La envidiaba enormemente. Con envidia de la buena (que sí, sí existe), teñida de admiración. Pioneras ambas, yo en periodismo deportivo femenino en La Nación, donde me inicié en 1992, y ella seis años después como debutante de lujo en el fútbol femenino del país en el que marcó un antes y un después, más allá del zacate que tanto amó y ama.
Ver en acción a Jacqueline Álvarez era un lujo, una amazona total: en ese momento las muchachas jugaban en canchas (o barreales) a menudo de tercera categoría, pero Jacky con su estilo portentoso de avanzar con el balón tras dejar a veces a cuatro o cinco adversarias atrás, armada con su elegante finta, hasta dejar el gol en sus propias piernas o en las de alguna de sus compinches era una maravilla, pero también una señal.
Con los jugadones de Jacky llegué a presenciar la admiración y hasta felicitaciones de colegas periodistas, siempre todos varones, que al ver aquel “jogo bonito” que las muchachas desarrollaban y que íbamos a cubrir, claro, cuando el campeonato para varones estaba en pausa o suspendido por alguna razón.
Entonces, nos volvíamos hacia deportes “alternativos”, y fue a partir de talentazos como Jacky Álvarez que el fútbol femenino empezó a emerger hasta convertirse hoy, más de 20 años después, en tema de agenda obligada en medios y redes.
Nunca, en las ocasiones que la entrevisté, recuerdo haber visto a Jacky con actitudes limeras, ni dentro ni fuera de la cancha. Tampoco tenía fama de bochinchera entre el gremio de periodistas de deportes. Ni en mis recuerdos, ni buceando en las crónicas de entonces, recuerdo a Jacqueline Álvarez como una jugadora problemática, reclamona más allá de lo normal; ni siquiera recuerdo haberla visto recibir una tarjeta roja, que las hubo, pero esta no era la tónica.
Sí nos arremolinábamos a entrevistarla porque ya desde entonces, apenas emergiendo de sus 20 años, se mandaba con una retórica contundente en la que explicaba qué ocurrió en tal o cual jugada. Al igual que lo hacía en la cancha, salía de los camerinos con su larga cabellera rubia atrapada en una cola de caballo que resuelve sus urgencias hasta el día de hoy, cuando no renuncia a su pelo largo a pesar de las tantas carreras de sus días en los que se reparte en tres trabajos y que le implican dormir unas seis horas en la noche.
Y es que lo primero que sorprende desde el arranque de la conversación es saber que la intensa comentarista deportiva que vemos todas las noches de lunes a viernes en Fútbol al Día, de Multimedios, ha empezado su día como profesora de educación física en la escuela Esploratori, donde trabaja con niños de uno a cuatro años, una profesión en la que la paciencia, la inteligencia emocional y el buen manejo de la pedagogía son vitales.
Como por la situación de la covid-19 el centro educativo funciona a media jornada, Jacky sale a las 12:30 p. m. y se incorpora a su segundo trabajo que, al igual que el del kínder, tiene implícito un exigente grado de control emocional y paciencia a raudales: es instructora de manejo en la empresa Servilicencias, donde hasta la fecha ha tenido una promoción del 100% y ni un solo contratiempo con sus alumnos.
Incansable en la vida como en la cancha, el año antepasado estuvo trabajando como chofer de Uber durante unos seis meses, fue ahí donde me la encontré sorpresivamente cuando le tocó recogerme y el trayecto se nos hizo cortísimo de tanto que queríamos hablar. Después de despedirnos, me fijé en la calificación que tenía por parte de los usuarios: cinco estrellas.
Pero hay más... vaya que sí. En medio del desordenado relato en el que nos consumimos mientras conversábamos la tarde del jueves 22 de octubre en el Bar Restaurante Los Cipreses, en La Florida de Tibás, Jacky cedió a la tentación de un par de tamales que son parte del éxito culinario del tradicional expendio, con buen café con leche.
Mientras apuraba la tradicional comida iba enumerando los quehaceres de su vida cotidiana, y entonces mencionó que su prioridad, entre uno y otro oficio, estaba en el cuido de sus hijos.
A mí se me hizo un circuitero mental encabezado por la pena de encontrarme con una entrevistada que, según mi conocimiento, no tenía chiquitos... no sé si la respuesta a la repregunta me sorprendió más: sus hijos son parte de una gran familia de más de 20 animales adoptados, entre los que hay nueve gatos, seis perros, un pato tuerto que iban a matar y ella decidió quedárselo, cinco gallinas ponedoras --las que le ofrendan huevos de primera todos los días y que incluye en su saludable dieta-- y otros especímenes que se convierten no solo en su compañía permanente, sino en una obligación que ella se toma muy en serio, literal como si se tratara de una responsabilidad con hijos, tal como lo comprobó La Nación en el video anexo.
Incluso llama la atención un tremendo raspón que le surca el brazo derecho desde el codo; ante la pregunta de qué le pasó, cuenta que justo tres días antes, cuando iba en moto para su casa en San Joaquín de Flores, se le atravesó una ardilla y por no atropellarla, tuvo una aparatosa caída. Se ríe mientras cuenta la anécdota y riposta: “¡Pero ahí debe andar feliz la ardilla!”. Y es que sí, también es motociclista la mujer, quien usa este medio de transporte alternativo a su carro cuando anda haciendo vueltas cercanas o requiere agilizar su traslado.
Con todos estos atestados no deja de sorprender que en los últimos tiempos Jacqueline Álvarez se haya granjeado fama de polémica, intransigente y hasta “caemal”, pues ya el último zipizape que tuvo con su compañero de programa, el exfutbolista argentino Diego País, la puso contra las cuerdas porque una frase suya fue interpretada como muestra de xenofobia a lo largo y ancho del país y también en distintos medios de prensa. Ya llegaremos a esa parte, que para ella representa una de las “peores experiencias” que le ha tocado apechugar.
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La cita en Cipreses fue exactamente una semana después de que las redes sociales y notas de prensa la erigieran por tres días como una de las figuras más reprobadas del país; muchos lo hicieron con argumentos fuertes pero respetuosos, pero en las redes sociales no hubo contemplación por parte de gente que la ofendió con adjetivos y sandeces que al menos yo no había leído jamás contra persona alguna.
Jackie llegó puntual, con el uniforme de Sploratori, su eterna y práctica cola de caballo y sus uñas bien pintadas, vanidosa ha sido siempre e incluso cuenta sin reparos --como suele hablar siempre-- que ahora que está en televisión se ha hecho algunos retoques de botox muy sutiles que, a sus 42 años, amainan los estragos que puede haber causado en su rostro tanta exposición al sol desde chiquilla, cuando se enamoró sola, sin ningún hermano ni amigo ni pariente, simplemente se enamoró del balón sin siquiera haber entrado a la escuela... ¿de dónde provino aquel affaire espontáneo? Al día de hoy, es una pregunta sin respuesta que igual ya no interesa.
En fin, esos tiempos ya fueron y Jacky mutó, como lo hacen muchos futbolistas de diversos géneros, en comentadora de fútbol en televisión. En este quehacer lleva cinco años, en los que ha ido escalando hasta posicionarse en ya mencionado espacio Fútbol al día, (de lunes a viernes, de 9 a 10 p. m. en Canal 8) le hinca el diente al tema bandera del espacio, en una triada que completan el periodista y coordinador, Diego Obando, y el también exfutbolista Diego País, nacido en Argentina pero con toda una trayectoria futbolística de más de 10 años en Primera División antes de su retiro, en el 2017.
Y bueno, la sangre caliente que no le conocimos a Jacqueline en sus años como futbolista, se la hemos venido a detectar justamente en este espacio, en el que en el último año ella ha protagonizado varias polémicas --el fútbol sin dimes y diretes no sería fútbol-- pero que a la postre la han convertido en una antiheroína para muchos, esto por la vehemencia con que se conduce y que muchos reprueban por considerarlo un periodismo bochinchero que vende rating.
La última de tres polémicas más o menos seguidas tuvo lugar el 21 de octubre pasado, cuando Álvarez criticaba sin miramientos las pérdidas consecutivas de la Selección Nacional frente a su homólogo de Panamá, y Diego País se mostró en desacuerdo con ella y minimizó el argumento del mal desempeño de la Sele. Entonces Jacky le dijo, con su característica vehemencia, que él no podía entender el malestar de ella porque no era tico... y ardió Troya.
Aunque casi de inmediato ella intentó explicar que lo que quiso decir estaba totalmente exento de xenofobia ya era demasiado tarde y la clase de burumbum que se armó constituyó para ella lo que quizá podría ser una de las peores experiencias de su vida, aunque ya ahora la considera como aleccionadora. Ya por estar el derramadero hecho, fue inútil que ella intentara explicar que jamás podía ser xenófoba porque para empezar, su madre es nicaragüense e inmigró a Costa Rica a los 15 años; Jacky de hecho tiene tremendo engranaje familiar en el vecino país.
Pero bueno, antes del problemón que se le armó tras la situación recién citada, ya ella se había granjeado la fama de polémica en ese programa por otros incidentes anteriores, pero además porque suele defender sus ponencias con un tenor absolutista que es bienvenido por sus seguidores y repudiado por sus detractores y que, eso sí, para bien y para mal se desmarca del estilo del resto de mujeres que trabajan comentando fútbol en el país.
Por lo mismo la buscamos y, tal como ocurre en el programa, Jacqueline habló absolutamente de todo lo que quisimos saber, en una entrevista que se prolongó por casi cuatro horas en las que quedó patente una y otra vez que la aguerrida muchacha seguirá siendo vehemente en el micrófono porque ella no sabe decir las cosas de otra manera.
Eso sí, tras el último incidente aceptó que debe tener a mano un filtro no para cuidar lo que dice, pero sí la forma en que lo hace para evitar malas interpretaciones y apaleadas colectivas que no quisiera repetir, al menos no por cuenta de un malentendido. “Yo no soy la dueña de la verdad y si tengo equis postura y la mayoría está en desacuerdo conmigo y se expresa con respeto, no tengo ningún problema, todo esto es ‘parte de’ y más en un tema como el fútbol, posiblemente el que despierta las pasiones más encendidas...”, insiste Álvarez con la habitual gesticulación con la que acompaña sus decires.
Insiste en apechugar con las desaveniencias que son parte de su oficio y que se basa no solo en su conocimiento futbolístico, sino en la práctica que por más de 10 años la convirtieron en un importante referente del fútbol femenino: ella integró el grupo de avanzada que marcó un antes y un después en el fútbol femenino nacional.
Como sea, hoy, tras descorrer la cortina de su vida y encontrarse a la otra Jacky, la que existe detrás de la polémica de sus últimos tiempos es, por decir lo menos, sorprendente, por todas estas facetas insospechadas sobre la vida quien bien podría considerarse por estos días la “Grinch” del fútbol nacional
Esta radiografía de la vida de Jacqueline Patricia Álvarez Mendoza intenta explicar de qué va su vehemencia como comentarista, la cual, según explica con distintos ejemplos con nombres y apellidos, obedece en gran parte a un machismo con el que se ha enfrentado toda su vida, pero del cual habla sin victimizarse: solo ofrece ejemplos concretos y sigue adelante y consecuente con la vida en solitario que eligió antes de la mayoría de edad, cuando decidió emanciparse de su numerosa familia y se fue a vivir a los 17 años en “un cuartillo”, ahí mismo en Coronado, cerca de sus papás pero independiente.
Este es un extracto de la entrevista, cuya versión completa se encuentra en nuestro sito digital, nacion.com
--Tu aparición en los medios se da en el 2015, primero en radio Monumental, luego a TDMás y finalmente, ya de lunes a viernes en Fútbol al Día, cuya exposición te ha conferido varias polémicas, la más mediática, sin duda, fue la que recién protagonizaste con Diego País, hace un par de semanas y que se convirtió en tendencia, pues tu comentario fue tildado de xenófobo... ¿cuál es tu versión al respecto, cómo viviste esa andanada en tu contra, en redes sociales, qué te dijeron tus jefes?
--Antes de hablar de ese caso que indudablemente ha sido lo más desagradable y fuerte que me ha pasado desde mi incursión en medios de comunicación hace cinco años, quiero señalar que definitivamente lo que yo quise decir no tenía que ver con xenofobia, jamás ¡soy hija de una nicaragüense y la mitad de la familia está allá! Pero creo que la forma en que se dio todo esto y que fue muy duro para mí, también tiene que ver con un tema de machismo, no me gusta excusarme en eso pero si vos lo ves en contexto, yo jamás descalifiqué a Diego (País) por no ser costarricense... antes de explicar ese incidente te pongo un ejemplo de cómo a uno lo miden con una vara diferente... hace dos meses tuvimos un zoom con un jugador, Wílmer Azofeifa que jugaba con Santos y ahora está en San Carlos, pero en el ínterin estuvo en Europa y no duró ni seis meses.
Entonces yo dije en vivo que si sus características como jugador son tan buenas, ¿por qué no se había habituado en Europa, por mal de patria? Lo dije con vehemencia pero con respeto y ya se me vino toda la legión de críticas, a mí me dieron durísimo, me hicieron todo un burumbum en redes... tres días después, en el mismo programa de nosotros, el entrenador de Limón, don Horacio Esquivel, habló del mismo jugador en términos más tajantes, dijo que los jugadores que estaban en el extranjero eran muy malos, así de frío y tajante... y vaya a ver si se armó el más mínimo escándalo. Y esa ha sido la tónica: si lo dice Jacky se arma un escándalo, pero si las opiniones parecidas a las mías son de hombres, entonces cero polémica.
--El caso del escándalo por la supuesta xenofobia contra Diego País es lo que nos tiene aquí... ¿ya pudiste pasar página?
--Insisto, entiendo que la forma en que me expresé se pudo prestar para malos entendidos, pero ¿el escándalo que se dio? Las barbaridades que se dejó decir alguna gente en redes sociales ya no eran ni señalándome de xenófoba, fueron ofensas terribles, amenazas de que sabían donde vivía, lesbiana malp... y unos insultos que a uno ni le cabían en la cabeza que existían... Lo que pasó ese día tuvo varios componentes y todo se juntó: Diego llegó tarde porque estaba indispuesto, y por la misma razón se fue antes de que terminara el programa, estaba con un problema estomacal, entonces el hecho de que él se retirara después de que yo dije lo que dije, hacia afuera se interpretó como si él se hubiera ido afectado por mi supuesto ataque. ¿De dónde se origina mi comentario? A mí no me cabe en la cabeza que sigamos dando tumbos en el Seleccionado Nacional, y esto lo digo con todas sus letras (se acerca a la grabadora y dice con vehemencia): Rodolfo Villalobos es un fiasco como presidente de la Fedefútbol, yo trabajé ahí con ligas menores pero soy honesta y cuando empecé a criticar en el programa todo el fracaso que a mi juicio implica la gestión actual de la Fedefútbol, lógicamente me sacaron.
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Pero sí reconozco que la forma en que dije lo que dije se pudo prestar para malas interpretaciones, al día siguiente tuvimos una reunión antes de entrar al aire, aclaramos la situación, se le explicó a la audiencia y continuamos ya normalmente.
Todo lo que pasó fue en el contexto de las veces que salí a defender nuestros colores, entonces a mí nadie me va a venir a decir que está bien que un equipo de poca monta le gane a la Sele en dos partidos seguidos, en cosa de una semana. ¿Cómo puedo yo estar de acuerdo con eso, si de todas maneras es totalmente visible que la gestión de Rodolfo Villalobos y su proceso de selección es un absoluto fracaso? Yo no tengo nada contra Ronald González, jamás, no como persona, pero como entrenador ¿estamos viendo lo que ha hecho como entrenador, empezando porque descendió al Uruguay de Coronado a segunda? En el fútbol hay muchas variables, pero también hay realidades y ahí están los resultados, y lo digo aquí (se acerca a la grabadora cada vez que expone su vehemencia): la Selección de Costa Rica está viviendo tiempos terribles, yo lo digo en el programa porque para eso estoy ahí, porque tengo argumentos, aunque eso me haya costado que don Rodolfo haya llamado varias veces a Multimedios para que me saquen del programa.
-- O sea, ¿sentís una especie de persecución?
--No lo sé exactamente, no sé si este señor (Villalobos) llama a los medios para objetar las opiniones de sus comentaristas. En este caso hablo por mí. Pero igual pasa a veces con los equipos nacionales, si yo le contara... Como yo me retiré jugando con Herediano y además, vivo desde hace años en la provincia, tengo particular apego por esa camiseta pero así nos pasa a todos los que trabajamos en esto, el profesionalismo está en separar el color del corazón, y yo igual he criticado muchísimo a Jafet (Soto), porque a mi juicio él no puede estar como director técnico, lo suyo es la administración, y yo a Jafe lo amo como persona pero igual digo lo que pienso y bueno, problema de él si se molesta. Es que decir linduras es muy fácil, pero en fútbol a mí nadie me va a dar instrucciones de qué decir porque justo por eso me tienen a mí ahí...
--A no dudarlo, tu estilo es contundente, es blanco o negro... Mucho de lo que se le achaca al programa es que juegan con el morbo bochinchero, muy al estilo mexicano ¿Esa es la la línea, para captar atención?
-- Le puedo asegurar y nadie me puede desmentir, nosotros no tenemos un guion, vemos los temas pero no hay una línea de debate en el sentido de quién dice qué, creo que ese es el éxito del espacio, que se parece a lo que puede ocurrir en la sala de la casa de la gente o en un bar o restaurante. Creo que los tres hacemos un muy buen equipo, los dos Diegos y yo, aunque al final es habitual que no estemos de acuerdo pero ¿quién llega a un consenso en temas de fútbol? Nosotros tratamos de apuntalar nuestros puntos de vista con argumentos, y es cosa de la audiencia con qué postura se alinea.
--Otro reproche que se te ha hecho es el que a veces basás tus críticas o criterios ponderando que vos sí has “comido zacate”, o sea, que vos (o ustedes), los que han jugado fútbol, tienen un mayor criterio para opinar sobre determinadas jugadas...
--Bueno, es que eso es así. Pero no se trata de descalificar a nadie, hay casos muy específicos en los que compañeros de este programa o los anteriores juzgan a un futbolista y lo hacen pedazos porque pifió equis jugada... cada caso es único, porque para eso viven entrenando y practicando, pero a todos nos puede pasar, como bien lo viví, que en cuestión de microsegundos una jugada súper practicada a la hora de las horas no salga como se planeó... y no por eso podemos tirarle a matar al jugador, hay que ver todo el esfuerzo y otras variables que se dieron en el juego...cuando yo percibo valoraciones muy ligeras sobre lo que pudo pasarle a equis futbolista en una jugada clave, diay, si yo tengo la experiencia ¿cómo no la voy a decir?
--Ajá, siendo así ¿qué argumentarías sobre el tema de (Jorge Luis) Pinto, quien no fue jugador y aún así tiene tremendo palmarés, más allá de Costa Rica y el ensoñador Brasil 2014?
-- Porque lógicamente él es un estudioso, compensa el no haber jugado con su inteligencia y otras destrezas. Ojo, yo no generalizo, cada jugada es única, cuando yo saco a relucir mi experiencia es cuando yo sé, porque lo sé, que se está juzgando a tal o cual jugador desde una perspectiva que quien lo está juzgando no tiene la menor idea. Se trata de casos específicos, pero bueno para eso estoy yo ahí, es un intercambio de opiniones y tampoco es que siempre tengo la razón, pero siempre tendré un criterio bien documentado por la experiencia y de eso se tratan estos programas. Ir a sentarnos a estar todos de acuerdo no tiene ningún sentido, debe haber un debate fundamentado y que la audiencia saque sus conclusiones y participe, siempre con respeto, al menos por parte nuestra.
-- Vos tenés unos crisoles de personalidad muy particulares. Tus otros oficios incluso requieren una personalidad llena de paciencia, empatía, pedagogía ¿por qué en la televisión se te percibe como alguien tan polémica y pelionera, con el consabido tema de la supuesta xenofobia ya como una especie de ‘marca’ en tu carrera?
--- Este tema fue difícil y doloroso para mí. Como he dicho, jamás en la vida voy a ser xenofóbica ¡por Dios! mi familia materna es nicaragüense pero aunque fueran ticos o de donde fueran, mis fundamentos personales jamás contemplarían algo tan terrible como ver a los demás por encima del hombro, independientemente de su nacionalidad u otras condiciones. Mi frase, sacada de contexto, se ve terrible y eso lo entiendo, porque si usted ve, como le dije ahora, fue que como yo había defendido la camiseta de Costa Rica por años, sufría las pérdidas contra Panamá. Y cuando Diego País minimizó esas pérdidas, ahí fue donde le dije que él no podía sentir lo mismo porque no era tico.
-- ¿Pero sí estás consciente de que, dentro o fuera de contexto, tocaste un tema delicado y por eso se armó todo el problema. Pregunta ¿vas a cambiar su forma de argumentar a raíz de lo ocurrido?
-- Uno de todo aprende, pero yo soy consecuente con lo que pienso y con lo que digo, obviamente tendré más cuidado para que no haya malas interpretaciones, pero tampoco voy a frenar mis opiniones porque por algo estoy ahí, no solo practiqué el fútbol en la forma en que lo hice, sino que soy una gran fanática y estudiosa del fútbol en todos sus extremos, nacional e internacional, es una gran pasión y cuando uno sabe de lo que está hablando, cuando realmente sabe de lo que está hablando, eso le da una gran seguridad argumental. Por supuesto que estoy tomando medidas para decir lo que tenga que decir, poniendo atención a la forma, no al fondo, porque insisto, si estoy ahí es para hablar no solo de lo que pienso, si no, en mucho, de lo que sé.
-- A lo largo de la conversación, cada vez que tocamos el tema del último escándalo, te siento muy vulnerable. ¿Tanto te afectó?--
--Uyyy sí, es que fue terrible, sobre todo la parte de redes sociales, uno va aprendiendo a manejarse con eso, yo normalmente leo comentarios u opiniones de mi trabajo y nunca faltan las ofensas pero uno aprende como a ir salteando lo que no sirve e ir eligiendo lo que puede generarle una realimentación positiva, incluso a veces le contesto a alguna gente, cuando tengo tiempo. Pero en este caso fueron terribles terribles las cosas que me pusieron (Jackie me muestra en su teléfono unas ofensas efectivamente impublicables y casi ilegibles por el grado de odio y bajezas que le profirieron, y continúa:) ese problema fue el miércoles, pero entre tanta cosa fue hasta el viernes, cuando llegué a mi casa, que pude descompresionar... me sentía con el mundo encima y me agarré de Dios, entonces fue como que solté todo lo que venía aguantando .... (llora mientras intenta seguir con el relato) ... y bueno, así me dormí. El sábado me levanté con otra actitud, cero redes sociales, me dispuse a hacer mandados y cuando fui a un súper, ahí por la casa, detecté cómo la gente me veía feo, incluso un señor en la caja haciéndome gestos de desaprobación... pero bueno decidí no salir más y ahí me fui tranquilizando con esa gran paz que me dan mis animalitos, y ya todo se fue calmando.
--Hay un tema delicado que conversamos hace un rato, el de los dos abusos sexuales que sufriste cuando eras una chiquita. Hoy, a tus 42 años ¿por qué decidís hacerlo público? ¿qué tanto te puede haber afectado una situación tan deleznable en el carácter, en tu vida en general?
-- (Sonríe ligeramente) Yo ya lo había hecho público en una entrevista que me hicieron hace unos años, en el ya desaparecido programa Y ahora qué, de Multimedios, cuando dos psicólogos me entrevistaron y terminé contando esos hechos. De hecho, fue en esa ocasión en la que mi familia se dio cuenta, yo nunca les comenté... Yo tenía siete años, estudiaba en la Buenaventura Corrales, me daban una peseta para gastar en los recreos y mis papás me pagaban una buseta donde viajábamos varios chiquitos para esos lados de Coronado y así. Pero un día me gasté toda la plata y en algo me atrasé, me dejó la buseta. No tenía como irme para la casa, ya eran como las 5 de la tarde y llegué toda inocente a preguntarle a un señor que estaba en la fila para el bus corriente, que si no me podía pagar el pasaje... entonces me dijo “Claro que sí mamita, pero primero venga, vamos a dar una vuelta”, me agarró de la mano, me metió al Parque Morazán y me sentó en el regazo.... yo sabía que era algo muy malo, pero nunca se lo dije a nadie. Y a los 11 años me volvió a pasar, con un conocido de la familia, que eso fue ya prácticamente una violación... yo honestamente he tratado de dejar esos episodios en el pasado y creo que logré separarlos, como poner esos recuerdos a un lado, no al frente de mi vida, y así creo haber logrado que algo tan terrible no me estropeara la vida, y tampoco las de mi familia.
-- ¿Puede ser que el fútbol haya constituido una especie de escape? Empezaste a jugar justo en la adolescencia, sin ninguna influencia...
-- (Se le ilumina el rostro) Tal vez, pero es que como te digo, por alguna razón logré no ponerle mente a eso que me pasó y cuando me encontré con el fútbol y me metí de lleno... no hay nada que me haya hecho tan feliz, durante tanto tiempo y hasta la fecha, porque de mis 328 goles oficiales, 86 con la camiseta de la Tricolor, todos todos tienen su pequeña historia, la mitad de ellos por cierto se los debo a esa increíble jugadora que es Shirley Cruz, con la que coincidí y la que me puso el balón en unos jugadones que eran nada más de darle... El fútbol me lo ha dado todo, mis tres años jugando en Panamá me dieron además la beca para estudiar educación física, he viajado, he representado al país muchas veces y cuando uno defiende la camiseta afuera y anota para Costa Rica en el extranjero... la sensación es indescriptible. Yo me fui de la casa a los 17 años, no por tener problemas con mi familia, sino que ya desde chiquilla quería ir teniendo lo mío, armando mi vida, a veces no tenía ni qué comer pero nunca le he arrugado la cara al trabajo, siempre para adelante, ahora puedo tener mi casa, mi granja, a mis animalitos bien cuidados y alimentados, tengo mis tres trabajos, amo todo lo que hago, me cuido, me ejercito, en realidad, tengo una vida muy plena...
--Y decime ¿cómo anda ese corazón?
--(Sonríe)... Vieras que tenía tres años de estar sola, todo bien. Pero hace mes y medio estoy en una relación muy bonita, con una persona que me apoya y que ha sido particularmente importante sobre todo por la forma en que se portó conmigo en este último problema que tuve. Vamos a ver qué pasa-- dice Jackie antes de despedirse porque ya cae la noche y debe ir a alistarse soplada para estar en Multimedios en un par de horas.
Durante toda la tarde, los comensales presentes en el restaurante y los propios dueños, Rafita e Iván Pérez, se habían acercado a saludarla, a decirle que les encantaban sus intervenciones y que ellos no se perdían el programa y lo ponían en los varios teles disponibles en el negocio. Cuando ya iba saliendo, una pareja joven le pidió una foto: la muchacha hiperventilaba y el joven esposo miraba a Jackie con un gesto divertido, mientras le decía con gran entusiasmo: “¡Eso Jackie, así me gusta, no se deje, deles duro, las cosas como son, me encanta que no se anda con mates usted, siga así!”, mientras la otra hacía malabares para hacerse selfies con la gente tratando de guardar el distanciamiento social.
Y así, notablemente distendida y relajada, se despidió de medio mundo con la promesa de que más tarde, iba a saludar a los Pérez en el programa. Iba feliz. Dos horas después, la vi un toque sulfurada mientras debatía no sé qué tema junto a sus compañeros. Luego cambiaron de asunto y la vi con esa explosiva sonrisa que la caracteriza.
Me quedé sola en el lugar, disfrutando una cerveza y pensando en ese remolino de mujer que me había contado toda su vida y más. Sin posturas. Sin guardarse nada. Queridísima con la gente que la felicitó. Chivísima en ciertos tractos de la entrevista por los temas de la Sele, por ejemplo. En síntesis, consecuente hasta la médula. Simplemente, Jackie siendo Jackie.