La piel está quemada por el sol, los ojos se secan por el viento, la lluvia muchas veces moja el cuerpo, pero el entusiasmo nunca baja para la Trafiquina, una dulce mujer que ya se hizo famosa gracias a su buen sentido del humor, sus bendiciones y su fuerte amistad con el presentador de televisión Ítalo Marenco, vínculo que la colocó en el ojo público porque él la cita frecuentemente en televisión y en sus redes sociales.
Todos los días a las cinco de la mañana esta trabajadora llega a su esquina ubicada en San Francisco de Dos Ríos, específicamente en el sector de El Bosque, entre los locales de Super Baterías y el AM PM y allí, bien armada con una gorra, un chaleco y un pito se dispone a realizar con mucha responsabilidad sus funciones: apoyar a que el tráfico de los carros sea lo más fluido posible.
Ese es el trabajo que desde hace 10 años realiza Janeth Pérez, el nombre real de esta mujer nicaragüense de 45 años que ha conquistado el corazón de muchos con su forma de ser.
La espontaneidad es una de sus características, es sonriente, disfruta de la vida, es una persona llena de fe aunque vive de la buena voluntad de los choferes que le regalan alguna moneda por sus servicios. Con lo que honradamente gana al día paga el alquiler de un cuartito en Tirrases de Curridabat, donde vive sola desde que llegó a nuestro país hace ya 14 años.
Las suelas de sus zapatos están desgastadas por el montón de camino que recorre todos los días la Trafiquina (su nombre artístico) y es que a diario sube y baja aproximadamente 200 metros de calle durante las más de 13 horas de trabajo. “No sé ni cuántas veces camino por aquí, pero es un montón”, afirma Pérez.
Conoce a muchos choferes, ella los considera sus amigos y a todos los llena de bendiciones cada vez que bajan el vidrio del carro para saludarla y hasta conversar con ella un ratito; así fue como comenzó la amistad con Marenco, quien casi todos los días publica en su perfil de Instagram una historia con la Trafiquina (como él mismo la bautizó) bailando, bendiciéndolo y hasta compartiendo alguna que otra anécdota.
Tiene un hijo y un nieto, pero no viven aquí. Su sueño es traerlos para ya no estar más sola, pero afirma que es muy caro y que por eso es que todos los días trabaja incansablemente para ver si algún día puede pagarles el viaje a Costa Rica.
Es soltera y a mucha honra, dice. Una decepción amorosa le quitó la confianza en los hombres pero asegura que no le hace falta la compañía de una pareja porque con Dios se siente más que feliz. “Esposo no tengo ni uno, gracias a Dios, mi padre celestial. Me gusta vivir sola y disfrutar de la vida”, aseguró Trafiquina.
Entre carro y carro, las luces verdes y rojas del semáforo de la esquina, moneditas y hasta comida y ropa que le llevan los choferes, Janeth nos atendió un ratito para contarnos su historia.
Después de esa decepción amorosa (porque ese hombre la dejó por otra mujer) ella decidió dejar el dolor atrás y buscar una nueva vida con la esperanza de que fuera mejor para ella y su hijo. Se vino para Costa Rica y empezó trabajando como recolectora de artículos para reciclar, andaba por la calle con sus bolsitas y su niño recogiendo todo aquello que pudiera vender para sacar los gastos del día.
“Tuve una situación muy fea en Nicaragua, un hombre me engañó y por eso no me caso con nadie, me dejó botada. Eso ya está olvidado y ahora estoy muy bien, le doy gracias a Dios y a todos mis amigos que me ayudan con cositas y platita para pagar mi cuarto”, dijo.
Cierto día pasó por la esquina de San Francisco y se topó con un señor que pedía ayudas en ese lugar. “Fue un alma buena que me cedió su campo para que yo trabajara. Ese amigo se llama Arturo, es un loquito, pero yo lo quiero mucho porque me ayudó con el trabajito”, recordó.
De eso ya han pasado 10 años y es por eso que Janeth es tan querida por las personas que frecuentan ese lugar. Tiene amigos en el supermercado, en las sodas de los alrededores y los choferes que a diario pasan por esa esquina también le tienen aprecio.
Es muy divertida, pasa cantando y bailando y entre semáforo y semáforo también se pega sus carrerones para ayudar a alguien a parquear, a salir de alguna casa y hasta a los transeúntes los pone avispas para que no los atropellen en el bulevar.
Su rincón de trabajo es un árbol frondoso que la cubre a veces del abrasador sol, pero también se ubica en un espacio de la acera del supermercado donde guarda el bolsito en el que lleva sus implementos: pañuelos, mangas de tela y la gorra que usa para cubrirse de las quemaduras. No usa bloqueador porque no le alcanza para comprarlo y algunas veces corre con la suerte de recoger bastante dinero a fin de comprar unas gotas para lubricar sus ojos.
Todos los días compra su almuerzo en algún lugar cercano y recientemente Ítalo le ayudó para que una soda cerca le provea comida.
Cuando llueve sufre porque no puede trabajar, ya que si llega a mojarse y enfermarse sería peor quedarse en la casa varios días, así que para evitar la lluvia se resguarda en otro rinconcito de un centro comercial cercano donde los trabajadores de las tiendas la cuidan de que no le pase nada.
“A la hora del almuerzo no paro porque es una hora buena. La gente sale del parqueo para ir a comer y ahí yo me pongo las pilas para que nadie choque y con eso entonces me gano más platita”, explicó.
Alegría y bendiciones
“La bendición, la bendición, la bendición. Que el Señor te guarde, te proteja y te cuide en tu día. Muchas bendiciones”, así es como constantemente entre baile y baile esta Trafiquina le da sus mejores deseos a Ítalo y a los conductores que pasan por su esquina.
Antes les tiraba besos a la distancia, pero ahora con esto del nuevo coronavirus ya dejó esa práctica para cuidar a sus amigos, además de que con la mascarilla que usa como protección no se le ven sus labios.
Ama bailar, brincar y hasta correr. Es todo un espectáculo porque ella lleva la música en sus venas, el ritmo la recorre inconscientemente y de pronto entretiene a todos con sus particulares y alegres movimientos.
-Es usted una persona llena de fe...
-Tengo bastante fe en mi Señor. Yo oro mucho aunque no voy a la iglesia, pero Dios me escucha siempre.
-¿Qué le hace falta para ser feliz?
-¿Qué me hace falta? Diay, nada. Total que Diosito me dio vida para luchar, trabajar y pagar mi cuartito, es lo único que le pido a Dios. También un par de zapatos porque estos que tengo ya no sirven.
-¿Le gusta vivir sola?
-En estos tiempos así no me gusta tener marido porque los hombres son bandidos.
-¿Cómo se protege del sol y de la lluvia?
-Qué va, no uso bloqueador porque eso es muy caro. Cuando llueve escampo un ratito por ahí y mis amigos se ponen en las puertas de los negocios a cuidarme.
-¿Descansa en algún momento del día?
-No porque hay que estar pellizcada todo el día para que los piedreros no me quiten el campo en la esquina.
-¿Y ha tenido problemas con ellos?
-Pelean mucho y me vienen a quitar de aquí. Me dicen palabras bien feas que no las repito porque son horribles, pero hay un Dios que todo lo ve y él me cuida. Me han robado mis monedas y también algunos bolsos, pero ahora tengo un vasito donde guardo las monedas y las cuido más.
-¿Cómo se cuida de la covid-19?
-Yo no le doy la mano a nadie, ni abrazos ni besos. A todo eso mire: le hago la cruz. Hay que cuidarse mucho.
Una amistad real
“A Ítalo lo conocí un día que estaba allá parqueado y lo vi sacando fotos. Le dije soque, soque, que está haciendo presa. Le pité para que se apurara”, recordó la Trafiquina.
Ítalo por su parte tiene un recuerdo algo diferente del primer contacto con la que se convirtió en su gran amiga. “Yo paso por ahí todas las mañanas para ir al canal. Un día paré, llegó a la ventana del carro y me dijo: ’Mirá, me dijeron que sos famoso y yo como no tengo tele no sé si es cierto’”, recordó el presentador.
La particular presentación le hizo mucha gracia a Marenco y desde ese momento supo que Janeth y él tendrían una amistad. “Todas las mañanas nos vemos y hablamos un ratito. Hasta Irene (hija de Ítalo) se ríe a carcajadas cuando la ve bailar”, explicó el presentador.
“Me preocupo mucho por ella cuando no la veo algún día porque sé que lucha con gente que la acosa y que la trata mal entonces paso muy pendiente de ella, de ver que esté bien. Si pasan uno o dos días de que no la veo me pongo muy ansioso pero después muerta de risa me cuenta que no fue a trabajar proque se pone a lavar los pantalones. Eso sí, a ella le gusta mucho andar bien arregladita”, contó Ítalo entre risas.
Así es como los más de 111.000 seguidores de Marenco siguen día a día las historias mañaneras que él y su amiga Trafiquina protagonizan todas las mañanas. Esto es parte de lo que ha convertido a Janeth en toda una personalidad de las redes sociales.
“Admiro su tenacidad ante la vida, ella es un gran ejemplo de que no se necesita dinero para ser feliz, que solo una buena actitud puede ayudarnos a pasar mil problemas. Ella le regala a la gente una sonrisa y una bendición aunque a veces no tenga que comer. Sé que todos los días se levanta con una fe ciega y un positivismo enorme que debe de ser ejemplo para muchos”, agregó Marenco.
Trafiquina por su parte se siente muy orgullosa de que Ítalo la considere su amiga. Ella es feliz contándole a la gente que tiene un amigo fiel que siempre la cuida y que constantemente está pendiente de ella. “Me viene a dejar comida, me trae gorras para taparme del sol, estas mangas que ando me las regaló él para que no me quemara”, dijo Janeth.
Gracias a los posteos que Ítalo publica sobre la Trafiquina es que mucha gente ha conocido su historia y a partir de ahí han buscado la manera de ayudarla. Algunas marcas incluso le han enviado aportes por medio del presentador.
“Siempre le pedí a Dios ser un ángel por el cual poder ayudar a otros. Estos posteos han hecho que mucha gente pase y le deje una bolsa de arroz y hasta ropa. Qué bueno que las redes sociales sirvan para algo positivo y llegar a los corazones de muchas personas que le dejan a la Trafiquina sus muestras de cariño”, agregó Marenco.
Ítalo contó que un salón de belleza le hizo hace un tiempo una hidratación de piel, además hay una dentista que quiere revisarla, pero la Trafiquina tiene miedo de ir a la cita. “Los policías van a darle vueltitas para cuidarla, alrededor de ella se ha formado un grupo de ángeles que la ayudan como pueden. Tengo el sueño de que alguien nos ayude a conseguirle un mejor lugar para vivir, un espacio digno para que esté cómoda y tranquila”, dijo.
“Ella es mi ejemplo cada día, me pone a pensar siempre que no debemos de quejarnos; su actitud ante la vida es la que todos debemos de tener”, finalizó Ítalo.