Contra todos los pronósticos, incluso de los bien intencionados consejos de quienes le recomendaban “pensionarse y descansar” y sin dejarse amedrentar ni siquiera por el covid-19, el empresario Carlos Felipe Huezo, propietario del emblemático restaurante Friday’s Bandera (como se le conocía por su proximidad con la Rotonda de La Bandera, en Sabanilla) reabrió las puertas de su antiguo negocio en una versión que mantiene el ADN pero, digamos, más portentosa... en todos los sentidos.
Aún está fresca en la retina colectiva la imagen de Huezo, acompañado de sus colaboradores de décadas y hasta de las familias de estos, el 29 de noviembre pasado, mientras sacaban sus últimas pertenencias del negocio, con nostalgia y pesadumbre, al tiempo que la maquinaria del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) empezaba a derribar los rótulos, como parte del inicio de la desaparición del icónico negocio.
El terreno del antiguo restaurante es uno de los necesarios para la construcción de un viaducto en el lugar que hoy ocupa la rotonda de la Bandera, una de las obras que impulsa el MOPT con el fin de descongestionar el tránsito y agilizar el flujo vehicular por la vía de Circunvalación. De ahí que se ordenara, desde hace varios años, una expropiación que generó un prolongado proceso burocrático entre las partes involucradas, hasta que finalmente el Gobierno pudo hacerse con el terreno, ya formalmente en diciembre pasado.
Como se trataba de la crónica de un cierre anunciadísimo, el desalojo no generó sorpresa, aunque fue imposible que la escena de ver a los empleados apilando las sillas y las mesas y retirando los cuadros y placas que cubrían las paredes del local, generara, como mínimo, una gran nostalgia.
Entrevistado por la prensa, un Carlos Felipe sereno acopió una de sus frases-estandarte: “Vamos a vivir estas 24 horas, y mañana las siguientes 24... trataremos de seguir siendo proactivos”, agregó. El empresario, de 60 años, dijo en ese momento que todos sus esfuerzos eran para ganar tiempo y dejar bien ordenado todo lo respectivo al futuro de sus colaboradores −algunos de los cuales tenían más de 30 años de trabajar con él− y aprovechó también para agradecerles a sus clientes por “tantos años de fidelidad”.
Poco antes, en declaraciones a La Nación, sus empleados calificaron a Huezo como “un patrono justo” y manifestaron absoluta tranquilidad con el pago de sus prestaciones.
Lo cierto es que 34 años pesan y, en el caso de Friday’s, un período tan extenso propició “enganchar” a varias generaciones de clientes que lo consideraban su restaurante favorito, no solo por sus platillos, que innovaron en la Costa Rica de finales de los 80, sino por la familiaridad que se generaba entre sempiternos bartenders y saloneros que ya conocían al dedillo los gustos de los clientes.
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Esa misma clientela fija, allegada también a Carlos Felipe Huezo, su esposa e hijos, quienes permanecían también por periodos en el negocio, empezó a sufrir una especie de luto cuando trascendió en los medios de comunicación que Friday’s desaparecería del mapa, literalmente.
Durante el 2019, esos clientes fijos aumentamos las idas al restaurante que teníamos 30 años de frecuentar, sabedores de que estaríamos disfrutando de los últimos tiempos de un lugar que había marcado tantos encuentros y vivencias felices en medio de una gastronomía espectacular, como el famoso plato emblema de la casa, el “Pollo Dijón”.
De pronto, aquello se convirtió en una especie de cofradía. Carlos Felipe percibió el gran interés de sus clientes y allegados y salía con más frecuencia de su oficina para compartir un poco con quienes querían saber cuáles serían los planes, cuánto tiempo le quedaba al negocio, a qué se dedicaría una vez que ocurriera lo inevitable y Friday’s desapareciera.
Muy a su pesar, muchos le recomendaban que aprovechara y cerrara el ciclo, que a sus 60 años y por su condición física y buena salud, herencia de su gusto de siempre por el deporte, tenía la oportunidad de descansar, disfrutar más a la familia, a los amigos, despegarse de la esclavizante rutina que implica tener un restaurante de la envergadura de Friday’s, abierto de lunes a domingo.
En aquellas tertulias, Huezo escuchaba, agradecía, pensaba y dejaba entrever que “pensionarse” era una opción, pero que por aquello, tenía visto uno que otro local por ahí. “Vamos a ver qué pasa en las próximas 24 horas, más allá de eso, no sé”, afirmaba.
Sin embargo, la posibilidad de “clonar” Friday’s nos parecía casi utópica... mucho menos, en un plazo tan corto.
Pues sí. Así ocurrió. Resulta que no bien habían dejado las instalaciones originales ya oficialmente en manos del MOPT, cuando Carlos Felipe −nacido en Estados Unidos pero nicaragüense por todos los costados− transitó por una suerte de dejavú y se devolvió más de tres décadas en el tiempo, cuando se afincó en Costa Rica a principios de los años 80 a raíz de la situación política en su país. Acicateado por un espíritu idéntico al que lo inspiró a sus 24 años a lanzarse a la aventura de abrir tremendo restaurante en el país, se afanó desde el pasado diciembre a buscar lo que sería su nuevo Friday’s.
El empresario puso manos a la obra junto con su familia y allegados una vez que consiguió la casa de sus sueños para reinventarse y reinventar a Friday’s, una hermosa casona de la familia Barzuna, ubicada en Los Yoses, 150 metros al sur de la Tienda Arenas. No hay más señas que dar, pues el inconfundible rótulo (recién colocado) y los techos de tono azul con franjas rojiblancas no dejan lugar a dudas, aunque sí al asombro: ¡Friday’s está de vuelta!.
Apenas unas semanas atrás varios clientes fieles-frecuentes (en realidad, ya a estas alturas amigos de la familia) recibimos la buena noticia pero una era saber y otra, ver para creer.
En medio del tremendo trajín entre constructores encargados de los acabados finales, Carlos Felipe y yo estrenamos una de las mesas ubicadas en el patio interno, el “Beer Garden”, uno de los nuevos aposentos temáticos del flamante nuevo Friday’s. Y entonces sí, ya con la puesta en escena casi lista, y con una satisfacción casi rayante en euforia, el empresario contó con todo detalle su portentosa gesta. Y es que ya se sabe que Roma no se hizo en un día, pero igual cuesta creer que Friday’s resucitó a los tres meses de la desaparición del restaurante original.
Es impresionante, hay que decirlo, que al cruzar el umbral se percibe exactamente aquella sensación que producía en los visitantes frecuentes el antiguo Friday’s, difícil de describir, algo así como dejar cualquier carga emocional de las que nunca faltan puerta afuera, y ser recibido por una sensación de calidez ambarina... de esa misma en la que se tejen los buenos momentos y los mejores recuerdos.
Pues bien, ahí está Carlos Felipe, dando instrucciones, atropellando sus propias palabras en el afán por describir los infinitos detalles del local actual y la gran novedad: en esta aventura, sus dos hijos María Andrea y David Alejandro, emprenderán el viaje con él, apoyados por su esposa Tita Elizondo y los otros hijos, Carlos Felipe y Gustavo Gabriel, quienes no trabajarán en el restaurante pero, como siempre ha sido, serán parte del equipo, nada menos que la familia primaria.
−De verdad, ver para creer. Recuerdo la foto que publicó ‘La Nación’, el 29 de noviembre pasado, donde veías aproximarse los tractores del MOPT. No era una mirada triste, pero sí nostálgica. Y apenas tres meses después (nuestra conversación fue a finales de febrero) tenés a Friday’s erguido, flamante... es como una copia del otro, pero con aires un más modernos ¿es así?
− Exactamente así es. Con resiliencia y paz dejamos atrás un largo y doloroso proceso de expropiación... en un futuro cercano no quedará más que la referencia de aquel punto que nos marcó a todos, quizás muchos harán referencia a una dirección usando el término de “del antiguo Friday’s tantos metros a equis dirección”, tal como recordamos el hermoso higuerón que dejó sus raíces en los corazones de todos y con la fe en que Dios muchas veces te arrebata de la manos cosas buenas para darte otras mejores− dice Carlos Felipe con tono reflexivo y evidente melancolía.
Pero luego vuelve al presente y agrega con ilusión que “Friday’s una vez más se reinventa, aprovechamos para innovar y abrir nuestras puertas en el mismo cantón, esta vez en Los Yoses... es como vos decís, un nuevo concepto arquitectónico y una nueva propuesta gastronómica, pero todo basado en el origen, en la esencia",.
− Empecemos por el principio ¿cómo conseguiste la casa? ¿Siempre supiste que ibas seguir con Friday’s, cuando decías que por el momento solo estabas pensando en las próximas 24 horas?
(Ríe) Sí, creo que sí. Es que este negocio lo empezamos en el 85, éramos (su esposa Tita y él) unos muchachitos que vinimos a hacer emprendimientos luego de ser confiscados en Nicaragua... recuerdo con melancolía un 11 de octubre de 1985, día en que Friday’s abrió sus puertas en una casa de arquitectura victoriana propiedad de la familia Müller, en ese hermoso cantón de San José que es San Pedro (Montes de Oca). Ve si estábamos jóvenes que mi esposa Tita justo ese día estaba cumpliendo 23 años; sin embargo, logramos con nuestra propuesta revolucionar el mercado gastronómico de la época, nosotros introdujimos en el país el llamado ‘casual dinning´, una tendencia que se estaba haciendo muy popular en mercados como el europeo y el estadounidense”
Según dijo a La Nación en el momento del cierre, le resultaba muy difícil recordar lo que ha vivido y las muchísimas anécdotas ocurridas el negocio que ese día llegaba a su final. “Durante todo ese período nacieron mis cuatro hijos... logramos consolidar un grupo de colaboradores, la mayoría con muchísimos años, se les permitió crecer, adquirieron casa, vehículo, carrera profesional y el restaurante nos permitió crecer a nosotros como familia”, expresó.
− Bueno y ahora ¿cuál es el sentimiento, viendo la casa prácticamente lista para arrancar de nuevo?
− Imaginate vos. Ve la maravilla, esta es una hermosa casa propiedad de la familia Barzuna, nos encargamos de impregnarle en cada rincón conceptos distintos, una propuesta respetuosa de la tendencia de la época que fusiona lo urbano con lo industrial y por supuesto sin dejar atrás nuestra esencia, el bistró, con la intención de que seduzca y atrape los recuerdos de aquella vieja casa victoriana.
− ¿El menú se mantendrá?
− Importantísimo. Friday’s incorporará a su variada carta nuevos platos porque queremos adaptarnos a las nuevas corrientes gastronómicas del mundo, pero por supuesto respetando la esencia de nuestros platos más gustados. Aquí es donde entra la creatividad y experiencia en el arte de la cocina de mi hijo David Alejandro, el tercero de cuatro, que en los últimos años se la ha pasado mochileando por países como Argentina, Perú y recientemente Australia... David le dará un respetuoso twist a los tradicionales e icónicos platillos, aquellos que quizá saboreás con el recuerdo y la melancolía de aquel Friday’s, el de los ticos, el de la Bandera, pues hoy serán una realidad, eso nos tiene ilusionadísimos y sé que para nuestros clientes va a ser un hit.
“También vamos a incorporar nuevos y exquisitos platillos, muy en la onda con productos frescos, orgánicos, artesanales y lógico, de primera calidad... yo lo describiría como una nueva aventura “reloaded” o reinventada.
− Carlos Felipe, si ya es un reto reinventar a Friday’s, ¿no lo es más aún abrirlo justo cuando el país y el planeta enfrentan al nuevo coronavirus?
−Claro, nos aventuramos a abrir nuestras puertas en un momento difícil para la población del mundo entero, cientos de miles de personas perdieron la batalla ante el covid-19. Sin embargo, vemos con optimismo, solidaridad y responsabilidad este momento histórico que marcó un antes y un después en nuestras vidas y en todos los sectores económicos.
Aprovecho para decir que lógicamente Friday’s abrirá sus puertas bajo un estricto protocolo sanitario, estamos aprendiendo de las experiencias de aquellos países como Italia, España y Estados Unidos y comprendemos que cuidando y protegiendo a nuestra clientela nos cuidamos nosotros también. El covid es sinónimo de crisis y la crisis es sinónimo de oportunidad, yo lo veo con mucho optimismo y positivismo, el hecho de abrir en este momento en el que el Gobierno está cediendo un poco más con las restricciones. Sí es muy importante para nosotros reiterar que vamos a cumplir al pie de la letra con absolutamente todas las recomendaciones del Ministerio de Salud.
− ¿Volviendo a las novedades, no solo David se involucrará de lleno, también María Andrea, tu hija mayor?
−Exacto, María Andrea es graduada de Patisserie (Pastelería) en la prestigiosa Academia de Le Cordon Blue, en París, y ella estará al frente del Pequeño Rincón, una cafetería gourmet que forma parte del nuevo concepto con una innovadora carta de postres y cafés.
− Tras el recorrido que realizamos se detecta que el lugar tiene la esencia del otro, pero es mucho más grande...
− Ah sí, es que el nuevo concepto es como visitar un parque en Disney (se ríe). En esta hermosa y remodelada casa vamos a tener el Salón Urbano, que son paredes de ladrillos con barro adornadas con objetos decorativos del antiguo Friday’s, conjugada con el arte del lettering del conocido Byron Balmaceda y un mural espectacular de Sergio Guillén. De lo que más me ilusiona es el “Beer Garden”, un patio interno que te conecta con elementos decorativos con el mundo del outdoor. La histórica y tradicional barra en forma de U la conservamos, pero la “hermoseamos” con elementos industriales.
Otra sala que llamamos “Azul” es parte de la nueva oferta arquitectónica, que con melancolía te conecta a través de una escultura de conocidas lámparas estilo Tiffany’s y con cuadros gigantes es el salón que sirve de antesala ... ah, y en la sección El Patio vamos a tener el deck, la escultura de dos puertas antiguas de la casa que van a servir como foto booth del rancho de madera con techo de tejas donde se servirán desayunos los fines de semana.
− ¿Prácticamente listos?
−(Sonríe generosamente y dice, con ojos brillosos) ¡Listos! Estábamos para abrir en marzo y en eso se vino lo de la pandemia, pero no perdimos el ímpetu, terminamos con calma todos los detalles y te puedo decir que Friday’s ya encendió sus turbinas, como bien decís, estamos listos para el despegue. Y para darle cierre a la frase, te puedo decir que el asiento del copiloto aguarda a nuestros clientes tradicionales y nuevos ¡va a ser un viaje maravilloso!