Jorge Mario Bergoglio, el nuevo Pontífice, creció en una modesta casa de jardín con dos árboles frutales –uno de limón y otro de toronja– en el barrio de Flores, un sector de clase media en Buenos Aires.
Los Bergoglio, inmigrantes italianos, formaron una familia de seis miembros –eran cuatro hijos, contando al ahora exarzobispo de Buenos Aires– que vivían del salario paterno: primero, su padre fue empleado ferroviario y después, operario textil. En cuanto a la madre, siempre se desempeñó como ama de casa.
En la misma manzana, vivía una de las dos novias que, se sabe, tuvo en su adolescencia el ahora Papa. “Nosotros jugábamos en la vereda”, cuenta Amalia Damonte, de 76 años. “Más que jugaban”, añade su consuegro. Entonces Amalia relata que cuando Bergoglio tenía 12 ó 13 años, él le entregó una carta en la que le proponía casarse, le prometía que iba a conseguirle una casa y le decía que, si ella no aceptaba, se haría cura.
Según el relato, los padres de Amalia descubrieron la carta y se molestaron mucho con su hija. El papá le dio una paliza a la joven y la mamá destruyó la misiva. Desde aquel momento, Amalia tomó distancia del muchacho. “Sé que va a ser un gran Papa. Él tenía una buena familia, eran limpios, lindos... Siempre decía que su madre era la Virgen María”, recuerda Amalia.
No muy lejos de allí está el colegio Misericordia, al que asistió Jorge Mario Bergoglio en preescolar y primaria, y donde la monja Dolores Tortolo lo preparó para su primera comunión. “Jorge va a llegar a algo muy grande”, decía la fallecida Dolores cuando él ya era sacerdote, según relata la directora del colegio, la hermana Teresa Rovira, desbordada por tantas solicitudes de entrevistas.
Decidido y tenaz
“El nuevo Papa es porteño y de Flores”, decía la semana pasada un padre que celebraba misa en la basílica de San José de Flores. En uno de los confesionarios de ese templo, un Bergoglio de 17 años encontró su vocación sacerdotal inspirado en las palabras que escuchó de un cura. En ese entonces tenía “una noviecita”, según él mismo contó muchas veces pero, cuatro años más tarde, entró al seminario.
Los vecinos recuerdan que era muy estudioso y que dejó de jugar futbol en las plazas cuando comenzó su formación sacerdotal. Eso sí, aquel hincha y socio del San Lorenzo –uno de los cinco clubes más populares de Argentina–, nunca dejó de seguir a su equipo.
El papa Francisco cursó la secundaria en la Escuela Técnica número 27 y obtuvo allí el título de técnico químico en 1955, el mismo año en que Juan Domingo Perón fue derrocado por un golpe de Estado. El rector actual de la institución, Néstor Piana, conoce algunas anécdotas sobre el joven Jorge.
Entonces la Escuela no permitía llevar insignias políticas en la vestimenta, pero Bergoglio portaba el escudo del Partido Justicialista (peronista).
Le llamaron la atención, pero a los tres días insistió con el símbolo del PJ y acabó recibiendo una sanción. Además de peronista, era muy evangelizador, tanto así que a dos de sus compañeros de colegio los persiguió con toda “una campaña” para que hicieran la primera comunión, algo que finalmente sucedió.
Otra anécdota sobre él dice que, siendo ya arzobispo de Buenos Aires, se le acercó la esposa de un amigo de colegio a comentarle preocupada: “Mi hijo se ha alejado de la Iglesia”. “¿Es una buena persona?”, le preguntó el obispo. “Porque eso es lo que vale”, subrayó aquella vez.