Desde hace varias semanas el planeta entero está en alerta: ¡se quema la selva amazónica!
Los ojos del mundo están puestos sobre este vasto terreno que mide 5,5 millones de kilómetros cuadrados y que, según expertos en todo el mundo, está en grave peligro por la destrucción que están causando cientos de incendios, muchos de ellos descontrolados.
Los datos son perturbadores: según números del Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE, por sus siglas en portugués) Brasil registra un 80% más de incendios de enero a agosto de este año, que en el mismo periodo del año pasado.
Hasta el domingo se registraron 80.626 incendios en todo Brasil, 1.113 focos nuevos en relación al reporte del sábado, según datos del INPE. Lo más preocupantes es que el 52,6% de los focos están localizados en la región amazónica.
Por eso vale preguntarse: ¿qué pasó en solo un año para que aumentara considerablemente la cantidad de incendios? Muchos expertos coinciden en que el origen está en la llegada al poder de Jair Bolsonaro, el 1.° de enero del 2019, y la implementación de sus nuevas y polémicas políticas ambientales.
Las quemas
Aunque el mayor desastre se ubica en la selva amazónica de Brasil, otros países como Bolivia, Paraguay y Perú se están viendo afectados por las llamas.
Incluso el presidente de Bolivia, Evo Morales, tuvo que suspender su campaña de reelección para atender la emergencia que vive una extensa llanura de América del Sur por el fuego: Chiquitania.
Estos incendios son bastante “comunes” en esta zona del planeta durante los mencionados meses del año. Cientos de campesinos y agricultores talan grandes cantidades de bosque con el fin de, meses después, quemarlos y así despejar el terreno para la ganadería y la agricultura (especialmente el cultivo de soya). Estas áreas deforestadas también son utilizadas para la minería, las represas hidroeléctricas y la construcción de carreteras.
Pero, ¿cuál fue el detonante para que el número de estos incendios aumentara tan radicalmente?
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La respuesta, según ambientalistas y algunos investigadores políticos, está en el discurso con el que inició el presidente Bolsario su periodo presidencial en Brasil y las medidas que empezó a implementar desde que asumió el poder.
Según la periodista argentina especializada en medio ambiente, Carolina Diotti, desde que Bolsonaro se convirtió en el candidato oficial del Partido Social Liberal en el 2018, siempre negó los efectos del cambio climático y buscó promocionar el agronegocio como una herramienta para impulsar el desarrollo de su país. Su candidatura, por supuesto, estuvo respaldada por el sector ganadero.
Diotti llamó la atención de lo que ella describe como el “aflojamiento de los controles ambientales”, desde que Bolsonaro decidió que parte de la política ambiental de Brasil pasará del Ministerio del Medio Ambiente al de de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento.
Precisamente por lo que decía como candidato, por las políticas ambientales que luego implementó en sus pocos meses al mando y por la manera en la que está manejando esta crisis es que se le apodó el “Trump de los trópicos”.
La revista colombiana Semana afirma que una de las razones por las que Bolsonaro llegó a la presidencia se la debe a la coalición parlamentaria llamada “Carne, Biblia y Bala”, conformada principalmente por políticos evangélicos y terratenientes. Este apoyo, asegura la publicación, no solo le permitió ganar las elecciones, sino que tiene la condición implícita de aumentar las hectáreas de tierra para la ganadería.
Por eso no es extraño que, como presidente electo, Bolsonaro afirmara que los agricultores están siendo excesivamente multados por los daños ambientales, y también propuso fusionar los ministerios de Medio Ambiente y Agricultura de Brasil, una idea que luego desechó, según reportó CNN a principio de año.
Una de las medidas más polémicas tomadas por Bolsonaro al iniciar su periodo presidencial fue la firma de un decreto que otorga al Ministerio de Agricultura la responsabilidad de certificar las tierras indígenas como territorios protegidos.
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Alrededor de 14% de Brasil está legalmente designado como tierra indígena, la mayor parte de la cual está en la Amazonia y está reservada para los 900.000 indígenas del país (menos del 0,5% de la población).
Curiosamente, ha sido el sector agrícola de ese país el que ha presionado para que se puedan explotar legalmente algunas de estas tierras. Estas medidas y sus constantes declaraciones en contra de las áreas protegidas para los indígenas, provocaron una ola de violencia contra esta población.
Incluso, varios líderes indígenas denunciaron a medios de comunicación suramericanos cómo han ido en aumento los ataques de particulares a sus tierras. La situación incluso llegó a la reunión de países que integran el G7.
Luego de la disputa personal entre el presidente brasileño Jair Bolsonaro y su homólogo francés Emmanuel Macron (por un comentario despectivo que aprobó Bolsonaro en sus redes sociales sobre la esposa del mandatario francés), este último invitó al líder de Kayapó, Raoni Metuktire, a pronunciar un discurso en el que señaló al gobierno de Jair Bolsonaro por la crisis de la quema del Amazonas. Según Metuktire todo este desastre se debe al desmantelamiento de la política ambiental que ha hecho el gobierno de Bolsonaro desde que llegó al poder en enero.
El líder indígena también aprovechó para pedirles a los países de la cumbre que prevengan la importación de productos brasileños que se originan en áreas donde se violen los derechos humanos y ambientales.
Bolsonaro respondió con más ataques a los indígenas de su país. Según la agencia de noticias AP, el presidente brasileño, luego de su reunión con los gobernadores de la región que está siendo más afectada por los incendios, declaró que la gente indígena “no habla nuestro idioma, pero han logrado obtener 14% de nuestro territorio nacional”. Agregó que “una de las intenciones es perjudicarnos”.
Polémicos nombramientos.
Desde antes de asumir la presidencia, Bolsonaro dio indicios de que formaría un gabinete orientado a la agroindustria.
Su primera ficha dentro del gobierno fue nombrar a Tereza Cristina como la ministra de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento. Ella no solo lideró el lobby agrícola en el Congreso, también está a favor de frenar lo que describe como “industria de multas” por las infracciones ambientales, según ha reportado en estos meses medios brasileños como O Globo, LR Noticias y R7 Noticias.
Cristina también ha sido señalada por la rápida autorización de nuevos pesticidas durante los primeros meses de gobierno de Bolsonaro. Según El País de España un tercio de estos productos incluyen sustancias vetadas en Europa.
Para echarle más canfín a la hoguera, la designación de Ricardo Salles como el nuevo Ministro de Medio Ambiente, generó una gran ola de indignación en Brasil, sobre todo entre los ecologistas.
CNN informó que a menos de un mes de iniciar su cargo, Salles fue condenado por alterar los mapas ambientales para beneficiar a las empresas mineras durante su cargo como Secretario de Medio Ambiente de Sao Paulo, en 2016. El políticos le dijo a Reuters que planea apelar el fallo.
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Es Salles quien ha estado en la lupa de la polémica desde que comenzó la actual crisis provocada por la multiplicación de incendios en la selva amazónica. Según AFP, sus posturas favorables a incrementar la explotación económica de la región y de negación del cambio climático por obra del ser humano lo han convertido en blanco de las organizaciones ambientalistas, junto con Bolsonaro.
TeleSur y CNN reportaron a finales de la semana pasada que el senador y presidente de la Comisión Ambiental del Senado de Brasil, Fabiano Contarato, junto al senador Randolfe Rodrigues, presentaron ante la Corte Suprema Federal (STF por sus siglas en portugués), la solicitud de destitución del ministro Salles.
Rodrigues acusó a Salles de no actuar para evitar los incendios y de que sus acciones han llevado al “desmantelamiento” de las agencias de protección ambiental, lo que ha incidido directamente en la “catástrofe que estamos viendo en la Amazonia”.
Para los integrantes del Senado, desde que Salles asumió funciones el Gobierno federal ha logrado eliminar varias responsabilidades del Ministerio del Medio Ambiente.
La presión parece haber afectado al ministro de 44 años, quien tuvo que ser internado el martes en el Hospital de las Fuerzas Armadas en Brasilia "por un cuadro de malestar”.
Según el centro médico el ministro "estaba asintomático en el momento de la admisión. Sin embargo, el equipo optó por la internación hospitalaria para realizar exámenes de rutina".
Salles, dejó el centro hospitalario la tarde de este miércoles.
Finalmente, el jerarca elegido para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, Ernesto Araujo, ha declarado abiertamente su admiración hacia el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en expreso apoyo a sus políticas nacionalistas.
Además, según CNN Araujo ha llamado a los esfuerzos para combatir el cambio climático “una toma de poder conspirativa por la izquierda global” en su blog, titulado “Contra el globalismo”.
En noviembre del 2018 Araujo fue noticia cuando anunció que retiraría la oferta de Brasil de organizar una reunión climática de la ONU para 2019 “a la luz del proceso de transición a la administración recientemente elegida” y citó las “preocupaciones presupuestarias”.
Araujo también fue uno de los primeros funcionarios del gobierno brasileño en rechazar públicamente la ayuda de la G7 para combatir los incendios amazónicos.
“Nadie necesita una nueva iniciativa para la Amazonia”, abundó Araujo, sosteniendo que ya existen varios mecanismos al respecto como la Convención del Clima de la ONU “para financiar el combate a la deforestación y para reforestar”, informó AFP.
Situación actual
Sin embargo, la forma cómo Bolsanero ha afrontado la actual crisis en la Amazonia es lo que más indignación ha causado en el mundo y ha puesto en duda su interés por proteger esa vasta zona de su país.
El 2 de agosto el gobierno destituyó de su cargo al director del Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil, Ricardo Galvão, tras la publicación de un informe que alertaba de un aumento de la deforestación en el Amazonas en los últimos meses.
Bolsonaro no solo cuestionó los datos publicados por el instituo de su país, sino que afirmó, sin mostrar pruebas, que son las organizaciones no gubernamentales las responsables de los incendios con tal de debilitar a su gobierno.
“Puede haber una acción criminal por parte de esas ONG para llamar la atención precisamente contra mí, contra el Gobierno de Brasil. Esta es la guerra a la que nos enfrentamos”, declaró Bolsonaro, según El País de España.
La BBC informó el lunes cómo Alberto Setzer, investigador del INPE, desmintió lo que el propio Ministro de Medio Ambiente publicó en su Twitter sobre las causas de este desastre: “el clima seco, el viento y el calor hicieron que los incendios aumentaran en casi todo el país”.
Setzer, quien fue entrevistado por Reuters y citado por la BBC, señaló que "no hay nada anormal en torno al clima o las precipitaciones en la región amazónica este año, que están solo un poco por debajo del promedio".
Aunque la estación seca reúne las condiciones ideales para la propagación del fuego, al final "iniciar un incendio es el trabajo de los humanos, ya sea de forma deliberada o por accidente", agregó Setzer.
El investigador se refiere a las quemas mencionadas anteriormente que todos los años realizan los agricultores y campesinos para despejar sus áreas de trabajo y que han promovido, indirectamente, las políticas agroindustriales de Bolsonaro.
Otro investigador citado por la BBC, Paulo Moutinho del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM), añade que el número de incendios ha aumentado en relación a otros años por el crecimiento de la deforestación y no por el clima seco, como insiste el gobierno de Bolsonaro.
Moutinho explicó que la falta de prevención es lo que hace que los incendios iniciados deliberadamente para despejar un área ya deforestada "se propaguen a áreas que no se querían quemar y que están más secas".
Es por esa razón que las diez municipalidades de esa región brasileña con más advertencias de deforestación son las que más sufrieron incendios en lo que va del año, según el estudio de IPAM.
“Estos municipios son responsables del 37% de los brotes de incendios en 2019 y del 43% de la deforestación registrada hasta julio", dice el texto. Añade: "Esta concentración de incendios forestales en áreas recientemente deforestadas con sequía leve representa una fuerte indicación del carácter intencional de los incendios: la limpieza de áreas recientemente deforestadas".
Aunque Bolsonaro ha intentado minimizar el desastre, esta semana por fin decidió mitigar la crisis enviando a las Fuerzas Armadas para combatir las llamas.
Según El Comercio de Perú “los 44.000 militares de los que dispone Brasil en la vasta región amazónica comenzaron ayer a desplegarse, a fin de combatir los incendios forestales que han puesto en jaque al gobierno de Jair Bolsonaro, criticado internacionalmente por no haber reaccionado a tiempo”.
Finalmente, el panorama también se le está complicando a Bolsonaro en su país. El medio de comunicación peruano también informó que el Ministerio Público de Brasil investiga si una menor fiscalización ambiental y el retiro de apoyo a organizaciones ambientales por parte del gobierno de Jair Bolsonaro favorecieron la propagación de estos incendios.
Las investigaciones del ente judicial se están centrando en el estado de Pará, una región amazónica donde los incendios crecieron 198% en relación con el año anterior.
Por todas estas razones es difícil de comprender cómo Bolsonaro intensifica su disputa personal con el presidente francés Emmanuel Macron, defiende la soberanía de su país para decidir cómo proteger la Amazonia y pone todo tipo de condiciones para recibir ayuda internacional, mientras el mundo ve atónito cómo muere sin remedio uno de los tesoros naturales más importantes del planeta.