Comerciar artículos de segunda mano y antigüedades puede verse de muchas formas. Según edades y gustos, para algunas personas es algo que sucede en “el Sinaí del centro”; mientras que para otras es uno de los muchos perfiles que se han creado para este propósito en redes sociales, como Instagram. En algo podemos estar de acuerdo, y es que comprar de segunda mano es una actividad que se ha normalizado en los últimos tiempos, por diversas causas.
Las razones por las que alguien toma la decisión de adquirir artículos usados varían. Para una señora fue encontrar, después de años, el disco de Los Churumbeles de España en la mercadería de Óscar Araya, dueño de Acetatos y Vinilos Óscar.
Puede que sea una persona cuya debilidad es la mantequilla y que vio en el puesto de Teddy Montero el mantequillero perfecto para honrar su placer culposo. Y puede parecer un hecho muy curioso, pero historias como esta abundan entre la clientela de este experto en antigüedades.
Puede ser alguien que recientemente haya optado por un consumo más sostenible y que prendas como las de Lulú Reuse y camisas modificadas como las de Melena Vintage resuelvan las necesidades de su armario. O bien, alguien que encuentra cierto encanto en leer historias que otros ojos ya han saboreado y va de cacería al stand de Libros de Manuela.
Los expertos detrás de todo
Ahora, haber encontrado ese ítem ideal no fue casualidad del destino. Los tesoros que pueden hallar han sido seleccionados previa y cuidadosamente por sus vendedores. Y aquí es donde vale la pena preguntarse, ¿cuál es la historia detrás de estos pequeños emprendimientos? Les prometo que vale la pena buscar la respuesta a esa pregunta.
Podemos remontarnos en el tiempo, cuando para Liza Biamonte Castro, Lulú Reuse (@lulu.reuse) comenzó hace una década como un hobby mientras terminaba sus estudios en Artes Visuales. O en el caso de Oscar Araya (@oscararaya.vinyl), comerciar vinilos y acetatos fue como regresar a su época de quinceañero cuando coleccionaba discos de The Beatles, después de 30 años de laborar como soldador.
Si tuviera que comparar su tiempo como soldador con su dedicación actual, el coleccionista lo describe de la siguiente forma: “En este asunto de los discos, es una paz y una tranquilidad… Tras de que a mí me gusta la música, porque yo también soy coleccionista, tengo mi colección personal; me encanta estar en la tienda cuando estoy solo oyendo música y probando discos.”
Para Pablo Jiménez, su trabajo con la ropa de segunda mano inició en 2011 pintando camisetas a mano y ha pasado por distintas transformaciones hasta nacer Melena Vintage (@la_melena_vintage). Esta fue una marca hija de su primer negocio: “La percha”, una tienda física en San Pedro que además de vender ropa de segunda, ofrecía realizar modificaciones personalizadas a la ropa dentro del mismo establecimiento.
Pero también pueden ser ideas más recientes. Para Teddy Montero (@ted_mv), vendedor de antigüedades, comenzar este negocio hace cuatro años fue una de las respuestas a una época emocional complicada durante su experiencia laboral como ingeniero civil. Y una manera de honrar las afinidades que veía en su mamá y su abuela cuando era pequeño. Pero, para la dueña de Libros de Manuela (@loslibrosdemanuela), empezó hace 5 meses como una misión de liberar a su madre de los tantos libros que abarrotaban su casa.
De innovación a tendencia
Estos negocios se encuentran principalmente en plataformas como Instagram y Facebook. De hecho, durante los últimos años, la proliferación de perfiles con este propósito se ha vuelto muy común, especialmente cuando hablamos de ropa.
Liza Biamonte Castro, dueña de Lulú Reuse, comentó que cuando ella incursionó en este mercado, aproximadamente hace 10 años, este tipo de negocios se percibían como algo innovador, mientras que ahora es un tipo de consumo normalizado y en tendencia.
Hoy el reto recae en diferenciarse entre tanta oferta, lo cual llevó a Liza a sacar diplomados en asesoría de imagen y complementar sus servicios con este conocimiento. Además, rescata la importancia de la atención al cliente: “La parte de dar un buen servicio al cliente es primordial (…) Ese primer acercamiento con una tienda va a ser demasiado importante como para darte el gusto de hundirte a fondo”.
También hay evoluciones que llegan con el crecimiento. Óscar Araya inició con la colección de discos que le compró a uno de sus clientes de soldadura y ahora importa vinilos y acetatos de Estados Unidos para complacer los gustos de sus compradores. A esto se le añade que su mercadería se ha expandido y también abarca cassettes, walkmans y equipos de sonido antiguos.
La historia de Pablo Jiménez está compuesta por aciertos y errores: si bien en su momento llegó a tener varias tiendas físicas de su primer proyecto “La Percha”, el cierre abrupto de estas le llevó a escoger su nicho y potenciar la marca Melena Vintage, la cual se centra en la creación de colecciones de ropa compuestas por prendas únicas, diseñadas a base de prendas ya existentes.
Por su parte, Teddy Montero inició un pequeño colectivo con amistades que al igual que él tienen emprendimientos que se basan en la comercialización de productos de segunda mano. De hecho, han realizado dos ediciones de la Feria Vintage Escalante, un espacio donde exhiben no solo su mercadería, sino también la de otros pequeños negocios que buscan crecer.
Negocio nómada
Para quienes aún no han podido atravesar la brecha digital, está la opción de visitar estos emprendimientos en espacios físicos como ferias.
Una vez al mes, el Parqueo Público de la Estación del Atlántico se convierte en el mercado de pulgas más visitado de San José: Bombazar Top. Aquí pueden encontrar joyas en forma de libros, antigüedades, discos, vinilos, accesorios y ropa de segunda mano, y si tienen suerte, hasta modificada. Los únicos requisitos para asistir son tener su mascarilla puesta, desinfectarse las manos antes de entrar y llevar toda su buena actitud. Y si sus mascotas juegan un papel importante en esto último, también pueden ingresar.
Es en ferias como Bombazar y Feria Vintage Escalante donde Liza Biamonte Castro y Teddy Montero nos comentan que hacen la mayoría de sus ventas. “Fue un éxito, para mi fue como una nueva vida a la tienda”, expresó la dueña de Lulú Reuse.
Principalmente porque en estos espacios físicos, han podido exponerse a públicos a los que antes no tenían acceso ya que asisten personas de todas las edades. Según explica Teddy Montero, comerciante de antigüedades: “Yo apuesto por una nueva generación de personas que admiren la belleza en la calidad y en el tiempo”.
Después de conocer la magia, compuesta por experiencia y paciencia, detrás de este nicho de mercado, ¿usted se animaría a ser parte de esta generación?