‘Legionarios’ es una serie de Revista Dominical, en la que le ofreceremos historias de costarricenses que destacan como profesionales, emprendedores y/o líderes en el extranjero. Si conoce de un caso que le gustaría sugerirnos, por favor escríbanos a revistadominical@nacion.com
¡Cómo olvidar a nuestras primeras maestras! No solo nos enseñaron a tomar correctamente una tijera o a aprender a leer y escribir, sino que nos mostraron cómo enfrentar la vida fuera de la seguridad de nuestros hogares. Eso es lo que inspira a la Profe Cata, una costarricense que, por amor, se fue a vivir a Estados Unidos, pero que, afrontando una nueva perspectiva de vida, se ha dedicado a cumplir su misión de formar buenos ciudadanos.
Catalina Alfaro, de 43 años, se dio una segunda oportunidad en el amor, lo que la llevó a casarse y viajar a Indiana, Estados Unidos, donde reside y trabaja desde hace siete años.

Desde allí, Catalina ha forjado una comunidad en redes sociales llamada La Profe Cata, con la cual brinda asesorías educativas para padres y maestros. En sus perfiles de Facebook e Instagram comparte conocimientos y aprendizajes con el fin de apoyar a quienes tienen a su cargo la educación de niños y jóvenes.
Catalina Alfaro: de Alajuela a las aulas de Estados Unidos
Oriunda del Invu Las Cañas de Alajuela, Catalina estudió en la escuela Ascensión Esquivel Ibarra, en el centro de la provincia, y en el colegio Gregorio José Ramírez, de Montecillos. Se crió en una familia amorosa con sus tres hermanos y sus padres. Aunque sus papás se divorciaron hace muchos años, siguen siendo buenos amigos, lo cual influyó en la educación de los hijos.
Catalina reconoce que, aunque ama su profesión, estudió educación por casualidad. An la feria vocacional de la Universidad de Costa Rica llegó con interés en la enfermería, pero se topó con un panfleto de educación preescolar. Su madre también es maestra, así que, por conocimiento de causa, puso esta carrera como segunda opción y fue allí donde resultó admitida.
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Después de terminar el colegio, ingresó a la Universidad de Costa Rica en la sede de Occidente en San Ramón, donde se tituló como educadora. Posteriormente, amplió sus conocimientos con una maestría en preescolar y otra en educación primaria. “Me decidí en primera instancia por preescolar porque pensaba que los niños chiquitos eran más fáciles”, contó entre risas.
La Profe Cata, una maestra con experiencia y pasión
Después de graduarse, ejerció como maestra en Costa Rica durante 16 años. Recordó que durante los primeros 12 estuvo “dando vueltas” por muchas escuelas de Alajuela y Heredia. En ese recorrido, tuvo la oportunidad de trabajar al lado de su madre en la escuela David González Alfaro, de Río Segundo. La pasión por la educación es algo fuerte en la familia de Catalina, quien tiene un hermano que es profesor de Estudios Sociales y otro que es microbiólogo y da clases universitarias.
La última escuela en la que dio clases La Profe Cata fue en la Rafael Francisco Osejo, ubicada en La Sabana. Para ese momento, había sido maestra de todos los niveles, desde preescolar hasta sexto grado. “Yo nací para ser educadora, eso es lo que sé hacer y es lo que me apasiona”, dijo con orgullo durante una entrevista virtual con La Nación, en medio de un descanso de su trabajo en el colegio Providence Cristo Rey High School, donde es profesora de secundaria.
Ese amor por su trabajo lo ve como una responsabilidad, ya que los maestros son parte importante de la construcción social de un país. Eso sí, se considera una profesora fuera del molde, porque se ha empeñado en hacer cosas que muchos podrían considerar inusuales en la enseñanza.

“Para mí la parte académica es importante, pero siempre he creído mucho en la conexión y en crear seres humanos de bien para esta sociedad. Entonces, me he enfocado en mantener esa relación con mis estudiantes de parar la clase para comentar alguna noticia de importancia y analizar su afectación en la sociedad. A veces podría causar un poco de controversia, pero es necesario”, explicó.
La profe Cata, una tica en Estados Unidos
En Costa Rica, Alfaro siempre fue maestra de niños y niñas, pero desde su llegada a Estados Unidos ha experimentado otros niveles; actualmente, enseña a adolescentes. “Este es mi primer año dando secundaria. Le tenía un poco de miedo, pero lo amo, me encantó. Creo que me voy a pensionar dándole clases a los jóvenes”, afirmó.
De todo su proceso como educadora, recuerda con mucho cariño las etapas por las que ha pasado y que le han dado toda la experiencia que ahora comparte con otros colegas mediante las redes sociales. Contó que en sus primeros años, cuando le daba clases a los más pequeños de preescolar, amaba las locuras y las ocurrencias de los niños. Al pasar a primaria, descubrió un mundo nuevo y ser parte del crecimiento de los estudiantes fue una gran satisfacción, aunque tenía sus bemoles. “Cuando di primer grado por primera vez me dolió la espalda todo el año. Es algo muy agotador”, narró entre risas.
Después le enseñó a niños y niñas de niveles más avanzados, lo cual fue otro reto más, aunque físicamente menos cansado.
Estados Unidos: La vida en la secundaria de la profe Cata
“Yo me vine a Estados Unidos por puritico amor”, dijo. Ella es la única persona en su familia que vive y trabaja fuera del país. Emigrar nunca estuvo en sus planes de vida, pero al final de cuentas, así es el amor.
La historia de Cata con su esposo Esteban Alfaro es muy particular, ya que se conocían desde pequeños, pero se reencontraron muchos años después y terminaron dando el “sí acepto” tras dos años de noviazgo a larga distancia, dado que él residía en Estados Unidos.
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Cuando Esteban le propuso que eliminaran los miles de kilómetros entre ellos, ella fue muy clara y le dijo que, si se iba a Estados Unidos, todo debía ser legal, así que se casaron.
Además de eso, Catalina se propuso continuar con su labor como maestra. Su primer trabajo fue en una guardería, ya que no tenía conocimiento sobre cómo era el sistema educativo de su nuevo hogar. “Pensé: ‘Hay niños, hay maestras, por lo menos voy a tener roce y voy a saber cómo es tener un jefe gringo’”, contó.
Esa primera experiencia de ocho meses le ayudó con la práctica del inglés y a aprender sobre la educación estadounidense. Después consiguió trabajo en la escuela Global Prep Academy, donde ejerció en un programa de educación dual en el que los estudiantes reciben clases tanto en inglés como en español. Ella era la maestra que daba las lecciones en español. Sin embargo, ahí se enfrentó a alumnos con problemas serios de indisciplina y un trabajo extenuante.

Posteriormente, laboró en un centro preescolar donde aprendió sobre una filosofía llamada Conscious Discipline, que trata sobre disciplina positiva y los estados mentales de los niños. “Aprendí por qué fulanito se comportaba de cierta manera y cómo tenía que reaccionar yo. A partir de ahí, mi mundo cambió completamente”, explicó Catalina, quien ahora tiene una certificación en Disciplina positiva en la familia y en el salón de clases, así como una en Neuroeducación. Actualmente, está terminando una maestría en psicopedagogía, todas mediante clases virtuales que recibe desde Costa Rica.
“Estoy muy orgullosa de decir que soy de Costa Rica, que mis títulos son de Costa Rica y que todo lo que sé lo he aprendido en mi país. Estoy muy orgullosa del sistema educativo costarricense. Todo lo que yo he aprendido en mi país me ha servido para ponerlo en práctica en este”, aseveró. Además, explicó que ha complementado sus estudios con capacitaciones y talleres en Estados Unidos.
En el Providence Cristo Rey High School, Catalina dio por primera vez clases a adolescentes, algo que le encantó desde el primer momento, no solo por los estudiantes que ha tenido, sino porque la institución es privada, pero atiende a jóvenes con pocos recursos y los prepara tanto académicamente como también en el aspecto laboral.
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En el Providence, los muchachos asisten cuatro días a la escuela y realizan trabajos de servicio comunitario en sitios como zoológicos, hospitales o bufetes de abogados. “Los dueños de esos lugares son los que pagan la matrícula de los chicos en la escuela, es una retribución”, explicó. Además, algo que disfruta muchísimo la educadora tica es que el 85 % de la población del colegio es latina.
“Yo les doy español, pero no como idioma porque ya todos lo hablan, sino como materia. Vemos literatura, gramática, sintaxis, ortografía y todo ese tipo de temas. Para mí ha sido como encontrar una gran familia porque me siento muy identificada con mis estudiantes”, explicó.
La Profe Cata: asesorías a través de redes sociales
Todo el aprendizaje que Catalina ha acumulado en sus años de carrera no se lo quiere guardar para ella, así que ideó una manera de compartir sus conocimientos con colegas. Las redes sociales fueron sus grandes aliadas.

Los perfiles de La Profe Cata en Instagram y Facebook han sido el vehículo perfecto para dar asesorías educativas a maestros y maestras.
“Como decimos en buen tico: Yo soy muy bombeta. Así que en Facebook se me ocurrió hacer una página para compartir ideas y mis locuras con otros educadores”, recordó. Sin embargo, mientras daba clases en Costa Rica no alimentaba mucho las páginas y fue hasta que se instaló en Estados Unidos que tomó la decisión de hacerlo de manera más seria con el apoyo de su hermana, quien es diseñadora.
El enfoque de sus perfiles cambió un poco, y desde su nuevo hogar y lugar de trabajo cuenta cómo es su vida como educadora en Estados Unidos. Además, comparte estrategias educativas para aplicar en el salón de clases. “Me gusta mucho empoderar a la gente a partir del positivismo y demostrar el lado amable de las redes sociales. Todo mi contenido es para los padres y para los maestros”, manifestó.
Su labor con La Profe Cata consiste en realizar material didáctico para maestros y maestras en Costa Rica. Además, da talleres en los que comparte su conocimiento en temas de disciplina positiva, así como asesorías para educadores que tienen la intención de trabajar en Estados Unidos.

“Yo les cuento lo que se van a topar en el sistema educativo estadounidense para que vengan preparados, pues en mi primer año yo andaba como el hijo de La Llorona”, comentó.
Dejar la familia y a los amigos para emprender una nueva vida
La historia de Catalina está llena de empoderamiento y pasión por su trabajo, pero para ella no ha sido fácil dejar su vida en Costa Rica, aunque sabe y reconoce que su posición es privilegiada en comparación con la de muchos de sus estudiantes.
“El otro día en una conversación me pusieron a reflexionar los niños porque me dijeron que yo no había vivido lo que ellos, porque muchos cruzaron la frontera de manera ilegal y tienen razón, yo soy una bendecida”, dijo.
Sin embargo, la distancia de la familia y de los seres queridos siempre es algo que golpea el corazón. Pero, gracias a la tecnología, Catalina ha solventado un poco esta situación y, además, su proyecto de La Profe Cata la mantiene muy conectada con Costa Rica.

A partir de su experiencia, Catalina, la maestra de Alajuela, quiso dejar un mensaje especial a aquellas personas que tienen sueños y que muchos de ellos se pueden cumplir fuera del país: “La vida solo es una, es de oportunidades que a veces uno las deja pasar y se queda con la duda de qué hubiera pasado. Sé que todas las circunstancias son diferentes. Mi recomendación es que se hagan las cosas de manera correcta”.
En el aula, Catalina Alfaro no solo enseña materias académicas; también inspira sueños y forja futuros. Su travesía desde Alajuela hasta Indiana demuestra que la educación no tiene fronteras y que, con pasión y determinación, se puede impactar positivamente en cualquier rincón del mundo. ¿Quién diría que una casualidad en una feria vocacional podría llevar a una maestra costarricense a convertirse en una referente educativa en redes sociales y en las aulas estadounidenses?
