Las historias de megacapos y sus caídas en Colombia a menudo se parecen al cuento de la marmota: se trata de historias repetidas solo que con diferente protagonista. El más reciente episodio ocurrió el sábado 23 de octubre con la captura de Otoniel, en lo que el presidente Iván Duque proclamó como “el golpe más importante de este siglo contra el narcotráfico” y lo equiparó con la caída del capo de capos, Pablo Escobar, en diciembre de 1993.
De acuerdo con informes oficiales, la captura del que hasta hace unos días era considerado como el narcotraficante más buscado de Colombia pone fin a un proceso que se inició hace una década, durante la cual llegó a desplegarse una fuerza de 1.200 hombres para intentar detenerlo.
Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, fue un campesino que pasó de guerrillero de izquierda a paramilitar de extrema derecha, antes de consolidarse como el capo del narcotráfico más buscado por su país y los Estados Unidos.
Cuando trascendió la noticia de la detención del capo no dejó de causar extrañeza que, a diferencia de sus (lúgubremente) famosos antecesores del siglo pasado, la figura de Otoniel era bastante desconocida fuera de Colombia.
Pero aunque es entendible que el presidente colombiano magnifique la detención de Otoniel, las críticas desde varios flancos no tardaron en decantarse.
“Es una exageración. Aunque es indudable que Otoniel era el criminal más buscado en Colombia en la actualidad, en su tiempo Pablo Escobar había logrado doblegar al Estado con una guerra frontal”, le dijo a BBC Mundo Hernando Zuleta, analista político de la Universidad de los Andes.
Tanto Zuleta como otros especialistas consultados por el medio británico resaltan un dato: en 1990, en el peor momento de la guerra contra los carteles de la droga en Colombia, se contabilizaron 180 ataques con carros bomba, que dejaron miles de personas muertas en varias ciudades del país.
“Las cosas han cambiado mucho desde la muerte de Pablo Escobar. Aunque se produce más cocaína que en los tiempos de Escobar, el poder de los narcotraficantes colombianos se ha reducido”, señaló el académico.
Posiblemente las redes sociales y masificación de medios de comunicación han generado una abundancia de noticias mundiales en las temáticas más variadas, a diferencia de los años 80 y principios de los 90, cuando ni siquiera existía Internet. De ahí que el planeta entero siguiera con todo detalle la vida, sucesos, muerte y en otros casos, extradición de los grandes señores de la droga de antaño, fenómeno que también se dio con otros narcos de fama mundial, como el mexicano Chapo Guzmán.
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Con todo y todo, la cacería de Otoniel fue mucho más intensa que la que en su momento vivió Pablo Escobar. Al más conocido narco de la historia colombiana lo llegaron a rastrear unos 500 hombres, mientras que a Otoniel le pisaban los talones 1.200 miembros de los grupos de élite mejor preparados del país, que tienen a su disposición helicópteros tipo Black Hawk.
Por lo mismo, se ha vuelto un tema de gran interés reparar ahora sobre la figura de Otoniel y toda su historia, marcada no solo por su ascenso hasta el pináculo del mundo del narcotráfico, sino por un modus operandi bastante distinto al de sus antecesores.
“Alias Otoniel era el narcotraficante más temido en todo el mundo, asesino de policías, soldados, líderes sociales, reclutador de menores. Se conoce también por esa demencia que lo llevó a abusar de manera recurrente de niños, niñas y adolescentes. No solamente estaba en el cartel de los más buscados por narcotráfico, sino también por abuso de menores”.
— Iván Duque, presidente de Colombia
Por ejemplo, pasados unos días del triunfalismo por la captura, la prensa internacional ha empezado a preguntarse ¿por qué sonríe Otoniel?
A pesar de que sabía que las autoridades le estaban respirando en la nuca, por la forma en que lo detuvieron, escondido en un charral y en lo que muchos juzgan como una actitud calma y hasta colaboradora de su parte, ahora se especula que Otoniel casi estaba preparándose o facilitando su aprehensión, aunque a la temprana luz de los hechos quizá este detalle no será confirmado o descartado pronto.
Antes de esgrimir las hipótesis de los conocedores, corresponde contar su historia y las razones por las cuales se habría resignado mansamente a ser cazado en un matorral, siendo el dueño de una fortuna de unos 7.000 millones de dólares (según Forbes) y habiendo organizado un arcaico pero efectivo sistema de comunicación con sus subalternos, totalmente opuesto al nivel de tecnología que llegaron a utilizar Pablo Escobar y el Chapo Guzmán.
“Es el golpe más duro que se la ha propiciado al narcotráfico en este siglo en nuestro país”, sentenció Duque en una declaración pública.
Imágenes divulgadas por el gobierno colombiano, el pasado fin de semana, muestran al robusto hombre de 50 años esposado y rodeado por militares con armas largas. “Llevábamos siete años detrás de él”, detalló el general Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Militares.
Otoniel lidera el Clan de Golfo, la principal banda criminal de Colombia. No solo era requerido por las autoridades locales: Estados Unidos ofrecía hasta cinco millones de dólares por información que diera con su paradero o permitiera su captura.
La justicia estadounidense lo señala de liderar una organización “fuertemente armada, extremadamente violenta”, y que “usa la violencia y la intimidación” para controlar las rutas del tráfico de droga y laboratorios de procesamiento de cocaína.
Para capturarlo, la policía colombiana adelantó “un trabajo satelital importante contra él con agencias de Estados unidos y del Reino Unido”, explicó el director de la institución, general Jorge Vargas. Unos 500 uniformados, respaldados por 22 helicópteros participaron en la operación.
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Negocio familiar
Nacido el 15 de setiembre de 1971 en el municipio de Necoclí, una estratégica zona del noroeste de Colombia muy cercana a la frontera con Panamá, pero también al Pacífico y al Caribe, Otoniel pasó a encabezar el Clan del Golfo tras la muerte de su hermano Juan de Dios, “Giovanni”, en enfrentamientos con la policía en el 2012, según una reconstrucción de su vida realizada por la agencia AFP.
Junto a él montó un aparato criminal con presencia en casi 300 de los 1.102 municipios del país, principalmente en la costa pacífica, un lugar estratégico para la salida de cargamentos de droga, según el centro de estudios independiente Indepaz.
“Tiene un portafolio amplio de actividades criminales, entre las que se incluye la minería ilegal y el paso de inmigrantes a Panamá”, explicó a la AFP el experto en seguridad Ariel Ávila.
Según el centro de investigación del crimen organizado InSight Crime, el Clan de Golfo también se dedica a la contratación de bandas callejeras locales para que a su nombre realicen actividades de microtráfico, extorsión y sicariato.
“Otoniel”, sétimo de los nueve hijos de Ana Celsa David y Juan de Dios Úsuga, una pareja que dice ganarse la vida con la venta de cerdos, gallinas y ganado en el departamento de Antioquia (noroeste), utilizaba tácticas guerrilleras para burlar a la fuerza pública.
El jefe criminal viajaba solo a pie o en mula y nunca dormía dos noches seguidas en el mismo lugar, según señalaron las autoridades colombianas.
En los últimos días de la persecución, Otoniel se internó en la selva virgen de la región de Urabá, de donde es oriundo, y se deshizo de sus teléfonos para reemplazarlos por correos humanos.
“Se estaba moviendo con ocho anillos de seguridad”, aseguró el general Vargas.
“No muy ideologizado”
A los 18 años, Dairo Antonio Úsuga David, Otoniel, se unió al Ejército de Liberación Nacional (EPL), una guerrilla marxista desmovilizada en 1991. “No era revolucionario, era lo que había y se fue con ellos”, aseguró su madre en una entrevista al periódico El Tiempo en el 2015.
Úsuga no hizo parte del proceso de paz que puso fin a 26 años de lucha armada de este grupo rebelde y entre 1993 y 1994 se unió a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), una organización paramilitar de extrema derecha creada para combatir a las guerrillas y con nexos con el narcotráfico.
“Era un campesino no muy ideologizado”, sostuvo Vargas.
La ACCU hizo parte de las Autodefensas Unidas de Colombia, que se desmovilizaron en el 2006 a iniciativa del gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010).
Pero, según el analista, Otoniel se sintió “defraudado” por el proceso de sometimiento a la justicia y se desmovilizó en 1991. Más adelante conformó su propio grupo criminal llamado Bernardo Franco y luego formó parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), según información de la Fiscalía.
Ya por entonces había decidido mantenerse en la ilegalidad, según informes de la Fiscalía.
Prontuario de crímenes
De acuerdo con los informes policiales y periodísticos de Colombia, Diario Antonio Úsuga, nacido en un hogar campesino, sumamente básico en sus necesidades primarias, ha delinquido casi toda su vida.
En medio de su aparición en los medios desde el principio hubo guasa sobre su nombre, pues hubo versiones de que su familia era tan humilde que su intención era bautizarlo como Darío. Alguien intercruzó dos letras y listo, quien años después sería alias Otoniel, arrastraría los primeros años de su vida con el nombre de Dairo.
Otoniel era buscado intensamente desde hace seis años en la región de Urabá por miles de policías y militares participantes en las dos fases de la ‘Operación Agamenón’, mediante la cual fueron abatidos o capturados decenas de hombres a su mando y se incautaron toneladas de cocaína.
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Tras la desmovilización de los paramilitares entre el 2003 y el 2006, bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, se creó la organización criminal Los Urabeños, en el 2007, según la Fiscalía. El nombre se debe a la presencia de la banda criminal en la región del Urabá antioqueño y chocoano, en el occidente del país.
Este grupo finalmente se denominó el Clan del Golfo, que en principio fue liderada por su hermano, Juan De Dios Úsuga, alias Giovanni, que murió en Chocó, en el pacífico colombiano, en enero del 2012.
Otoniel tiene 122 órdenes de captura (aunque según Presidencia, son 128), 7 medidas de aseguramiento, según la Fiscalía. Se le acusa de varios delitos como homicidio, reclutamiento ilícito, concierto para delinquir, secuestro extorsivo, terrorismo, porte ilegal de armas y narcotráfico.
También tiene vigentes seis condenas por homicidio agravado, homicidio en persona protegida, desaparición forzada, desplazamiento forzado y reclutamiento ilícito de menores, según la Fiscalía.
Su conducta delincuencial va mucho más allá de su liderazgo como capo de la droga. “Este bandido era asesino de líderes sociales, reclutador de menores, violador de niños, niñas y adolescentes. Se conocía en la región por estar buscando niñas de 12, 13 o 14 años e intimidaba a familias y las extorsionaba para poder tener la virginidad de sus hijas”, dijo Duque sobre Úsuga al anunciar su captura.
En Estados Unidos, Úsuga también tiene delitos pendientes y dos órdenes de captura con fines de extradición: una del 2015 por parte de la Corte Distrital para el Distrito Sur de Florida por narcotráfico y otra de la corte del distrito Este de Nueva York, también del 2015, por “el delito de participar en una empresa criminal continuada y delitos de narcóticos”, según la Fiscalía.
En el 2009 fue procesado por el Distrito Sur de Nueva York. El Departamento de Estado de Estados Unidos ofreció hasta $5 millones por información que conduzca a su arresto o condena, mientras que Colombia ofreció una recompensa de hasta 3.000 millones de pesos colombianos (unos $800.000) por información sobre su paradero, informó Reuters.
La mujer detrás de su captura
Una fiscal fue la encargada de liderar la investigación que permitió la captura del máximo cabecilla del Clan del Golfo, Otoniel. La mujer habló con la revista Semana.
La actual directora seccional de fiscalías de Medellín, Natalia Rendón, se convirtió en la líder de la investigación que propició la captura del máximo cabecilla de la organización criminal del Clan del Golfo. Fue Rendón quien durante 11 años estuvo al frente de las investigaciones, acompañó los operativos y logró impartir legalidad en todas las actuaciones que estaban a cargo de los miembros de policía judicial y que recaudaron el material probatorio en contra de Otoniel.
“Esto es una investigación que se ha construido desde lo más mínimo, con una constancia y una disciplina única, con un acompañamiento y un equipo de policía judicial formidable, con el apoyo total del señor fiscal general y de todas las jefaturas que hemos tenido en crimen organizado”, dijo la fiscal.
Rendón contó algunas anécdotas en más de una década de investigación y lo que hicieron para recaudar material probatorio y recopilar los datos que ayudaron a construir no solo el perfil de Otoniel, sino toda su dinámica criminal.
“En el año 2011 empezamos a construir unas líneas investigativas en contra de estas estructuras. Cada una de las actuaciones nos iba a llevando a un conocimiento mejor y más tecnificado, de cómo estaban conformados, cómo eran sus movimientos y qué hacían. Qué personas los estaban acompañando y las zonas donde ellos estaban”, dijo la funcionaria.
La fiscal advirtió que cada operativo desarrollado durante estos años, que permitió la captura de otros peligrosos delincuentes y la incautación de elementos de prueba se convirtieron en los elementos necesarios para construir otras líneas de investigación y así confirmar la importancia de cada procedimiento.
La funcionaria aseguró que existen varias sentencias condenatorias en contra de alias ‘Otoniel’, aparte de las órdenes de captura y las solicitudes de extradición con autoridades de los Estados Unidos. El director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, aseguró que alias Otoniel sería extraditado en el menor tiempo posible para que pague condenas por delitos relacionados con el narcotráfico.
“Primero la confianza en Dios, la confianza en la institución que nos ha apoyado con nuestra seguridad; de igual manera, con todo el equipo que nos acompaña, de la Policía. Nunca me sentí sola, siempre acompañada a la hora que fuera y en las audiencias en horas de la madrugada. Sobre todo en los momentos de intensa labor y siempre con la convicción de que estábamos haciendo las cosas correctas”, reveló la fiscal Rendón.
Pese a ello, la operación para poner tras las rejas al narcotraficante más buscado de Colombia, jefe del poderoso Clan del Golfo, apenas culminó este mes de octubre, luego de casi una década de intensa búsqueda.
Otoniel, de 50 años de edad, fue detenido en el municipio de Necoclí, en el noroeste de Colombia, en una operación conjunta en la que participaron más de 300 uniformados del Ejército, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional desplazados en helicópteros.
El narco involucró en su organización a su esposa Blanca Madrid y a las hermanas de esta, María, Sandra y Martha. Todas son idénticas entre ellas. Tenía sexo con todas, según la que le apeteciera en el momento. “Ellas no eran así. Eran normales y obviamente diferentes. Pero cuando Otoniel comenzó a salir y se casó con Blanca la hizo operarse de todo. Lo mismo hizo con sus cuñadas. Todas parecen hechas con el mismo molde y al gusto de Otoniel. Se ponían los cuernos entre todos”, dijo uno de los policías a cargo de cazarlo, en el 2015. Todas, además, están en la cárcel o han pasado por prisión.
En una entrevista realizada por la revista Semana al sacerdote Jorge Orrego desde Chigorodó, en Antoquia, uno de los centros de operaciones del Clan del Golfo, el religioso hizo un llamado público a los hombres que quedan ahora a cargo de la organización criminal: “No esperen a que los maten; negocien”.
El padre Orrego también se manifestó sorprendido por la tranquilidad que acopió el capo al momento de su captura. “En muchos (vecinos de la región) hay duda. Algunos fieles han dicho que tenía un rostro muy tranquilo, hasta sonriente. Al menos así se le ve en las noticias y fotografías que ha divulgado la prensa. Dicen que no tenía anillos de seguridad fuertes. Entonces alguna gente dice: ¿se entregó o lo cogieron? ¿Vendrán represalias? ¿Se aumentará la violencia en la región? Habrá un plan pistola o algo parecido? Esas son las dudas, los temores de la gente”, narró el religioso.
En enero pasado, la cadena británica BBC publicó un amplio informe sobre los serios problemas de salud que estaba afrontando el capo, una nota fundamentada por varias autoridades colombianas.
“Está aislado completamente, enfermo de diabetes. Enfermedad que le ha ocasionado problemas renales y que, de acuerdo con fuentes, él no ha podido acceder a la atención que requiere y a los medicamentos, y más porque contra él y su organización se mantiene la operación Agamenón”, le dijo a El Tiempo uno de los oficiales de la Policía Judicial, Dijín, frente al caso.
Paradójicamente, Otoniel, quien podría ser considerado como uno de los hombres más ricos de Colombia, por el tráfico de cocaína especialmente hacia los cárteles mexicanos, vivía escondido en el Nudo de Paramillo, “en condiciones deplorables, aunque está acostumbrado a vivir como un animal de monte, por su vida criminal”, señaló el investigador.
Pero eso fue en los últimos tiempos. Durante su “reinado” y a pesar de sus constantes huidas, las autoridades se encontraban en sus guaridas lujos inimaginables. “Televisores de pantalla gigante conectados a satélite, bebidas caras y suntuosos perfumes: un lujo impensable es el que encuentran las fuerzas que persiguen al capo criminal Dairo Antonio Úsuga David cada vez que llegan a las chozas de madera que usa como guarida en el medio de zonas rurales de Urabá, en el oeste de Colombia”, narró la BBC.
Pero ya desde entonces la policía infirió que Otoniel tenía un padecimiento particular que le robaba la paz a toda hora: una hernia de disco que ha empeorado y por la cual siempre debe estar provisto de un carísimo colchón especial que apenas le permite aliviar un poco su dolor durante el sueño.
El capo está casado con Blanca Senovia, madre de sus dos hijos (hombre y mujer hoy de 16 y seis años, respectivamente), quien fue sentenciada a 7 años de cárcel en el 2016 como cómplice de varios delitos cometidos en el entorno del Cartel del Golfo. La ama de casa siempre ha dicho que Dairo Antonio ha sido “un mal padre” y que no ha respondido nunca por el núcleo familiar.
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¿Qué sigue?
La intrincada estructura del Clan del Golfo ha extendido sus dominios a gran parte de Colombia, valiéndose, entre otras cosas, de mecanismos de extorsión y los millonarios ingresos que le reportan las actividades ilegales que concentran, como la minería y el tráfico de narcóticos.
Pero, con todo y todo, la “institución” había venido a menos, poco a poco. Para mayo del 2017, el Ministerio de la Defensa de Colombia calculaba que 1.800 miembros integraban sus filas, menos de la mitad de los 4.000 que llegaron a albergar en el 2009, cuando tuvieron su mayor auge.
Lo que sigue ahora para Otoniel es el escenario más temido por los narcotraficantes del continente: la extradición a Estados Unidos.
El ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, confirmó a la prensa local que tras la captura, el siguiente paso es cumplir la orden de extradición de Estados Unidos.
Asimismo, el ya mencionado director de la Policía Nacional de Colombia, el general Jorge Luis Vargas, ratificó que Úsuga “será extraditado a Estados Unidos”, aunque se desconocen los plazos o cuándo se producirá.
Estados Unidos tampoco ha ofrecido detalles sobre la posible extradición de Otoniel. Por ahora, el narco fue trasladado a una base militar en Bogotá, desde donde se gestionará el envío al país norteamericano.
Aunque la caída de Otoniel propicia la esperanza de que el Cartel del Golfo pierda fuerza, el sacerdote Orrego no es nada optimista. “Lamentablemente la ambición, las ganas de tener dinero, el poder del ser humano es muy grande. Vienen otros detrás. Han muerto muchos cabecillas y siguen. Ellos ya tienen quién lo reemplace”, aseguró.
Y es que, contrario a lo ocurrido con Escobar a finales del siglo pasado no solo en Colombia sino en todo el mundo, a estas alturas el alias de Otoniel apenas está siendo conocido en el orbe, quizá porque la detención del jefe del temido Clan del Golfo sigue revistiendo un peso simbólico, pero también es un hecho que sus sucesores parecen salir de debajo de las piedras, lo que vuelve a abrir incógnitas sobre el futuro, tanto de esa organización criminal como de las dinámicas de la violencia en las regiones colombianas donde tiene presencia, tal como lo analiza un editorial de El País de España.