En unas semanas se cumplirá un año desde que la sonrisa de Eva Morera se apagó para siempre.
La tarde del 1.° de noviembre del 2019 las autoridades encontraron sin vida a la joven de 19 años en una vivienda en calle Matilde de San Pablo de Barva, Heredia. Fue asesinada por su excompañero sentimental de un disparo en la espalda.
Desde entonces el país vive en estupor, pues los feminicidios se suceden con una frecuencia macabra, y, con cada uno de estos crímenes, don Óscar Morera revive una y otra vez en carne propia lo que significa perder a una hija... y ya está cansado.
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“Tenemos que entender que cuando la policía llega a levantar el cuerpo de una mujer, nosotros como sociedad hemos fallado, porque ningún ser humano merece pasar por una situación de estas, independientemente de si es hombre o mujer, pero lo que pasa es que las mujeres están muriendo porque son mujeres y nosotros tenemos que ver qué es lo que estamos haciendo mal como sociedad”, afirma.
Días atrás, pensando en qué podía hacer para sensibilizar a la población masculina sobre los feminicidios, don Óscar creó el grupo privado de Facebook ‘Es de hombre’, que a la fecha suma más de 750 miembros.
Se trata de un espacio ideado para que los hombres hablen y reflexionen sobres los feminicidios, los abusos y la violencia contra la mujer en general.
Eso sí, el padre de Eva aclara que el hecho de que sea un grupo masculino no significa que están discriminando a las mujeres, sino que “por los procesos de socialización que se han construido alrededor de lo masculino, los hombres no tienen espacios para hablar de estas cosas”. De hecho afirma que si las mujeres solicitan unirse al grupo, se les acepta.
“Yo vi que había una necesidad de hacer algo. Creo que es indispensable que nosotros nos podamos poner en un espacio de reflexión, porque tenemos un privilegio que genera injusticia y que tiene potencial de generar una violencia que es terrorífica y asesina y cuando nosotros como hombres entendemos eso, nuestras actitudes personales pueden generar un cambio en lo grupal, porque aunque yo no sea ese asesino o ese violador, hay cosas que puedo hacer para que esos eventuales asesinos o violadores no lleguen a serlo”, explica.
En el grupo se comparten investigaciones sobre la violencia contra las mujeres, experiencias personales y se invita al dialogo, lo que para don Óscar ha sido “un proceso bien interesante, porque a partir de diferentes criterios logramos construir puntos en común, que es lo que realmente puede ayudarnos a construir una realidad diferente”.
Para el padre de la joven, este es un gran paso en su lucha contra la violencia contra las mujeres y que dio motivado por su hija y la reacción de la expareja de Eva, quien cometió el crimen.
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"Nosotros como hombres no entendemos en muchas ocasiones la responsabilidad que tenemos como individuos y como grupo a la hora de validar ciertas actitudes. Uno sabe que para que una persona cometa un abuso atroz, como la violación o el feminicidio, tiene que haber un proceso en el que esa persona valida la agresión que comete, e incluso llega al convencimiento de que él está en el derecho de hacer eso.
“Y me pasa con el asesino de mi hija. Él está convencido de que hizo lo correcto, que le correspondía a él como hombre hacerlo, porque seguramente para él eso es ser hombre y seguramente para la sociedad en la que se crió y en la que está inmerso, eso es lo que tiene que hacer un hombre”, cuenta.
Con una gran serenidad, don Óscar explica que a lo interno de su familia, el caso de la joven estudiante universitaria era muy complejo y complicado de resolver, pues ella se encontraba en una espiral de violencia y la lucha era constante.
Con su expareja, Eva se convirtió en madre de un niño cuanto tenía 16 años.
"El sujeto la acosó y depredó a Eva desde que ella tenía 14 años y aprovechó una debilidad percibida por él, como machista que es, de que no había un hombre alrededor y se aprovechó de Eva de la manera en que lo hizo, porque a todas luces un hombre adulto que tiene relaciones sexuales con una niña de 14 años es un violador y desde ahí tenemos un problema.
“Previo al desenlace del caso de Eva nosotros ya sabíamos que esto era una lucha y la misma Eva lo sabía, y la enseñanza que deja este proceso es que no podemos dejar en las víctimas todo el peso de salir de esa espiral de violencia, necesitamos darle acompañamiento no solo a la víctima, sino a la familia de la víctima, porque esta habitualmente no sabe como actuar y está también chantajeada y amenazada por el agresor”, asevera.
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Unidos
El feminicidio de Eva también provocó que las familias de varias mujeres asesinadas se unieran en un solo grupo, no solo para apoyarse entre sí, sino también para levantar la voz.
En febrero, don Óscar se dio a la tarea de buscar familia por familia y formar un grupo de WhatsApp en el que regularmente conversan de la estancia judicial en que se encuentran sus casos y las necesidades que existe actualmente en la población para tratar los feminicidios.
“Hay necesidad de nosotros como víctimas de hacer un cambio e impactar a la sociedad conforme a la experiencia que hemos pasado. Creemos que es necesario que todas las mujeres que han sufrido violencia, tengan una voz y sus familias también, ya que no son solo mujeres que pierden la vida, están sus papás, sus hijos, abuelitas, y hermanas”, comenta.
Entre quienes conforman el grupo se encuentran también familiares de Karolay Serrano, Andrea Fernández, Luany Salazar y Cassandra Pérez, cuyos recientes feminicidios conmocionaron al país.
“El feminicidio no tiene clase social, no diferencia si va a la escuela o a la universidad, si usa saco y corbata o botas de hule, sino que es un problema que tiene la base en un asunto de poder y dominación que está muy arraigado en la sociedad. Lo que sí es cierto es que son familias muy diversas y con diferentes necesidades y me pareció muy valioso tener algo así aquí en Costa Rica”, dice.
Entre otras iniciativas, en el grupo las familias se acompañan en su dolor, pues con conocimiento de causa tienen un nivel de empatía que posiblemente no se puede forjar con quienes no han sufrido lo que ellos sí.
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De acuerdo con don Óscar, esto les permite darle un rostro y una voz a las víctimas, ya que “creemos que en la discusión de la violencia hacia las niñas y las mujeres y la política en relación a esto, nosotros podemos aportar mucho. Me parece que tenemos una autoridad moral para participar de esos debates”.
Además, les interesa transformar el papel de los medios de comunicación, pues consideran en muchos casos el feminicidio se convierte “en un espectáculo”.
“Esa expresión brutal y definitiva que es el asesinato que un hombre comete contra una mujer, es una expresión de poder brutal y absoluto que tiene un atractivo para muchos hombres y no queremos que se convierta en algo que se puede mimetizar”, añade.
Asimismo, detalla que existen muchos vacíos jurídicos y falta un mayor trabajo del Gobierno, el sistema judicial y las municipalidades para tratar de erradicar la violencia contra la mujer, que en muchos casos termina en feminicidios.
“Queremos que el gobierno de Costa Rica cumpla con esa deuda que tiene con las mujeres. Hay atropellos que comete el Poder Judicial y que ni siquiera le consulta a las víctimas. Lamentablemente todos nosotros llegamos a las instancias judiciales con un absoluto desconocimiento de cómo es que funcionan los procesos judiciales. Y ¿qué están haciendo los gobiernos locales en cuanto a la protección de la mujer?”, cuestiona.
Lo cierto es que espera que conforme avance los días puedan irse sumando más familias y crear un movimiento que permita hacer cambios en el país para que los feminicidios y todas las muestras de violencia contra la mujer sean castigadas severamente y se eliminen por completo.
Por ahora continúan con sus reuniones virtuales y sus mensajes de apoyo entre ellos mismos en WhatsApp.
Don Óscar recuerda cuando asesinaron a su hija dio una declaración en la que afirmaba que “de estas grandes derrotas o pérdidas que son definitivas, absolutas e irreparables, hay que empezar a buscar las pequeñas victorias” y por ello, espera que el proyecto siga creciendo y que Costa Rica sea cada vez más consciente del tratamiento y las carencias para abordar los feminicidios.
“Yo estoy convencido que de las pequeñas victorias a lo largo del tiempo vamos a hacer un cambio con el cual podamos honrar la memoria de nuestras hijas, nuestras mamás y nuestras nietas. Nos corresponde transformar el terror, el horror y el dolor de esta situación en algo hermoso, porque si nosotros logramos salvar la vida de una muchacha, estamos salvando un universo”, finaliza.