El 10 de enero de este 2022 murió en prisión Robert Durst, el estrafalario multimillonario neoyorquino que mantuvo en vilo a las autoridades durante muchos años como sospechoso de ser un asesino en serie. Para alguien cuya vida dio tanto de qué hablar, la muerte le llegó prácticamente sin que el mundo se diera por enterado.
El caso remite a otros criminales de “fama” mundial que actualmente permanecen encarcelados y que, según lo han dictado sus condenas, no recuperarán su libertad nunca más. En su momento fueron protagonistas de casos tremendamente mediáticos, muchos de los cuales luego inspiraron infinidad de documentales, series de televisión y películas que revisaron los detalles más escalofriantes y escandalosos de sus delitos y juicios. Pero, como todo en la vida, hasta para estos sociópatas la notoriedad es temporal y eventualmente sus nombres fueron quedando en el pasado; la sociedad siguió adelante sin ellos, si acaso recordándolos cuando los medios reportaban alguna crisis de salud que sufrieron en prisión o bien una nueva negativa de parte de las autoridades para concederles la libertad condicional, aún cuando ya eran ancianos con décadas de encierro.
Repasemos a continuación algunos ejemplos de los otrora “célebres” criminales que acapararon titulares y condenas y que hoy solo cuentan los días, tras las rejas, a la espera de que la muerte natural los alcance.
El asesino de Lennon
Mark David Chapman, el hombre que acabó a balazos con la vida del ícono musical John Lennon hace casi 42 año, perdió en agosto del 2020 su undécima apelación para intentar salir de prisión.
Chapman, de 65 años y que había dicho previamente que ya no es el joven problemático que disparó varias veces contra uno de los artistas más famosos del mundo para lograr notoriedad, está condenado a un mínimo de 20 años de cárcel y un máximo de cadena perpetua tras declararse culpable de asesinato en segundo grado.
La muerte de Lennon, que fundó The Beatles pero también tuvo éxitos en solitario como Imagine y (Just Like) Starting Over, conmocionó al mundo de la música, a Nueva York –donde vivía el artista británico– y a una generación que creció a los sones de la “Beatlemanía”.
A los 40 años, Lennon acababa de poner fin a un paréntesis musical con la publicación del álbum Double Fantasy y había ido a una sesión de grabación nocturna el 8 de diciembre de 1980. Cuando volvió a su casa, en el Upper West Side de Manhattan, Chapman estaba esperándolo y le disparó cuatro veces frente a su esposa, Yoko Ono, en un tenebroso episodio que no solo la marcó a ella, sino a millones de fans en el mundo.
Desde el año 2000, el primer año en que Chapman solicitó la libertad condicional, Ono, hoy de 89 años, se ha opuesto con dureza a su salida de prisión.
“Es muy, muy difícil para mí pensar en Chapman”, declaró al Daily Beast en una entrevista de 2015. “Sobre todo porque él no parece pensar que eso fuera algo malo. Lo hizo una vez y podría volver a hacerlo, a otra persona (...) Podría ser yo, podrían ser Julian o Sean (los hijos de Lennon), podría ser cualquiera, así que existe esa preocupación”, dijo Ono.
Añadió: “He dicho que está loco, pero tal vez no, tal vez él tenía un propósito que quería lograr, como ‘Matar a John Lennon’”, comentó la artista japonesa. “Así que podría tener otro propósito. No creo que solo lo haga de manera emocional. Hay una razón, ya sea simple o no, para hacer lo que hace y justificarlo. Entonces eso da mucho miedo”, agregó la viuda de Lennon.
En una entrevista, realizada en agosto de 2018, Chapman dijo que era un hombre cambiado y un cristiano religioso que daría la bienvenida a la libertad aunque reconoció que no la merecía.
A Chapman se le ha denegado repetidamente la libertad condicional, pero su esposa Gloria lo visita fielmente en su prisión de Nueva York e, incluso, se trasladó por un tiempo breve al otro lado del país para estar más cerca de él.
Gloria ha argumentado siempre que su marido luchaba con una enfermedad mental y hasta estuvo hospitalizado en una unidad psiquiátrica. Ella declaró que, cuando vio en la televisión que le habían disparado a Lennon, ella estaba viendo un episodio de La casa dela pradera y “supe que era Mark”.
“¿Cómo lo supe? Dos meses antes Mark había viajado a Nueva York. Volvió a casa asustado y me dijo que para hacerse un nombre había planeado matar a la exestrella de los Beatles. Pero dijo que mi amor le había salvado. Incluso me hizo sostener la pistola, que aún estaba fría, por haber estado en la bodega del avión”, comentó Gloria.
“La única razón por la que me pareció bien que Mark hiciera otro viaje fue porque le creí cuando dijo que necesitaba madurar, como adulto y como esposo, y que necesitaba tiempo para pensar en su vida. Él quería que yo aceptara quedarme sola durante un tiempo para que después pudiéramos tener un matrimonio largo y feliz juntos. Dijo que había tirado la pistola al mar y yo le creí. Obviamente me mintió”, agregó.
La duodécima audiencia de libertad condicional de Chapman está prevista para agosto del 2022.
Durante años, expertos juristas han insistido en que es improbable que algún día Chapman recupere la libertad. En un escenario hipotético, podría se transferido a un centro psiquiátrico, pues conforme han pasado los años se ha sabido que el hombre había tenido una infancia llena de agresiones, luego se convirtió al cristianismo y más adelante su mente comenzó a divagar.
Escalofría saber que su víctima fue John Lennon porque era un blanco factible. Chapman había elaborado una lista con celebridades a las que quería asesinar, entre las que se encontraban Elizabeth Taylor, Marlon Brando, Jacqueline Kennedy o Johnny Carson, pero el hecho de que John viviera en el edificio Dakota, en pleno Upper West Side de Manhattan, lo convertía en el objetivo más asequible. Siempre había sentido cierta animadversión hacia el artista británico. Algunos amigos de la infancia declararon que Chapman lo detestaba por haber dicho que los Beatles eran más grandes que Jesucristo.
El ‘Unabomber’
El preso Theodore Kaczynski, apodado como Unabomber, aterrorizó a los Estados Unidos con una serie de envíos de cartas bombas dirigidas a científicos entre 1978 y 1995. Él fue trasladado en diciembre pasado desde una prisión de super máxima seguridad en Colorado, en la que cumplía su condena a cadena perpetua, a una prisión federal común en Carolina del Norte, por problemas de salud.
Sin embargo esto no implica, ni remotamente, que Kaczynski -que reivindicaba sus acciones en nombre del rechazo al progreso tecnológico-, esté cercano a conseguir su libertad.
Kaczynski fue arrestado en 1996 tras una persecución de varias décadas, en las que se dedicó a fabricar y enviar paquetes bomba desde una cabaña en mitad del bosque en el estado de Montana. Unabomber reconoció 16 explosiones, las cuales causaron tres muertes y al menos 23 heridos.
Unabomber, formado en Harvard, radicalizó sus posiciones e incluso forzó al diario The Washington Post a publicar su manifiesto contra el progreso tecnológico de la sociedad. El análisis de sus escritos, en el que participó su propio hermano y que ha propiciado afamadas series de televisión, permitió su detención y puesta a disposición judicial.
Kaczynski fue condenado a ocho cadenas perpetuas, que cumplía en la prisión de súper máxima seguridad ADX Florence, en Colorado, “El Alcatraz de las Montañas Rocosas”.
Según una investigación del medio El independiente, ADX Florence es una instalación especialmente reservada para los presos más peligrosos y conflictivos del sistema penal estadounidense, para aquellos cuya fuga suponga un riesgo para la seguridad nacional y, especialmente, para terroristas domésticos e internacionales. Tiene capacidad para 490 reos, que viven en celdas individuales en las que permanecen aislados 23 horas al día. Los habitáculos constan únicamente de una cama, un escritorio y un taburete hechos de cemento, así como un retrete y una ducha temporizada desde el control central de la prisión.
Las dependencias están insonorizadas para evitar la comunicación entre presos y las ventanas están especialmente diseñadas para que desde ellas sólo se vea el cielo, imposibilitando que el recluso pueda saber en qué parte del recinto está y por tanto planear una fuga. Durante su hora de recreo diaria, cada reo está escoltado por al menos tres agentes que le acompañan a una especie de jaula al aire libre, con muros lo suficientemente altos como para generar el mismo efecto que en las celdas y permitir únicamente la visión del cielo.
“Es la vida después de la muerte. Es a largo plazo, en mi opinión, mucho peor que la muerte”, dijo en 2015 el exalcaide de la prisión, Robert Hood, durante un juicio que reportó CNN. “Tan pronto como llegan a la puerta lo ves en sus caras. Es allí cuando realmente te afecta. Ves la belleza de las Montañas Rocosas en el fondo, pero cuando cruzas la puerta es la última vez que podrás verlas”, declaró.
Al día de hoy, se ignoran los detalles de la salud de Kaczynski, pero especialistas en leyes aseguran que, por la “genialidad” de su mente, el calibre de sus delitos y su filosofía –de la cual nunca se ha desdicho– es prácticamente nula la opción de que Ted llegue a recuperar la libertad alguna vez.
El asesino “BTK”
Dennis Rader es uno de los criminales más despiadados de la historia de los Estados Unidos, ya que no le bastaba con matar a sus víctimas de turno, sino que también las ataba y torturaba. Es por eso que su apodo llegó a ser “El asesino BTK” -Bind (atar), Torture (torturar) y Kill (matar)-, con al menos 10 cadáveres en su haber entre 1974 y 1991.
A diferencia de otros asesinos que tuvieron infancias difíciles plagadas de abusos, golpizas y malos padres, el caso de Rader es bastante atípico en comparación, ya que en su Pittsburgh natal (nacido en 1945) era estudioso y su familia le daba un trato acorde, aunque su adicción por maltratar animales fue su mancha desde pequeño.
Tras su traslado a la pequeña ciudad de Wichita, Rader completó sus estudios e ingresó a la Fuerza Aérea estadounidense (recibió una condecoración por su labor), por lo que vivió en diversos lugares del mundo como Japón, Corea del Sur, Turquía y Grecia.
A su vuelta del mundo de la milicia, atendió una carnicería junto a su madre, además de recibirse de electricista y ser presidente de la iglesia luterana de su localidad, es decir, se lo veía casi como un ciudadano ejemplar.
En 1971 se casó con Paula Dietz y tuvo dos hijos, o sea, que su aura de buena persona continuó aguantándose y nadie sospecharía más tarde en la clase de asesino serial en la cual se transformó.
Sin embargo, a partir de 1974, ese hombre gentil y modelo de la ciudad comenzó a cambiar y con él, llegó la muerte a Wichita. Si bien no se sabe cuál pudo ser el desencadenante de los hechos, algunos creen que tenía una obsesión de poder sobre las personas.
Lo cierto, es que el 15 de enero de ese año, Rader ingresó a una vivienda que estaba integrada por la familia Otero, y sin mediar palabra, a punta de un revólver ató al padre de familia, Joseph (38), su esposa Julie (34) y sus hijos Joseph II (9) y Josephine (11), a quienes torturó psicológicamente, les puso una bolsa de plástico en la cabeza y los asfixió, para finalmente, masturbarse y derramar su semen sobre la pequeña muerta.
Los casos que siguieron estuvieron provistos de un sadismo similar, impensable. Sus crímenes aterrorizaron a la ciudad sobre todo porque no existían visos de atraparlo y la ausencia de sus barbaries durante largos períodos no ofrecían tranquilidad porque en cualquier momento podía volver a actuar.
Finalmente, en el 2005, tras un periodo en el que le dio por mofarse de la policía, enviarles cartas con detalles explícitos de sus crímenes y hasta fotos de los hechos, en un disquete que envió retándolos a que no podrían seguir su rastro el criminal cometió un banal pero gigante error, pues no había borrado un archivo anterior y este detalle guió a los detectives directo a él.
Tras un interrogatorio de 30 horas, fue juzgado en agosto de ese año y sentenciado a 10 cadenas perpetuas consecutivas, que sumadas alcanza un total de 175 años en prisión. Hoy tiene 77 años y, de acuerdo a las leyes locales, no tiene ni la más mínima posibilidad de salir de prisión, salvo cuando fallezca y su cadáver sea entregado a sus familiares.
El terror de Colombia
Luis Alfredo Garavito, conocido como ‘La Bestia’, es uno de los violadores seriales de niños más peligroso del mundo, pues en la década de los 90 violó y asesinó casi a 200 infantes en un caso que aterrorizó a Colombia. Tras ser capturado, fue sentenciado a 40 años de prisión, en 1999.
En diciembre pasado se encendió una gran polémica en el país, al conocerse que el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) de Colombia había solicitado la libertad condicional para Garavito, pues las leyes adscritas a su condena permitían optar por el beneficio en vista de la buena conducta mostrada por el psicópata durante sus años de prisión.
Sobra decir que ardió Troya. Un juez negó la petición y ordenó que el llamado “peor asesino en serie del mundo” siguiera pagando su condena en la cárcel “La Tramacúa” de Valledupar, una ciudad en el norte de Colombia, según un amplio reporte de CNN publicado en medio de la gigantesca polémica.
Citando varias leyes, el Inpec dijo en el comunicado que “está en la obligación de entregar esta documentación” al juzgado, y que actuó “conforme a los postulados legales y de acuerdo con la norma y la Ley”, pues este ya cumplió 3/5 partes de su condena. (En el 2006, Garavito obtuvo una reducción a 24 años por informarles a las autoridades el paradero de los cuerpos de algunos niños).
Sin embargo, una revisión de CNN de la legislación que cita en el comunicado, no establece en ninguna de ellas que sea el Inpec el que deba solicitar la libertad de los presos.
Además, tras el jaleo, trascendió que Garavito aún no saldrá de la cárcel, pues tiene más penas acumuladas y está señalado en otros procesos.
“Existen 18 sentencias condenatorias y cursan actualmente 26 procesos judiciales en calidad de sindicado. En consecuencia Luis Alfredo Garavito seguirá recluido en la cárcel de máxima seguridad en Valledupar”, dijo en Twitter el mayor general Mariano Botero, director del Inpec.
“Se puede decir que si Luis Alfredo Garavito Cubillos no cancela los perjuicios materiales, morales, lucro cesante, y los daños emergentes, consignados en cada sentencia condenatoria, supuestamente no tiene derecho a la libertad”, agregó.
En el caso extremo de que se llegara a dar su libertad condicional, Garavito tendría que pagar una multa de 172 salarios mínimos mensuales vigentes, según reportaron medios locales, poco más de $41.000.
Sin embargo, tras diversas revisiones del caso, trascendió que Garavito no podrá obtener su libertad condicional, pues según el Código Penal Colombiano, en su artículo 64 sobre libertad condicional, este beneficio no se dará cuando la pena impuesta sea por, entre otros, los delitos de “uso de menores de edad para la comisión de delitos”. Garavito asesinó a 186 niños (incluyendo dos asesinatos en Ecuador) y violó a 200, según él mismo lo confesó en 1999, antes de ser condenado a 40 años de prisión por estos hechos.
En medio de la polémica, el propio mandatario colombiano, Iván Duque, expresó su total indignación y afirmó que se aseguraría, por las vías legales, de que uno de los psicópatas más infames del planeta nunca vuelva a ver la vida fuera de las rejas de una de las cárceles de mayor seguridad en Colombia.
El ‘Chapo’
“El ‘Chapo’ Guzmán morirá en la cárcel”. En julio del 2019, así titularon decenas de medios en todo el planeta cuando un juez de Nueva York condenó a cadena perpetua al capo mexicano Joaquín El Chapo Guzmán, líder durante décadas del sanguinario cartel de Sinaloa. El jurado lo halló culpable de liderar una organización dedicada al narcotráfico que también conspiró para asesinar al menos a 26 personas.
Además de la cadena perpetua, la justicia estadounidense impuso al Chapo Guzmán otros 30 años de prisión por violencia con armas y 20 más por blanqueo de dinero. Guzmán, para cuyo juicio se movilizó un dispositivo policial sin precedentes, pasará el resto de su vida en una prisión de máxima seguridad, justamente en la ADX Florence de Colorado.
El Chapo, quien recibió su condena con 62 años –ahora tiene 64– denunció en su alegato final en el juicio que su reclusión en Estados Unidos supone “una tortura psicológica, emocional y mental durante 24 horas al día”. Unas circunstancias que tendrá que soportar hasta su muerte en una celda.
El mandamás de Hollywood
Un caso relevante es el de Harvey Weinstein, el otrora todopoderoso productor de Hollywood, quien en marzo del 2020 fue condenado a 23 años de prisión por forzar a una asistente de producción a proporcionarle sexo oral y por la violación en tercer grado (sin consentimiento expreso) de la actriz Jessica Mann.
Siendo así, Weinstein -quien actualmente tiene 69 años- saldría de prisión a los 92 años; sin embargo, a su actual condena probablemente se le sumarán otras –más de 90 mujeres han acusado al exgigante del cine de abuso o violación–, de hecho, en un tremendo revés para el millonario, que purga su condena en Nueva York, la justicia dictó hace un año que sea entregado a las autoridades del condado de Los Ángeles (California) para enfrentar un nuevo juicio por violación.
La defensa de Weinstein había luchado con firmeza para impedir la transferencia al oeste, pero los jueces fallaron en favor del condado de Los Ángeles, que reclamaba la presencia del predador sexual para juzgarlo. En una foto que le dio la vuelta al mundo, Weinstein se llevó las manos a la cara para lamentarse después de oír la decisión del juez, de forma remota, desde la prisión de Buffalo, en Nueva York.
Dos y dos son cuatro: según juristas especializados que han ofrecido su criterio a la prensa mundial, es prácticamente imposible que algún día Weinstein ponga un pie fuera de la cárcel en lo que le resta de vida.
El amigote de los famosos
Uno de los criminales famosos que no volvió a ver la luz del sol fue el magnate estadounidense Jeffrey Epstein, quien después de figurar toda una vida por su supuesta fortuna y la popularidad que tenía entre políticos y estrellas de la farándula estadounidense (y más allá), terminó por convertirse en un paria después de que, en el 2014, empezaron a trascender las decenas de menores de edad que lo acusaron de abusar sexualmente de ellas.
Entre las decenas de figuras salpicadas con este severo escándalo está el Príncipe Andrés, de Inglaterra, quien recién llegó a un arreglo económico con las partes acusatorias, lo cual le evitó el megaespectáculo de un juicio tan desagradable a la realeza inglesa pero que, para todos los efectos, esto ya había ocurrido. Andrés, de 62 años, logró librarse de ir a juicio al llegar a un arreglo económico cuyo monto no ha trascendido, con su acusadora, tras varios años de vaivenes, acusaciones y especulaciones.
Todo se decantó tras descubrir su vínculo con Epstein, nacido en Brooklyn, Nueva York, y quien comenzó su carrera en finanzas en el banco de inversión Bear Stearns antes de formar su propia firma, J. Epstein & Co.
Hasta su condena por delitos sexuales en el 2008, Epstein era un supuesto multimillonario bien conectado que se movió entre la élite financiera, política y cultural de la sociedad, y quien tenía como amistades a figuras como los expresidentes Bill Clinton y Donald Trump.
En el 2005, la policía de Palm Beach en Florida comenzó a investigar a Epstein después de que un padre se quejó de que abusó sexualmente de su hija de 14 años. Tras mucho tiempo de intentar esquivar a las autoridades y hasta burlarse de ellas y no responder a los careos, Epstein finalmente se declaró culpable y fue condenado en un tribunal estatal de Florida en 2008 por solicitar una prostituta y por reclutar a una niña menor de 18 años para prostituirse. Fue sentenciado a 13 meses de prisión, aunque se le permitía irse a trabajar hasta 12 horas al día, seis días a la semana. Sin embargo, tuvo que registrarse como delincuente sexual.
No obstante, decenas mujeres salieron a la luz para denunciar a Epstein por abuso sexual. En el 2016, Netflix presentó una serie sobre su vida titulada Asquerosamente rico y donde varias mujeres narraban como el magnate las reclutaba para trabajar como masajistas para al final abusarlas sexualmente.
Funcionarios federales lograron identificar a 36 niñas de hasta 14 años que habían sido abusadas.
Epstein, entonces de 66 años, fue arrestado nuevamente el 6 de julio de 2019 bajo cargos federales de tráfico sexual de menores en Florida y Nueva York. Para agosto del 2019, su cuerpo sin vida fue descubierto en una celda. Las autoridades dijeron que su muerte fue un aparente suicidio mientras esperaba juicio.
Ya a mediados del 2020, sus conocidos Bill Clinton, George Stephanopoulos, Donald Trump, Katie Couric, Woody Allen Epstein y hasta el príncipe Andrés, se negaron a decir que tenían amistad abierta con él.
La socia de Epstein
Ghislaine Maxwell, la última socia de Jeffrey Epstein, con quien tuvo un estrafalario noviazgo y a quien conoció en 1992, también terminó en la cárcel, después de que varias de las acusadoras de Epstein la implicaron como recluta de niñas menores de edad, aunque ella siempre lo ha negado.
Maxwell, figura de la alta sociedad británica y expareja del financista estadounidense, fue condenada en una corte de Nueva York en diciembre pasado por haber colaborado en el tráfico sexual de menores de edad.
Se trata de seis cargos que implicarían una posible sentencia de hasta 65 años, lo que implica que es altamente probable que pase el resto de su vida tras las rejas, pues aunque su equipo legal impugnará la condena, hay otras acusaciones haciendo fila.
Asesino confeso
Al igual que Epstein, el personaje con que empieza este recuento, Robert Durst, vio el final de sus días tras las rejas, solo y olvidado por la élite que antes lo idolatró. Heredero de una fortuna inmobiliaria, Durst fue sospechoso de tres asesinatos, empezando por el de su primera esposa, Kathleen McCormack, que desapareció sin dejar rastro en 1982 tras manifestar su deseo de divorciarse de él y fue declarada legalmente muerta. Los años pasaron hasta que en el 2000 la mejor amiga y portavoz de Durst, Susan Berman, apareció muerta con un disparo en la cabeza en su domicilio de Beverly Hills.
Solo un año después, en octubre de 2001, apareció flotando en el Golfo de México el cuerpo desmembrado de un Morris Black, un vecino de Durst. Todos los caminos conducían a él, fue arrestado y en el 2003 salió en libertad gracias a que su séquito de abogados logró convencer al juez de que había cometido el atroz asesinato en defensa propia.
En un rocambolesco viraje del destino y tras salirse con la suya durante casi cuatro décadas, decidió participar en la serie documental de HBO The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst y, ya en el epílogo de la grabación entró al sanitario y, sin percatarse de que tenía el micrófono de su solapa abierto, dijo para sí mismo: “Sí, sí, los maté a todos”.
En el 2015 fue detenido y en el 2018 recibió cadena perpetua por el asesinato de su amiga Susan. Purgó tres años hasta que el 10 de enero de este año murió en un hospital penitenciario de California, a los 78 años, debido a varias complicaciones, entre ellas un cáncer de vejiga que se agravó tras contagiarse de covid-19 el año pasado, según informó a la prensa su abogado, Dock DeGuerin.
El pasado 1.° de noviembre, un gran jurado de Nueva York lo acusó por la muerte de su esposa y estaba pendiente su tercer crimen, el de su vecino. Como es lógico, ya nunca será juzgado por esos cargos.
A los dolientes les queda el consuelo de que, al menos durante sus últimos años, permaneció sin ver la luz del sol y sin esperanza alguna de volver a ser un hombre libre.