Durante la entrevista, estuvo cerca de revelar su edad, pero cuando pareció que estaba a punto de soltar el dato, lo pensó dos veces y dijo que no era importante si le sumaban 10 años o le restaban una década. Entonces se le pregunta de nuevo, con cierto disimulo, cuántos cumplirá el próximo 11 de junio, pero ella insiste en que lo que importa es mantenerse con salud y entusiasmo para enfrentar cada día de la vida.
Por eso mejor, si queremos hablar de cifras exactas, recalquemos los 50 años de su programa Teleclub , que por cierto ya va para 51, los cuales se cumplirán el próximo 8 de febrero.
Con semejante historia ininterrumpida en la televisión nacional, este año llegaron a manos de doña Inés dos récords para darle el debido mérito a su trayectoria. Uno rescata que sea el programa de educación con más años al aire, mientras que el otro celebra a la presentadora con mayor duración en un programa educativo de televisión.
El empinado camino para adueñarse de ambos reconocimientos implicó pasar tres años enviando documentación, traduciendo pruebas y recopilando fotografías y videos para, al final, hacer constar que, como Teleclub , no hay par en el globo terráqueo.
De lunes a viernes, a las 2:30 p. m. comienza a sonar la alegre melodía del El espantapájaros azul, una obra de Norbert Ludwig que probablemente muchos desconoceríamos de no ser por Ernesto Revuelta, quien en 1963 se encontró un acetato viejo y en desuso de la Sinfónica de Londres, en una bodega de radio Monumental. Inmediatamente, le puso la tonada a su esposa, y juntos lo eligieron como el tema de apertura para el programa que estaba por nacer.
La idea televisiva todavía no tenía logo y, entonces, la misma Inés se encargó de hacerlo. Echando mano de su habilidad en pintura, dibujó una casa, le puso colores, y del humo que salía de la chimenea dibujó en grande el nombre Teleclub .
“Todo fue muy rústico”, rememora la señora de elegante saco y tacones altos en el estudio número uno de canal 13, del Sinart , donde se graba el programa desde hace 11 años (cada día, de lunes a viernes por una hora diaria).
El canal estatal ubicado en La Uruca ha sido la quinta casa del programa de doña Inés, ya que, a lo largo de medio siglo, el control remoto la ha visto pasar por canal 7, Repretel canal 6, el desaparecido canal 2 y canal 4, donde se emitió el primer programa el 8 de febrero de 1963.
Pasaporte caribeño
Cuando se emitió el primer programa, Inés Sánchez de Revuelta era un nombre aún poco conocido en la pantalla chica. Tenía casi dos años de vivir en Costa Rica desde que salió de su natal Cuba junto a su esposo y su hija mayor, quien lleva su mismo nombre (a ella le siguen Irene e Ivannia).
Allá se crió en el barrio Almendares, en La Habana, en una casa ubicada frente al portal de la iglesia de San Agustín.
Inquieta desde la niñez, Inés fue educada por un padre que trabajaba como asistente de conductor de tranvía y una madre rígida, que la motivó a aprender a coser, cocinar, pintar y desempeñar otros oficios y destrezas a las que luego les daría espacio en su propio programa. Cantó en un coro religioso con su voz de contralto y estudió periodismo y producción audiovisual en la escuela Carlos Márquez Sterling.
Allá hizo sus primeras armas en radio y en televisión, y fue ahí donde se dio cuenta de que la Cuba de su infancia había cambiado.
“Un periodista debe tener las manos libres para tomar el micrófono y decir lo que piense que debe decir, pero de repente ya no había libertad para hablar. Nos decían qué teníamos que decir y nos pedían ir vestidos como milicianos. Entonces yo reclamé, y aunque me ofrecieron aumentarme el sueldo, yo expliqué que no se trataba de eso, sino de que me dejaran decir lo que yo creía que debía decir”.
Esperó año y medio hasta que logró conseguir un ansiado permiso de salida y una visa que trajo a los Revuelta Sánchez a Costa Rica como destino de paso, ya que pretendían seguir el recorrido hasta Estados Unidos.
El 21 de julio de 1961, la pareja llegó al aeropuerto sin efectivo para pagar transporte a la capital, y entonces encontraron ayuda en donaciones.
Un cubano radicado acá los trasladó hasta la Pensión Costa Rica, ubicada 100 metros al norte del correo de San José; luego pasaron otra temporada en la pensión Lindavista, en Cuesta de Moras, antes de pasar otro período en la “Pensión de los matrimonios”.
La pareja cubana estaba a punto de regresarse al país del que huyó cuando doña Inés se encontró con un hombre que sabía que le daría vuelta a sus planes. “Estaba cruzando la calle hacia la pensión cuando paró un carro frente a mí y se bajó un señor para invitarme a laborar en un noticiero en Monumental, después de que me había visto en una entrevista de trabajo en canal 7 ”, recuerda antes de soltar las lágrimas.
Después de poco tiempo, brincó de la radio a la televisión, donde se le vio junto al experimentado Santiago Ferrando, en el recordado programa Las estrellas se reúnen .
Antes de que Teleclub se convirtiera en su único hogar, Sánchez de Revuelta (quien orgullosa mantiene el apellido de su difunto esposo) pasó simultáneamente por otros programas como La escalera del triunfo , La calle del saber infantil y Adivine su oficio , una versión tropicalizada del popular programa estadounidense What’s my Line?
Ícono de la ‘tele’
Teleclub de repente era muy grande como para compartir su tiempo de la semana con la producción y organización de otros espacios más. El show comenzó con la idea de llenar un vacío en la televisión nacional, pues en aquel momento solo había espacios que ubicaban a la mujer en la cocina, y lejos de la familia y el hogar.
Con la misma consigna, lleva más de 13.000 ediciones del programa. Durante ese medio siglo en la televisión, únicamente ha faltado a las grabaciones durante su etapa de recuperación por un infarto del miocardio en el 2002. El propio cuerpo médico pensó que no saldría de aquella crisis hospitalaria que la tuvo alejada de las cámaras por nueve meses, mientras su hija Inés Revuelta ocupaba su lugar.
“El doctor les dijo a mis hijas que vinieran a verme porque yo de ahí no salía. Perdí el conocimiento y me di cuenta de que iba camino a otro mundo, pero también supe que tenía que volver, que todavía no me tocaba irme”, cuenta.
Al hablar de otros momentos difíciles durante su carrera, no oculta que, en más de una ocasión le ha costado recoger el dinero suficiente para pagar la franja horaria que llena Teleclub. También recuerda el viaje a Nueva York para el funeral de quien fuera su confidente cercana, Celia Cruz , con quien compartió el éxodo de Cuba y una amistad de años.
Casualmente, un día previo a su partida, un tepezcuintle que habían llevado al estudio le mordió un dedo pocos segundos antes de entrar al aire. Durante la hora completa del programa, la conductora escondió la mano para ocultar la sangre que chorreaba a borbollones. Al terminar, salió directo al hospital, donde recibió una sutura de ocho puntadas.
Volvería a Cuba únicamente si el régimen de los hermanos Castro llegara a su final. Le encantaría tener un espacio dedicado a la política, pero por ahora, su única preocupación es el programa de mañana, y al día siguiente será el de pasado mañana.
Durante más de 50 años, para ella el trabajo diario ha sido lo que más importa.