Dura venganza la del tiempo, que a veces hace bajar la guardia. A Gina Lollobrigida le sucedió. La eterna Lollo, hoy de 95 monárquicos años, conoció en su vejez la traición camuflada de amor. Justo a ella, la reina nacida en Subiaco, que siempre detestó involucrarse en escándalos de pareja, que resguardó su buen nombre y honor, le tocó reconocer en público el dolor de una relación que naufragó en la estafa luego de un enlace ilegal, fraudulento, según ratifica el portal Infobae, con conocimiento de causa.
El escándalo aconteció en el 2010, aunque las consecuencias emocionales las padece aún hoy. Sin embargo, lo que más la mortifica es que le sigan preguntando por ese hombre, 34 años menor que ella, que se aprovechó de su buena fe, de su encendida pasión, y de la fragilidad que aparejan los años. Pero esta es historia nueva. Detrás de ese episodio traumático antecede una vida extensa que la enfrentó al padecimiento del abuso, pero, resiliencia mediante, también a lo encantador de la vida amorosa. Gina fue y es mujer de amores profundos y duraderos, de amantes ardientes. Encandiló a Roma y deslumbró al mundo. No se privó de nada la Lollo, tal cual reseñó el periodista e historiador Jorge Hernández, en su sección Página Negra, de la Revista Dominical.
Bella entre las bellas
Nació el 4 de julio de 1927. Hija de un ebanista y de una ama de casa. En la vivienda familiar de extrema humildad vivían el matrimonio, Gina y sus tres hermanas. Seis personas en un cuarto en una aldea montañosa. Durante la guerra, el padre decidió que sería mejor ganarse el sustento en Roma. Para la pequeña Gina fue una gran decisión. Mientras todos se atormentaban en el cotidiano de la existencia sin recursos, ella soñaba con el mundo del espectáculo, con ser una actriz reconocida, millonaria y llena de amores. Consiguió todo y más. Luigina, su verdadero nombre, jamás se dio por vencida ante la discriminación que sufrió por su origen carente. Sabía que podía llegar lejos si se lo proponía. Convicción ejercida que la llevó a ocupar lugares estelares de la industria del entretenimiento internacional. Aunque jamás ganó un Óscar, ella sabe que Hollywood estuvo a sus pies, al igual que ese resto del mundo que es adepto al trabajo de las grandes figuras estelares.
Aquella pelea contra la adversidad en el hogar de nacimiento la hizo superar dos situaciones de abuso muy concretas: una a sus 19 años y la otra cuando ya era una actriz profesional. “Ellos hubiesen perdido el trabajo si yo hablaba. Además, si lo hacía, debía contar intimidades y eso no me gusta”, confesó mucho después en tiempos donde las mujeres comenzaban a ejercer la soberanía de sus decisiones y el control de sus cuerpos.
Durante los últimos 15 años, el cuento de hadas de la diva italiana se tornó en una película dramática. Su único hijo y su nieto, única familia de sangre, quieren quedarse con su fortuna. “Déjenme morir en paz. La vida es mía y quiero poder decidir lo que quiero”, dijo en una de sus últimas entrevistas, en la que se la vio llorando.
Debutó en el cine en 1946, como integrante del elenco de Águila negra y, un año después, obtuvo el tercer puesto en el certamen Miss Italia. Los espectadores salían de las viejas salas de Roma impactados por la belleza y el carisma de esa joven que había llegado a la industria del entretenimiento para quedarse. En 1947, mientras visitaba oficinas de productores y recorría los estudios en busca de pequeños grandes papeles que le otorgasen visibilidad, comenzó a ser festejada por esos hombres que encontraban en ella la perfección estética y la sensualidad arrolladora.
Seductora como pocas. Cuenta la leyenda que el millonario Howard Hughes la vio en L’elisir d’amore, adaptación dirigida por Mario Costa de la ópera homónima, y quedó deslumbrado por esa mujer de ojos remarcados, cabello crespo y senos imponentes. El argot popular decía que su delantera era más potente que una locomotora de ferrocarril. Hughes no dudó en viajar desde Hollywood para conocerla personalmente y entablar un vínculo cercano. Como buen excéntrico y millonario, se podía dar esos gustos. Sin embargo, la cosa no pasó a mayores y la actriz se quedó en Italia. Prefería dar pasos cortos y firmes. O no tan cortos, pero sí muy firmes.
Comenzaban a sucederse las películas. Una detrás de otra. En poco tiempo, la gente la comenzó a llamar “La Lollo”. Se sabe que, cuando el público bautiza, la fama ya está instalada. Sofía Loren también ascendía a su modo. Prontamente los medios las enfrentaron en una disputa que llega hasta hoy. Ellas disfrutan de tal competencia. Alguna vez la Lollo dijo: “Ella competía conmigo, pero mi nivel era más alto”. Los contratos empezaban a cobrar más relevancia, los papeles se convertían en protagónicos y los muchachos cercanos trataban de tener algún affair con ella. Sin embargo, la sensual señorita Lollobrigida sorprendió con su formalidad.
‘Sex symbol’ en los 40
Tal cual señala Infobae, con el cumpleaños número 95 de la diva, que de tal envergadura se consideró su físico curvilíneo que hasta los rígidos franceses incorporaron a su vocabulario la palabra lollobrigienne, para designar a las damas de formas extraordinariamente femeninas. Y es que Gina Lollobrigida fue, desde mediados de los cuarenta, un sex-symbol más allá de sus fronteras. La donna più bella del mondo -así como la llamaron durante años en honor a la película que rodó en 1955- quedó tercera en el certamen de Miss Italia, de 1947.
Lucía Bosé -madre del famoso cantante, Miguel Bosé- se alzó con el título. Pero de aquel paraíso hace mucho ya, y hoy la Lollo, como la llaman en el mundo entero, en su cumpleaños número 95, llora. Se siente humillada.
Andrea Piazzolla llegó a la vida de la diva cuando él tenía 24 años y ella 86. Pronto nació entre ambos una gran complicidad. Al inicio él fue su chofer y asistente y con el tiempo se convirtió en su confidente, hasta pasar a ser administrador de la inmensa fortuna que la actriz ha amasado a lo largo de más de cinco décadas de trabajo en el cine y la televisión, tanto en Italia como en Hollywood.
Reservado en la mayoría de ocasiones, Piazzolla trata de mantenerse lejos de los reflectores. Hace dos años fue papá de una niña a la que ha llamado Gina junior, en honor a la musa. En contadas ocasiones, aunque no lo hace desde hace tiempo, ha visitado los canales de televisión para defenderse y ofrecer su versión. En una de sus últimas apariciones públicas, Piazzolla señaló: “No quiero que Gina parezca una persona que no ha sido generosa con su familia. Milko (hijo de Gina) es muy buena persona y no creo que nunca le haya interesado el dinero”.
Líos de dinero
El único hijo de la actriz, Milko Skofic, y su nieto, Dmitri, creen que Piazzolla apuntó a su dinero. Ambos han denunciado en que entre el 2013 y 2018, Piazzola fue acusado de intentar vender arte y varios artículos de la casa de la Lollo en una subasta sin su conocimiento, por un valor aproximado de 300.000 euros. A todas luces, un dineral. La familia de la estrella no dejó las cosas a su suerte y acusó a Piazzolla de engañar a una persona mayor con una ganancia económica.
El caso llegó a los tribunales, donde el hijo y el nieto de la consagrada diva pidieron la cesión de los derechos para administrar su propiedad, pero los jueces dictaminaron que Gina Lollobrigida, cuando cumplía sus 93 años, estaba segura y en plena capacidad de tomar decisiones independientes. Pero el caso alcanzó a la Corte Suprema, donde los jueces dictaminaron que no podía administrar su dinero.
La estrella italiana contrató a un famoso abogado italiano, considerado una bandera roja para la mafia italiana, con el fin de recuperar el control de su fortuna.
El tema es que no fue la primera vez que la vida íntima de Gina Lollobrigida encaraba un escándalo. En octubre de 2006, a los 79 años, la diva anunció a la prensa su compromiso con un empresario español de 45 años, Javier Rigau y Rafols. Se habían conocido en una fiesta en Monte Carlo, en 1984, y desde entonces se habían convertido en compañeros. Finalmente, en ese mismo año, la italiana y Rigau firmaron un acuerdo prenupcial y se casaron en España.
Pero en 2013 Lollobrigida inició acciones legales contra Javier Rigau y Rafols alegando que su ex novio había protagonizado una ceremonia secreta en la que se “casaba” con una impostora, la cual se hacía pasar por ella en un registro civil de Barcelona. La protagonista de Salomón y Sheba dijo que tenía la intención de reclamar su patrimonio después de su muerte y acusó a Rigau de fraude, diciendo que anteriormente había obtenido el derecho legal de actuar en su nombre con un poder notarial y llevó a cabo el complot para conseguir un poder adicional.
“Hace un tiempo me convenció para que le diera mi poder notarial. Lo necesitaba para unos asuntos legales. Pero en cambio me temo que se aprovechó de que yo no entiendo español… Quién sabe qué me hizo firmar”, declaró en aquel entonces.
Lollobrigida no ha rodado una película desde 1997. “Estudié pintura y escultura en la escuela y me convertí en actriz por error... He tenido muchos amantes y todavía tengo romances. Toda mi vida he tenido demasiados admiradores “, dijo a la prensa la actriz pocos años después de retirarse de la escena, reconociendo al mismo tiempo su eterna debilidad por los hombres más jóvenes.
El último diciembre Gina declaró entre lágrimas, en el programa Domenica In de la cadena RAI, que no se trata de un engaño por parte de Piazzola y que ella tiene derecho a vivir, pero también a morir “en paz”. “Andrea fue una bendición para mí. Es como mi hijo. Me siento tan cansada. No he hecho nada malo, pero (mi familia) está furiosa conmigo y no me deja en paz... A mi edad yo debería tener un poco de paz, pero no la tengo. Tengo derecho a vivir y morir en paz. Déjenme morir en paz. La vida es mía y quiero poder decidir lo que quiero”.