Las pasiones de un joven de 15 años, hace exactamente dos décadas, podían ser tan variadas como la música, la televisión, el deporte o el cine. Sin embargo Pablo Blanco tenía otro interés: la lectura de periódicos, pero en especial del diario La Nación y de los reportajes que semana a semana se publicaban en la Revista Dominical.
Ese afecto por conocer sobre temas del acontecer nacional y del mundo entero lo llevaron a empezar una colección muy particular: desde hace 20 años este asiduo lector, vecino de La Trinidad de Moravia, ha guardado cada número que se ha publicado de la Revista Dominical, por lo que en su casa hay más de 1130 ediciones de la la publicación.
Pablo guarda con cariño todas las ediciones. Las tiene ordenadas por fechas y si alguien le pregunta por algún tema en específico, él rápidamente puede ubicar una revista en la que se haya desarrollado un reportaje al respecto.
La colección la tiene en su cuarto, que aunque es muy húmedo también es muy fresco, así que las revistas están intactas. “No las puedo poner en el piso porque se llenan de moho, pero como el material con el que están hechas es mejor que el papel periódico, se mantienen bien”, explicó.
El interés de Pablo por la lectura empezó desde que era muy pequeñito. Siendo un chiquillo que apenas empezaba a leer y a escribir, recortaba algunas secciones de La Nación y las guardaba con cariño, pero con el paso del tiempo se fue enamorando de los reportajes más extensos y de la diversidad de notas que presentaba la Revista Dominical.
“En el año 1996 empecé a conseguir los pósters de los Zumbis y también los diccionarios que salieron. También me gustaba mucho la columna de El día histórico de Marta Castegnaro, esas los recortaba y los pegaba en hojas”, recuerda Pablo sobre sus primeros pasos como lector de La Nación.
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En su casa siempre han sido seguidores de La Nación, así que, a la hora del desayuno, nunca faltaba el diario nacional sobre la mesa.
Sobre su relación específica con la Revista Dominical, Pablo cuenta que en el 2001 se publicó una edición especial por el décimo aniversario de la publicación y que quedó encantado con la portada de esa ocasión. “La portada era un collage muy bonito de las diferentes tapas que hubo durante esa década. En los reportajes del aniversario vi la historia de unos señores que eran suscriptores desde hacía muchos años y eso me provocó la intención de empezar con la colección propia”, dijo.
En casa de Pablo ya había un par de ediciones, pues su padre las había guardado considerando que eran de gran calidad. Se trataba dos especiales, uno sobre las fotos del siglo y la otra sobre los inventos del siglo, que se publicaron en 1999. Esos dos números Pablo los tiene archivados, pero no son parte del consecutivo de su colección personal.
Para su propia colección, específicamente, el primer número de la Dominical que guardó Pablo fue el del 3 de setiembre del 2001. En esa edición la portada mostraba fotografías con expresiones de personas.
Desde entonces, con muchas ansias, Pablo comenzó a añorar La Nación de los domingos. ¡Nunca se detuvo en su pasión y no planea hacerlo!
En esa línea, Pablo ha experimentado muy de cerca la historia de la revista, incluyendo las modificaciones que con los años se han dado, desde el cambio de nombre hasta los periodistas que han escrito en esta publicación. “En el 2005 recuerdo que hubo una reestructuración y cambiaron el nombre a Proa, de esas también guardo todas las ediciones”, contó.
“Lo que siempre me ha gustado de la revista es que es muy diferente a las demás publicaciones que hay en el país. Me gusta mucho cómo abordan los temas y los enfoques diferentes con los que presentan las noticias actuales y las informaciones que reviven de muchos años atrás”, explicó.
El tipo de redacción es muy similar, no se ha perdido la línea editorial. Ahora que se incorporó Áncora a la revista también se le da una buena oportunidad a otros temas artísticos. La revista no pierde su identidad.
— Pablo Blanco, coleccionista y lector
A Blanco le llaman la atención diversos temas, pero siente especial afinidad por los históricos y los que están relacionados con la música nacional e internacional, es por eso que afirma que es un asiduo lector de los reportajes que publica nuestro jefe de información Víctor Fernández.
“Las ediciones que más me llaman la atención son las conmemorativas, como la que publicaron para el aniversario número 70 de La Nación. En esa edición hicieron un repaso por las noticias de todos esos años y hubo notas de todo tipo. Hubo artículos de moda, fútbol, tecnología, sucesos, desastres naturales y una selección de fotografías muy importante”, afirmó.
Entre sus predilectos, Blanco recuerda los reportajes históricos que rememoran hechos importantes de la historia judicial de nuestro país, como lo que sucedió en la masacre de Alajuelita. En ese sentido, resalta el reportaje que se publicó en el 2016, a propósito de que se cumplieron 30 años de dicho suceso.
“Me encantan los reportajes con las historias de los edificios antiguos de Costa Rica, los lugares donde están y lo que sucedió en ellos, los hechos que marcaron nuestra historia como costarricenses. Recuerdo unos que se enfocaron en sitios curiosos, como en el lugar donde mataron a Federico Tinoco y que ahora hay ahí una parada de buses”, rememoró.
Además, Blanco disfruta cuando en la revista se publican historias sobre la cultura de otros países, ya que afirma que el aprendizaje sobre estos lugares ayuda mucho a su conocimiento general.
Con respecto a los temas curiosos, Pablo se siente atraído por reportajes de temáticas sobrenaturales u otros que son tabú como la hipnosis. Recuerda, además, que espera con ansias que llegue el final del año para leer la ediciones especiales de Personajes del año y Obituarios.
“Los resúmenes anuales son muy completos e inclusivos, no importa si son personajes positivos o no, todos los personajes importantes para la sociedad están incluidos en estas ediciones”, dijo.
Opinión sobre el trabajo
Sobre la calidad de la Revista Dominical, Blanco afirma que con el paso de los años se ha mantenido la misma calidad periodística. “El tipo de redacción es muy similar, no se ha perdido la línea editorial. Ahora que se incorporó Áncora a la revista también se le da una buena oportunidad a otros temas artísticos. La revista no pierde su identidad, me gustan mucho las entrevistas que hacen con personajes y los reportajes sobre las vidas de personas importantes y aquellas que son de corte más humanas”, dijo.
Muchas veces las imágenes dicen más que mil palabras, el trabajo de los fotógrafos del periódico ha ido muy acorde con la idea de la Revista Dominical. A mi parecer lo más importante de la publicación es la foto de la portada que llevan cada semana, eso atrapa al lector.
— Pablo Blanco, lector y coleccionista.
Además del trabajo periodístico y de investigación, el lector reconoció que la labor gráfica ha jugado un papel muy importante para que los reportajes cumplan con su cometido de informar, entretener y divulgar.
“Muchas veces las imágenes dicen más que mil palabras, el trabajo de los fotógrafos del periódico ha ido muy acorde con la idea de la Revista Dominical. A mi parecer lo más importante de la publicación es la foto de la portada que llevan cada semana, eso atrapa al lector”, afirmó.
También reconoce que los trabajos de infografía han enriquecido las notas desde siempre.
Coleccionista apasionado
Pero no solo la Revista Dominical es parte de las colecciones que acopia Pablo, también hay otras publicaciones de La Nación que son parte esencial de su pasión por el coleccionismo. Entre sus tesoros, Blanco tiene números especiales que se han publicado a propósito de hechos históricos y noticiosos importantes para la sociedad costarricense y mundial.
Por ejemplo, entre ellos está una publicación de los protagonistas del siglo XX, y las revistas Selección con reportajes del periodista Rodrigo Calvo. También colecciona las caricaturas del artista costarricense Kandler, que se publicaban en La Nación, así como las tiras del argentino Quino que se imprimían los lunes en el diario.
En otras palabras, la casa de Blanco es una especie de museo del recuerdo, en el que las décadas de los años ochenta, noventa y dos mil cobran vida. Es que, además de ser asiduo lector de La Nación y sus productos editoriales, tiene en su poder colecciones de los muñequitos que estaban dentro de los productos de Tosty (sí los Lagartitos) y hasta de aquellas colecciones especiales que años atrás hacía la empresa Coca-Cola, como las de los camiones de juguete.
Sin embargo, entre sus tesoros, Pablo insiste que el sentimiento que tiene por los reportajes de la Revista Dominical ocupan un lugar muy especial. Asegura que con ellos ha aprendido sobre temas de mucho interés, cuyos conocimientos comparte con amigos y familiares.
“Nunca falta un día en que alguien me pregunte sobre un tema en específico y yo, al día siguiente, le lleve una Revista Dominical con un reportaje sobre lo que hablamos. Por eso, yo seguiré coleccionando la revista mientras tenga vida”, finalizó.