconozco que en el actual ambiente no es posible ni conveniente llevar adelante un proyecto que ha recibido el rechazo de diversos sectores de la población, entre ellos, comunidades, organizaciones sociales y hasta cámaras empresariales. La gran mayoría de costarricenses no cree que el proyecto sea lo que necesitamos ni está dispuesto a asumir el costo que el mismo implica”, expresó Chinchilla.
En pie de lucha
Los integrantes del foro, escépticos y críticos, tomaron con cautela lo dicho en aquella cadena. Su interpretación fue que, ante el fortalecimiento del movimiento, la estrategia del Gobierno fue eliminar la concesión con OAS para calmarlos y que cada quien se fuera para la casa, así lo razona Rocío Céspedes. “Querían desmovilizarnos, pero fue todo lo contrario. Hay foros en 50 comunidades, incluso hay uno en la isla de Chira”.
En efecto, el modelo de organización se replicó a lo largo y ancho del país, en cantones de Heredia, San José, Limón… Cada agrupación tiene su lucha propia, la que le atañe directamente; en unos es la recolección de basura; en otros, la lucha contra la trata de personas y la explotación sexual, como es el caso de Siquirres.
Todos estos colectivos integran una red de lucha social en la que el Foro Nacional funciona como columna vertebral.
Pese a las múltiples batallas y objetivos, el norte común es la oposición a la Ley de Concesiones , pues la consideran perjudicial para el país, al tiempo que plantean alternativas distintas para construir obra pública.
Concretamente, han entregado propuestas al Gobierno para financiar la ampliación de la ruta San José-San Ramón, pero estas han sido ignoradas. “Es como si todo lo que hiciera el pueblo estuviera malo y careciera de valor; hay un terrible menosprecio”, criticó Sagot.
El lunes –tras meses de negociación con la firma para evitar ir a un arbitraje internacional–, el Gobierno anunció que pagará a la constructora OAS $35 millones por haberle puesto fin al contrato. Al Foro, la decisión le parece irracional e ilegal, y ya presentó una medida cautelar ante el Tribunal Contencioso Administrativo para detener ese pago.
Todo hace pensar que a la novela de la ampliación de la carretera le quedan muchos capítulos. El Foro, siempre con los puños arriba, se prepara para una nueva batalla. Vendrán otras y lo sabe... El período de conflicto social más largo, complejo y difuso de la historia reciente aún no acaba.