El mal aliento está en boca de todos; de eso no hay duda. Quien crea que su aroma bucal tiene un permanente sabor a mentol, quizápadezca más bien de un olfato deficiente.
Para confirmarlo, basta con inspeccionar el aliento matutino propio, ese al que tanto le temen los que duermen acompañados.
Sin embargo, puede estar tranquilo: no crea que, al despertar, la boca de la persona que está en la almohada contigua, huele a rosas.
Ojalá la halitosis fisiológica (el mal aliento esporádico o transitorio) se pudiera impedir, pero no hay cómo lograrlo.
En el caso de la halitosis matinal, esta sucede por la falta de producción de saliva durante el sueño, lo cual le da tiempo a las bacterias de que se adhieran a la lengua, los dientes y las paredes internas de la boca.
¡Buenas noticias! A partir del primer cepillado dental del día, hay maneras de controlar el mal aliento. En el 90% de los casos, el problema de la halitosis verdadera (la no fisiológica), puede solucionarse con tan solo una correcta y estricta higiene bucal.
Lafitte Fernández Minotre, cirujano dentista, explica que la mayoría de las ocasiones en que el mal aliento persiste, se debe a que ha habido un mal aseo de los dientes y lengua. Puede ser también por la falta de uso del hilo dental o, simplemente, por permitir que pase mucho tiempo entre la ingesta de alimentos y el siguiente cepillado.
Hay casos en los que el odontólogo detecta que el cultivo de bacterias se origina en una caries no tratada, o bien en problemas de encía o de nervio. También puede atribuirse a la inflamación y contaminación del tejido que está alrededor de las cordales cuando estas van saliendo.
El ayuno –o pasar varias horas sin ingerir ningún alimento o bebida– también puede favorecer la halitosis pues la resequedad de las mucosas bucales le despeja el camino a esas bacterias anaeróbicas que se ubican, sobre todo, en el dorso de la lengua.
Todavía nos falta hablar del 10% restante de los casos de mal aliento. No crea que los dejaremos en el olvido.
Ese porcentaje corresponde a mal aliento que no proviene de la cavidad bucal; es decir, esta halitosis es de tipo extrabucal. Lo anterior se da cuando hay un problema de otra índole: respiratorio (como sinusitis), esofágico, estomacal (gastritis crónica) o incluso cáncer de pulmón.
La halitosis también puede acompañar a la diabetes mellitus. El aliento presente en estos casos se describe como “el de una manzana podrida” y se debe a un metabolismo anómalo.
Existen también males como el “ síndrome del olor a pescado ”, que se origina en un desorden congénito que impide degradar la el producto trimetilamina y, más bien, permite que esta pase a la sangre, las secreciones, el aliento y la orina. La padece una persona de cada 200.000 y la única recomendación posible para quienes lo sufren es reducir la ingesta de alimentos ricos en colina, como coliflor, bacalao, soya y germen de trigo.
Incomodidad
Cuando la halitosis se debe a problemas bucales, el mal olor se genera por la descomposición bacteriana de compuestos sulfúricos. Hay una gama de alimentos que generan un característico mal olor como el ajo, la cebolla o el maní. Ese mal aliento suele generar incomodidad en quien recién comió tales productos, así como un poco de malestar en los que se acercan a la persona.
Si usted ha sido víctima del mal aliento y quiere alivianar su pena, sepa que en Hollywood hay actores y actrices cuya popularidad va más allá de la pantalla grande e incluye también la reputación de que el mal aliento los persigue , o más bien, los precede.
Ben Affleck (el próximo Batman) lidera la lista de los famosos olorosos. Por los testimonios de colegas de elenco, es bien sabido que el actor y director ha sufrido de halitosis a lo largo de su carrera.
La afable Jennifer Anniston también es conocida por su intenso aliento a café, una bebida que, por la fermentación, hace a su bebedor proclive a un aliento fuerte y revelador. Yéndose más atrás, encontramos a Clark Gable, uno de los históricos galanes del sétimo arte, quien –se sabe– tenía un “espantoso olor de boca”, según confesó en algún momento Vivien Leigh, su coestrella en Lo que el viento se llevó.
De nuevo fuera de la alfombra roja, existen casos en los que el miedo al mal aliento puede convertirse en un fuerte dolor de cabeza, incluso cuando este no está realmente presente.
Se llama pseudohalitosis o halitosis psicosomática al comportamiento de una persona que tiene la sensación continua de que quienes están alrededor suyo lo evaden por su mal aliento. La incomodidad o complejo aparece con tan solo ver a alguien que esté cerca dar un paso atrás, arrugar la cara o alejarse poco a poco.
Otro comportamiento más drástico relacionado con este tema es la halitofobia o halitosis imaginaria, en la que una persona se obsesiona por cuidar su propio aliento. Se cepilla los dientes de manera insistente y con periodicidad exagerada a pesar de que, de todas formas, tiene prácticas saludables de higiene bucal. En un caso de halitofobia, el especialista podría remitir al paciente a un psicólogo o psiquiatra para que lo trate.
Hay formas de evaluar el olor de las espiraciones. Algunas resultan muy subjetivas, aunque podrían bastar cuando el mal olor es muy obvio. Entre estas, se presenta la revisión del aliento exhalando con la mano cerca de la boca.
En pruebas profesionales, se utiliza la medición de los compuestos sulfurados volátiles con la ayuda de aparatos especializados, o bien la cromatografía gaseosa, técnica que identifica y mide todos los compuestos del aire aspirado.
Para la revisión o atención de la halitosis, Lafitte Fernández recomienda no dejar de visitar al dentista al menos dos veces al año.
Además, advierte que cuando se quieran emplear enjuagues bucales para reducir el mal aliento, se busquen los que no poseen alcohol. De lo contrario, se puede generar irritación y hasta resequedad.
Eso sí, para evitar un “desaliento” en casos de emergencia, no está mal portar con usted un empaque de chicles sin azúcar. Estos favorecen el tránsito de la saliva y hasta podrían “salvarle la tanda”.