Los nombres usados en este artículo son ficticios para proteger la identidad de los entrevistados.
Sus rostros están prácticamente cubiertos, los pasamontañas que llevan puestos no permite ver más allá de sus ojos, esos que apenas se logran distinguir a través de unos oscuros lentes. Es parte del anonimato, del secreto en el que debe permanecer su identidad.
Sus nombres no son de dominio público y cuando en las escuelas de sus hijos les preguntan su profesión la respuesta se limita a “policía”. Para este reportaje mantienen su identidad protegida.
No es por gusto: está en juego su seguridad y la de su familia; es cuestión del trabajo.
Sobre el uniforme verde oscuro llevan un chaleco antibalas y rodilleras, que se complementan con botas tácticas, guantes y un casco. Su protección es fundamental a la hora de ejecutar un operativo.
Viven entre sombras, pero con la satisfacción de que en cada intervención el país gana seguridad. En los noticiarios es común verles arrancando portones e ingresar por sorpresa a viviendas, en medio de gritos y armas desenfundadas. Sin embargo, su mediático trabajo se contrasta con el estricto secreto que rodea su profesión,
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De su trabajo se pueden contar muchas experiencias, anécdotas y formas de operar. Sin embargo, lo que comparten con terceros es poco, y se mide el efecto que podría tener cada palabra.
Así es el día a día del Servicio Especial de Respuesta Táctica (SERT) del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), un grupo de investigadores que se dedica de manera exclusiva y permanente a la atención de casos de alto riesgo y que asume cualquier situación que, desde la perspectiva operativa, puede ser peligrosa o se sale de la actividad usual que desarrollan el resto de investigadores policiales.
Esta es la unidad que interviene en allanamientos de alto riesgo, en detenciones vehiculares, en traslado de detenidos peligrosos y en la custodia de factores relacionados a las investigaciones o actividades que ejecuta el OIJ (principalmente relacionados a temas de drogas). Además, es un grupo capacitado para realizar operativos en montañas, ríos, y mares.
Su último gran trabajo fue el pasado martes 23 de octubre, cuando detuvieron a ocho personas durante siete allanamientos simultáneos en diferentes puntos del país. Ese día capturaron a los sospechosos de la explosión de un artefacto al frente de las instalaciones de Teletica y de colocar una bomba molotov en la ventana del despacho una diputada, en la Asamblea Legislativa.
“En los últimos años la situación criminal del país ha tendido a recrudecer, los indices de violencia han aumentado, la presencia de personas con vinculaciones internacionales y con un historial delictivo riesgoso son patentes, también hemos detectado estructuras, redes y grupos que al amparo de la violencia ejecutan delitos y que es sumamente probable que ante la presencia de policía puedan reaccionar de manera violenta y agresiva. Y este grupo tiene condiciones y características que les permite minimizar la situación de riesgo, actuar de manera muy profesional, muy dirigida y muy planificada”, explicó Wálter Espinoza, director del OIJ.
El SERT está conformado actualmente por 25 oficiales, entre quienes solo hay una mujer. En el grupo, al menos tres se han especializado como francotiradores.
Además, es la unidad que participa prácticamente en todas las acciones operativas que el OIJ realiza a lo largo del país. Es por ello que en ocasiones han tenido que atender hasta tres operativos en cuestión de dos días y en zonas completamente opuestas como Guanacaste y Limón.
“Este es un equipo táctico que está comprometido, que está convencido de que tenemos que ser un equipo élite, un equipo de ayuda, que somos una herramienta que salva vidas y que es muy importante para el organismo y la sociedad costarricense, que tiene altos niveles de transparencia. Aquí nosotros somos 25 para darle servicio a todo el país y aquí ninguno reclama por ninguna situación, todos están al pie del cañon, todos queremos trabajar”, afirma el jefe del SERT.
Según datos de la institución, durante el 2018 intervinieron en 309 asuntos, y en lo que va de este 2019, se contabilizan un total de 160 intervenciones, de las que 75 corresponden a allanamiento a estructura, 34 a escolta de detenidos, 16 a escolta de droga y tres corresponden a capturas en la vía pública.
“Este grupo táctico es una garantía de seguridad, una garantía de actuación proba, de transparencia, de trabajo bien ejecutado y fundamentalmente de que las personas que están involucradas y relacionadas con una actividad operativa van a estar bien protegidas y no van a sufrir situaciones que puedan vulnerarlas. De modo tal que las posibilidades de que suceda un evento no deseado como podría ser la afectación de la salud, o la vida de una persona pues disminuya a prácticamente a cero”, explica Espinoza.
Son corpulentos: algunos miden 1,90 centímetros y pesan 113 kilogramos; pero es parte del trabajo, pues en cada operativo deben vencer obstáculos y cargar equipo pesado. Por ejemplo, el peso total de la vestimenta de intervención es de aproximadamente 35 kilogramos, el escudo de protección pesa cerca de 27 kilogramos, mientras que los tumba puertas tienen un peso que ronda los 30 kilogramos.
Su entrenamiento es riguroso y forma parte de la rutina de trabajo. Se programa de forma mensual y consiste en una rutina aeróbica y de fuerza colectiva que se realiza los lunes, miércoles y viernes, donde todos hacen los mismos ejercicios.
La rutina se complementa con un entrenamiento principalmente de fuerza, el cual realizan los martes y los jueves.
“Nos medimos y nos apoyamos entre nosotros mismos y siempre tratamos de dar lo mejor en ese proceso”, dice el jefe del SERT, un hombre de 40 años quien forma parte de esa unidad táctica desde su conformación, en setiembre del 2008.
Sus once años de laborar en esto no han desvanecido su capacidad de impresión; confiesa que la sensibilidad humana nunca se pierde, que cargar un arma no exime las emociones que puede tener cualquier persona.
De hecho, aúnel jefe tiene presente la experiencia que más ha marcado su paso por esta unidad. Fue hace algunos años cuando el SERT realizaba un allanamiento en la capital. Ese día él y la unidad entraron a una vivienda donde encontraron a una familia muerta.
“Había un sujeto de otra nacionalidad que le había dado muerte a su esposa y a una chiquita de nueve meses y eso es lo que más me impactó, porque nosotros sí llegamos ahí, sí escuchamos al sujeto, sí estuvo ahí la oportunidad para reaccionar, pero no fue a tiempo”, recuerda el hombre, quien desde hace dos años dirige la unidad.

Al igual que él, los investigadores del SERT han pasado por situaciones dramáticas similares que han marcado su trayectoria y aunque se han ido acostumbrando a que pueden encontrarse escenas de todo tipo, la sensibilidad está allí.
Ese es el caso de Luis, un investigador de 38 años a quien le cuesta ser indiferente ante la presencia de niños y adultos mayores en un allanamiento.
“Entrar a viviendas donde hay niños pequeños que son ajenos a la situación principal que nos tiene en el lugar y verlos llorando y sufriendo es lo más difícil, porque ellos no entienden y lo único que ven es a alguien que entra a su casa de una manera abrupta y tal vez vamos por un familiar querido y los niños quedan ahí y eso a mí me cala” afirma el hombre de 1,85 metros de estatura.
Este oficial agrega que ante esas situaciones actúan con profesionalismo, teniendo en cuenta que se trata de personas inocentes y que no tienen nada que ver con el asunto que los tiene allí, e incluso “tratamos de controlarlos en la medida de lo posible, acercarlos con el familiar y hacerles ver que no somos enemigos, que somos amigos y que estamos ahí por una situación mayor y que todo va a estar bien”.
Adrenalina
Algunos de estos policías han recibido impactos de bala en los cascos y en los chalecos, sin embargo, hasta ahora han salido casi siempre ilesos. De acuerdo con el jefe del SERT solamente en una ocasión un policía resultó gravemente herido.
No obstante, el simple hecho de formar parte de esta unidad táctica genera temor entre los policías que la conforman.
“Siempre, en cada operativo, está como ese sinsabor de qué irá a pasar, si ese día será el último, si podré llegar a la casa y siempre va uno con zozobra; pero teniendo siempre el ideal de sacar la tarea adelante, que estamos por una función y que hay que efectuarla”, reconoce el investigador Salas.
Temen que las intervenciones salgan mal, temen no volver a ver a sus familias, temen por la vida de sus compañeros y por todo lo que pueda pasar durante los operativos, pero es precisamente ese temor el que les permite enfocarse en sus objetivos.
Esos temores aparecen desde el momento en que les dan los datos del operativo, cuando estudian el perfil de la persona que van a intervenir: si está armada, si tiene historial delictivo, entre otras consideraciones.
“Si bien es cierto tenemos una embestidura y muchas técnicas, pero uno no deja de tener ese susto o ese miedo para cualquier operación y a mí, en lo personal, lo que más me da miedo es no poder defender a un compañero en una situación crítica, no estar ahí para poder ser un apoyo para él. Aunado a ello, me da miedo no poder llegar a mi casa por un mal actuar, por una situación crítica que tal vez no se atendió de la mejor manera”, relata Esteban, de 35 años .
No obstante, reconocen que la experiencia adquirida, las diferentes técnicas que han aprendido y la forma en que enfrentan cada misión, les ha permitido manejar la adrenalina para convertirla en el valor y la fuerza mental suficientes para concentrarse al ejecutar las operaciones.
“En este trabajo uno siempre tiene miedo, el que diga que no tiene miedo está mintiendo y ese miedo uno lo transforma en los operativos para hacer las cosas con calma y la tranquilidad que da la experiencia, pero el miedo siempre se siente”, comenta Daniel, subjefe de la unidad.
Situaciones inesperadas
Entrar a una estructura equivocada, lidiar con mascotas furiosas y atender personas histéricas dentro de las viviendas durante el allanamientos son algunas de las situaciones más particulares con las que ha tenido que lidiar la unidad táctica del OIJ.
Aunque no es muy común que pase, el jefe del SERT recuerda el día en que entraron a una vivienda que no era la correcta.
El hecho ocurrió hace aproximadamente 10 años, durante un allanamiento en el sur del país y se debió a una confusión por parte de las personas que suministraron la información a la unidad.
“Sí se dio un evento así, pero la responsabilidad recayó sobre la delegación que estaba en ese lugar por el formato que utilizamos”, afirma el jefe del SERT.
Ese formato consiste en llenar un formulario, donde solicitan el servicio de la unidad. El jefe de investigación va junto a la persona que hace la solicitud para mostrar el lugar del allanamiento y posteriormente tiene que firmar dando fe de que ese sitio es el que les indicó.
“No tenemos la posibilidad de equivocarnos porque nosotros no escogemos el lugar, simplemente somos mandados por una persona de investigación”, asegura.
También les ha tocado solicitar atención médica para personas que se han descompuesto al verlos entrar a la vivienda. Por ese tipo de casos es que un paramédico los acompaña a todas las misiones. Se trata de un socorrista especializado en medicina de combate.
“En esos casos aislamos a la persona, la atiende el paramédico nuestro y la tratamos de controlar y simultáneamente estamos llamando al 9-1-1 para que llegue una ambulancia con personal más capacitado y con más recursos”, detalla el jefe del SERT.
Sin embargo, la situación más común y con la que deben de lidiar en muchas ocasiones son las mascotas, las cuales se convierten en verdaderos dolores de cabeza y a veces en el mayor obstáculo a la hora de ingresar a la vivienda. Usualmente son perros que intentan atacar al grupo.
Para esos casos uno de los policías lleva un arma de perdigones de goma, lo que ayuda al cuerpo táctico a continuar con el allanamiento.
“Se designa a un operador para que lleve una escopeta con munición menos letal, que son perdigones de goma y se le ordena a ese oficial que haga un tiro al animalito pero de forma indirecta, es decir, que primero golpee en el suelo y luego impacte al animalito para asustarlo”, explica el jefe del equipo.
Estos perdigones de goma les van a causar a las mascotas un ardor, sin embargo, no les va a provocar heridas ni lesiones al animal.
“Siempre tratamos de salvaguardar las mascotas de las personas que intervenimos, y eso es muy importante porque a veces nos dicen que maltratamos a los perros y eso es mentira, siempre tratamos de salvaguardarlos a ellos”, asegura el policía Víquez.
¡Policía!
Luego de conocer y estudiar el lugar que van a allanar y valorar la cantidad de operadores tácticos que requiere la misión, llega el momento de entrar a una vivienda. El grupo que interviene será muy variable y dependerá de la complejidad de la estructura
La adrenalina está al límite y no hay tiempo para pensar en lo que está por suceder, ni en los peligros, ni en la familia, solamente hay que entrar y cumplir con la detención.
El grupo está listo y los chistes y las bromas que horas antes se hacían desaparecen. La mirada está concentrada en su objetivo.
“El sentimiento antes de intervenir, es un sentimiento de compromiso entre todos. En nuestro día a día tenemos un sentimiento de paz y tenemos una parte de seriedad y una parte de concentración en las tareas. Ese compromiso de llevar todo correctamente como debe ser es lo que a uno lo llena. Hay personas que van a molestar, van a vacilar, pero ya cuando hay una operación, hay una situación de compromiso, de silencio, de poner atención, de que cada uno tiene funciones claras para que todas las contingencias que salgan lo hagan de la mejor manera”, afirmó el jefe del SERT.
Antes de comenzar el operativo se unen en una oración, se ajustan sus implementos y se bajan de los vehículos, dos carros blindados y especiales, a los que llaman Protector y Justiciero. Allí comienza la acción.
Los oficiales se forman en una sola línea y se dividen en tres grupos: un equipo que va con seguridad frontal portando un escudo balístico, un equipo de brecha que ayuda a romper obstáculos para abrir la casa, o la estructura y un equipo de registro que hace la revisión dentro de la vivienda.
No hay una función específica para cada oficial, la tarea dependerá de la misión que van a realizar.
“Este equipo ya es muy experimentado, pues el grupo que está aquí tiene más de ocho años de formar parte, entonces es rotativo. Lo que casi no se rota es el personal de brecha porque tienen cierto expertís y ellos deciden qué herramienta es la idónea, qué se pueden utilizar ahí para abrir rápido”, comenta el jefe del SERT.
Revisan el perímetro, vencen obstáculos, entran en el recinto y en ese momento es cuando gritan “¡Policía!”, como señal de identificación ante las personas que van a detener.
“Siento una responsabilidad muy alta a nivel personal y profesional. Creo que toda responsabilidad y tarea que le pongan a uno tiene que asumirla con el mayor profesionalismo que se pueda, porque de eso depende el éxito de cualquier movimiento o situación que se dé en el entorno que uno trabaja”, detalla el oficial Esteban.
Y aunque los allanamientos son las operaciones más peligrosas y más comunes que realiza la unidad, hay una intervención que es particularmente más riesgosa y requiere de un cuidado mayor.
“La misión que nunca recomendamos hacer son las detenciones vehiculares, porque el grado de complejidad es alto, no tenemos un entorno dominado al 100% y se nos puede salir de control. En esos casos nuestro mayor interés es que no se afecte a terceras personas y alguien huyendo en un carro puede atropellar gente y provocar colisiones”, asegura el jefe del SERT.
En ese caso, el policía explica que “si un vehículo flanqueó el obstáculo nuestro y se burló el cierre, nosotros no vamos a perseguir a nadie, hasta ahí llegamos porque sabemos que esa persona va asustada, va huyendo de la policía y puede ocurrir un número alto de accidentes”.
Minucioso reclutamiento
Para formar parte de esta unidad se hace una selección bastante detallada. El primer requisito consiste en haber sido investigador judicial por al menos dos años.
El candidato para formar parte del SERT debe realizar una serie de pruebas físicas. Debido a que es una labor que requiere estar en buena condición, los policías deben estar en forma (no hay simpatía al sobrepeso).
Además, se realizan una serie de pruebas psicológicas con ayuda de una profesional de la institución, quien elabora el perfil del potencial recluta. Ahí se determina qué puede aportarle la persona al grupo táctico en su ambiente laboral y el nivel de compromiso que tiene para ocupar el puesto.
“Son pruebas un poco fuertes, porque aquí el trabajo que se lleva es un fuerte y sí somos muy rigurosos. Las pruebas físicas son de confianza, porque necesitamos que nos demuestren que tienen plena confianza en las indicaciones y el valor de resistir hasta donde más puedan dar”, indica el jefe del SERT.
Una vez dentro de la unidad reciben capacitación y entrenamiento de instructores del equipo especial estadounidense de Armas y Tácticas Especiales (SWAT), así como de la policía francesa, colombiana y española.
Y pese a que es un trabajo que requiere una preparación muy fuerte, a los investigadores pertenecer a esta unidad les ha cambiado la vida y permitido superar sus propios límites.
Para ellos, formar parte del SERT es un sueño cumplido. Saben que son un grupo élite.
“Mi convicción siempre fue pertenecer a esta unidad. Antes trabajaba fuera de la institución y lo más importante era formar parte del SERT porque uno desde afuera lo ve como élite, como lo mejor que tiene esta institución y siempre me llamó la atención, aparte del servicio primero a los compañeros del OIJ y posterior a la ciudadanía”, agrega uno de los integrantes de la unidad.
Al final del día, lo único que esperan estos policías es llegar a casa. En su caso el anhelo es más que justificado.
Viven orgullosos de su carrera y la escogerían otra vez sin pensarlo dos veces.
“Tengo la posibilidad de decirle a mis hijos que Dios me usó para ayudar al país, porque creo ciegamente que somos una herramienta que se utiliza para esos trabajos de alto riesgo. Me gusta estar aquí para poder contarle a mi familia que logré ayudar a un desconocido, a una persona que ocupaba nuestra ayuda en un momento crítico”, finaliza el investigador Carrillo.