Afortunadamente, va quedando atrás aquel modelo del perro que come sobras, duerme a la intemperie y se patea para focalizar el enojo del día. Es claro que los cambios de mentalidad llevan tiempo y que todos, en mayor o menor medida, nos estamos acostumbrando a nuevas dinámicas. En medio de este reacomodo, ha surgido con fuerza el concepto de ‘humanizar a las mascotas’. Pero, ¿ese hueso con que se come?
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Escuchamos este concepto de manera negativa con mucha frecuencia; sin embargo, sus acepciones pueden variar mucho. Por esta razón, La Nación conversó con dos expertos en comportamiento canino para aclarar los nublados.
De acuerdo con Hans Paniagua, la humanización de los animales es una práctica indeseable, pues provoca que se desatiendan las necesidades básicas de cada especie. No obstante, afirma que esto no tiene ninguna relación con consentir a las mascotas o integrarlas a la familia.
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“En resumen: es atribuir sentimientos o emociones humanas al perro y alejarlos de lo que verdaderamente es su espacio. ¿Qué quiero decir con esto? Por ejemplo: ‘Uy, es que voy a salir de casa y seguramente mi perro va a pensar que lo estoy abandonando’. No, el perro no piensa de esa forma y ahí debemos enfocarnos en tratarlo de acuerdo a sus necesidades y no a las humanas”, explicó el adiestrador canino, dueño de EducaDogs.
Por su parte, Mariana Rivas, especialista en Educación Canina Amable, añadió que uno de los principales errores en que caemos al convivir con animales es considerar que estos perciben el mundo y tienen juicios morales de la misma manera que los seres humanos.
“Si tengo un sillón y tengo el suelo, pues el sillón evidentemente es más cómodo y el perro siendo perro va a buscar estar más cómodo. Eso no tiene absolutamente nada que ver con la humanización. También se dice mucho lo de que ‘no lo subo a la cama porque es humanizarlo’. Resulta que más bien no subirlo es humanizar, porque son animales gregarios, de manada. Ellos necesitan vínculos y, de hecho, duermen juntitos, pegados; buscan el contacto físico porque liberan oxitocina y así mejoran el vínculo”, comentó la líder de la empresa PsicoDog.
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Aunado a esto, Paniagua hizo hincapié en que las personas tratan incorrectamente de extrapolar su personalidad y sus vínculos sociales a los perros. Esto desemboca en personas ‘presentándose’ sus perros y tratando de hacerlos amigos, conducta que puede ser contraproducente.
“Muchas veces pensamos que socializar a mi perro es llevarlo y que se olfatee con cuanto perro se tope. Eso no es natural: en la naturaleza no va a pasar que dos manadas se topen, se olfateen, se chupen y jueguen entre ellos; eso no va a pasar. En la mayoría de casos, esto va a detonar conflictos y ahí es donde la humanización nos puede jugar una mala pasada, porque por querer que nuestro perro sea ‘amiguito’ de todo el mundo ocurren problemas”, aseveró el experto.
Tampoco el uso de prendas de ropa cae dentro de esta situación, asegura Rivas. Si bien el ponerle vestimenta únicamente por gusto de la persona, no tiene ningún sentido para el perro, en algunas ocasiones es necesario para abrigarlos.
Como punto final, la educadora se refirió a las controversiales fiestas de cumpleaños para mascotas. Expresó que es claro que tienen un sentido únicamente para el humano, pero no dañan al animal siempre y cuando se hagan pensando en su comodidad.
“Para el perro va a ser comer rico nada más. Entonces es importante darle algo que a él le guste. Si mi perro no es muy sociable con otros animales o no le gustan muchos humanos en casa y le voy a hacer una fiesta con 10 perros y ocho personas, donde quien la va a pasar peor es él, no tiene ningún sentido”, declaró la profesional en Educación Canina Amigable.