‘Salió de casa, siendo una niña... y la noche la volvió, mujer’... después de una extensa, transparente y cálida conversación con Giuliana Sotela Acuña, esta canción del colombiano Santiago Rodríguez no deja de sonar en mi cabeza, máxime cuando tengo al frente a la “chiquita” cuyas noticias leía yo de revistas extranjeras en los albores del año 2000, tiempos en que la prensa local y continental se obnubilaba al ver a Giuliana darle la vuelta al mundo por haberse convertido en la jovencísima novia del chileno Marcelo ‘Chino’ Ríos, crack mundial del tenis por esa época.
La entonces adolescente era conocida en el país por ser la hija de Mario Sotela, reconocido empresario, entonces propietario de Canal 6, empresa que él asumió desde muy joven, acaso llegando a la mayoría de edad.
Es octubre del 2020. Han pasado exactamente 20 años desde que la boda de Ríos y Sotela se convirtiera en uno de los eventos sociales más importantes del continente, justo en el año que arrancó este siglo.
Después de conocer a Giuliana tras cinco horas de tertulia, podría parecer injusto referenciarla hoy a partir de toda su historia con el ‘Chino’ Ríos, pero es un hecho que, aparte de integrar a una de las familias de mayor abolengo en el país --los Sotela--, todo lo relacionado con el ‘Chino’ fue lo que la puso en la palestra en su momento. Y ese “en su momento” pasó hace ya tres o cuatro lustros, pero ella, con gran madurez y veleidad, lo asume como una parte de su vida que, si bien no fue “normal”, no la descolocó una vez que todo hubo pasado.
Varias generaciones recordamos a la hermosa muchacha (niña-mujer) con su espectacular vestido blanco, su cara aún aniñada (tenía 17 años) y toda la parafernalia que provocó aquella fastuosa boda, más lo que implicó el antes y el después.
Conste, ese pasaje quedó estampado en el tiempo para Giuliana -- y para medio mundo-- pero si estamos haciendo una semblanza sobre su vida a medio camino, lógicamente el arranque tiene que ver con su fama de aquellos tiempos, donde Giuliana no podía asomar el rostro ni por una ventana en Chile o en Miami porque había decenas de paparazis pendientes ante su menor movimiento. ¿Cómo se vive con eso? O con publicaciones que la describían así, como la prestigiosa revista Caras: “Giuliana es hija de Mario Sotela y Alexandra Acuña, ambos miembros de familias aristocráticas de San José de Costa Rica. Ha sido criada con lujos y acostumbrada a tener siempre lo que quiere y lo mejor”.
Sin embargo, a pesar de su juventud y de estar habituada por varios años a ser el objetivo de lentes fotográficos y reflectores, ya convertida en la mamá de su primogénita, Constanza, cuando llegó la hora de separar su camino del de Ríos, ella consiguió dejar que su vida regresara a un cauce de normalidad después de su matrimonio y divorcio con el tenista.
Contrario a lo que habrían hecho otras personas que se habrían acostumbrado a la enceguecedora fama, Giuliana nunca terminó de aliarse con el jet set, de manera que su silencio la acompañó hasta el momento en que ella y Ríos tomaron caminos diferentes. Desde entonces, durante todos estos años se ha mantenido alejada de los reflectores y rara vez concede una entrevista.
El pasado 15 de octubre, la revista Viva publicó una entrevista con Constanza Ríos Sotela, hija de Giuliana y Marcelo que, a sus 19 años, estudia producción audiovisual y mercadeo en Madrid, y recién incursionó como productora musical. Aparte de lo surrealista que parecía ver a Constanza convertida en toda una mujer, la pregunta surgió orgánicamente: ¿Y qué ha pasado con Giuliana?
Concertamos la cita en un tris, así que con el fin de repasar lo que ha sido de su vida en las últimas dos décadas, quedamos para almorzar en su restaurante favorito, La Divina Comida en Avenida Escazú, que además le queda casi al cruzar la calle de su apartamento. De entrada, me quedo mirándola largamente mientras se suceden las imágenes de aquella jovencita que atrajo la atención mundial más de 20 años atrás, no solo sobre sí, sino también sobre Costa Rica.
Las crónicas sobre Giuliana en medios extranjeros a menudo realizaban un apartado para explicar detalles del país natal de la ‘socialité', empezando por su ubicación. Reviví mentalmente todo el espectáculo de la boda de Sotela y Ríos, ella siempre en aquellos tiempos como con un aire ajeno, inescrutable... en fin, ya esa historia quedó en el pasado pero por la grandilocuencia de todo lo ocurrido, se impone saber cómo vive Giuliana Sotela hoy, tantos años después de ser el imán de los paparazis.
Los tiempos han cambiado en forma acelerada y aunque hoy el planeta farándula esté horizontalizado, quienes vivimos toda la parafernalia de la relación/boda/divorcio de Giuliana Sotela entendemos que, en aquel momento, sería prácticamente imposible accesar a la niña mujer que puso la mira del continente sobre ella.
Evidentemente, eran otros tiempos...
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Giuliana Sotela está sentada junto a su hija Constanza Ríos, en el ya mencionado restaurante escazuceño. Las acompaña Karen Marín, periodista puriscaleña, quien es muy amiga de Giuliana.
A estas alturas, en el agónico 2020, ya casi nadie es capaz de impresionarnos, pero tras departir los primeros minutos con Giuliana, me vuelvo a remontar al pasado, máxime porque el parecido entre Giuliana y Constanza es impresionante y la jovencita nos devuelve de un tirón dos décadas atrás: es estar viendo a su mamá en aquellos años.
Con todos los protocolos establecidos por la covid-19, dotadas de barbijos y distanciamiento en la mesa, nos concedimos un abrazo como si fuéramos allegadas de toda la vida, pues al coordinar la cita ya nos habíamos hablado sus buenos ratos por teléfono. Como les ocurre siempre --contarían después-- el primer comentario que surge es el referente a que madre e hija parecen hermanas.
Aunque luego conversaríamos largo y tendido, y, aunque el tema del Chino Ríos está más que superado, ambas entienden que la conversación empieza por ahí, y por la forma en que la primogénita de don Mario Sotela, en plena adolescencia, se convirtió en noticia frecuente en la prensa rosa de Latinoamérica y más allá como una una ‘socialité' --ojo, sin que siquiera existiera el término tan afincado como está--.
Le cuento a Giuliana parte de su historia vista “del otro lado”, desde Costa Rica, donde leíamos con cierta fascinación y extrañeza toda aquel cuento de hadas y, principalmente, las constantes alusiones al país natal de la novia.
Las anécdotas se suceden y madre e hija escuchan divertidas, como si la cosa no hubiera sido con ellas e, insisto, totalmente ubicadas en que fue un pasaje que quedó en el pasado y que ese asunto de la fama no es con ellas, en absoluto.
Pero es que, para entonces, la generación noventera y pronta a cruzar el milenio, leía, escuchaba y veía, un día sí y otro no, las novedades relativas a “la tica Sotela”, cuyas apariciones en Chile y en otras latitudes ocasionaban aquellos tumultos de fotógrafos heredados de la época de Lady Di, y que con el avance de la tecnología y los celulares, orgánicamente empezaron a convertirse en tendencia y legión.
Basta remontarse a la crónica que realizó la entonces periodista de Espectáculos de la revista Viva de La Nación, Marcela Cantero, sobre lo que se consideró para muchos en Chile, como mínimo, la boda del decenio.
“Como un típico culebrón de telenovela o un cuento de amor que bien pudo haberse calcado de las historias de Corín Tellado, el tenista Marcelo Ríos y la costarricense Giuliana Sotela sellaron con boda una historia que bien podría dar nuevos capítulos.
“Marcelo Ríos (conocido como el Chino), el exnúmero uno del tenis mundial, contrajo matrimonio en Santiago de Chile con Giuliana, de 17 años, hija del empresario de la televisión costarricense Mario Sotela.
“La boda provocó el más amplio despliegue de la prensa chilena, incluso, la Televisión Nacional de Chile transmitió en vivo la llegada del novio y de su futura esposa, en las afueras de la iglesia tras pagar derechos exclusivos a la pareja.
“La revista Caras también pagó por tener acceso exclusivo a la boda. El resto de los periodistas y fotógrafos no tuvo otro camino que permanecer a distancia de la entrada principal que estuvo cercada para ellos y los curiosos, quienes también esperaron el anunciado evento.
“El matrimonio de Marcelo Ríos”, “De blanco y ansioso se casó Marcelo Ríos” fueron los títulos en los periódicos chilenos, La Tercera y La Hora”.
Marcelo y Giuliana Sotela se habían conocido en 1998 en el rancho de Nick Bolletieri, en Florida, donde eran vecinos. Dos años después, su boda estuvo revestida del mayor refinamiento posible: él de impecable blanco vestido por Rubinstein; ella con un espectacular vestido blanco con larga cola y un hermoso ramo de rosas blancas en sus manos; llegó a la ceremonia en un lujoso Mercedes Benz junto a su padre.
Ella tenía 17, Marcelo cumplía 25 años justo ese día.
Para que se den una idea, la boda estuvo bien custodiada por unos 60 guardias uniformados y dispuestos en distintos sectores. Y ojo: la recepción se realizó en el Club de Golf Brisas de Chicureo, un hermoso recinto de 4.500 metros cuadrados al que los novios llegaron en un helicóptero blanco de Carabineros (policía chilena).
Tras el tradicional vals de los novios --reseñaban decenas de medios en el continente-- al son del Danubio Azul, los invitados recibían atención de 70 camareros, encargados de distribuir una cena compuesta por centollas con camarones ecuatorianos, pavo o filete de vacuno con verduras y papas, más una veintena de sofisticados postres.
El baile estuvo animado por la cantante mexicana Yuri, el grupo Ráfaga, y el trío costarricense Éditus, ganador de un premio Grammy y contratado por el padre de la novia, entre otros.
Además de la cena y la música en vivo, los asistentes presenciaron un espectáculo de fuegos artificiales que concluyó con un corazón con el nombre de los recién casados.
Al filo de la medianoche, el Chino recibió un queque para celebrar sus 25 años.
Según detallaron las agencias, después de la boda la pareja partiría a Qatar, en el Golfo Pérsico, donde Ríos disputará su primer torneo del año, para luego continuar a Nueva Zelanda y Australia.
La pareja se afincó en Santiago de Chile, donde Marcelo Ríos poseía un lujoso apartamento frente a un club de golf y una casa en las faldas cordilleranas de las afueras de la capital.
Pronto nació Constanza, apareció la vida real y Giuliana por fin cruzó la mayoría de edad y empezó el verdadero proceso De niña a mujer...
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20 años después...
Quienes vivieron esa época --en una escala menor a la de Lady Di, pero todo ese tropelío en busca de exclusivas de famosos-- aún hoy recuerdan aquel apogeo, ya con mentalidad y criterios más maduros, que en algunos tramos hasta hilaridad provocan.
Es el caso de Giuliana Sotela Acuña quien, hoy con 37 años (aunque aparenta 10 menos) repasa todo aquel rocambolesco pasaje de su corazón, expuesto ante buena parte del planeta.
Aún es difícil entender cómo una jovencita apenas entrada en la mayoría de edad pudo asimilar el estar de boca en boca en medios mundiales, sin que la presión global le generara una afectación de alto voltaje.
Tuvo sus momentos, sí, pero de alguna manera, quizá por su juventud, quizá porque no entendía el calibre de lo que estaba pasando, quizá porque ya venía asida a una madurez que le permitió entender que toda aquella parafernalia era secundaria y que lo que importaba realmente era ella.
Claro, jugó a su favor convertirse en mamá a los 18 años de su primogénita Constanza: nada fue más importante y los resultados están ahí hoy, cuando madre e hija tienen una relación que implica guía materna, pero también confianza, complicidad, filosofadas... esta dupla ha logrado convertirse en una especie de mamá/hija, mejores amigas y sus vidas terminaron de conciliarse con el nacimiento del pequeño Luciano, hoy de seis años y quien llegó después de que Giuliana se divorció del Chino, y se casó con su segundo esposo, Alberto Dajles, padre de Luciano y de quien se divorció hace cuatro años. Todo en santa paz: a todas luces, la niña-mujer que le dio la vuelta al mundo por su temprano matrimonio con el crack chileno del tenis está dotada de una tremenda resiliencia, pues siendo quien es, rara vez se ha vuelto envuelta en escándalo alguno.
Hoy, con las aguas quietas y todo aquel legajo de fama con el que tuvo que enfrentarse siendo casi una niña, Giuliana repasa qué ha sido de su vida y enarbola, para empezar, su orgullo total por sus dos hijos, Constanza y Luciano.
--Ya lo de tu relación con Marcelo lo has comentado varias veces, sé que llevan la procesión en paz, e igual Constanza con él. También he leído declaraciones que dan la impresión de que todos se llevan súper bien al día de hoy, aunque después del divorcio hubo uno que otro desaguisado público. De esa parte de tu vida me gustaría saber si alguna vez has sentido que te perdiste la faceta de adolescente porque muy joven formalizaste con él y te convertiste en mamá joven... ¿has añorado alguna vez haber tenido una adolescencia “normal”?
-- Fueron muchos años de mi vida con Marcelo, pero aunque hoy somos personas muy diferentes y aún cuando no sabría ni por donde empezar a conversar con él, creo que esa etapa de la vida del tenis, prensa y viajes la vivimos a lo máximo... fue linda, finalmente éramos muy jóvenes y eso nos pasó la factura. No le tengo malos recuerdos, ¡todo lo contrario! Sobre mi adolescencia claramente no es algo que le recomiendo a mi hija, pero si tuviera que volver no sé si lo haría diferente. Constanza llegó a mi vida y cambió mi manera de pensar, cómo quería vivir mi vida. Mis valores y prioridades se alinearon... casi que podría decir que mi hija es mi heroína, no fue un sacrificio, me salvó.
--Todo en la vida es un costo/beneficio, miles de muchachas en cambio, en esos tiempos, soñaban con ser vos por todo lo que implicaba el mundo del Chino Ríos. ¿Cómo recordás, 20 años atrás, a la Giuliana de aquel momento?
--Me cuesta acordarme, fue hace mucho... pero me acuerdo que por más que la vida de prensa y exposición suena como una manera entretenida de vivir... no es fácil. ¡Todo se complica! ¡Los errores de una adolescente se maximizan y las victorias pasan rápido de moda, ja ja! Pero, como todo en esta vida, es el mind set que uno lleva, quizás no me expuse mucho porque realmente NUNCA (así, con mayúscula) quise ser famosa, pero sí aprendí un montón de cosas que hasta el día de hoy utilizo. Por ejemplo, ver y entender cómo las marcas a ese nivel mueven un producto o una persona, es una oportunidad que pocos tienen. ¡A esa edad uno es como una esponja! Yo calladita, pero observaba mucho, aprendí muchísimo.
--A esa edad, muchas creíamos en el cuento de hadas con el novio (“pololo”, en tu caso, como les dicen en Chile) que nos enamora. ¿Sentiste vos en aquel momento que estabas viviendo tu cuento de hadas?
--Creo que en el momento uno no lo ve... es después que uno no puede creer las cosas como que la boda fue televisada en vivo, el caos de los paparazi o que vivíamos en un país diferente todas las semanas. Es irreal. Taaan lejano de lo que es mi vida hoy.
-- Da la impresión de que de una u otra forma, la vida te ha tratado bien. Tuviste un segundo divorcio pero por lo que he leído, también todo fue consensuado y sin problemas, además ¡tenés a Luciano! ¿Cómo has vivido las diferencias en ser madre de una mujer, y luego de un varón?
--Si me volví a casar, estuve 11 años con él, igual me casé muy joven por segunda vez, ¡tenia 23 años! Fue una relación estable y muy linda donde aprendí libremente a ser la mujer quien soy hoy, y ni hablar que de ese matrimonio salió Lulo, y con Luciano aprendí lo que es vivir la vida con el corazón abierto. Claramente nos tiene a todas derretidas a mi, a mi mamá y a Constanza.
-- Ustedes tres son inseparables, ya Luciano dejó de ser un bebé, ahora es un niño pequeño y me parece que es como un gran complemento a la pequeña familia que ya tenían vos y Constanza, a quienes todo el mundo ve como hermanas por el parecido físico y porque vos te conservás súper bien. ¿Cómo es la dinámica familiar entre los tres?
--Claramente es una dinámica atípica, Coni tiene 19 y Luciano 8... me esperé muchísimo entre uno y otro. Pero para mí fue perfecta... mis dos hijos vivieron casi como hijos únicos, les pude dedicar mucho tiempo. Nuestra pequeña familia es todo lo que siempre quise: un sueño.
Las personalidades de mis hijos son opuestas, ¡realmente me pegue la lotería con ellos! Coni es más estructurada, con un work ethic inigualable. Es muy seria y callada pero con una empatía envidiable. Es un apoyo fundamental en mi vida. Luciano es un corazón con patas, sin filtros, lo que sea lo hace con una gran sonrisa. Alegra mi universo completo.
--Giuliana, a tus 37 años te has divorciado dos veces y tenés dos hijos... una ya mayor de edad y el otro no es un bebé. Es decir, cuando muchas mujeres están comenzando su faceta de madres, vos digamos que ya estás en otra etapa, pero aún joven. ¿Tendrías otro hijo?
-- ¡Definitivamente no está en mis planes! (risas)
-- Cómo anda ese corazón?
--Mi corazón está tranquilo y en paz. Llevo más de mitad de mi vida casada. Ahora que estoy sin nadie estoy aprovechando y disfrutando esta etapa de mi vida.
-- Tu familia es reconocida a nivel empresarial y acomodada, incluso con figuras destacadas del quehacer nacional, como tu papá, Mario Sotela, o tu abuelita, que en paz descanse, doña Roxy. Y bueno vos y Constanza son muy conocidas aquí... ¿Sentís que el ser conocida inhibe a los hombres de acercarse a vos?
--Pucha no sé, me imagino que sí... pero la verdad me parece bien, es como un filtro. Yo soy una mujer de carácter fuerte, si le va a asustar un apellido... ¡no! Mejor ni que se acerque, ja ja ja. Para mí es súper importante que un hombre sepa lo que quiere. Que vaya por sus sueños sin pausas ni miedos.
--¿Qué grado de dificultad le ves a las relaciones de pareja actualmente?
-- ¡No te podría decir! No soy tan echada a la calle, no me expongo tanto. La verdad no busco a nadie, lo que sea para mí llegará. Pero lo que si sé, es que finalmente estoy aprendiendo a identificar qué lo que no es para uno se siente. ¿Qué cómo se siente? Se siente a todo lo contrario a crecer, ja ja ja.
-- ¿Te volverías a casar?
--¡Sí, totalmente! Soy de las que creen que cuando uno ama es con todo... ¿si no, para qué?
-- Hablemos de tus vanidades, ¿cómo te cuidás?, ¿te has hecho algún retoque?
-- ¡Me cuido full! Creo en los faciales, las cremas, también que uno se cuida de adentro hacia afuera, con vitaminas, con la alimentación y cosas así. A esta edad ya toca cuidarse, justo para evitar esos retoques en un futuro.
-- ¿Sos de muchas o pocas amigas (o amigos)?
--Creo que con los años me he vuelto más selectiva, pero tengo unas cuantas que se han vuelto indispensables en mi vida. No sé que haría sin ellas...
-- ¿Cuáles son tus aficiones favoritas?
--¡Me encantan los caballos! Amo montar, pasar tiempo con ellos... hace poquito empecé a capacitarme para poder dar terapia a niños con discapacidad con caballos -hipoterapia- . La calidad de vida que se le puede dar a un niño con estas terapias no tiene precio. Me encantaría poder donar mi tiempo. Me falta bastante para graduarme pero realmente es un tema que me apasiona.
-- ¿Con cuántas horas de sueño te basta para tener un día con energía?
--¡Adoro dormir la mayor cantidad de horas posibles! No soy un morning person... me toma un par de horas activarme.
-- ¿Vos vivís en Costa Rica o te movés por otros países?
--Vivo en Costa Rica pero generalmente estoy mucho afuera. Constanza estudia en Madrid, entonces paso mucho tiempo ahí. Ahora con el covid llevo casi todo el año aquí. En diciembre (del 2020) me voy en un viaje familiar. A pasar mucho tiempo con mis hijos, disfrutar, y cambiar de ambiente.
-- Cómo te ejercitás? ¿Te gusta el ejercicio, o tenés que esforzarte?
--No soy de las que gustan del ejercicio. De corazón no entiendo como hay amigas que salen a correr kilómetros... ¡yo siento que pierdo el pulmón y el riñón en el proceso! (risas).
--Pecados gastronómicos: me dio la impresión de que a pesar de comer bien, no andás contando calorías... ¿cómo te cuidás, en ese sentido?
-- ¡Amo la comida! Soy de las que planea un viaje dependiendo de donde vamos a comer. Durante mucho tiempo me costó llegar a una dieta saludable que me funcionara, porque soy una antojada. Finalmente me organicé, tengo ciertos periodos de fasting que me da la libertad de comer más de lo que quiero. No como ningún tipo de carne, solo pescado. Pero en general me encanta comer de todo.
--Hace 20 años el mundo te conoció, y parece que fue ayer. Ahora tenés 37... ¿te has puesto a pensar en qué estarás haciendo a los 50?
--Uy no... la verdad es que no te sabría decir ni de aquí a cinco años. Lo único que sí sé es que voy a estar feliz. No sé adonde... pero feliz.
-- ¿Demorás mucho en paliar tus penas o sos más de tratar de levantarte y seguir adelante?
-- Yo soy un poco kamikaze... Soy de las que creo en arrancar las cosas rápido. Ser honesto con uno mismo y la situación que estás viviendo siempre duele... pero les juro que sana. Que lo mejor es perdonar y pasar. Ilusionarse con la vida que estás construyendo a futuro y seguir adelante.
--¿Te habría gustado ser actriz, o haber aprovechado tu fama, belleza y juventud para convertirte en cantante o actriz, máxime que de niña y joven tuviste acceso siempre a gente famosa de la industria extranjera, debido al trabajo de tu papá?
-Yo nunca quise ser famosa, creo que desde muy joven entendí que no era para mí. Ya a esta edad logro manejar la expiación un poco mejor... pero tan joven no hubiera estado lista. Aclaremos que ser cantante, habría sido imposible ...¡mi voz es re-terrible
--Te arrepentís de algo que hayás hecho en tu vida, de manera que si el tiempo se devolviera, lo cambiarías?
-- ¡Jue! Que si qué... ¡obviamente que sí! Me he equivocado tantas veces que sería iluso de mi parte decirte que no. Pero igual hay muchas decisiones que me llevaron a ser quien soy hoy... me siento bendecida y muy agradecida con Dios del momento y la vida que estoy viviendo.