Unas guayabitas, tapitas de chocolate o “sorbetos de la Josefina” son verdaderos manjares si se vive en el centro de Europa, lejos de nuestra tierra costarricense. Los hermanos Stefanía y Francesco Salazar Urvayova, de 19 y 17 años, respectivamente, saltan festivos cada vez que un compatriota llega por allá, abre una maleta y despliega esas delicias del equipaje.
Desde hace diez años sus padres, Mario Salazar Luconi, costarricense, y Michaela Urvayova, natural de Eslovaquia, radican en Bratislava, el lugar donde emigraron por motivos de identidad y de sangre en busca de desarrollar proyectos empresariales y labrar un promisorio futuro para sus retoños.
Allá han crecido en lo humano, en lo deportivo y en lo profesional, pues Stefanía y Francesco siguen sus estudios académicos, al tiempo que se afanan y destacan en la práctica del triatlón de alto rendimiento en el citado país centroeuropeo.
Para ellos, la semilla del deporte germinó en Costa Rica, gracias al ejemplo de Marlon Villalobos, educador nacional, quien los inició en la natación y en el triatlón.
Tal y como lo explica Stefanía, “desde pequeñitos, el profe Marlon nos hablaba del triatlón, una disciplina que exige dedicación, constancia, deseos de superación, espíritu deportivo y, principalmente, fomenta los valores humanos. Recuerdo que hicimos con él un paseo familiar a Los Sueños, en la zona de Herradura, donde nos comenzó a adiestrar en la natación en aguas abiertas, y el desafío prendió de inmediato en nuestro espíritu”.
“Poco tiempo después, aquí en Bratislava, un día de paseo por las riberas de un lago, nos entretuvimos mirando a un equipo de triatletas que entrenaban en la zona”, interviene Francesco. “Al observar nuestra fascinación por aquella escena, mi abuelo (Frantisek Urvay) se animó a conversar con el entrenador y en un santiamén nos integramos al equipo de triatletas eslovacos. Así, la semilla que nos había inculcado Marlon Villalobos en la niñez, comenzó a germinar y volvieron nuestras travesías del agua, el asfalto y los pedales”, describe Francesco.
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“Efectivamente –comenta Mario--, mi suegro fue quien notó el brillo en los ojos de mis muchachos. Por eso habló con el entrenador aquel día. Felices, Michaela y yo sabíamos de antemano la positiva influencia que la disciplina deportiva les iba a proporcionar. Además, en casa somos muy unidos. Siempre intentamos apoyar a nuestros hijos en todas las áreas de la existencia”.
“Ha sido una gran alegría para nosotros comprobar el beneficio del triatlón en sus estudios académicos y en sus proyectos personales. Aquí llevamos una vida balanceada y promovemos que sean buenos compañeros, sanos deportistas, que busquen amistades y retos que les hagan crecer. Además, en casa somos personas de fe y eso se refleja en nuestras relaciones con los demás. Respetamos a la naturaleza, a los animales y al medio ambiente”, continuó Mario, con lujo de detalles.
Apología del dolor
“Cuando mi hermana habla de afianzar el espíritu deportivo en el triatlón, se refiere a pasajes no tan felices, más bien rudos y frustrantes que los triatletas vamos aprendiendo a soportar y medir en su justa dimensión”, opinó Francesco.
“No es fácil apechugar con el dolor físico y sobre todo moral después de una mala actuación en la competencia. Las fuerzas fallan, merma el rendimiento y el plan que tenías en mente se va al canasto de la basura. Hay días en los que por más que uno intente, las cosas no salen bien. Entonces, no queda otra que respirar profundo, soltar la frustración y el enojo, aceptar lo que ocurrió y enfocarse en lo que sigue”.
“Claro -añade Stefanía-, analizar con cabeza fría los porqués de un fiasco deportivo, identificar qué salió mal, es importante para no reiterar los yerros, recuperar la condición física, levantar el estado de ánimo, voltear la página y escribir nuevos capítulos. ¡Eso y más hemos aprendido! Y al fin de cuentas, gradualmente, los triatletas nos acostumbramos a convivir con el dolor. En los últimos cuatro años no recuerdo una sola semana en la que no hayamos quedado apaleados después de entrenar o competir. Sabemos que la presión y el dolor aumentan a medida que avanza la carrera en sus tres modalidades. Sin embargo, se aprende a enfocarse en la intención de ganar y superar cada escollo, conforme estos se van presentando”, expresa Stefanía.
Por lo general, la fase de la natación del triatlón se realiza en aguas abiertas; es decir, en el mar, salvo en Eslovaquia y en otros países centroeuropeos que no cuentan con litorales en sus territorios. A falta de acceso al mar, la etapa de natación transcurre en lagos, ríos, canales y hasta en piscinas especializadas.
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“Obviamente, los triatletas eslovacos vamos en desventaja cada vez que competimos en aguas abiertas con otros países, dice Stefanía. “Sin embargo, solucionamos esa carencia con mayor agilidad en las entradas y en las salidas de cada modalidad, natación, ciclismo y carrera a pie. En otras palabras, del agua a los pedales y, al bajar de la bici para devorar distancias a pie, robamos al cronómetro fracciones de segundos vitales, decisivas; inclusive, hemos aprendido a sacar provecho del oleaje para salir cuanto antes del mar”.
Bajas temperaturas
Con temperaturas que pueden descender hasta 15 y 20 grados bajo cero, los entrenamientos se realizan en interiores. También combinan prácticas de otros deportes como esquí y senderismo. Tales condiciones climáticas les obligan a extremar cuidados. Se abrigan bien, toman precauciones en suelos cubiertos de hielo, con el propósito de mantener el buen estado físico y evitar caídas y otros accidentes.
Adicionalmente, en ocasiones en las que Stefanía y Francesco han integrado representaciones eslovacas en el exterior, viajan a países de clima cálido a prepararse. “Por lo general, hacemos pretemporadas de dos semanas en Islas Canarias, con entrenamiento intensivo en la modalidad de aguas abiertas, aunque allá el agua es bastante fría. Por cierto, nosotros comentamos con nuestros compañeros de selección la maravilla de las playas costarricenses, donde el clima es perfecto para el triatlón profesional”, menciona Francesco.
A propósito, Costa Rica siempre está en la memoria de esta familia. “Los chicos eran bastante pequeños cuando emigramos; lógicamente hay cosas que van olvidando”, dice Mario. “Sin embargo, muy a menudo, en nuestras pláticas de sobremesa, evocamos a familiares y anécdotas que nos hacen reír y hasta llorar, la emoción nos gana. Por ejemplo, ellos recuerdan a sus amigos de barrio, compañeros de estudios y lugares que acostumbrábamos visitar”, comenta.
Los jóvenes aseguran que les encantaría relacionarse con triatletas costarricenses que estén interesados en compartir vivencias y experiencias, por lo que pueden contactarlos por correo, Facebook o Instagram: @nia._stefania y @salazarfrancesco.
Alma, agua, asfalto y pedal, los cuatro elementos. Si bien Stefanía y Francesco dosifican muchos placeres de la juventud, en función de la disciplina férrea que exige llevar un deporte arduo y difícil, como el triatlón de alto rendimiento, estos dos jóvenes saben disfrutar de la vida.
Con la misma ilusión que ponen en el triatlón, saborean unos platanitos maduros o las tapitas de chocolate, buenas maneras de recordar al país que han dejado geográficamente. Porque, en lo esencial, los hermanos Salazar Urvayova llevan a Costa Rica tatuada en sus corazones.
Agenda en síntesis (recuadro)
Los hermanos Stefanía y Francesco Salazar Urvayova ostentan la doble nacionalidad costarricense y eslovaca. Stefanía compite en categoría junior y está a punto de pasar a la categoría Elite. Francesco compite en la categoría junior.
- Practican la natación diariamente, de 6 a 7:30 a.m.
- Asisten al colegio de 8 a. m a 2:30 p. m.
- A las 3 p. m vuelven a las prácticas del triatlón.
- Hacen pesas tres días a la semana.
- Dos días reciben terapia física preventiva.
- Cuatro días de la semana practican la modalidad de carrera con diferentes tipos de entrenamientos.
- Hacen bicicleta tres días por semana.
- Al final de cada tarde dejan la práctica deportiva y se concentran en sus estudios y otras obligaciones.
- Después de las obligaciones de cada quien, los Salazar Urvayova (Mario, Michaela; Stefanía y Francesco) disfrutan juntos el ritual de la cena en casa.
- Antes de ir a dormir, chatean con sus amistades, leen algún libro, miran teleseries o alguna película.