El día de su partida, ella recordó a su entrenador, quien le asignó su lugar en en el mundo del ajedrez: “Usted es una excepción, no una chica”.
Las palabras no llevaban el más mínimo rastro de elogio para la húngara Judit Polgar.
Nada de qué extrañarse: muchos de los grandes maestros del deporte-ciencia piensan que las mujeres no cuentan con el entramado lógico y la voluntad necesaria.
Bobby Fisher, el más grande jugador, simplemente, detestaba que ellas jugaran al ajedrez. “Ninguna debería hacerlo”, bramaba el genio de Brooklyn.
Durante sus años en el mundo de los 64 escaques, Polgar fue un “tercer sexo”. U otro hombre...
Esta anécdota es un ejemplo: “Una vez, en un torneo, un hombre me pidió que me tomara una foto con él. Mientras posábamos para la foto me dijo que la mejor jugadora era Hou Yifan.
“Yo le dije: ‘Es Judit Polgar’. Él me respondió: ‘No, ella es un hombre’”, contó el diario The Times, el medio que lanzó la primicia de la marcha de la ajedrecista.
La Gran Maestra (GM, el máximo grado que se puede alcanzar en este deporte), anunció su retiro el pasado jueves 14, durante la Olimpiada de Ajedrez.
Se va con la satisfacción de haberle ganado a todos –el hoy monarca del mundo, Magnus Carlsen, también cayó ante ella – y se marcha con el bien ganado cartel de mejor jugadora de la historia.
Casada y madre dos hijos; cansada del sexismo del ajedrez, decidió volcar el rey, le dio mate a su carrera y ahora moverá piezas para la fundación que lleva su nombre. Esta se dedica a promover el uso pedagógico del ajedrez.
Como suele suceder, se dio cuenta que la vida puede seguir en otro lado, aunque lleve toda una vida en ello. En suma, nunca se debe perder el control del centro.
“Existen tres sexos en el ajedrez: hombres, mujeres y Judit Polgar”, era un lugar común –dicho sin afán de halago– en el mundo del ajedrez. A los 38 años, ella simplemente, se hartó de ese tipo de comentarios.
Apertura
Papá Laszlo se encerraba en una habitación con su hija mayor, Susan, a jugar ajedrez.
Las dos menores –Sofía y Judit– tomaban el famoso “encierro” de manera personal y como solo se lo pueden tomar dos güilas: como un ataque de celos.
El patriarca (con la venia de mamá Carol) se quedaba “en sus trece” y la regla se mantuvo inflexible: aprender ajedrez era el “ábrete, Sésamo” de esa habitación....
Así, las niñas se adentraron en los infinitos caminos de las 64 casillas de un tablero de ajedrez.
Pedagogos los dos, sostenían la creencia de que el sistema educativo no era todo lo bueno posible y que se discriminaba a las mujeres.
De tal modo, actuaron en consecuencia: ninguna de sus hijas asistió a centro educativo alguno, salvo para rendir los exámenes de rigor.
Además, eran aficionados al ajedrez y por ahí decantaron la enseñanza de sus tres herederas.
Eso sí, para evitar que las tres pensaran que el mundo se acababa con ellas, papá y mamá abrieron las puertas de la casa y organizaron torneos a todos los ajedrecistas. Así resolvieron el tema de socialización de sus hijas, quienes, más bien, resultaron bastante extrovertidas.
Gambito de dama
Las Polgar dejaron su tarjeta de presentación en las Olimpiadas de Ajedrez de 1988 y 1990; en ambas, se trajeron abajo el imbatible imperio de las soviéticas.
Sin embargo, para 1992, la familia se reveló y se negaría a seguir participando en competencias femeninas.
Lo habían hecho solo por presiones del gobierno húngaro, por el honor nacional y por las promesas (incumplidas) de ayuda económica
“Solo se aprende jugando contra hombres”, fue el argumento de Judit, según El País de España.
Además, con el derrumbe del socialismo real, el antiguo régimen húngaro ya no ejercía presiones.
Para entonces, Judit ya estaba un paso adelante de sus hermanas: era campeona absoluta de Hungría y Gran Maestra (GM), el máximo grado del deporte-ciencia.
El título de GM está reservado para quienes tienen cierto nivel de excelencia; por ejemplo, poseer un Elo mínimo de 2.500 puntos (el Elo es la cifra internacional que mide la capacidad de los ajedrecistas).
Polgar, sin pretenderlo, castigó la misoginia de Fisher: obtuvo su GM a los 15 años, dos meses más temprano que el estadounidense en su momento.
Ninguno de esos logros le sirvió para romper la barrera machista.
Así, en 1992, solo fue suplente con Hungría para las Olimpiada de Manila. Susan ni siquiera fue considerada, a pesar de ser cuarta absoluta del ajedrez magyar. Sofía decidió no ser profesional.
Mate
Polgar le ganó a todos. Su lista de derrotados ilustres incluye a diez campeones del mundo, ya sea en partidas lentas o partidas rápidas.
Anatoli Kárpov, Gari Kásparov, Boris Spasski, Vasili Smyslov, Veselin Topálov, Viswanathan Anand, Ruslán Ponomáriov, Aleksandr Jálifman, Rustam Kasimyánov y el actual monarca, Magnus Carlsen, son parte de quienes fueron derrotados por la reina del ajedrez.
Kásparov, por cierto, le tuvo que jugar sucio para poder vencerla, en 1994. Un vídeo delató que recurrió a una movida ilegal.
Lideró el ranquin femenino desde 1989; fue la primera mujer en ganar la medalla del campeonato de Europa; ganó siete Oscares de ajedrez; fue la primera mujer entre los 10 mejores.
Tiene dos hijos: Oliver y Hanna. Con el nacimiento de la segunda, en el 2006, empezó a sentir que su prioridad iba más allá de proteger a un rey en un tablero.