Corría marzo de 1949. Las mujeres en Costa Rica todavía no gozaban del derecho al sufragio, pero antes de poder votar, ya había algunas que pateaban un balón de fútbol. Las llamaron escandalosas, tuvieron que entrenar a escondidas, les dijeron que si jugaban al balompié se olvidaran de la maternidad porque no iban a poder quedar embarazadas.
Pero nada de eso les importó a un grupo de muchachas que —dirigidas por dos hombres jóvenes y visionarios, los hermanos Fernando y Manuel Emilio Bonilla— derribaron paradigmas y, apenas un año después de empezar a entrenar, hicieron su gran debut en el Estadio Nacional. El Deportivo Femenino Costa Rica FC saltó a la cancha para callar a muchos hombres e inspirar a muchas mujeres.
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Pongamos en contexto lo que significaba para la sociedad costarricense de mediados del siglo pasado, que una mujer se dedicara a un deporte en extremo físico y de contacto que para ese entonces era exclusivo de los hombres: el fútbol.
Eran tiempos en que la mayoría de las mujeres debían enfocarse en las labores del hogar. Como explica el historiador Chester Urbina Gaitán en una recopilación que publicó en el sitio de la Unión Femenina de Fútbol (Uniffut), la participación femenina en la fuerza laboral de Costa Rica era muy escasa, siendo que sus opciones estaban en labores artesanales como la costura, la cocina, ser empleadas domésticas o cogedoras de café. El autor expone que la mujer no tenía una libertad personal sobre su cuerpo, sino que su función se reducía a servir a los demás desde su papel como madre y esposa.
“La imagen de femineidad victoriana (inspirada en la reina Victoria de Inglaterra) le imponía a las mujeres a conservarse frágiles y elegantes, sin adquirir las capacidades propias de unas deportistas: la fuerza, resistencia, independencia y actividad”, agrega el texto.
En lo deportivo, en el siglo pasado, el papel de la mujer se limitaba más a las relaciones sociales: entregaban los premios a los varones, eran las recepcionistas de las fiestas de los clubes, cocinaban, eran las madrinas de los equipos y hasta recibían homenajes en los partidos; pero hasta ahí.
Lista de jugadoras del Deportivo Femenino Costa Rica FC.
Dora Bonilla de Di Palma, Hilda Ocampo Pérez, Vera Padilla Solano, María Eugenia Páez Arias, Maria Cecilia Rojas Fernández, María Teresa Montero, Julieta Zúñiga Chavarría, Carmen Morales Sequeira, María Elena Valverde Coto, Nelly Coto Solano, Vicenta Morales Sequeira, Julieta Muñoz Coto, Ligia Cordero Coto, Thelma Obregón Espinoza, Lidiethe Hernández Jácamo, María Cecilia Luna Fallas, Irma Castillo Sánchez, Lillian Lindo Morales, Grace Antonini Corrales, Gladys Madrigal Blanco, Daisy Piedra Rojas, Alice Quirós Álvarez, Miriam Artavia Valerio, Zulay Loaiza Martínez, Rosa Severino Ordóñez, Betty Rojas López, Claudia Araya Rojas, Flora Araya Rojas, Georgina Rodríguez Saborío, Ana Cecilia Herrán Blanco, Daysi Piedra Rojas, Gloria Albertazzi Bocca, Teresa Sánchez Sequeira y Flory Cordero Monge.
Si actualmente, en pleno 2022, las futbolistas no tienen igualdad con sus colegas masculinos en temas de profesionalización (pagos de salarios), cobertura mediática o apoyo de patrocinios —para mencionar solo algunas áreas de desventaja—, imagínese lo que fue en 1950 creer y apostar por salirse de los cánones que la sociedad imponía y llevar a las mujeres a ser las protagonistas de un deporte, y además, lograr que lo hicieran con alta calidad, como lo fueron las jugadoras del Deportivo Femenino Costa Rica FC. El sueño de Fernando Bonilla, quien apenas estaba saliendo de su adolescencia para ese momento, fue el de un visionario, un adelantado para su época.
En el mundo ya había señas del fútbol femenino, y los británicos ya lo vivían. En Costa Rica hubo un atisbo en 1926 para iniciarlo, pero el balompié de mujeres en nuestro país no se concretó hasta aquel partido del 26 de marzo de 1950 frente a cientos de espectadores que quedaron asombrados por las destrezas de las jugadoras que los hermanos Bonilla habían formado.
Concretar un sueño
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Fernando Bonilla falleció en diciembre del 2021. Amó al fútbol y respetó a las mujeres y su dignidad durante toda su vida. Fue un promotor de ellas y así lo recuerdan esas mujeres que crecieron con él en lo futbolístico y también en lo personal.
Su hija Victoria repasa con cariño las anécdotas que su papá y su mamá doña Alice Quirós (quien también fue jugadora del Deportivo Femenino), le contaron sobre el nacimiento del equipo.
“Papi siempre dijo que esa idea fue inspirada por Dios. El soñó una noche que veía a muchachas jugando fútbol, se levantó con la inquietud, se la comentó a su hermano mayor Manuel Emilio y se quedaron madurando la idea”, contó Victoria.
Durante el novenario del papá de Fernando, éste le comentó la idea a su hermana Dora. Ella se emocionó tanto con la posibilidad de jugar fútbol que aprovecharon el rezo para invitar a varias de sus amigas, quienes llegaron para darle el pésame. El novenario se convirtió en la primera reunión del naciente grupo deportivo.
Todo se fue concretando. A los días de comenzar con la convocatoria de jugadoras, un tío de la familia les prestó la finca Las Delicias, en San Ramón de Tres Ríos, para que iniciaran los entrenamientos... a escondidas, eso sí. En ese primer encuentro, ocurrido el 19 de marzo de 1949, participaron 32 muchachas.
Fernando y Manuel Emilio tuvieron que empezar desde cero con las jugadoras. Incluso hubo que enseñarlas a correr porque no lo hacían de la manera correcta para jugar en un campo de fútbol.
Los entrenamientos eran reales gracias a la experiencia que Fernando había acumulado como jugador profesional (jugó con Alajuelense, Saprissa, Cartaginés, Herediano y Uruguay de Coronado.). “Eran fuertes, había técnica y táctica. Nos enseñaba a ‘matar la bola’, a dominarla. También hacíamos ejercicios físicos para fortalecer”, contó doña Alice, hoy de 92 años y quien llegó al equipo cuando era apenas una muchachita, de unos 19 años.
Grace Antonini se sumó al Deportivo Femenino cuando tenía 16 años. Sus habilidades físicas pronto la ubicaron como una fuerte defensa que también jugaba como volante cuando era requerido. Hoy, a sus 89 años, recuerda con gran cariño y respeto todas las enseñanzas y las experiencias vividas en el equipo.
Jugadoras de la segunda etapa
Marjorie Flores Calero, Cecilia Montero González, María de los Ángeles Rivera Arce, Marta Rankin Lobo, Miriam Morales Ledezma, Ana Isabel Alvardo Sancho, Elizabeth Barrantes Bosquez, Elizabeth Casassola Orozco, Sonia Mora Rodríguez, María Isabel Cruz Quesada, María Cristina Blanco Castro, Sonia Ortega González, Yolanda Lobo Cruz, Odilie Flores Jiménez, Grace Mora Poltronieri, Haydée Porras Villalta, Nidia Quirós Esquivel, Mary Lía Quesada Pérez, Damaris Curtis Benedictis, Jenny Slim González, Mareeta Solano Chinchilla, Odilie Cruz Zúñiga, Mary Cruz Zúñiga, Ana Emilia Morales Cubero, Ana Luz Arroyo, Leticia Quirós, Ermelinda Castro, Mercedes Barrientos, Ana Rita Alvarado, Cecilia Madrigal, Lorena Pacheco, Lidia Pacheco, Deyanira Salazar, Cecilia León, Flor Araya, Elisa Durán, Elieth Saborío, Elizabeht Pacheco, Marelene Rímola y Flory Calderón.
Grace tuvo la fortuna de que en su casa no hubo oposición para que ella practicara el deporte, pues convenció a sus papás y se sumó a la agrupación. “Nos enseñaron todo, nos ponían a correr, a patear bien la bola. También aprendimos muchas estrategias. Los hermanos eran muy dedicados aunque en aquel tiempo no era bien visto lo que estábamos haciendo”, dijo la exjugadora, hoy de 89 años.
Alice, quien años después de que el Deportivo Femenino llegara a su final se enamoró de Fernando y se casó con él, también concuerda en que las enseñanzas del entrenador dieron sus frutos.
“Un día después de misa venían unas muchachas caminando y les pregunté que dónde había fiesta para irme con ellas, pero me respondieron que iban a entrenar fútbol y, como yo era muy deportista, me fui con ellas”, narró esta mujer de 92 años que vivió más de 70 al lado de Fernando como jugadora, luego como novia y finalmente como su esposa hasta que él falleció el año pasado.
Alice se apuntó al equipo pero no le dijo nada a su papá porque era muy estricto. En cambio, su madre, aunque no estaba de acuerdo porque “eso era cosa de hombres”, la apoyó. “Lo que hacía es que me levantaba muy temprano a hacer las cosas de la casa para después ir a jugar. Iba a misa los domingos a las 6 de la mañana porque si no íbamos a misa, no podíamos salir”, aseguró.
Otra de las fundadoras del equipo fue Zulay Loaiza, quien a sus 15 años ya era toda una fiebre del balompié, especialmente del Saprissa, así que todos los domingos iba a ver los partidos del equipo de sus amores. “Conocí a un árbitro que me preguntó que por qué yo no jugaba si me gustaba tanto, pero yo le dije que no había equipo y él fue quien me recomendó con Fernando,; pues para entrar al Deportivo Femenino había que llegar con una recomendación”, afirmó esta mujer que se desempeñó en el combinado como volante izquierda o half izquierdo, como se le llamaba en la época.
“Había mucho machismo en ese tiempo, no tuvimos ayuda de nada. Para comprar los uniformes y los tacos teníamos que hacer cafecitos y vender cosas todas para juntar la plata. Ahora hay mucha desigualdad con las futbolistas, pero antes era mucho peor”, recordó doña Zulay, hoy de 89 años.
Verónica Bonilla, la hija de Fernando, contó otras anéctodas del machismo que reinaba en la época, como lo que le sucedió a su mamá doña Alice cuando ingresó al conjunto deportivo: su novio la amenazó con terminar la relación. “La mamá de una jugadora le dijo que si iba a la gira a Panamá la iba a meter al reformatorio en Guadalupe porque era una hija descarriada. Otra señora le dijo a una de las muchachas que era una ‘mujercilla’ y que no la quería ver ni en pintura”, narró Verónica.
Estas y muchas otras barreras de la sociedad que no veía con buenos ojos que mujeres jugaran al fútbol fueron derribando las pioneras del Deportivo Femenino Costa Rica desde que decidieron emprender su viaje deportivo.
El gran debut
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“Próximo domingo en el Estadio Nacional a las 10:30. Lo que todos esperaban, sensacional primera presentación del fútbol femenino. Por primera vez en nuestra historia deportiva vea el maravilloso espectáculo de nuestras lindas damitas en inolvidable cotejo dedicado al Excelentísimo señor Presidente de la República. Amenizado por la banda militar de San José”. Así rezó el anuncio que se publicó en el periódico La Nación el viernes 24 de marzo de 1950 para avisar del debut del Deportivo Femenino Costa Rica FC en la cancha del Estadio Nacional.
“Antes del primer partido oíamos comentarios de que la gente solo iba a ir a vernos para vacilarnos y para burlarse de nosotras, pero cuando todos salieron del encuentro los comentarios cambiaron a que jugábamos muy bien. Todos terminaron extrañados”, dijo doña Zulay.
Para ese partido, como en el país no había otro equipo, el Deportivo Femenino Costa Rica se dividió en dos grupos: el rojo y el azul, uno dirigido por Fernando y el otro por Manuel Emilio.
Verónica Bonilla, la hija del técnico, rememoró lo que su papá le contó de aquel cotejo. “Se puede imaginar el estadio lleno de toda la gente, especialmente hombres, que querían ver el show. Para ellos era algo de burla, era la chota del momento ver a ‘estas viejas ridículas’ detrás de una bola y lo que se encuentran son dos equipos con técnica, con táctica y estrategia. Lo que vieron fue mujeres que jugaban bien al fútbol”, expresó.
Una anécdota importante del encuentro es que Alice Quirós llegó al Deportivo Femenino poco tiempo antes del partido, así que no figuraba en la alineación original que los Bonilla habían planteado. Sin embargo, a la jugadora le llegó la oportunidad de jugar a último momento porque tenía que ocupar el espacio de una compañera que sufrió un percance.
Quirós debutó en el Nacional y lo hizo anotando el primer gol del partido, un gol histórico para Costa Rica, pues fue el primer tanto hecho por una mujer en el recinto deportivo de La Sabana.
“Íbamos tres jugadoras al ataque, en línea. Yo era la del centro. Cuando estábamos muy cerca del marco, las dos compañeras me pidieron el balón, pero yo iba con todo el entusiasmo, cuando tuve el marco a poca distancia mandé la bola muy fuerte y metí el gol”, contó llena de orgullo doña Alice.
Antonini también tiene recuerdos muy vívidos de ese emocionante día. Cuenta que los nervios estaban a flor de piel, pero que en cuanto pusieron sus pies en la grama del Nacional todo atisbo de susto se borró: estaban enfocadas en demostrar que las mujeres podían hacer lo mismo que los hombres, sin discriminación.
“Las señoritas balompedistas revivieron la grandes mañanas futboleras de nuestro estadio. Extraordinaria impresión causaron en su debut los conjuntos académicos Rojas y Azules de los hermanos Bonilla”, tituló La Nación en la crónica del partido, publicada dos días después de haberse jugado.
La nota continuó alabando el talento de las jugadoras. “Pese al escepticismo de unos pocos, y como otros lo preveíamos, los conjuntos femeninos de fútbol, paciente y brillantemente entrenadas por los hermanos Bonilla, se embolsaron a la totalidad de los fans y llamaron poderosamente la atención de los entendidos en su cotejo de debut, que marca etapa gloriosa en nuestra historia deportiva”, reza la nota. Y así fue, ya que después del espectáculo deportivo que las muchachas ofrecieron en la cancha, lo que vino después fueron muchas glorias para ellas y sus entrenadores.
Aunque no todo fue miel sobre hojuelas. Pese a la buena presentación, en los días siguientes al partido se desató una polémica sobre si las mujeres debían o no de jugar al fútbol. En el libro Deportivo Femenino Costa Rica, primer equipo de fútbol femenino del mundo, reseña histórica (1999), que publicó el entonces Ministerio de Cultura y Juventud, el autor Elías Zeledón recordó que el debate llegó hasta el Congreso Nacional.
“Se invita a médicos para analizar la situación de la mujer con respecto a si debe practicar fútbol, ya que se tenía criterio de que podía quedar esterilizada o que por ser un deporte muy varonil, la mujer podía perder su condición femenina”, explicó el libro. Sin embargo, después de hablar con las jugadoras, así como pedirle la opinión a doctores especializados, se concluyó en que el fútbol no influía en estos aspectos.
Los prejuicios, el machismo y las barreras se derribaron, quedaron totalmente atrás después de la espectacular demostración futbolística que las muchachas del Deportivo Femenino Costa Rica hicieron en su debut. Con los ánimos al tope y muy entusiasmadas, siguieron con su proyecto.
El 8 de junio de 1950, las muchachas volvieron a convocar a cientos de personas en el Estadio Nacional para verlas jugar. Entre los asistentes destacó la presencia de José Figueres Ferrer, presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República y quien incluso hizo el saque de honor.
Glorias internacionales
Lo que el Deportivo Femenino Costa Rica FC había marcado en la cancha del Estadio Nacional ese domingo 26 de marzo de 1950 llevaría al grupo a escribir su nombre no solo en nuestro país, sino que también más allá de las fronteras.
Apenas se corrió la voz de que un grupo de mujeres costarricenses jugaban al fútbol —y que además lo hacían muy bien—, comenzaron a llegar las invitaciones para presentarse en el extranjero. La primera gira internacional del equipo se llevó a cabo a partir del 29 de abril de 1950, con invitación desde Panamá para jugar en su estadio nacional.
Empezó a destacar la disciplina y el honor que Fernando Bonilla inculcó en sus jugadoras. De acuerdo con el relato de las entrevistadas, el entrenador siempre quiso que sus atletas demostraran elegancia a donde fueran y los buenos modales y la educación eran parte fundamental de la delegación costarricense en cualquier país que visitaran.
Para su primera gira las muchachas iban muy bien presentadas con un uniforme diseñado por la sastrería de Hernán Gómez, explica el libro del Ministerio de Cultura y Juventud. “Todas optimistas, con uniformes que envidiaría cualquier escuadra balompédica de Centroamérica, dentro de una disciplina que nunca antes habíamos visto en delegaciones deportivas, se despidieron de quienes fuimos al aeropuerto expresándonos seguridad en cuanto a que harían todo lo humanamente posible para representarnos tanto deportiva como culturalmente en forma digna en su corta permanencia en Panamá”, escribió La Nación cuando las deportistas salieron a su primer viaje.
Cada futbolista llevaba un vestido sastre de gabardina, dos blusas de seda, zapatillas, gorritos, escudos, valijas y maletines, todo como parte de su uniforme de presentación.
Las jugadoras recuerdan con mucho cariño que Fernando les insistió a siempre estar muy bien presentadas para llevar en alto el nombre de Costa Rica, al punto que antes de cada partido visitaban el salón de belleza para que las peinaran y maquillaran.
Como muchas eran menores de edad bajo la dirección de dos hombres adultos, la delegación iba acompañada por diferentes chaperonas que cuidaban de las jóvenes.
“La pasión con la que asumieron el fútbol mucho se las transmitieron don Fernando y don Manuel Emilio. Le pusieron tantas ganas al punto de que uno ve las fotos de lo elegantes que iban vestidas dignificando a la mujer costarricense. Ellas abrieron un camino, que ha tenido etapas, pero ellas introdujeron el fútbol femenino al país”, explicó el periodista deportivo Rodrigo Calvo sobre la importancia del Deportivo Femenino Costa Rica.
Después de Panamá llegaron más invitaciones. El Deportivo Femenino tuvo la oportunidad de viajar a Honduras, Guatemala, Colombia, Cuba, México, Curazao y El Salvador.
Las deportistas iban derribando barreras en cada lugar que visitaban.
En Colombia, por ejemplo, vivieron un trago amargo antes del primer juego en Bogotá, donde había una especie de liga de mujeres defensoras de la decencia que logró que las ticas no jugaran en la capital cafetera, dado que “el fútbol era una actividad inapropiada para las damas”. Sin embargo, las nacionales se desquitaron con presentaciones en otras ciudades, como Cali, Cúcuta y Medellín.
“Aunque hubo ciertas personas en desacuerdo, la mayoría de la gente reaccionaba muy bien. Siempre nos atendieron como reinas, como si fuéramos artistas famosas”, comentó Grace Antonini.
“En los otros países se armaba una locura, a los tres meses de que nosotras empezamos había equipos por todos lados. Siempre que jugábamos afuera las graderías de los estadios estaban llenas porque no podían creer que había mujeres jugando fútbol. Éramos la novedad y nosotras, entre más pelota nos daban, más dábamos en la cancha”, agregó Alice Quirós.
Nuevos aires
El equipo estuvo vigente durante 14 años, período en que hubo dos etapas. En la segunda parte del proceso del grupo llegaron nuevas jugadoras, entre ellas Marta Rankin, Haydeé Porras y Ana Emilia Morales.
El caso de Haydée es muy particular. Ella desde muy pequeña sintió especial afición por el fútbol, mejengueaba a diario con sus amigos de la escuela y del barrio donde aún vive: Hatillo. Pero era de una familia muy humilde, así que siempre pateó descalza un balón de papel y retazos de tela que le hacía su mamá.
Cuando llegó al grupo era la más chiquilla, tenía si acaso unos 13 años, según recuerda. Haydée vio al Deportivo Femenino en su debut en el Nacional, pero no se unió a ellas inmediatamente, sino que formó parte de un equipo que se inició después y que se llamó Evita de Perón. “A ese lugar fuimos muchas muchachas del sur de la capital. El entrenador era un señor llamado Amado Bolaños”, contó la polifuncional jugadora, actualmente de 89 años.
Según recordó Haydée, Fernando la vio jugar y se propuso llevarla a sus filas, pero no iba a ser algo fácil. “Yo no me quería ir, era muy ‘polita’, andaba descalza, no sabía hablar bien, andaba mal vestida”, agregó la jugadora, quien hoy se define como polifacética ya que por su calidad aprendida en los potreros y planchés podía jugar cualquier posición donde la pusieran (incluso de portera).
“Fernando me vio pateando y deseaba que me fuera con él, pero yo no me iba, me daba vergüenza porque pensaba que ese equipo era de la clase alta. Pero me logró convencer y siempre voy a estar muy agradecida. Fernando me enseñó a jugar con zapatos, me enseñó hasta a comer bien y a coger bien la tacita de café”, agregó.
Ana Emilia, por su parte, era amiga de la familia Bonilla, desde niña supo del equipo y quiso formar parte, pero era muy pequeña para hacerlo. Cuando ya entró en la adolescencia la invitaron a unirse. “En el 59, Fernando le habló a mi papá para que me diera permiso. Estaba a la vuelta de la esquina la gira a México y pude disfrutar de ese viaje”, contó doña Ana, quien tiene 82 años.
Entre los detalles que más recuerda es la disciplina con la que Fernando y Manuel Emilio dirigían el equipo. “Fernando nos manejaba con pitazos, al primer pito había que estar listas, al segundo ya en la fila y así siempre. Nunca permitió groserías en la cancha, ni que gritáramos o nos tratáramos mal, ante todo éramos damas”, narró Ana Emilia.
Marta Rankin era extremo izquierdo y ya a los 16 años demostraba que manejaba una técnica envidiable en el equipo que jugaba antes de entrar al Deportivo Femenino, lo cual llamó la atención de Fernando, quien la convocó a su agrupación.
“Mi papá era inglés, era un señor muy estricto más que todo con las responsabilidades de los estudios, así que me tuve que alejar del fútbol, pero un día llegó Fernando a hablar con él para pedirle permiso para llevarme a jugar”, rememoró la futbolista, hoy de 78 años.
En esta segunda etapa del grupo se hicieron varios cambios en la alineación y fue el 15 de agosto de 1961 cuando el Deportivo Femenino Costa Rica FC volvió a generar titulares, cuando fue escogido para realizar el partido preliminar del encuentro que el Real Madrid español sostendría ante el Saprissa.
Ese partido preliminar, previo al encuentro internacional, lo jugaron el Deportivo Femenino contra el Deportivo Sanyo FC, y e resultado fue de 2 a 0 a favor de las del Deportivo.
“El juego fue depurado y aplaudido. En el medio tiempo el astro del Madrid, Alfredo Di Stéfano se acercó a don Fernando, lo abrazó y lo felicitó. Le dijo que no cualquiera podía poner a muchachas a jugar un fútbol de esa categoría, que eso no se veía ni en España”, recordó el periodista Rodrigo Calvo.
En 1963 se emprendió la gira por México, una de las más largas que hubiera realizado un equipo costarricense y que se extendió desde febrero hasta agosto. El viaje se hizo en bus desde Costa Rica a México y en el camino el Deportivo Femenino jugó partidos en Honduras, Guatemala, El Salvador y, por supuesto, en México.
Reconocimiento tardío
El Deportivo Femenino estuvo activo desde 1949 hasta 1964. Cuando se disolvió fue por la falta de apoyo económico y porque muchas de sus integrantes fueron formando familias y había poco tiempo para atender al fútbol.
“Los equipos deciden no continuar porque no había apoyo económico, todo lo generaban las jugadoras con rifas e inversión propia”, explica Verónica Bonilla.
Sin embargo, muchos años después de que el Deportivo Femenino Costa Rica FC sembrara la semilla del fútbol de mujeres no solo en nuestro país sino en la región latinoamericana, las deportistas y sus fundadores recibieron el reconocimiento que se merecían.
En el 2014, durante la inauguración del Mundial Femenino sub-17 realizado en nuestro país, se le hizo un homenaje al Deportivo Femenino Costa Rica FC en reconocimiento a su trabajo como pioneras del balompié de mujeres. En esa ocasión, varias de las jugadoras disfrutaron del encuentro inaugural del certamen entre las selecciones de Costa Rica y Venezuela.
Además, también como reconocimiento a las luchas de estas emprendedoras y ejemplares mujeres, el Gobierno de la República, a partir de la propuesta de la diputada Franggi Nicolás, le otorgó al equipo el título de Organización Benemérita del Deporte Nacional, en noviembre del 2021.
Este reconocimiento lo pudo gozar Fernando Bonilla pocos días antes de su fallecimiento.
En el acto, que se realizó en el Estadio Nacional, la vicepresidenta Epsy Campbell afirmó que la declaratoria de benemeritazgo es un reconocimiento al esfuerzo, trabajo y constancia de las mujeres que históricamente en 1949 rompieron con los estereotipos del fútbol nacional.
“Los logros y hazañas deportivas en el campo femenino que conocemos hoy, se dieron gracias a un grupo de mujeres que valientemente y desafiando los prejuicios de la sociedad costarricense fueron las fundadoras y pioneras, junto con los hermanos Bonilla Alvarado, que crearon el primer equipo femenino de Costa Rica, el Deportivo Femenino Costa Rica F.C.”, había dicho también en el evento la diputada Nicolás, promotora del proyecto de ley del benemeritazgo.
Las jugadoras se sienten orgullosas por estos reconocimientos a su legado, pero también concuerdan en que a los hermanos Bonilla se les debe de honrar su trabajo en pro del deporte femenino en nuestro país. Todas coinciden en que Fernando y Manuel Emilio merecen un espacio en la Galería Costarricense del Deporte por su aporte y visión de llevar al terreno de juego a las mujeres y así romper paradigmas en una sociedad que las tenía destinadas a “servir” en el hogar.