Es un espectáculo ver a Kiro absorto en el mar, atento al menor indicio de que alguien está braceando o pataleando con desesperación olas adentro, evidentemente, en problemas para volver a la orilla. Cuando esto ocurre, da la impresión de que el animal ha recibido un corrientazo de alto voltaje y prácticamente “vuela” sobre las holas, tal es su rapidez, hasta llegar al auxilio del afectado. Enfundado en su chaleco fosforescente y provisto de un asidero de donde la persona se pueda agarrar para ser “remolcada” hacia la arena, Kiro sostiene la faena mientras sus compañeros, los salvavidas humanos de Jacó, se incorporan al salvamento raudos y veloces.
Un equipo de La Nación presencia esta y otras increíbles destrezas y actitudes del hermoso perro al que cuesta imaginar hecho un saco de huesos, apenas unos meses atrás, cuando fue encargado en manos no adecuadas con el fin de entrenarlo como perro guardián.
Marvin Cheng Pérez, su dueño e indudablemente mejor amigo, el experimentado jefe de guardavidas de Jacó (cantón de Garabito, Puntarenas) desgrana la historia con un dejo de pesar que aún lo corroe. Sentado cerca de la torre de avistamiento que sobresale de la bella y concurrida, pero también peligrosa, playa de Jacó, Cheng cuenta que él y sus compañeros venían con la idea de conseguir un perro como mascota en el equipo, pero que también fuera entrenable en el área de seguridad, lo que llaman, un perro de defensa personal.
Curtido por el sol y por decenas de anécdotas relacionadas con su noble quehacer, Marvin se explica: “A nosotros nos roban las cosas de la torre cuando salimos a hacer rescates, y también a veces nos roban los equipos de la mula (vehículo) cuando estamos en el agua, obvio también queríamos un compañero, en eso yo supe hace como un año de una camada de ocho perritos que nacieron en Turrialba, la dueña se llama Marianela Mora, nos contactamos por Instagram y yo donde vi los perros supe que uno de esos era el que quería y nos servía, son de una raza que se llama pastor belga y son buenísimos para seguridad... Marianela muy amable y todo me dijo que ella me lo daba pero que eso sí tenía que ir ese mismo domingo a Turrialba, a recogerlo, así sin más me fui para allá ¡yo ni sabía dónde quedaba! La cosa es que Kiro era el alfa entre los que nacieron, era como el que marcó más el antifaz y su máscara... todo ese color que él tiene y eso lo hace muy especial.... ella (Marianela) lo quería mucho pero cuando se dio cuenta de que nosotros lo queríamos para el equipo, nos lo donó, y eso que ese perro vale plata, muy buena persona ella, yo me devolví con ese cachorro lindísimo”, rememora Marvin.
Sin embargo, su relato se vuelve un poco sombrío al recordar lo que pasó después, por supuesto no por negligencia suya, sino por inexperiencia. Sin ofrecer mucho detalle de quién, cómo y dónde, resulta que ya un poco más crecido y con el fin de que Kiro adquiriera destrezas como perro de defensa, él se lo confió a un entrenador que se encargara de darle formación al perro.
En retrospectiva, reconoce que fue un error desde un principio, pues para entonces ya el apego y la conexión de uno con el otro habían construido un sólido vínculo de cariño, compañía y dependencia. Insiste en que con el fin de entrenar al perro decidió ponerlo en manos de entrenadores cuyo mal cuido, a la postre, pusieron a Kiro cerca de la muerte.
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Marvin cuida cada palabra para no desatar un discurso incendiario, pero se nota su dolor al recordar que, tras ir a verlo algunas veces, pronto notó una desmejoría general en el perro pero creía que talvez tenía entrenamientos muy intensos y que ya cuando volviera a la normalidad, retornaría a su lozanía.
No fue así. La última vez que lo visitó, se quedó pasmado. “Estaba en los huesos, tenía... estaba muy mal, incluso tenía un hongo en el rabo, ya infectado... yo llamé a Marianela para contarle e imagínese como se puso, me dijo que si no me lo llevaba yo en ese momento ella misma se venía y se lo llevaba, al final nos lo trajimos para Jacó y topamos con una gran bendición, lo llevamos donde un veterinario buenísimo que bueno... sin hacerle exámenes nos hizo el diagnóstico de todo lo que Kiro tenía, y todo lo que dijo, así fue, ese señor fue un ángel”, rememora Marvin al tiempo que posa la mirada amorosa sobre el can que, por cierto, parece sobreestimulado por lo vivaz y alegre que es.
Tras semejante experiencia Marvin decidió confiar en sus conocimientos e intuición y, sin presión de nada ni nadie, empezó a entrenar a Kiro a su manera. “La primera fase fue más que todo educación básica, como el ‘sit’, ‘venga’, ‘échese’, ya después entre los cinco y los seis meses vimos la mordida de Kiro, superpontente, siempre con la idea de que se convirtiera en un perro protector... la recuperación de él fue muy rápida, yo me dije 'puña, yo hablo inglés y los comandos en alemán también se los puedo dar y ¿quién más que uno como entrenador y guardavidas puede entrenar sus mascotas? Yo siento que otra cosa que nos afectó el ánimo a los dos es que él necesitaba el amor del dueño y yo el de él, desde chiquitico dormía conmigo, y bueno ahora usted lo ve, yo me muevo, él se mueve; voy a un rescate, él va detrás mío, yo hago un movimiento de cara y él la hace, como imitándome, tenemos una conexión extrañísima y ahí fue donde tomamos la decisión de que fuera aprendiendo de nosotros y el resultado ha sido increíble, alguien me dio la idea de hacer un video y subirlo y tuvo muy buena respuesta”, dice Marvin con un orgullo rebosante.
Justamente fue gracias a ese video, unas semanas atrás, que La Nación supo sobre la historia de Kiro y sus cada vez más desarrolladas destrezas como “guardavidas”, lo que lo convierte, al menos hasta donde se sabe tras una indagatoria entre gente de este gremio, en el único perro salvavidas del país.
“Los pastor belga son una raza diseñada para perros de protección, muy usados en detección de bombas en las guerras o en detección de drogas en aeropuertos, como El Dorado, en Bogotá”, afirma Cheng al enumerar las calidades de su querido perro.
Irónicamente, a Kiro en un principio lo llevaron al equipo por sus características en la línea de seguridad, pero terminó siendo un rescatador por dotes que fueron descubriendo, maravillados, Marvin y sus compañeros. “Así es. Primero que que la anatomía, el perfil del perro cuenta con todas las características que un guardavidas tiene, curiosamente Kiro es demasiado rápido, lee muy bien las olas del mar, que no es tan fácil de lograr para un humano, uno tiene que pasar muchos años en esto para conseguir esa lectura del mar y de las olas, en cambio él en aguas profundas por ejemplo es impresionante, él es como un gancho, como un estira y encoje cuando viene la ola y eso es muy del perro”, explica el guardavidas.
Otro plus que tiene el ya famoso Kiro es su genética. “El papá era una eminencia, tiene unos genes increíbles en el tema de seguridad, lo tenían en Panamá, lamentablemente hace unas semanas lo mataron en servicio... hay cuatro hermanos de Kiro que están ahorita con cuerpos policiales”, relata Marvin.
¿Cómo es la rutina diaria de entrenamiento tanto para el humano como para el animal? “Con Kiro el entrenamiento se basa en la práctica, porque yo soy instructor de salvamento pero para personas, nunca había tenido el placer de entrenar a mi mascota, y bueno Kiro durante el día lleva tres entrenamientos, uno es relación con nosotros jugando con un palito o con bolas o discos (lanzar los implementos al mar y que él los recoja); otra es llevarlo al agua sin ningún equipo, que las olas lo revuelquen y tenga ese contacto en el mar y la tercera es ponerle el equipo que usamos nosotros, poner un “paciente” en el agua (simulacro) con nosotros afuera y que sea él quien logre detectar que la persona está moviendo las manos e ingrese al agua a recuperar al paciente... en este momento está ya con esa capacidad y lo hace muy bien, tiene un remolque y es un perro fuerte, a la hora de estar saliendo el chaleco le ayuda y eso lo hace salir más fuerte”, explica Marvin ya con un orgullo desbordado, todo siempre con Kiro cerca, moviendo la cola y atento a cualquier movimiento, dentro o fuera del mar.
Y es que, tal como lo dice su feliz dueño, este perro está provisto de características que lo hacen bien particular.
Bueno, y es que pasa nadando en amor, literalmente. Como lo entrenan tres veces al día, en las noches Marvin, acompañado de los chiquillos del barrio, lo lleva a caminar a manera de relajamiento y la mascota se solaza departiendo y juegueteando con los niños. “Es que es importante que el perro tenga amabilidad porque de hecho un guardavidas debe ser amable y no queremos una mascota que sea brava o vaya a morder a alguien, queremos que Kiro sea el protector y la mascota amable del equipo” acota con buen tino.
¿Qué sigue? A pesar de las condiciones en las que llegó Kiro tras su fallido período de entrenamiento, en dos semanas ya estaba bastante recuperado físicamente, entonces lo ingresaron al mar paulatinamente y demoraron como tres días sin que él pudiera pasar las olas; una vez que lo logró, lo demás ha sido de avance imparable. “La idea ahora es llevarlo en el jetsky y que él salte donde están los pacientes como lo hacemos nosotros", agrega Marvin
“Kiro es el primer perro salvavidas y no es entrenado por un entrenador que se dedique a esto, es entrenado por un instructor de salvavidas que soy yo y es curioso porque diay, es una nueva práctica, y lo más importante es que a nivel nacional hay muchos perros que surfean porque sus dueños los entrenan, pero Kiro no solo surfea sino que está preparándose para salvar vidas... de hecho es el primer perro que se está diseñando en uno de los lugares más peligrosos y eso es una ventaja porque se está entrenando en olas muy constantes como las de Jacó, donde el mar es tan peligroso y eso hace más enriquecedor este tema”, agrega el “papá” y entrenador del can, sobra decir que ya toda una celebridad en Jacó y más allá.
Rigor y amor
Pero más allá de sus entusiastas labores de salvamento, Kiro también aglutina anécdotas rebosantes de amor genuino, de ese que ni siquiera se puede describir. Cuenta Marvin que hace unos días llegó una señora con su hija, una muchacha con discapacidad en silla de ruedas. Ella quería meterse al mar y su mamá acudió a los rescatistas para que la ayudaran a ingresarla al mar... cuando estaban en eso, Kiro se acercó y espontáneamente empezó a lamerle la mano a la muchacha –cosa que nunca hace – y ella le correspondió agarrándole el hocico con gran cariño y entusiasmo. “Todo el mundo se quedó así como en shock, pero es que de verdad este perro es impredecible, tiene una energía tan particular, es muy intuitivo y después de ese contacto con la muchacha, no se nos despegó, se metió con nosotros al mar, todo feliz, como cuidándola”, narra Cheng, más conocido en la zona como Marchén, una abreviatura de su nombre y apellido.
La incursión de Kiro en la patrulla salvavidas fue una iniciativa personal de Marvin, de manera que todos los gastos inherentes al perro, corren por su cuenta. “Sería buenísimo si alguna veterinaria o empresa de alimentos de perro me ayudara con un patrocinio de atención médica o alimentación, que es lo más caro para un perro... para sacarlo del estado en el que estaba empecé a comprarle carne y le cocinaba los trozos, eso lo puso súper fuerte, le daba el hígado, mollejas, corazones y los revolvía en la sopa, todo lo aceptaba muy bien, ahora le compro un alimento que se llama Dog Chow y también le estoy mandando a traer unas vitaminas buenísimas desde Canadá, y ahí va... ¡ahí vamos!” dice como remarcando la unión indisoluble entre amo y mascota.
A Marvin lo ilusiona muchísimo pensar en el momento en que Kiro esté totalmente capacitado para ser un oficial más entre el grupo de guardavidas, ya hasta está pensando en detalles de la ceremonia, que espera ocurra entre seis meses y un año.
“Le vamos a dar un collar con un medallón que lo defina como un perro rescatista... sería la primera vez que pasa algo así, sí hay perros policiales pero de agua y en un lugar tan peligroso como Jacó, no existe. Es que Kiro es un perro muy único”.
Visto lo visto, no tenemos la menor duda. Kiro es tesón, intuición, destreza y ternura. Sin duda, un perro único, como dice su dueño.