Si hay alguien que podría tener información sobre Ghislaine Maxwell, expareja, exsocia, excómplice y supuesta exproxeneta del malogrado multimillonario y pedófilo estadounidense Jeffrey Esptein, esa sería Lisa Bryant, directora de la docuserie de Netlix Asquerosamente rico, pero no es el caso. “He escuchado que está en Brasil, en Francia, en California... ¿quién podría saberlo?", ha repetido una y otra vez ante las consultas de la prensa mundial, afanada últimamente en atar los cabos sueltos del escandaloso caso judicial en el que Epstein se salió con la suya durante años, hasta que finalmente fue detenido en julio del 2019 y mientras afrontaba un juicio que podría haberle costado una condena de hasta 45 años, se suicidó al colgarse con una sábana el 10 de agosto, en su celda en el Correccional Metropolitano de Manhattan.
Lo cierto es que la muerte de Epstein y el documental de Bryant han abierto un abanico de incógnitas que siguen apareciendo en diversos medios mundiales, en mucho por las teorías de conspiración que se ciernen sobre el suicidio del acaudalado empresario, pues muchos piensan que Jeffrey guardaba demasiados trapos sucios de la crema y nata de políticos, estrellas de cine y hasta de la realeza británica. Tal es el caso del Príncipe Andrés de Inglaterra, quien justamente este lunes recibió la petición del Departamento de Justicia de Estados Unidos para interrogarlo formalmente por sus vínculos con el fallecido pedófilo y que quedan claramente expuestos en el documental de Netflix.
Pero posiblemente es la omnipresencia de Ghislaine Maxwell, expareja, exsocia y ‘madame’ (o proxeneta) de Epstein la que llama poderosamente la atención a lo largo de toda la historia, máxime cuando millones de búsquedas en Internet intentaron averiguar qué había sido de ella para toparse con resultados infructuosos: Ghislaine parece estar bien oculta o haber desaparecido del mapa.
Así, están sin resolverse las acusaciones abiertas proferidas contra ella por varias de las víctimas de Epstein que se atrevieron a denunciarlo y participaron de lleno en el documental, quienes la señalan como la encargada de reclutar a mujeres jóvenes y hasta niñas de 12 años que eran abusadas por el financista o incluso algunas que básicamente se convirtieron en esclavas sexuales no solo de Epstein, sino también de Maxwell.
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Cuando se iniciaron los primeros escándalos mediáticos relacionados con Epstein, a principios de la década del 2000, el nombre de Ghislaine apareció de inmediato, pero en su momento ella negó todas las acusaciones ante la prensa y a la fecha nunca se ha enfrentado a cargos criminales. Para muchos analistas, Epstein era un pez demasiado gordo y en su momento todos los esfuerzos se concentraron en él.
Pero ¿quién es Ghislaine Maxwell, esa sombra permanente en la vida de Epstein que incluso se vuelve omnipresente durante toda la mencionada miniserie? De acuerdo con perfiles publicados por The New York Times, BBC Mundo y la revista Vanity Fair, entre otros medios, Ghislaine, de 58 años, es la menor de los nueve hijos de Elizabeth y Robert Maxwell y nació en Francia en 1961, en el seno de una acaudalada familia: su padre fue el fundador de un imperio de medios de comunicación que llegó incluso al Parlamento. Entretanto, su madre fue una destacada investigadora francesa, fundadora de la Conferencia Internacional sobre el Holocausto.
Ghislaine se crió en Inglaterra y creció en una mansión, rodeada de lujos y comodidades. Tal como se muestra en el documental, quienes la conocieron desde su juventud destacan su personalidad extrovertida y encantadora, la que se reflejó en toda su dimensión a principios de los años 80, cuando fue una de las más populares herederas en la agenda social de Londres. Para entonces, trabajaba en algunos negocios de su padre, como el Oxford United Football o el Mirror Group.
Asistió a uno de los internados más prestigiosos y exclusivos de Inglaterra y luego estudió en la Universidad de Oxford, aunque no está muy claro si logró graduarse en alguna carrera.
Pronto su alcurnia, simpatía y hasta su belleza (no despampanante pero sí bastante atractiva) la convirtieron en integrante del jet set británico y no tardó en coincidir y convertirse en amiga cercana del Príncipe Andrés de Inglaterra, quien por entonces gozaba de juventud y su incipiente fama de fiestero.
Pero entonces, en 1991, los Maxwell sufrieron una gran tragedia cuando el padre, Robert, fue hallado flotando a 30 kilómetros de la costa de Gran Canaria, donde navegaba en su yate Lady Ghislaine, bautizado en honor de la menor de la familia y quien era la gran consentida del patriarca.
Aunque las pesquisas forenses determinaron que el empresario había fallecido por un ahogamiento accidental, no pocos medios especularon con que en realidad se había tratado de un suicidio, pues tras su muerte trascendió que Maxwell estaba a punto de la quiebra y por ello había incurrido en un fraude masivo al saquear las pensiones de sus empleados en un intento por mantener a flote su imperio. Sin embargo, finalmente su estrategia no dio resultado y, al momento de su muerte, estaba en un callejón sin salida, insolvente económica y moralmente, y ante el riesgo inminente de ser juzgado y encarcelado por la estafa a sus trabajadores y a otras empresas a las que había acudido en busca de préstamos millonarios.
Su hija Ghislaine, inconsolable, prefirió cruzar el Atlántico porque no soportaba vivir en Inglaterra dados los recuerdos y todo lo relacionado con su padre (en especial el mote que le apodó la prensa británica como “el ladrón del siglo”) y se estableció en Nueva York. Venía precedida por su fama de socialité y fue cosa de un tris para que coincidiera con un entonces atractivo y rico asesor financiero llamado Jeffrey Epstein. Pronto se convirtieron en pareja y vivieron días idílicos en medio de una acaudalada vida que incluía aviones y yates privados, varias mansiones y claro, una voluminosa chequera.
Nunca ha estado del todo claro cómo mutó su relación de pareja, a la de complicidad, aunque de acuerdo con los testimonios de varias de las víctimas de Epstein, Ghislaine hacía las veces de ‘madame’ pero a menudo también participaba, junto con Jeffrey, de los abusos sexuales.
Acostumbrada a vivir entre lujos toda una vida, y tras la quiebra y muerte de su padre, el vínculo con Epstein le confirió a la entonces treintañera británica una nueva oportunidad de continuar con su vida llena de fama y fortuna. Literalmente, pues así como había cosechado amigos de la alta sociedad de Inglaterra, en Jeffrey encontró la horma del zapato, pues él mismo estaba rodeado de la más alta alcurnia empresarial, política y artística de Estados Unidos. Es consabida su amistad con decenas de famosos, entre ellos Donald Trump, Bill Clinton y Woody Allen, por citar solo unos cuantos nombres.
Lo que sí está claro es que la mujer ha sobrevivido a los escándalos previos y post mortem de Epstein, pues según The New York Times, a principios de este año presentó una demanda con la esperanza de heredar algunos fondos de los bienes del fallecido, con el argumento de que durante varios lustros ella había sido responsable de administrar las propiedades de Epstein ubicadas en Nueva York, París, Florida, Nuevo México e Islas Vírgenes.
“Durante el curso de su relación, incluso mientras Maxwell estaba al servicio de Epstein, éste prometió a Maxwell que la apoyaría financieramente. Epstein hizo estas promesas a Maxwell de forma repetida, tanto por escrito como de palabra”, dice la demanda.
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Sin embargo, en una entrevista con Vanity Fair en el 2003, el financista negó que Maxwell fuera parte de su planilla de colaboradores. En el 2008, después de la condena de Epstein por los cargos de contratar a una menor de edad por servicios sexuales, Epstein y Maxwell le pusieron fin a su sociedad en varios negocios pero ellos continuaron siendo amigos y, según las acusaciones contenidas en la prensa y en el documental de Netfix, ella básicamente se convirtió en la proveedora de niñas y jóvenes para el magnate. Y ambos continuaron siendo parte de la vida social neoyorquina.
En el 2012 ella fundó una organización ambiental sin fines de lucro, The TerraMar Project, pero a finales del 2019 la cerró, ya con el escándalo del encarcelamiento y posterior muerte de su gran compinche, Jeffrey Epstein.
Pero ¿dónde está?
A partir de principios de la década del 2000, cuando las acusaciones contra Epstein empezaron a aparecer en distintos ámbitos, Ghislaine siempre negó haber sido cómplice de los abusos de su expareja y exsocio. Luego, en los últimos años, simplemente bajó el perfil hasta desaparecer del todo, ya no solo de las páginas de sociedad (o de policiales), sino que no se volvió a saber nada de ella.
Lo anterior no deja de ser una paradoja en estos tiempos de hípercomunicación en la que alguien como ella, se supone, estaría mapeada y fácilmente localizable, pero ni los medios más importantes, ni siquiera la intrépida producción de Netflix, ha logrado dar con ella.
Otra curiosidad es que, a pesar de ser considerada en las últimas semanas una de las personas “más buscadas” −de nuevo, por su gran protagonismo en la miniserie Asquerosamente rico−, lo cierto es que no existen órdenes de arresto contra ella en ningún lugar del planeta y, ni de lejos, aparece en la famosa lista de “los más buscados” del FBI.
De acuerdo con la revista Esquire, en una investigación reciente la publicación recibió rumores de que la mujer había sido vista en un chalet en los Alpes franceses o en un resort en Massachusetts; también se le vio, supuestamente, en Israel.
Lo cierto es, como especula la mencionada publicación, que Ghislaine Maxwell probablemente esté en algún país que no tiene acuerdos de extradición con Estados Unidos.
Esta precaución tiene asidero de sobra, pues Jeffrey Epstein justamente fue detenido cuando aterrizó en Nueva York, procedente de Francia, el 8 de julio pasado, sin imaginar que por meses había sido objeto de una sigilosa pero productiva investigación que lo pondría tras las rejas al tomarlo totalmente desprevenido.
La aparición más reciente que se tiene de ella data del 19 de agosto del año pasado, cuando un fotoperiodista del New York Post publicó una foto de la mujer mientras comía al aire libre en la terraza de una hamburguesería de Los Ángeles, aunque hubo quienes cuestionaron la autenticidad de la foto o, cuando mínimo, la fecha en que había sido tomada.
Habían pasado poco más de dos semanas tras la muerte de Epstein y por ello, la foto en cuestión fue puesta en portada y generó gran atención. Sin embargo, ninguna de las menciones anteriores en diversas publicaciones o reportajes, se compara con el protagonismo que ha tenido Maxwell en los últimos días, conforme la serie de Netflix se sigue viralizando y su papel se vuelve clave.
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Bien puede decirse que se trata del personaje más enigmático, pues todos los demás han hecho de una u otra forma su descargo al distanciarse de Epstein. Por ejemplo, Donald Trump dijo que se habían distanciado hace 15 años y Bill Clinton aseguró que no eran amigos y que se trataban más que todo por asuntos de filantropía.
En cambio, después de Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell es la “persona de interés” (como dicen en la jerga policial), más visible e intrigante en todo el caso.
“Alguien debe saber dónde está Ghislaine Maxwell, pero no lo dejan ver (...) ella tiene la clave de muchos de los misterios que rodean el comportamiento criminal escandaloso de Jeffrey Epstein: cómo pudo cometer los delitos durante tanto tiempo, cómo lo hizo y quién podría haberlo ayudado en el abuso y la explotación de 100 o más chicas adolescentes”, se pregunta Esquire, que recopila en esa frase las principales interrogantes que recaen sobre Ghislaine.
A finales de julio del año pasado, tres semanas después de la detención de Epstein, The New York Times publicó una extensa semblanza sobre Ghislaine, en la que varios testimonios adelantaron lo que meses después veríamos en el sesudo documental de Netflix.
"Está claro que su colaboración era profunda y compleja, y continuó incluso después de que terminó su romance. A lo largo de más de una década, Maxwell ayudó a administrar las casas de Epstein, facilitar sus relaciones sociales y reclutar a masajistas para ayudar a satisfacer su apetito al parecer insaciable por los masajes, de acuerdo con sus exempleados. Algunas de las acusadoras de Epstein afirman que, en su experiencia, los masajes eran solo un pretexto para el abuso sexual de Epstein, de acuerdo con actas judiciales.
"Una exempleada de la mansión de Epstein en Palm Beach, Florida, se refirió a Maxwell como ‘la señora de la casa’. Euan Rellie, una banquera de inversiones que asistía a las cenas que organizaban Maxwell y Epstein en Nueva York, dijo que “parecía ser tanto su novia como su empleada, su mejor amiga y su encubridora”.
Entre ricos y famosos
A pesar de que Ghislaine había sido bastante expuesta por el primer escándalo de Epstein, que culminó con una laxa condena en el 2018, después de declararse culpable y cumplir solo 13 meses de reclusión, ella siguió adelante con el alto perfil de su vida social.
Después de que Epstein se declaró culpable en 2008 respecto de los cargos del estado de Florida de haber solicitado servicios de prostitución y cumplió trece meses en la cárcel del condado de Palm Beach, Maxwell siguió con su vida y continuó cultivando otras conexiones de alto perfil.
Tras observar los graves señalamientos de las víctimas de Epstein en el documental, parece surrealista que la mujer hubiera salido inmune socialmente. Siempre según el Times, emprendió causas medioambientales y fundó la ya mencionada ONG para salvara los océanos, ofreció una conferencia en un evento TED y fue vista y fotografiada muy sonriente en la boda de Chelsea Clinton, también con Arianna Huffington (fundadora de The Huffington Post) y con la empresaria y presentadora de televisión Martha Stewart, así como con el magnate sudafricano Elon Musk, en la fiesta de los Premios Oscar de Vanity Fair.
Contraataque
Lo último que se supo (y a cuentagotas) sobre Ghislaine Maxwell trascendió el pasado 20 de marzo, cuando sus abogados presentaron una demanda contra los herederos de su exnovio y exsocio, y en el mismo prontuario se refirió a los delitos sexuales de Epstein y aseguró que nunca estuvo al tanto.
De acuerdo con diversos medios, Maxwell pretende una compensación financiera porque, según afirma, requiere una alta suma para pagar por su seguridad y también para los onerosos gastos en abogados a los que ha pedido asesoramiento por su vínculo con el malogrado magnate.
La demanda fue interpuesta en Islas Vírgenes, donde Epstein tenía una mansión.
Si bien Ghislaine no está acusada de ningún delito, como ya se dijo, fiscales estadounidenses han tratado de localizarla con el fin de interrogarla, misión que se ha vuelto imposible.
De acuerdo con el portal Infobae, en la demanda la mujer aseguró que fue emepleada de Epstein desde 1999 hasta al menos el 2006, y que estaba a cargo de administrar sus propiedades.
También insistió en que el administrador de los ingresos de Epstein le garantizó apoyo financiero en caso de que sus presuntas víctimas la demandaran.
Fue en esta demanda en la que trascendió lo último que se supo de su puño y letra: que había recibido varias amenazas de muerte, que temía por su seguridad y que por ello se había visto obligada a contratar guardaespaldas.
Solo unas semanas después, Netflix pondría en la palestra mundial su nombre y la convertiría en una verdadera “persona de interés” para miles en el mundo que hoy quisieran escuchar su versión sobre los hechos que se le atribuyen en Asquerosamente rico.