Revista Dominical

Juan Pablo II a 20 años de su muerte: el ocaso de un santo

Este miércoles se cumplieron 20 años de la muerte de Juan Pablo II, el Papa viajero que impulsó una Iglesia ultraconservadora, anticomunista y -como mínimo- ignoró los casos de pederastia

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El Papa viajero señalado por encubrir los escándalos de abuso sexual en la Iglesia católica; el santo que sanó un aneurisma, pero que coqueteó con gobiernos dictatoriales de derechas; un líder conservador, anticomunista, políglota, apegado a la doctrina católica y promotor de la canonización de casi 500 personas. Ese fue Juan Pablo II y así se gesta el atardecer de un santo.

Este miércoles 2 de abril se cumplieron 20 años de la muerte de Karol Józef Wojtyla, el polaco que asumió como máximo líder de la Iglesia católica el 16 de octubre de 1978, con apenas 58 años. Juan Pablo II se colocó el anillo del pescador tras la muerte del efímero papa Juan Pablo I, que ejerció por solo 33 días.

Wojtyla rompió paradigmas desde el momento en que salió humo blanco de la chimenea en la Capilla Sixtina. Fue el primer papa polaco y el primero no italiano en 455 años, canonizó a más santos que todos sus predecesores juntos, visitó 129 países e impulsó la caída del comunismo en Europa. Es el segundo papa con el pontificado más largo de la historia, con 26 años, solo superado por Pío IX (31 años, siglo XIX).

Sin embargo, se desarrolló una gran discusión tras su muerte, el 2 de abril del 2005. Por una lado, comenzó el procedimiento que llevó a su beatificación, en 2011, atribuyéndole numerosos milagros. Además, en abril del 2014, apenas nueve años después de su muerte, fue canonizado por haber curado milagrosamente a la costarricense Floribeth Mora Díaz, vecina de La Unión de Cartago, quien padecía un aneurisma cerebral.

Por otro lado, a Juan Pablo II se le acusa de haber encubierto, o al menos ignorado convenientemente, los numerosos escándalos de abusos sexuales y pedofilia por parte de sacerdotes de la Iglesia católica. Como reveló The Boston Globe en una investigación periodística ganadora del premio Pulitzer, durante décadas, la jerarquía eclesiástica ocultó la pederastia por parte de clérigos en todo el mundo, y protegió a los abusadores.

El papa Juan Pablo II se apoya en su mano durante una misa en la catedral de Estrasburgo el 9 de octubre de 1988, en su cuarto viaje a Francia.
El papa Juan Pablo II se apoya en su mano durante una misa en la catedral de Estrasburgo el 9 de octubre de 1988, en su cuarto viaje a Francia. (Derrick Ceyrac/Derrick Ceyrac)

Está más que documentada la cercanía entre san Juan Pablo II y el influyente mexicano Marcial Maciel, el cura pedófilo más notorio de la Iglesia. El Papa polaco llegó a considerarlo “apóstol de la juventud”, pese a las crecientes acusaciones de abuso sexual.

Según reconoció la congregación católica Legionarios de Cristo, fundada por Maciel, el sacerdote abusó sexualmente de 60 niños. Un informe revelado en diciembre de 2019 da cuenta de sus delitos.

El Vaticano sabía de las denuncias en su contra desde los años 50, mucho antes de la llegada de Juan Pablo II, pero apenas tomó medidas en el 2006, tras la muerte del sumo pontífice. Maciel, por su parte, murió impunemente a los 87 años, en 2008.

Además de su inacción en temas de pederastia, Wojtyla era un líder evidentemente anticomunista y conservador. Su mediación en múltiples conflictos, así como la condena de la carrera armamentística, fue clave para el final de la Guerra Fría. Sus ideología se vio claramente impactada por la Segunda Guerra Mundial, ya que vivía en Polonia durante la invasión nazi.

El papa Juan Pablo II da su bendición al padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, durante una audiencia especial que el pontífice concedió a unos 4.000 participantes del movimiento Regnum Christi, en el Vaticano, el 30 de noviembre de 2004. (Foto AP/Plinio Lepri, Archivo)
El papa Juan Pablo II da su bendición al padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y responsable de 60 abusos sexuales a menores. (Pliino Lepri/AP)

Pese a que a finales del siglo XX ya se hablaba de la necesidad de modernización y reforma en la Iglesia católica, el obispo de Roma nadó contra corriente y restauró un modelo de Iglesia ortodoxa y rígida, a contrapelo de lo acordado en el Concilio Vaticano II.

Además de su cercanía con los Legionarios de Cristo, liderados por Marcial Maciel, el polaco abrió las puertas a grupos como Opus Dei, Comunión y Liberación o el Camino Neocatecumenal.

En múltiples ocasiones se opuso a las dictaduras de izquierda, condenó el aborto, los métodos anticonceptivos y la fecundación artificial, alegando que debía defenderse la vida y la familia.

No obstante, esto no lo disuadió de visitar países con gobiernos dictatoriales, lo que le deparó fuertes críticas. El papa viajero recorrió Chile durante la cruenta dictadura de Adolfo Pinochet y aterrizó en la Cuba del guerrillero Fidel Castro. Además, apoyó la labor del nuncio en Argentina, Pío Laghi (1974-1980), acusado por ser cómplice de la desaparición de opositores políticos durante la dictadura militar.

Juan Pablo II tenía sus ideas claras desde el día que se sentó en el trono papal. Desdeñaba a teólogos progresistas y abominaba la Teología de la Liberación, una corriente religiosa antiimperialista y anticapitalista que promulgaba la “opción preferencial por los pobres” y era considerada afín al comunismo.

Tanto Wojtyla como su sucesor, Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), eran alérgicos a las disidencias, con especial énfasis en Latinoamérica. Juan Pablo II tuvo más de una disputa con el arzobispo y mártir Óscar Romero, asesinado en El Salvador por su defensa de los derechos humanos y los pobres.

El papa Juan Pablo II visitó Costa Rica en marzo de 1983 y saludó a los feligreses desde el papa móvil, junto al sacerdote Román Arrieta. (Fotógrafos/La Nación)

Al sumo pontífice católico se le achacó falta de acción tras el asesinato de Romero a balazos, el 24 de marzo de 1980. Asimismo, se le acusó de ser tibio tras el homicidio del jesuita Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad Centroamericana de San Salvador (UCA), junto a otros cinco compañeros de su congregación, en noviembre de 1989.

Monseñor Romero y los jesuitas de la UCA fueron asesinados por pronunciarse sobre la injusticia social, la guerra y la política en El Salvador. Mientras tanto, en el Vaticano, Juan Pablo II condenaba el marxismo.

En síntesis, el pontificado de Juan Pablo II fue de contrastes, de blancos y negros, comunismo contra capitalismo, conservadores contra progresistas, ultra ortodoxia contra teología de la Liberación.

Sin lugar a dudas, Karol Wojtyla fue uno de los líderes mundiales más influyentes del siglo XX, y en sus dos décadas y media contó con la ayuda de su mano derecha y a la postre sucesor, Joseph Ratzinger.

Fotografía de Karol Wojtyla, cardenal de Cracovia, luego de ser electo papa de la Iglesia católica el 16 de octubre de 1978 en el Vaticano.

En marzo de 1983 se desató la algarabía religiosa en Costa Rica. Juan Pablo II visitó nuestro país en una gira de ocho días por varios países de Centroamérica y el Caribe, con el fin de renovar la esperanza y los anhelos de paz en una zona convulsa en aquellos días.

Costa Rica fue la primera nación centroamericana visitada por un papa. En esa ocasión, el periodista Danilo Arias Madrigal lo calificó como “el acontecimiento del siglo”.

Sin embargo, la trascendencia del santo católico en Costa Rica no se limita a su visita. Fue en Costa Rica donde se gestó el milagro que justificó su canonización en 2014.

Al polaco se le atribuye la sorprendente curación de la costarricense Floribeth Mora Díaz, de 50 años y vecina de La Unión de Cartago. Doña Floribeth sanó de un aneurisma cerebral el 1.° de mayo del 2011: el mismo día en que Juan Pablo II fue designado beato.

“Para mí siempre fue un santo. Me podrán decir que estoy loca, pero yo estaba en una cama, los médicos habían dicho que iba morir, oré con fe y Juan Pablo II intercedió por mí y me curó”, afirma la mujer.

Por ese motivo, Mora fue una de las invitadas de honor en la ceremonia de canonización en el Vaticano, un evento que movilizó a ocho millones de católicos al estado independiente enclaustrado en Roma.

Mientras tanto, en Costa Rica se celebraron vigilias, cantos y jornadas de oración en memoria del sumo pontífice.

“Esto es un signo de que Dios ama a Costa Rica. Escogió para santificar a Juan Pablo II a una mujer sencilla, que nació en barrio Cristo Rey, una comunidad olvidada por muchas instituciones. Es una historia de humildad y fe”, expresó entonces el sacerdote Sergio Valverde, encargado de las actividades.

Según explicó la cadena BBC en 2013, el doctor Carlos Vargas, responsable de diagnosticar a Floribeth Mora, no encontró explicación para la desaparición del aneurisma que le limitó la esperanza de vida a apenas un mes.

Floribeth Mora asegura que su curación de un aneurisma cerebral fue gracias al papa Juan Pablo II. Este milagro significó la canonización del sumo pontífice. (Natalia Rodríguez)

La mujer que semanas antes estaba postrada en una cama, sin capacidad de comer sin ayuda, ahora lo miraba con una sonrisa. Desde ese instante ella aseguraba que era un milagro de Juan Pablo II.

“El médico decía: es inexplicable, porque ni siquiera había una mancha en mi cabeza, en las arterias, de que en algún momento hubo un aneurisma”, explicó Mora.

Todo esto ocurrió seis años después de la muerte de Karol Wojtyla, el 2 de abril del 2005, hace 20 años. Juan Pablo II padeció varios meses de sufrimiento debido a su enfermedad de Parkinson. Finalmente, falleció producto de una septicemia y una insuficiencia orgánica múltiple.

Wojtyla, nacido el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, una pequeña ciudad al sur de Polonia, huérfano de madre a los 9 años y de padre en su adolescencia, concluyó su periodo como el sucesor 264 del apóstol San Pedro.

La elección de Joseph Ratzinger como su sucesor era una muestra de continuismo, pero la histórica renuncia de Benedicto XVI a la jefatura del estado Vaticano en 2013, tras apenas ocho años en el cargo, posibilitó un cónclave trascendental, donde los cardenales electores colocaron el anillo de San Pedro en la mano de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco I, un jesuita.

Mientras Francisco reimpulsaba el Concilio Vaticano II, en la década del 2010, la imagen de Juan Pablo II se ha visto opacada por el drama de los abusos sexuales en la Iglesia y la inevitable sensación de que el obispo de Roma estaba enterado de los trapos sucios.

Juan Pablo II es uno de los hombres que ocupó por más tiempo el obispado de Roma.
Roger Bolaños Vargas

Roger Bolaños Vargas

Periodista de la Revista Dominical desde 2025. Labora en cobertura política desde 2022. Graduado de bachiller en periodismo en la Universidad de Costa Rica en 2021. Trabajó en verificación de noticias falsas, sucesos e internacionales. Recibió el premio de La Nación como “Periodista del año” en 2023.

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