En la sala de la casa de José Smith y Maribel Quirós hay una galería de fotos que documenta el rápido ascenso de su hijo único, Ian. Desde la primera comunión hasta su fugaz paso por las menores del Deportivo Saprissa, un escalón tras escalón hasta llegar al fútbol internacional.
Pero quizá el recuerdo más importante de los Smith se encuentra al frente de la residencia: un planché de cemento donde se amontonan los chiquillos a jugar bola hasta que anochezca. Esa canchita fue la primera estación de un largo y rápido viaje que tiene al joven guapileño a las puertas de su primer Mundial con la selección absoluta.
“Si más padres se involucraran más en las metas de sus hijos, hoy habría más jugadores como Ian”, reflexiona José, un señor alto y macizo que se gana la vida recorriendo el país en un camión. Don José es el responsable de pegarle la fiebre por el fútbol a su primogénito.. y de financiarla.
Hoy Ian Smith es el jugador más joven en la lista de Óscar Ramírez, pero no todo se lo debe a veloz zancada por la banda derecha, no, lo de Ian es un proyecto de toda su familia y la comunidad, una demostración de que el deporte va acompañado de padres y entrenadores que inculcan disciplina, perseverancia y resiliencia.
“En las primeras navidades le dábamos un regalo a Ian y luego dejaba el juguete a un lado para hacer una bola con la envoltura y jugar por todos los pasillos de la casa”, rememora Maribel.
Días después doña Maribel fue aconsejada por una vecina sobre matricular a Ian a las divisiones inferiores del Santos de Guápiles.
“No teníamos nada qué perder”, recuerda la funcionaria de los Tribunales en Guápiles.
En el cantón limonense, Smith sobresalió por su vértigo y coraje para entrarle a los niños con mayor estatura. Gracias a esas aptitudes, los visores del Saprissa le ofrecieron la oportunidad de entrenar en Tibás en las ligas inferiores.
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Para poder jugar en la Cueva, los Smith tenían que recorrer 63 kilómetros ida y vuelta tres veces por semana. Un sacrificio que don José hacía con mucho gusto, con tal de ver a su retoño competir ante los mejores del momento.
“La primera vez que fuimos allá Enrique Díaz lo vio y le gustó como jugaba Ian. Eso sí, nos lo dejaron claro que todos los gastos al principio corrían por nosotros. Pero eso no importó, porque había como pagarlos”, recordó don José riéndose y con un gran orgullo al repasar el camino labrado.
Los Smith empezaron a viajar. Tanto Ian como José veían el trayecto como una oportunidad de pasar un tiempo como padre e hijo. Don José se quedaba en el estadio viendo la práctica o aprovechaba para hacer mandados en la capital.
“A él le gustaba y a mí también. Después del entrenamiento él se bañaba y luego emprendíamos el regreso a casa, claro, teníamos que hacer la parada religiosa a Mcdonalds o KFC. Después de comer, ya el hombre se dormía antes de llegar al Zurquí”, enfatizó entre risas, el progenitor.
Pero un día llegó la parte difícil, con las lluvias de invierno la carretera 32 se cerró y los Smith tuvieron que emprender el viaje por Turrialba. Esa noche arribaron en la madrugada, en medio de un aguacero.
“Cuando llegamos, la mamá estaba como un gato pegada al cielorraso, tuvimos que tomar la decisión de dejar a Ian en las menores del Santos de Guápiles”, recordó José.
Pero la fiebre no terminó ahí, con el club caribeño los Smith hallaron prácticamente una segunda familia.
“Nosotros durante los fines de semana íbamos a Pérez Zeledón, a San Carlos, Puntarenas y Guanacaste. Donde fuera que jugara Ian. Tratábamos de hacerlo como si fuera paseo familiar”, recordó José.
¡ey, Cuello largo!
Fue en la escuelita de fútbol del Santos de Guápiles donde Ian desarrolló más su juego, ahí también tuvo la suerte de toparse a otros jóvenes que aún lo acompañan en los procesos de selecciones juveniles.
“Ian y yo nos conocemos desde hace 9 años. Quemamos todos los procesos. Ian es un poco callado con las personas que no conoce pero con la gente de confianza es un vacilón, pasa contando chistes, malísimos por cierto”, recuerda el compañero de infancia y jugador del Santos de Guápiles, Pablo Arboine.
Cuando los dos fueron convocados al mundial juvenil de Corea del Sur, Ian aún no tenía licencia, entonces viajaron desde Guápiles en el carro de Pablo, pero por poco llegan tarde por una congestión de tránsito ocasionada por un accidente cerca del complejo deportivo. Los dos tomaron la decisión de dejar el carro parqueado cerca del Liceo de Belén y correr hasta el proyecto Gol.
“Esa vez hubo un choque por el proyecto gol y nos tuvimos que ir corriendo pero fuimos soplados para no llegar tarde al desayuno. Llegamos al proyecto todos sudados y le tuvimos que explicar al profe ( Marcelo Herrera) lo que nos pasó, pero viera que después nos tomó de ejemplo y todo.”, recuerda Arboine.
Fue en el mundial juvenil de Corea del Sur del 2017 que nació el apodo de Ian Cuello Largo Smith, el cual Arboine explicó con un tono de cómplice.
“Nosotros le pusimos Cuello Largo, porque estábamos entrenando y había unas estatuas de dinosaurios y estaba el Cuello Largo. Cada uno era un dinosaurio y di, Ian no se pudo zafar, así fue como lo bautizamos”, explicó el jugador de Santos de Guápiles.
El salto a la mayor.
Con apenas 19 años y un proceso en selecciones menores Ian llamó la atención de equipos europeos y países asiáticos.
José Smith explica que una vez se les acercó un representante de Qatar que quería nacionalizar a Ian para que jugara con el conjunto árabe en el mundial del 2022.
“Nos ofrecieron mucho dinero, trabajo allá y una casa con un Mercedes en la cochera. Era una locura. Por un momento lo consideramos, pero Ian ya había tomado la decisión y él quería jugar con la mayor de Costa Rica”, afirmó don José.
Con tres temporadas en la máxima categoría de Costa Rica, Ian dio el salto al extranjero con el conjunto sueco del Hammarby IF , en calidad de préstamo.
Tras un breve regreso al Santos volvería a Suecia a jugar con su equipo actual IFK Norrköping.
Fue en el país escandinavo que Ian recibió el primer llamado de Óscar Ramírez para la Selección.
“Cuando lo llamaron para los primeros amistosos contra Escocia, yo estaba con él en Suecia. Le sonó el teléfono y empezó a hablar en inglés porque era el entrenador de allá. Yo no entendí lo que decía, pero su cara lo decía todo. Él lo sintió, yo lo sentí. Fue algo muy lindo”, explicó Maribel.
Tras una destacada participación ante los escoceses el guapileño se convirtió en el consentido de la prensa tica. Eso y la lesión de José Andrés Salvatierra dejaron a Smith a la puertas del Mundial.
El 15 de marzo, Óscar Ramírez convocó al hijo de José y Maribel al Mundial de Rusia. Todos los chiquillos y vecinos de la calle Coopevigua 2 corrieron a la puerta de los Smith, pero en casa no había nadie. Maribel recibió la noticia con los compañeros del trabajo, mientras que José lo vio en la pantalla que tiene instalada en el cabezal del camión.
Todo el trabajo, las desveladas, la idas y venidas a los entrenamientos valieron la pena.
La semana pasada, al finalizar el partido de despedida de Costa Rica ante Irlanda del Norte, cientos de aficionados se reunieron en las afueras del Estadio Nacional para llevarse una firma de Bryan, Celso, Joel y de Ian.
El guapileño recibió el permiso de Óscar Ramírez de pasar ese día con su familia. Cuando los Smith iban camino al carro unos hinchas le pidieron unos segundos para tomarse una foto con el joven lateral de La Sele.
–”Vea hijo, ellos vinieron a verlo a usted. Vaya a darles el autógrafo y tómese una foto”
–”Pa pero yo a ellos no los conozco, no, qué pena”
–”No pero ellos lo conocen a usted y, ¿usted tiene idea de dónde está hijo?”
– "¿Cómo dónde estoy pa ?"
–”Usted ya no está en la canchita al frente de la casa jugando bola con el vecino. Usted está a las puertas del torneo más importante del mundo . Este es su momento, disfrútelo.” –” ¡Vaya a firmar autógrafos!”