"COMPATRIOTAS!
A LAS ARMAS! –Ha llegado el momento que os anuncié. Marchemos á Nicaragua á destruir esa falanje impia que la ha reducido á la mas oprobiosa esclavitud: –marchemos á combatir por la libertad de nuestros hermanos.
"Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarse contra sus tiranos.– Su causa es nuestra causa. –Los que hoy los vilipendian, roban y asesinan, nos desafian audazmente é intentan arrojar sobre nosotros las mismas ensangrentadas cadenas. –Corramos á romper las de nuestros hermanos y á esterminar hasta el último de sus verdugos.
”No vamos á lidiar por un pedazo de tierra; no por adquirir efímeros poderes; no por alcanzar misérimas conquistas, ni mucho menos por sacrílegos partidos. No. Vamos á luchar por redimir á nuestros hermanos todos de la mas inicua tiranía, vamos á ayudarlos en la obra fecunda de su generacion, vamos á decirles. –Hermanos de Nicaragua, levantaos: aniquilad á vuestros opresores. Aqui vemimos á pelear á vuestro lado, por vuestra libertad, por vuestra patria!. –Union, Nicaragüenses, union” –Inmolad para siempre vuestros enconos. –No mas partidos, no mas discordias fraticidas!– Paz, justicia y libertad para todos! Guerra solo á los filibusteros!” (sic)
El 1. ° de marzo de 1856 el Boletín Oficial de Costa Rica, publicó en la primera página de su edición sabatina la proclama del presidente Juan Rafael Mora Porras a los pueblos de la República, donde instó a los costarricenses a levantarse en armas en contra de los filibusteros dirigidos por William Walker.
Al día siguiente, domingo 2 de marzo, el presidente leyó la proclama en el parque central de San José. A partir de esas palabras dichas públicamente en el centro de la capital costarricense y que llegaron a otras partes del país por medio de la publicación del Boletín Oficial, los ticos emprendieron la Campaña Nacional de 1856-1857.
Una copia de esa publicación está resguardada con celo, cariño y muchos cuidados en la Biblioteca Nacional. El papel periódico tiene un color café añejado por los 163 años que pesan sobre él, en sus páginas se lee la historia contada por los protagonistas, quienes usaban el documento oficial del gobierno para informarle a la población de Costa Rica sobre el desarrollo de la Campaña Nacional. Es una joya histórica digna de admirar, un regalo para la vista, para el conocimiento y para la identidad de los costarricenses.
Ese Boletín Oficial es parte de la sección de colecciones especiales que, orgullosamente, la Biblioteca Nacional guarda y protege en sus instalaciones, en los estantes de dicha sección está parte de la historia de Costa Rica contada por sus personajes principales. Allí, en un ambiente controlado con una temperatura entre los 21 y 22 grados celsius se encuentran documentos oficiales, mapas, periódicos, revistas, libros, fotografías y otras publicaciones que forman el patrimonio documental de nuestro país.
De hito en hito, la Biblioteca Nacional cuenta con documentos que han servido para registrar la historia. Ejemplo de ello son los archivos de los periódicos nacionales que anunciaron le rendición de las tropas de Walker, en 1857.
“¡Walker ha sucumbido! –¡Paz, gloria y libertad a sus vencedores!
”Jefes, oficiales y soldados todos de las fuerzas aliadas de Centro-América:
”Costa-rica os saluda, Costa-rica os felicita por vuestro noble comportamiento. Yo os doy en su nombre las mas fervientes gracias por el honroso triunfo que unidos habeis conquistado. –Que esa union, ese amor á la Patria y á sus santos derechos, crezcan y sean fecundos para todos.
”Os habeis abrazado sobre el campo de batalla: permanezcamos siempre así y Centro-América verá estinguirse las revoluciones que la han despedazado y disiparse los peligros que aun la rodean.
”Veneracion á los que rindieron su vida en tan cruenta como santa luca. ¡Loor perpetua á vosotros!” (sic).
Firmada por Juan Rafael Mora presidente de la República, en San José el 7 de mayo de 1857, este escrito fue publicado en el periódico Crónica de Costa Rica. Así, don Juanito anunciaba a los ticos y de paso a los centroamericanos, del triunfo de nuestras fuerzas armadas ante los estadounidenses invasores.
Tesoros
La Biblioteca Nacional se fundó el 13 de octubre de 1888 y desde ese momento se ha encargado de recopilar, conservar y difundir el patrimonio documental del país. Su creación fue idea del educador costarricense Miguel Obregón Lizano, quien instó a que, tras el cierre de la Universidad Santo Tomás (20 de agosto de 1888), se guardara la colección bibliográfica de la institución educativa en una nueva biblioteca que comenzaría a partir de ese momento a trabajar en la recopilación de documentos. En homenaje a su visión, la institución lleva el nombre de su fundador.
“La biblioteca es una herramienta de rendición de cuentas, de transparencia. Cualquier persona puede venir a analizar documentos porque aquí puede encontrar desde libros hasta periódicos, revistas, leyes, audiovisuales; todo con temáticas de educación, política, arte, deporte y ciencia. Es un pilar de la democracia, nos pertenece a todos”, definió Laura Rodríguez, directora de la Biblioteca Nacional a la institución que en el 2018 cumplió 130 años de servicio al país.
La sección de colecciones especiales está vigilada por dos expertas: Rosemary Pacheco y Flor Quesada son las encargadas de chinear y cuidar las joyas de la memoria del país. A esta sección solo se puede ingresar con un permiso especial y siempre se está acompañado por alguna de las dos funcionarias, ellas son las que manejan los documentos ante alguna consulta.
En colecciones especiales se pueden encontrar otros tesoros del país. Allí se guarda una copia de la primera edición de la Constitución Política de Costa Rica, la de 1871 y que estuvo vigente hasta 1949; también están los recordados periódicos de caricaturas que reflejaban la realidad de la sociedad costarricense dibujada de manera crítica y satírica por artistas.
Otro de los ejemplares que más llaman la atención es la primera edición que se publicó del libro Cocorí de Joaquín Gutiérrez. Esta edición, cuya portada fue ilustrada por el chileno Coré (seudónimo de Mario Silva Ossa) ganó el premio del concurso que realizó la Editorial Rapa Nui en 1947.
Entre los documentos de la memoria se encuentra también el famoso Libro Azul, una publicación que se hizo en 1916 para promocionar el turismo en Costa Rica.
El libro hace una explicación breve pero concisa sobre la situación social costarricense. Está redactado en inglés y en español, en sus páginas se encuentran artículos que hablan sobre cómo era el sistema bancario nacional, cómo se encontraban las vías de tránsito en esos años; tenía una sección comercial en la cual presentaba los almacenes de compra, las zapaterías, las tiendas de ropa. Además le explicaba a los turistas dónde estaba el hospital San Juan de Dios, a quienes atendía y los servicios que ofrecía; lo mismo hacía con el Hospicio de Leprosos Las Mercedes y el Asilo de dementes Chapuí.
También daba a conocer las bellezas naturales de nuestro país como los volcanes y las aguas termales.
Como vemos y por lo delicado de sus inquilinos, las colecciones especiales no pueden estar al acceso directo del público, por eso incluso se construyó una sección diferenciada en el edificio para estos documentos hace aproximadamente 10 años.
Sin embargo, como parte del trabajo que realiza la biblioteca para acercar al costarricense a su historia, los documentos tienen una versión digital que se puede acceder fácilmente por medio de la página web de la institución. Este es uno de los trabajos más importantes que ha realizado la biblioteca en los últimos años.
Recopilar
Según su directora, en la biblioteca han trabajado constantemente en quitarle la idea al público de que allí solo se “guardan cosas viejas”. Un ejemplo es que se encargan de archivar diariamente los periódicos del país o las producciones artísticas (musicales y audiovisuales) que se producen actualmente.
En una atención más abierta al público, la biblioteca presenta sus colecciones más recientes, incluso en versión digital. Dirigidos por los especialistas de la biblioteca el público puede consultar periódicos, artículos, libros, revistas, dibujos, audios, partituras, videos, mapas y fonoteca.
En este último apartado se archivan las obras musicales de nuestro país. La biblioteca en colaboración con la Asociación de Compositores y Autores Musicales de Costa Rica (ACAM) han realizado un trabajo arduo de recopilación de las obras nacionales.
Por el momento la fonoteca cuenta con una hermosa y amplia colección de música costarricense que va desde lo más folclórico hasta lo bailable y popular. Para un melómano estar en el espacio donde se guardan los discos físicos de la historia de la música nacional es como una fiesta.
Cabe aclarar la diferencia entre la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional. “Al Archivo le toca resguardar los documentos que no se han publicado, como cartas o protocolos, es por eso que ellos tienen las actas de Independencia. La Biblioteca guarda todo lo que se produce y publica en Costa Rica como libros, periódicos, revistas, música, audiovisuales, etcétera”, explicó Rodríguez.
“Lo que no queda guardado en la Biblioteca Nacional es como si no existiera porque después los documentos, la música o las publicaciones se pueden perder de mano en mano”, afirmó Rodríguez. Este es un llamado a los autores a que se acerquen a la biblioteca para coordinar la entrega de los materiales.
Para cumplir con esta labor a la Biblioteca Nacional la amparan la Ley de Imprenta y la Ley de Derechos de Autor y Derechos Conexos que indican que los editores, impresores, productores, autores y compositores deben de entregarle a la biblioteca tres ejemplares de sus publicaciones.
Se busca democratizar la cultura, contribuir a la crítica y al cuestionamiento que fomentan la mejora de la sociedad; para lograrlo necesitamos tener los documentos para poderlos difundir”, explicó la directora de la institución.
Por otra parte, la administración de la Biblioteca Nacional también busca acercar más a los costarricenses a su historia, a su identidad. “Había otro mito de que la biblioteca era solo para unos cuantos, para académicos, que era elitista. Nuestra idea es poner en manos de todos la memoria del país y para lograrlo hemos echado mano de la tecnología”, explicó la directora.
Este gran trabajo por la sociedad costarricense es llevado a cabo por un total de 25 funcionarios que laboran en la biblioteca. Entre especialistas, administrativos y guardas de seguridad, la Biblioteca Nacional es la memoria de Costa Rica.
Conservar
Cinco restauradores son los encargados de alargar la vida de los documentos “más viejitos”, de esos tesoros irremplazables.
Luis Gutiérrez y Gilbert Cascante tienen 43 años de trabajar para la Biblioteca Nacional, ellos son dos de los expertos del equipo de restauración que se encargan de tratar a los “enfermos” de la biblioteca.
“Tratamos enfermitos que llegan aquí en estado crítico, bastante mal, con grados de oxidación muy importantes, con enfermedades del papel, oxidación y muchas veces sin pedazos o remendados con cinta adhesiva”, explicó Gutiérrez.
Su trabajo, que se debe de considerar como todo un arte, los lleva durante muchas horas y días a trabajar minuciosamente en la restauración de sus “pacientes”, como de cariño llaman a los documentos que llegan a sus manos.
"Se hace un tratamiento físico y químico para que el documento recupere su estabilidad y su esencia. Lo primero que hacemos es determinar cuál es el tipo de enfermedad que tienen para decidir cuál tratamiento aplicarles, la intención es darle más vida útil con un trabajo delicado de empastado y cosido”, contó el experto.
Cada restaurador se encarga a la vez de un único documento porque el proceso que deben de realizar necesita de muchos cuidados y delicadeza. Desde que toman un “enfermo” hasta que lo devuelven totalmente recuperado a su estante de archivo, ellos se dedican a restaurar hoja por hoja.
“Se lavan, se hidratan, se aplican químicos para neutralizar la acidez, se usa bicarbonato para blanquear, se hacen injertos de papel, hay unos pobres que vienen como en paro cardiaco. Este trabajo es muy importante porque les da a los documentos entre 50 y 100 años más de vida”, agregó el restaurador.
Para realizar su trabajo, el equipo de restauración cuenta con el apoyo de unas máquinas encuadernadoras y cortadoras que llegaron a la biblioteca en los años 70, son alemanas y, según Gutiérrez, de muy buena calidad.
Difundir
El primer edificio de la Biblioteca Nacional se ubicó en un local cerca del Mercado de Abastos en San José. Para 1907 la biblioteca estrenó un edificio localizado entre calle 5ª y avenida 1ª, que fue construido por el ingeniero Nicolás Chavarría.
En esos lugares la consulta de los documentos estaba abierta para el público, como debe de cumplirse según el pilar de la difusión que cimenta la labor de la biblioteca.
El 15 de setiembre de 1971 se inauguró el edificio que ocupa actualmente la Biblioteca Nacional, ubicado al costado norte del Parque Nacional.
“El tema de la seguridad es muy serio, es una de nuestras luchas porque no hay un sistema contra incendios, por ejemplo. Hemos logrado invertir poco a poco en arreglos necesarios como el cambio del sistema eléctrico, se reforzaron las gradas, se trabajó en la puerta para que no entre el humo de los carros que daña al papel, nos impermeabilizaron la loza y nos pusieron una cubierta para evitar filtraciones. Pero necesitamos el sistema contra incendios porque el fuego es tan dañino como el agua para el papel”, explicó Rodríguez.
Desde ahí y aunque necesita muchas intervenciones para conservar el patrimonio documental que resguardan, la biblioteca se encarga de continuar con la difusión de la información que hay dentro de sus paredes.
Cualquier persona con una identificación con fotografía puede ingresar a la biblioteca a realizar sus consultas. Los visitantes tienen la oportunidad de ser guiados por expertos de la institución en sus búsquedas, hay acceso a documentos bajo la supervisión de los funcionarios.
Pero también, más allá de ser un centro de consulta de la historia costarricense, la biblioteca se ha esmerado por acercar más al público a sus instalaciones, a sus secretos y a sus joyas.
Su portal web cuenta con un archivo digital de fácil uso, muy intuitivo y allí tienen cerca de 162.000 documentos digitalizados. Entre los servicios de la biblioteca hay préstamos de documentos para las salas de lectura, Internet inalámbrico, préstamo de computadoras con acceso a Internet, visitas guiadas, charlas, cursos, talleres y exposiciones.
A partir del 8 de octubre, esta institución en conjunto con la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura de la Universidad de Costa Rica, tiene abierta la exposición Eunice Odio: un recorrido historiográfico de su obra”, en conmemoración del centenario del natalicio de la poeta costarricense. En la exposición se incluyen obras documentales y obras de artistas plásticos relacionados con la escritora.
El 15 de octubre se celebrará el Día de las escritoras con la participación de las autoras Vilma Faingezicht, Marianella Sáenz, Flor del Carmen Rodríguez, Marlene Ramírez, Ani Brenes y como invitada especial Pauline Gordon.
De cerca, así es como un país debe de tener a su historia. En la mente muy fresca y en el corazón con orgullo; la memoria del ser costarricense debe de conocerse para forjar una mejor sociedad. Las puertas de la Biblioteca Nacional están abiertas, acérquese, descubra, conozca, aprenda y maravíllese con sus secretos.