La cocina de la casa de Luciana Rovira Chaves delata fácilmente que quien ahí manda es una niña. Lo comprueban las paredes verdes con detalles en rojo pastel, la mueblería pintada con las mismas combinaciones, los trozos de tela-picnic que cuelgan del techo y las luces navideñas amarillas que se enganchan de una pared a otra.
“En aquel mueble están los productos que se utilizan para la pastelería y la chocolatería. Esta mesa se usa para hacer los productos y para el empaque. Aquí está el horno y allá la batidora y la refrigeradora”, explica Rovira al tiempo que apunta con el dedo cada implemento.
Después de identificar para la mirada ajena la distribución del espacio, se toma unos segundos para hablar del por qué de aquellos tonos en las paredes y muebles. “Es que son los colores del logo de mi empresa”, apunta la niña, con lo que confirma su autoridad en ese aposento de su casa.
Luciana, quien es hija única, tiene 11 años y desde hace tres inició su propio emprendimiento: Chunchiticos Luci, un negocio inicialmente de chocolatería que luego se expandió a pastelería y repostería.
Se llama así en referencia al costarriqueñismo “chunche” (que le permite diversificar el negocio con distintos productos), al derivado del gentilicio “costarricense” y a una parte de su nombre.
Para definir cómo se llamaría su empresa usó su ingenio infantil: realizó una votación entre sus compañeros de escuela y sus maestras y les dio a escoger entre Chunchiticos Luci o Luci Store. Ganó la primera y desde entonces su emprendimiento se abre paso en el mercado con ese título.
Chunchiticos Luci nació poco después de que a ella la inquietara la idea de fundar su propio negocio, por allá de las últimas semanas del ciclo lectivo del 2016.
Entonces Luciana cursaba el segundo grado y un día, cuando su mamá la llevaba a la escuela, le contó lo que quería hacer, principalmente motivada por las vacaciones escolares de fin de año, las carencias económicas de su familia, la llegada de Navidad y algunos paseos que se quería dar.
“Ya iban a ser las vacaciones y yo quería hacer un montón de cositas: ir al Parque Diversiones, al cine… a un montón de lados, pero no había suficiente dinero. Entonces la solución fue ponerme un negocio”, reseña sobre sus orígenes como empresaria.
Tenía la decisión tomada mas no sabía la naturaleza del negocio que quería montar, fue ahí cuando le pidió a su mamá, Gabriela Chaves, sondear entre sus amigos de Facebook algunas ideas para el negocio.
Las recomendaciones no faltaron y hubo de todo: desde hacer lazos y tarjetas, hasta repostería y chocolatería. El desafío para Luci ahora era escoger a qué se dedicaba.
La pasión culinaria no corría por su sangre porque su mamá no es aficionada a ello; lo de hacer lazos y tarjetas era buena idea pero nada más que eso. Luciana ambicionaba algo más.
Una vez la mamá de la niña, quien es paramédica, fue a atender a una paciente y en medio del servicio halló la oportunidad para su hija. “Mami fue a cubrir un caso y una familiar de esa persona fue quien me enseñó a hacer productos de chocolate. Lo primero que aprendí fue a hacer paletas”, cuenta la niña.
Inicio del camino
La vecina de Betania, en Mercedes de Montes de Oca, comenzó a dar sus primeros pasos como empresaria con unas paletas de chocolate. Semanas después, con la llegada de la Navidad decidió incursionar en una idea pintorescamente infantil: la de una guardería de regalos, en la que habilitó una parte de su casa como “bodega” con el fin de recibir obsequios que papás habían comprado a sus hijos para la fecha, pero que aún no se atrevían a llevarlos a casa.
“Ese mes hizo todos los regueros del mundo y yo me pensé que todo había acabado ahí en diciembre y que, como a todo niño, ya la euforia por aquello se le había pasado; pero no. En enero del 2017 me dijo que ahora tenía que pensar qué hacía para el Día de los Enamorados”, rememora Gabriela Chaves, la mamá de Luciana.
Por esos mismos días, Gabriela y Luciana participaron en una actividad de pequeños y medianos empresarios en el Colegio de Periodistas y ahí, el proyecto de la menor de continuar con su emprendimiento se afianzó. Luciana comentó la idea a algunos trabajadores de esa institución, participó en la conferencia como oyente y después de ello, a su madre no le quedó más que ponerse a pensar en formalizar el negocio.
“Poco tiempo después de eso, le dije que había que ponernos en orden porque le podían quitar el nombre y ya esto iba en serio. Entonces comenzamos a averiguar temas meramente de administración y todo este tiempo ha sido un proceso de ir aprendiendo con ella”, agrega Chaves.
Ese proceso implicó que Luci realizara un curso de manipulación de alimentos (que culminó pero no puede ser certificada aún por el Instituto Nacional de Aprendizaje, por su edad), y que su madre comenzara a entenderse con temas como el de las declaraciones al Ministerio de Hacienda o el búsqueda de proveedores.
Según Luciana, actualmente tiene una cartera de más de 100 clientes, que van desde familias que hacen pedidos de productos para fiestas infantiles o que le piden dar talleres de chocolatería en esas mismas actividades, hasta empresarios que urgen de sus creaciones para reuniones y juntas o instituciones que la contratan para dar charlas o conferencias.
“Un sueño mío es que Chunchiticos Luci crezca y que me permita tener mi propia cafetería, chocolatería y pastelería juvenil. Lo que yo quiero potenciar con mi negocio es que si los niños quieren hacer una cosa, lo pueden lograr”, afirma esta niña, quien de lunes a viernes suele levantarse a las 4 a. m. para tener suficiente tiempo que le permita atender tanto su faceta de estudiante con la de empresaria.
Faltan 13 días para representar a Costa Rica 🇨🇷 ❤️👧🏼
Posted by Chunchiticos Luci on Wednesday, September 11, 2019
Luci cuenta que generalmente entre 4 a. m. y 6 a. m. realiza repasos escolares para llegar a la escuela con la materia fresca; posterior a clases, Luciana se dedica a su negocio: si tiene pedidos pendientes trabaja en ello, si tiene conferencias o charlas previstas se pone a preparar su exposición, de lo contrario toma tiempo para jugar barbies o atender responsabilidades escolares.
“Todo esto ha sido puro esfuerzo mío apoyado por familia y amigos que me han ayudado muchísimo. Esto me ha permitido participar como conferencista en diferentes actividades como el TEDx, en la Ulacit, en un montón de lugares más que han sido cositas y oportunidades muy maravillosas para mí. Ahí me voy desarrollando en mi lenguaje en las conferencias y charlas que he dado”, agrega Luciana, quien a pesar de su corta edad se desenvuelve verbalmente como una adulta.
Es común que Luciana atienda sola su negocio, que amplió incorporando como parte de la cocina el espacio que al principio usó como bodega de regalos. Ahí ubicó la mesa de empaque y un mueble con artículos de pasamanería que usa para hacer la decoración de los bolsas o cajas que usa para sus pedidos.
Esa misma cocina actúa en ocasiones como taller, pues dentro del abanico de posibilidades de Chunchiticos Luci está el de recibir niños que desean aprender a hacer algunos de sus productos: paletas de chocolate, fresas sumergidas en chocolate, galletas, queques...
Las ganancias
Fechas como el Día de la Madre, el Día del Padre y el Día de San Valentín son de alta demanda para Luciana Rovira. En esas ocasiones se apoya de su madre, quien le ayuda en el empaque (también es la titular en temas administrativos) y de un tío suyo que, principalmente, le ayuda con la limpieza.
Con el firme paso de su negocio en el mercado local, Luciana comenta que las ganancias de la empresa las divide en tres partes: una que va destinada a la inversión del negocio, la otra para gastos personales y una más que la usa para labores de proyección social.
“Tengo tres partes de ahorro. Uno es de dinero propio que uso en ropa, juguetes o para llevar a mami a comerse un heladito; otra parte es de ayuda social porque me gusta ayudar a los demás, por ejemplo para los aniversarios de Chunchiticos Luci siempre hago alguna actividad social porque pienso que el compartir lo que uno tiene, aunque sea poquito, le trae cositas a cambio como bendiciones y más ventas; la otra parte de las ganancias es inversión”, dice Luciana, quien de más pequeña soñaba con ser veterinaria, pero ahora su futuro profesional cambió con el negocio.
Esa idea de niña que se sostuvo y consolidó con el tiempo le valió una invitación como conferencista a la Cumbre Internacional de Emprendimiento Infantil y Juvenil, que se alojará en Bogotá, Colombia, la última semana de setiembre.
Luciana es la única niña centroamericana que participaría en la actividad, que fichó a empresarios infantiles y juveniles de Suramérica y Estados Unidos con emprendimientos relevantes; sin embargo, su viaje aún es incierto pues no cuenta con el dinero suficiente para suplir sus gastos y los de su mamá allá (la organización no asume ni tiquetes de vuelo, ni alojamiento, ni alimentación).
Rovira dice estar ilusionada con esa invitación porque además de encontrarse con decenas de empresarios (participarán cerca de 450), le permitirá absorber experiencias para aplicarlas a su negocio y potenciarlo en el mercado, y también le representará su primer viaje al extranjero –y el de su madre–.
Si usted desea realizar alguna donación para Luciana se puede poner en contacto con ella a través de la página de Facebook de Chunchiticos Luci o al número de teléfono 8895-0151.
“Quiero viajar allá para conocer más técnicas de negocio y hacer que Chunchiticos Luci pueda ser una empresa mucho mejor, pero también porque quiero representar a Costa Rica. Hay personas que piensan que los niños no pueden trabajar porque es trabajo forzado y quiero enseñarles a esas personas que esto no es así siempre, es de derecho propio ser emprendedor”, afirma Luciana con particular simpatía.