Es un viernes después de clases y Miguel Gatica Duarte, de 12 años, está en la cocina de su casa. Sus ojos no se despegan de las ilustraciones.
Otra vez se quedó sin comer en el colegio... Necesitaba ahorrar como mínimo ¢1.500 para comprarse un paquete de cartas Magic: the Gathering. Es un sacrificio que está dispuesto a hacer con tal de mejorar su baraja y vencer a sus compañeros, quienes se amontonan en la mesa del comedor. Todos listos para pasar el tiempo invocando criaturas y arrojando hechizos, entre la intuición y la camaradería.
Mamá y papá llegan a las 7 y no les hace mucha gracia que su hijo gaste el tiempo y el dinero en un juego de “niños”. Mas creen que es algo pasajero, un pasatiempo. Sin embargo, Miguel no puede dejar de pensar en las ilustraciones y en cómo venció a sus amigos.
Pasaron diez años. Miguel está en Seattle, Estados Unidos. Tiene la mirada puesta en las cartas; lo hace para evitar darle cualquier indicio al oponente que tiene al frente, un obeso estadounidense con estoicos ojos azules.
A su alrededor, hay 50 espectadores de diversas nacionalidades. Una cámara transmite el duelo por Internet. Su mamá nunca se pierde una transmisión, aunque realmente no sabe cómo se juega.
Tanto Miguel como su corpulento rival juguetean con sus naipes en la mano. Ansiedad a flor de piel. La siguiente jugada puede determinar al ganador de $50.000, un premio nada modesto para un juego de “niños”.
El tico engañó a su rival con la mirada y concretó la jugada ganadora. Con la boca abierta, Miguel celebra el triunfo, como lo hacía con sus compañeros de colegio, diez años atrás. Ahora, al menos tiene el dinero para invitarlos a todos a una ronda.
De tiempo completo
Hoy, a sus 23 años, Miguel Gatica no puede tener su norte más claro: quiere dedicarse a las cartas de Magic a tiempo completo.
Para muchos, esto sería un sueño hecho realidad: vivir de una pasión, de un juego de niños. “Ahora solo tengo un complejo de Fut 5 y el resto del tiempo lo dedico al juego”, explicó Miguel en su cuarto, abarrotado con cajas de zapatos, todas repletas de cartas de Magic. Según dice, son más de un millón.
En solo siete años, Miguel ha participado en 14 torneos internacionales, durante los que desplegó su baraja en siete países. Actualmente, ocupa el puesto 40 de “jugadores profesionales”, que en total son 20 millones.
“Paso la mayor parte del tiempo fuera del país; esta semana voy para Seattle y, en un mes, viajaré a Dublín. Este juego me ha dado muchas cosas”, destacó Gatica.
Para llegar a un torneo internacional, hay que estar al menos en los primeros cuatro puestos de los torneos de Costa Rica.
Según Wizards of the Coast, la compañía creadora de Magic, en el país hay 3.343 jugadores que han participado al menos una vez en algún campeonato.
Prepararse para uno de estos torneos no es sencillo pues se requiere una baraja competitiva, compuesta por 60 cartas, cuyo valor oscila entre ¢100.000 y ¢500.000.
Ya con los naipes en la mano, empieza la “ construcción”. Hay que analizar cada texto y probar diferentes estrategias, determinar cuáles cartas hacen mejor sinergia entre sí y con cuáles se podría dejar boquiabierto al rival, un proceso en el que se pasan noches enteras.
“El juego demanda mucha concentración y genera gran ansiedad, más porque antes de cada torneo sacan cartas nuevas y hay que probarlas; de lo contrario, llegaría uno en desventaja”.
La próxima semana, Miguel saldrá de viaje otra vez. Sus destinos serán Estados Unidos, Dublín y Ámsterdam. Espera conseguir al menos $20.0000 en esta seguidilla de torneos.
Atrás quedó el recuerdo de lo que no comió en el colegio por comprarse unos pedazos de cartón, tal vez la mejor inversión de su vida.
Andrés Gatica es un jugador profesional de Magic: The Gathering. Este es un juego de estrategia que implica el intercambio de cartas. El espíritu de las partidas se alimenta de fantasía medieval.