La Fortuna, Costa Rica. Lilidia Quirós le enseña a sus dos hijas a sentirse orgullosas por ser indígenas maleku. Ella cumple con esa labor en Villa Maleku, un proyecto turístico ubicado en La Fortuna de San Carlos, que busca mostrar al mundo las tradiciones de su cultura, compitiendo con el turismo de aventura de la zona.
Vestida con su traje ancestral hecho de capas de corteza y fibra del árbol mastate, Lilidia danza al ritmo de tambores y otros instrumentos autóctonos en su rústica vivienda de hojas de palma. Sus niñas, de cuatro y 13 años, imitan sus pasos.
“Les explico (...) que no se avergüencen de la cultura porque es un privilegio, a pesar de que somos tan pequeños (pocos) todavía mantenemos nuestro lenguaje y tradiciones”, dice a la AFP esta mujer de 34 años en Villa Maleku, una singular iniciativa que se desarrolla distante de donde se asienta el pueblo indígena Maleku en Costa Rica, que es en el cantón de Guatuso, en Alajuela.
En Guatuso, el pueblo Maleku está conformado por 3 comunidades Margarita, Tonjibe y El Sol.
Villa Maleku, por su parte, está asentada en un parque ecológico creado hace ocho años, que alberga a unas 30 familias que participan en un proyecto de rescate de la cultura indígena, donde combinan la agricultura con la atención al turista.
A los pies del volcán Arenal, esta singular iniciativa se resiste a ser devorada por el auge turístico de esta zona de aguas termales, exuberante bosque y rica biodiversidad.
LEA MÁS: Jabanquijija, la maleku que sobrevivió a un hombre violento para ser celebrada en el Teatro Nacional
Tumbas en las casas maleku
En un país que atrajo 2,4 millones de turistas en 2023 con sus playas paradisíacas y rica biodiversidad, Villa Maleku busca, a su manera, hacer frente al turismo de masas, a menudo controlado por empresarios extranjeros que desplazan a los emprendedores lugareños.
Con ayuda de guías turísticos que traducen al inglés, Quirós y otros habitantes de su comunidad explican a los visitantes las costumbres de su etnia, sus tradiciones y les enseñan a decir una que otra frase en su lengua maleku.
“Una de las tradiciones que mantenemos es que enterramos dentro de la casa (....) cuando muere un familiar, porque el alma o el espíritu está dentro, con nosotros”, relata Quirós.
Conocer los rituales fúnebres y los secretos de las plantas medicinales, o comer pescado en hojas atrae a los turistas, así como las coloridas máscaras de madera en forma de jaguar, tigre, mariposa, tucán, rana o búho que les compran como artesanías.
“Les decimos siempre que se lleven este pequeño mensaje: ojalá que vuelvan pronto y si les ha gustado se lo hagan saber a sus familiares y amigos”, agrega Quirós.
LEA MÁS: La maleku sensación en TikTok: Hiqui comparte sus secretos ancestrales en redes sociales
‘No cometamos el mismo error’
No lejos de Villa Maleku existe un teleférico en el que los turistas disfrutan de pasar por entre las copas de los árboles y las montañas, que suelen estar cubiertas de nubes. Cerca de allí, en un lugar conocido como San Vicente, hay hostales y restaurantes. Todo forma parte de los circuitos de turismo rural.
Cristian Rodríguez es dueño de uno de los cinco restaurantes del lugar, que se abastece con productos de su “finca agroturística”, como la leche de vaca, truchas, cerdos y pollos.
“Tenemos un menú muy amplio de todo tipo de comidas, carnes, arroces, de todo un poquito para poder ofrecerle a los diferentes gustos”, cuenta este emprendedor de 45 años.
Rodríguez trabaja desde hace 23 años en San Vicente y, aunque no es maleku, quiere que esta zona sea explotada por los lugareños y no por extranjeros. Es necesario “proteger a los (habitantes) locales” para “que no sean otros inversionistas” que compren las tierras.
“He conocido lugares donde hoy en día los negocios que abrieron los pobladores ya están en manos de los extranjeros (...). Yo me vine para acá a la comunidad a tratar de explicarle a la gente que no cometiéramos el mismo error”, dice.
LEA MÁS: Más allá de las termales, San Carlos es un paraíso natural para disfrutar entre senderos y cataratas