Álvaro Saumet tiene los sentidos tan afinados como un perro. En 11 años a cargo de un refugio para canes que actualmente cuenta con 1.500 inquilinos ha aprendido a identificar sus comportamientos y hasta cómo los ladridos van cambiando de intensidad.
Él es el líder indiscutible de esta inmensa manada y cuando está conversando es usual que golpee con fuerza sus palmas y que eleve su voz para que los perros bajen sus revoluciones y no se peleen entre sí.
Álvaro cumplió 50 años en enero y su energía se asoma en cada gesto. Él es quien mayormente escribe en la página de Facebook de Territorio de Zaguates (seguida por 516.000 personas). Allí manifiesta su furia al conocer alguna injusticia o cuando dueños simplemente le dejan los perros abandonados en la puerta del lugar.
También se muestra complacido al contar que pudo rescatar a los perros que en noviembre estaban en las afueras del hospital San Juan de Dios esperando a su dueño, un señor (llamado don Jorge) que habitaba en la calle y a quien incluso, también se llevó a vivir a Territorio de Zaguates. Dice que ninguna de sus reacciones son calculadas, él es tal cuál y que incluso hay muchos casos que no comparte en la página.
De él es de quien más se escucha o lee porque tiene algunos años dedicado de lleno a Territorio de Zaguates. Mas la labor es compartida con Lya Battle, su esposa y fundadora de este lugar que producciones internacionales catalogan como “un paraíso para perros”.
Esta mujer de ojos verdes es amante de los animales desde que tiene memoria. Álvaro dice que ella es el particular tipo de persona que antes de limpiar una telaraña, separa a las arañitas. Ella cuenta que él es una “buena persona pero con terrible carácter”.
Esta pareja dice que dejó una vida en la que estaban juntos siempre, en la que viajaban, en la que tenían carros del año e iban al super y ni se detenían a ver el precio de lo que compraban.
Juntos dirigen un refugio en el que habitan perros que fueron maltratados y/o abandonados. Lya trabaja como tutora de estudiantes y por ello, su presencia no es tan recurrente en el territorio. Por ello, la figura o el nombre de Álvaro es la más notoria, y por supuesto, polémica por ser un hombre “sin filtros”.
Esta pareja de esposos tiene una relación desde el 94, pero fue hace 11 años que empezaron el mega proyecto de dar protección a perros que la necesitan. Ellos no tienen hijos y en su diseño de vida no entraban las mascotas, a pesar de que Lya tuvo todo tipo de animales en su vida de soltera: serpientes, crías de venados huérfanos, patos, alacranes y todo lo que llegara a su casa.
Hoy admiten que por su mente jamás pasó la idea de crear un refugio, pero las circunstancias los llevaron hasta donde están. Primero fue un perro, luego dos, hasta el punto de llegar a tener 183 en el patio de su casa.
Las quejas de vecinos que fueron construyendo cerca de su hogar empezaron a aparecer y esto coincidió con la entrega de la inmensa finca (heredada) en la que hoy viven los 1500 territorianos. Inicialmente este sitio se destinaría para resguardar a los perros más viejitos, pero conforme la población creció y el proyecto fue conocido empezaron a aparecer perros por todas partes.
Este proyecto los hace vivir de satisfacción. Aclaran que no tienen ganancias económicas rescatando perros. En el camino lleno de injusticias hacia los animales y de alegrías de verlos recuperarse, han topado con críticas, señalamientos y hasta se han visto envueltos en polémicas.
“Entiéndeme en qué (se puede beneficiar uno de esto). Ese perrito que ves que se llevan (adoptaron a uno) lo castramos, la curamos, lo chineamos. ¿A dónde está el negocio de esto? Nosotros no cobramos un cinco. Hay gente a la que le satisface viajar, a nosotros también, pero o viajamos o tenemos guatos”, dice Álvaro.
Lya interviene y afirma que aparentemente “sí se puede vivir de satisfacción".
“Creo que no todo el mundo puede vivir de satisfacción. Hay gente que no puede ser feliz si no tiene un carro del año. Yo no necesito eso. Álvaro no necesita eso. (…) Esto es pura satisfacción. Quien de verdad rescata con el corazón es imposible que haga plata. La pierde toda. Uno no hace plata rescatando animales. Hace plata un refugio que te pide ¢50.000 o ¢70.000 para recibir un perro al que le dan dos días y después lo duermen”, asevera la mujer, de 52 años, y quien habla sin rodeos.
LEA MÁS: Territorio de Zaguates llega a Netflix
Es importante aclarar que en este lugar son rigurosos para dar en adopción a algún animal, pues muchas veces los buscan para amarrarlos y tenerlos para cuido, o incluso, cuando son razas fuertes los pueden pedir “con intención de meterlos en peleas de perros”.
“Cómo te vas a llevar un perro que está feliz aquí para ir a amarrarlo. No es que no los queremos dar en adopción. Yo feliz de que se lleven a estos perros a estar bien. Tampoco voy a mandar un perro a un lugar de dónde he sacado 10, 12, o 14 perros. Lo ideal sería que rescaten uno de ahí. Otra cosas es que aquí nosotros los castramos. (En el caso de los de raza) no les pueden sacar un cinco. Entre más puros son, más rápido se castran”, explica la pareja.
Un día de perros
Un gran portón de metal separa la calle del territorio en el que viven más de 1500 perros, según datos de los fundadores.
Su hogar es una enorme finca que da con la montaña en Carrizal de Alajuela. El terreno era propiedad del abuelo de Lya, quien amaba a los animales, cuenta ella. Por eso es que esta tierra es para cuidar perros en honor al amor que sentía el señor por los seres vivos.
En este lugar trabajan cerca de una docena de personas, en su mayoría muchachos jóvenes que tienen a su cargo a los perros. Los llevan a caminar y correr a la montaña para que quemen energía y también los hacen su manada. Cada joven de estos, como es el caso de Luis Ramón Martínez Jarquín (22) y Félix Sevilla Jarquín (19) cuenta con un grupo de perros que les siguen y les ven como sus amos.
Estos jóvenes tienen la tarea de darles alimento, llevarlos a correr o “amansarlos” cuando están recién llegados.
Al equipo también se unió don Jorge (el señor que Álvaro llevó junto a sus perros al territorio). Don Jorge vive tranquilo, solo dice que tiene un deseo: una prótesis dental para poder comer, pues luego de tantos años en la calle perdió muchas cosas. Sentado en una piedra y rodeado de su pequeña manada, pasa las tardes.
Al ingresar al territorio es común que decenas de estos simpáticos animales bajen a la entrada a recibir a los visitantes. Siempre se debe estar atento porque algún escurridizo podría escapar.
La mayoría de estas criaturas son amigables. Dan mordiscos cariñosos en señal de juego o se paran de dos patas para saludar. Mueven sus colas y ladran para dar la bienvenida.
El día de esta visita topamos con perros grandes y otros muy pequeños. Gordos y flacos. Zaguates como Orotina que se caracteriza por solamente tener tres patas o Willito, un pequeño a quien se le murió el dueño y fue abandonado. Hay otros de raza como Dayra, una gran danés, o Theo, un inquieto pero mansísimo Doberman.
En este encuentro vimos unos 300 perros, todos con su respectiva placa con nombre y número de expediente (como se los exige el Servicio Nacional de Salud Animal -Senasa-). También había otros más despistados descansando en sillones y los más atrevidos incluso en techos.
Otros estaban en distintos encierros, pues según dicen, deben de esperar hasta que su placa esté lista. En otra sección se encontraban animales recuperándose de enfermedades o castraciones, así como perros que están desanimados o en proceso de adaptación. Otros animales andaban caminando entre la montaña.
Los fundadores dicen que la necesidad de animales indefensos es lo que los movió a ayudar.
“La gente dice que de dónde sacamos tantos perros, que no se ven (en la calle). Yo con los ojos de ella (de Lya) logré verlos en todas partes. La gente los ve y es fácil hacerse de la vista gorda. Creen que los perros son problema de alguien más. Cuando vos los ves, los ves en todas partes”, dice Álvaro.
LEA MÁS: ¡Feliz cumpleaños, Firulais! Así son las fiestas para perros en Costa Rica
Cuando aún no tenían Territorio de Zaguates pero sí cuidaban a muchos perros en su casa, una vez llegó un can al que bautizaron como Oso. Dicen que el animal era precioso pero tenía tumores en sus ojos. Lya lo llevó donde un primo veterinario y su intención era devolverlo a sus dueños. Mientras le ponía tratamiento los días pasaron y nunca aparecieron “los propietarios”.
“Oso nos cambió la vida. Teníamos cuatro perros nuestros y los demás eran para dar en adopción. Nadie apareció buscando a Oso y me di cuenta de que la gente abandona hasta los perros lindos. Como le salió ese problema, lo dejaron.
"Lo dimos en adopción siete veces y todas lo devolvieron. Yo dije: ‘este perro no lo hubiera escogido para mí, no es un perro con el que conecte, pero diay nadie lo quiere’. Entonces qué, ¿lo voy a meter a un refugio para que lo duerman? Si no lo adoptaron acá y no le tuvieron paciencia, ¿lo dejamos en la calle o qué? Diay, tengo que apechugar con Oso. Yo no estoy bien dejando un perro en la calle”, contó Lya.
La popularidad de Territorio de Zaguates empezó luego de que Marcela Castro, a quien consideran parte esencial del equipo, empezó a compartir en redes fotos de perros para ser adoptados. Ella le terminó de dar forma al refugio.
“No teníamos norte claro de que haríamos un refugio para perros. Lo que pensábamos era en seguir ayudando. Es imposible que nosotros solos podamos mantenerlo. Necesitamos que la gente nos ayude”, cuenta Álvaro.
Agregó: “Cuando ya no nos daba la cobija un amigo de Lya, Daniel Carranza dijo que hiciéramos una plataforma para recibir ayudas. Diariamente el costo de la comida son más de ¢800.000. Necesitamos 18 sacos. Super Perro nos ayuda con una parte”, contó Álvaro, quien actualmente dirige las obras de la creación de una clínica veterinaria y otras solicitudes que Senasa pidió para que puedan continuar operando. En el Facebook de Territorio de Zaguates solicitan colaboración para concluir con las construcciones.
Aun con responsabilidades millonarias de construcción y el costo que implica alimentar a los perros, Álvaro y Lya sostienen que no se arrepienten de haber empezado con esto, que es cierto que creció como no imaginaron, pero no hay ganas de volver atrás.
“La hemos pasado mal con angustias y pérdidas materiales, preocupaciones. Pero si vos me preguntás yo no me arrepiento de nada. Apenas uno pone el pie aquí, ellos lo saludan. Ves a aquel que se estaba muriendo y ahora hace huecos y jode. O el que no confiaba ahora es el más pega. Eso hace que toda la mierda que comás se vuelva escarcha”, dice Lya.
Uno de los peores momentos que han pasado ocurrió hace unos años, cuando dicen que se metieron a la finca y les robaron materiales valorados en $50.000
“Lo peor que hemos vivido fue cuando nos robaron todo. Vinimos y habían 13 perros muertos. En la euforia en la que sacaron los materiales los perros se pelearon y no hicieron nada para separarlos”, agrega Lya.
Polémicas
Acerca de cómo es la convivencia de tantos perros y de si se hacen daño entre sí, Lya y Álvaro cuentan que ya no porque tienen “excelentes muchachos ayudando”.
“Ellos ya saben cómo van cambiando el ladrido. Si vos no estás atento para regañarlos cuando van escalando, pueden llegar a dañar muchísimo a otro perro si vos no te metés”, dice Lya.
En redes sociales se ha dicho que en Territorio de Zaguates han maltratado a los perros. Ello derivado de un video en el que aparecía Álvaro junto a un voluntario golpeando con una faja a un grupo de canes.
“Tienes que ponerles atención. Distraerlos. La otra vez sacaron un video con el que se les pegó con una correa. No eran palos, era mi correa. Fue un video que hicieron con mala intención. Fue durante un paseo con 300 personas. Subimos a la montaña y allá se nos pelearon los perros. Gastón salchichón es un perro amarillo, es un perro necio. Él estaba de necio con los perros. Se puso a molestar a los perros. Se viene corriendo hacia mí y cuando volteo hay como 17 perros atacándolo”, dijo Álvaro.
Lya agregó: En ese momento tenés que coger un perro y mandarlo a volar para que literalmente te dé chance de llegar al otro”.
Álvaro continuó: “Como los chicos estaban solos y se habían llevado a sus perros para distraerlos, quedé yo solo. Un chico, Maxi, argentino estaba de voluntario. Como no tenía las agallas para entrarles, se quita la correa y empieza a fajearlos para quitarlos encima. Yo hice lo mismo y en dos segundos ya estaban calmados”.
Lya añade: “Tenés que quitarlos de alguna forma o se matan entre sí”.
Durante la estancia en el territorio hubo unas dos ocasiones en las que los ánimos se calentaron y algunos perros empezaron a pelear.
De inmediato Álvaro subió la voz para que se separaran, los cuidadores corrían a separarlos y si todo se intensificaba les pegaban con palmadas.
“Hay que hacerlo en el momento en el que están peleando. No le voy a ir a pegar a un perro por vengarme de él. Se hace lo que se tiene que hacer para que el pleito se acabe sin lastimar innecesariamente al perro”, sentencia Álavaro."
LEA MÁS: Firulais va a la guardería y viaja en buseta: dueños de perros optan por singular servicio de cuido
Territorio de Zaguates también ha sido noticia luego de que en una inspección Senasa encontrara perros congelados.
“Esto no tiene nada de extraño al punto de que ahora Senasa nos pide tener un congelador. Cuando se mueren si no los entierras de inmediato se ponen hediondos. Cuando rescatamos perros de la calle lo primero era llevárnoslos a nuestra casa para que hicieran la cuarentena ahí. Los que no sobrevivían no podían ser enterrados en la casa. Los congelábamos. Nos los traíamos acá. Cuando llega Senasa aquí, están perfectamente empacados. Eran tres más la mascota de Lya, Frizzzy”, dice Álvaro.
De inmediato Lya agrega que ella quería cremar a su perra pero que en ese momento no tenía el dinero.
“Cada centavo era para alimento. No podía agarrar ¢30.000 para cremar a mi bebé. El asunto es que ahora nos piden que tengamos un cuarto con congelación con el rótulo de morgue. Para meterlos en congelación antes de hacer el hueco”, dice.
Álvaro añade con ironía: “No sé cuál era la polémica, que si nos los íbamos a comer, que los íbamos a vender para que hicieran cantonés o qué?”.
Un episodio que también trascendió fue cuando perros entraron a un apartado en el que tenían gatos en jaulas y los atacaron.
“Ese día estaba de visita acá una escuela. Abrieron la puerta. Se metió un perro y los carajillos salieron corriendo. Fue horrible. Espantoso. Y pasó porque alguien que no sabe como se manejan las cosas abrió la puerta. Nosotros no escogimos rescatar gatos pero nos los dejaban aquí”, contó Lya. Ahora los gatos que rescatan los llevan a un refugio en Guanacaste, que dirige una señora quien voluntariamente llega a territorio a bañar perros.
Para este artículo se consultó a Senasa si ellos tenían un historial de denuncias presentadas contra Territorio de Zaguates, mediante correo electrónico informaron que no hay ninguna. Eso sí, especificaron que basados ellos regulan el establecimiento del refugio basados en la Ley 8495, que indica que deberán contar con Certificado Veterinario de Operación aquellos donde se concentren animales, entre los cuales se encasilla los refugios de animales.
“Específicamente, la relación de SENASA con Territorio de Zaguates se documenta desde el año 2013, momento desde el cual se han realizado una serie de visitas de inspección, que han generado órdenes sanitarias relativas a registro de entradas y salidas de los animales, castración, desparasitación y vacunación de los animales, su atención médico veterinaria, tenencia responsable, entre otros. Mientras que, por su parte, el Ministerio de Salud, quien ha estado inmerso en el tema, ha emitido órdenes a efectos de que dicho establecimiento cuente con un plan de manejo de desechos”.
¿Y el futuro?
Esta pareja no quiere que el refugio continúe creciendo. Su intención es la misma que la del inicio: ser un recinto para albergar perros geriátricos.
“Queremos poder lograr cambiar mentalidades. Que se cambien leyes. Los perros tienen que castrarse gratuita y obligatoriamente por ley. Que sea como pagar el marchamo o los impuestos. Si quiere sacar cría de perros saque patente”, dice Álvaro desde una de las colinas del que ellos califican un “paraíso para perros”.