La leyenda dice que si dos personas están unidas por un hilo rojo su destino es ser almas gemelas. El hilo podrá enredarse, encogerse, tensarse, pero nunca romperse. Aunque el hilo se expanda y permita que estos seres se alejen, su destino es volver a encontrarse.
Si este cuento de origen asiático tiene un poco de verdad, Marcia Saborío y María Torres están atadas por un hilo rojo que no se ha roto desde que se conocieron, hace más de 30 años. Su vínculo no pudo destruirse ni siquiera estando más de una década separadas. Por primera vez, las actrices, que de verdad ostentan el título de estar entre las artistas más queridas en Costa Rica, contaron en esta entrevista a Revista Dominical su verdad y hablaron de qué fue aquello que las distanció cuando permanecían en las cumbres de su carrera.
Antes de llegar allí, hay que entender, más bien dimensionar, la estrechez emocional, la casualidad o el destino, o como dicen ellas mismas, las vidas paralelas que han marcado el camino de estas dos mujeres.
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María Torres, de 62 años, y Marcia Saborío, de 58, llevan sus cabellos blancos. Le dieron libertad a las canas. Este junio están entusiasmadas porque estrenaron una obra que coproducen (junto a la Compañía Nacional de Teatro) y en la que ambas son protagonistas: se trata de Radojka, una puesta en escena fríamente calculada (y de la que puede leer todos los detalles en el recuadro adjunto). Han pasado más de tres décadas desde la primera vez que compartieron las tablas.
Eran inicios de los 90 cuando, bajo la dirección de Lucho Barahona, las mujeres coincidieron en Brujas, una puesta en escena disruptiva para la época, y en la que justo ellas, Marcia y María, sorprendían al público con un beso en la boca.
Pero antes de hablar de Brujas, las intérpretes habían coincidido en la Universidad de Costa Rica, donde ambas llegaron a las artes dramáticas. María (entró para cursar preescolar y le sugirieron llevar un taller de teatro porque ahí se hacían amigos para toda la vida) nunca lo buscó, pero fue flechada por la actuación.
Por su parte Marcia, que llevaría trabajo social pero la materia de estadística la hizo desistir, montaba obras desde pequeñita. Quizá esa sea una de las diferencias entre estas dos mujeres que siendo conocidas, coincidían de vez en cuando y ya al calor de un café empezaban a conversar de lo bueno y de lo malo que casualmente les pasaba de modo similar.
“Era una cosa de que un día nos juntábamos y ella o yo estábamos tristes. Entonces empezábamos: ‘diay, qué te pasó’, entonces me decía: ‘Fijate que me dieron vuelta’... y yo le respondía: ‘ay, a mí también’. Entonces nos íbamos y llorábamos las dos.
“O si no a veces nos encontrábamos y estábamos felices las dos. Era algo que ahora a la distancia lo vemos y realmente nos unió mucho esa vida paralela que teníamos”, dijo María.
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Marcia agregó: “Nos pasan cosas parecidas y al mismo tiempo. Siempre fue eso de encontrarnos en la calle o en un barcillo. Eso nos hizo conocidas. Muchos años fuimos conocidas”.
Las vidas continuaban similares: ambas hacían televisión. Se saludaban. Su destino las iba juntando.
“Cuando nos íbamos encontrando por la vida nos reíamos mucho. Había algo que nos jalaba”.
Sin embargo, la unión de Marcia y María nació en el camerino de Brujas.
“Un día nos encontramos. Marcia andaba tocando puertas porque quería volver a hacer teatro (había estado con Las Cuatrufias por siete años). Nos topamos en Cuesta de Moras, nos saludamos y me dice: ‘si sabés de algo, me avisás, quiero volver a hacer teatro.
“Ese día llego al teatro El Ángel porque Lucho iba a montar Brujas: ya estaban Jacqueline Steller, Ana Istarú, Xinia Sánchez, yo y me dice Lucho: ‘me falta una actriz’ y le dije que Marcia, que me la acababa de topar. Le dije que era buena y que la recomendaba”, cuenta María.
Marcia añade: “Para mí fue una cosa maravillosa porque todo el mundo quería estar en el teatro de Lucho. Eran como inicios de los 90″.
Para ese entonces, Marcia estaba divorciada. María nunca se casó.
“Estábamos las cinco haciendo brujas, una obra muy revolucionaría, hablaba de lesbianismo.
“Yo era Elena, la dueña de la casa. Me acuerdo que estaba leyendo el texto y decía que Elena le daba un beso a Carlota. Y yo: ‘ay no, qué terrible. Quién será'. Y era yo”, dice Marcia.
“El beso era conmigo. Yo era Carlota”, interviene María.
Marcia y María ensayaron el beso por tres meses. Llegaron a superarlo, pero la audiencia no.
“Cuando yo le iba a dar el beso la gente se moría, decía que qué asco. Era un beso de verdad. El problema fue que en una etapa hubo que sustituirla y tuve que besar a otra persona (risas)”, cuenta Marcia.
Ese montaje las unió. Juntas, detrás de escena, eran “un desastre”. Descubrieron el parecido de su humor y la tercera en el grupo era Jacqueline Steller, sin embargo, ella tomó otro camino.
Terminó la temporada de Brujas y Lucho Barahona cayó en cuenta de que no tendría a tiempo su nueva obra. Le encargó a María y a Marcia que se montaran “una tonteríilla de tres meses”: un café concert, show popular en Suramérica y que amalgama chistes, humor y música.
Las explosivas artistas no se quedaron con los chistes, y fue cuando nació el primer Gallito Pinto.
María presentó a la tía Maricucha, su primer personaje nacido en 1985. Marcia tenía a una niña, pero que se conocía solo por la radio (ella participaba en La Patada de Parmenio Medina), así que en Gallito Pinto se conoció por primera vez cómo se veía Shirley Yahaira. A ellas se unieron decenas de personajes más, entre ellos, Elodia, una de las creaciones más emblemáticas y queridas de Torres.
“Cuando voy viendo entrar a Elodia. A mí me costó una semana superar ese impacto. Yo me moría de risa. Ahí conocimos a las españolas y a Tati y Suzetti”, recuerda Marcia.
Esto ocurrió entre el 95 y el 96. Se detuvieron para que María recibiera a su segunda bebé: María José. Ella ya era madre de Simón. Marcia también es mamá de “la parejita”: Ariana y Fabricio.
Por varios meses se mantuvieron gracias a la idea del mejor amigo de María, quien grabó en VHS el show. La intención inicial era que ellas tuvieran un recuerdo, que finalmente se convirtió en negocio.
Cuando la pequeña María José tenía seis meses, las amigas regresaron a las tablas y estrenaron Gallito Pinto 2 entre el 96 y el 98. La acogida del público fue inmensa y comprendieron que lo que venía era grande al ver aquel teatro colmado (ya estaban en el teatro Lucho Barahona, que era más grande que El Ángel).
“Cuando vi el teatro lleno con Gallo pinto 2 yo le dije: ‘María, pongámonos unos zapatos de plomo porque vamos para arriba. Esto se vuela. Que no se nos suba la caca a la cabeza”, rememora Marcia, quien en el 2016 usó la misma frase en una entrevista para Personajes Noticiosos de Revista Dominical, de La Nación, cuando ella y María se volvieron a unir en las tablas, tras 13 años de caminos separados. Pero de esto ya casi hablamos.
La fama (porque sí, el aluvión de reconocimiento fue abrumador) las abrazó. Ellas ya tenían alcance masivo a través de las transmisiones de toros de canal 6. Intentaron tener un programa allí pero no se les dio.
El año siguiente (1998) las llamaron de Teletica. Ellas y sus personajes llegaron a las transmisiones taurinas del 7 y su ingenio les dio lo que tanto buscaban: un programa.
“Al siguiente año nos llamó canal 7 para los toros. Se hizo la Operación Zapote que fue cuando secuestraron a la Tía Maricucha, fue apoteósico eso. En ese tiempo se usaban beeper y fax, la gente empezaba a mandar mensajes, el público fue quien hizo el show ese fin de año. Eran 3500 beepers que llegaban de la gente participando.
“Fue todo un movimiento; esa vez le pedíamos a la gente que usara lazos rojos en solidaridad con la tía que estaba secuestrada. Un helicóptero de canal 7 hacía un recorrido y la gente de verdad se ponía lazos rojos. Shirley Yahaira (su sobrinita) pedía que por favor no le devolvieran a la tía. Que se pusieran lazos azules para que no la devolvieran. Todo eso fue innovación nuestra. Hicimos videos porque antes eran solo audios”.
La sensación fue inmensa. No había duda: era necesario tener un programa con aquellos personajes. Teletica les propuso hacer el proyecto por seis meses y finalmente Caras Vemos se mantuvo de 1999 al 2003.
María y Marca eran conocidas en todas partes, las golpeaban para pedirles autógrafos. A María se les sentaban en la mesa cuando disfrutaba de un almuerzo con sus hijos en el mall; los fans “solo querían verla comer”.
Un día mientras Marcia jugaba en una piscina con sus hijos, una familia la rodeó para que hiciera a sus personajes. Ella no podía, estaba descansando y sin la ropa de sus caracterizaciones. La trataron de pesada. Las colegas tuvieron que vacacionar en el extranjero porque simplemente aquí no podían.
Su fama, para la que nunca estuvieron preparadas, les dio ese tipo de momentos, pero también mucho cariño y sobre todo, ganancias inimaginables.
Recuerdan que, una vez, cada una recibió un cheque por ₡7 millones.
“Por otro lado, nos cambió la vida. En ese tiempo se hacían negociaciones por porcentajes. Vimos plata que nunca habíamos visto. Luego de recibir el primer cheque llamé a Marcia y le pregunté que si estaba sentada para decirle cuánta plata era”, dice María.
Marcia agrega: “hubo uno de siete millones en un mes. Para cada una. Imagínese eso en aquellos tiempos. Renovamos la casa, compramos colchas, vajillas, los sillones que no teníamos. Disfrutamos, viajamos (...)”.
Tocaron el cielo… y sin entenderlo, sin percibir cómo… “bajaron al infierno”. Las actrices, las amigas se separaron. Más bien, fueron separadas.
“El amor”
Amor romántico. A este sentimiento es al que Marcia y María atribuyen los dolorosos momentos que tuvieron que pasar, cada una por su lado, a partir de aquel 2003 en el que se separaron.
“Cometimos grandes errores. La gran cantidad básicamente fueron por amor. El amor ha sido parte esencial de un vía crucis que tuvimos que vivir, lo hicimos por amor”, dice María. Ella afirma que una de las grandes equivocaciones fue que lograron separarlas.
--¿Por qué terminó Caras vemos? Tiene que ver con esto que vivieron?
MS: A ambas nos aparecieron personas que juraron por aparte que iban a separarnos. Y nosotras con esa buena fe.
--¿No eran conscientes del plan de esas personas?
MS: No, para nada. Fuimos muy ingenuas, dadivosas y entregadas a construir algo con alguien.
MT: Tan es así que ahora a esas personas las llamamos nuestros Voldemort (el villano innombrable de la saga de Harry Potter). Sabemos que todo el mundo tiene a esa persona que no debe ser nombrada. Esa persona llegó en un momento justo, me ensalzó, me limpió, dijo: ‘estoy para apoyarte’.
MS: Te hace pensar que vos no necesitás a nadie más que a esa persona. ¿Ve que nos pasan cosas parecidas?
--¿Entonces ustedes se separan porque en su momento a cada una se le acercó una persona que la alejó del dúo? ¿Eran personas confabuladas para separarlas?
“Sí”, responden ambas.
MT: Si ves películas como la de Freddie Mercury o Elton John, siempre llega una persona X a joderte la existencia, a separarte de los demás.
MS: Porque siempre que hay alguien que brilla con luz propia jala, y nosotras brillamos con luz propia. Eso atrae. Hay gente muy astuta, inteligente y oportunista. Uno cree que eso se ve solo en las películas, pero no, de verdad pasa.
MT: Con todo el dolor del mundo hay que decir que fuimos manipuladas, utilizadas.
MS: Les decimos Voldemort porque no vale la pena hablar de esas personas. Cuando uno hace el análisis, diay, yo lo permití, ahí la que estaba jodida era yo. Consideré que era lo que merecía en ese momento.
--Pero cómo se les acercaron? ¿Eran personas del medio?
–No. Eran de círculos muy empresariales.
--¿Cómo es que estas personas se acercan a ustedes, que en ese momento estaban en la cumbre de la fama?
MT: Las caricias emocionales te alcanzan más allá de que seás famosa.
MS: Además, te voy a decir que una de las trampas de la fama es el aislamiento. Uno agradece cuando tiene a una persona a su lado, es su persona. Usted es de un mundo, de un montón de gente, de aplausos pero al final estás sola.
MT: Y de repente ves como una persona hace todo por apoyarme. Me cuida y me protege.
MS: Siendo nosotras madres solas (...) una acostumbrada a jalar la carreta sola, llega alguien y dice: ‘siéntese en estos cojines, yo se lo sirvo’. Uno piensa: qué maravilla, qué delicia.
MT: Te dicen ‘yo me encargo de todo, no te preocupés’. Eso fue lo que pasó.
MS: Y nos pasó por separado. Al final supimos que esas personas se conocían.
MT: Separadas las dos vivimos nuestro infierno.
“Fue catastrófico. Nos separaron física y emocionalmente. Nos alejaron de nuestras familias. Eso es algo que tiene el depredador, verdad. Te aleja. Te cerca”, explica María.
Así fue como sin percibirlo, cada una por su lado, estaban perdiendo todo, y no solo en la esfera económica. Ellas no se reconocían.
Si regresan al inicio de aquel final, ninguna recuerda qué pasó. Sienten que Caras Vemos iba cayendo de alguna manera, ellas empezaron a tener pequeñas diferencias y cada una se enfocó en sus proyectos (junto a sus parejas de ese momento), en sus teatros.
“Nosotras teníamos todo para continuar. Si vos preguntás qué pasó, cómo fue que nos fuimos alejando, ni Marcia ni yo podemos decirte porque no sabemos”.
Marcia añade: “Nos fuimos como yendo, instalando en nuestras vidas junto a esas personas. Íbamos como rodadas”.
“Creímos que queríamos nuestra vida individual. No porque la quisiéramos, sino porque esas personas hicieron que deseáramos esa vida. Que nos probáramos individualmente”, dice María.
Marcia y María, empoderadas y luego de años de haber salido de ese círculo (a la primera le tomó cuatro años, a la segunda diez), cuentan su vivencia, su verdad, pero no para victimizarse.
“All final ya no hay una posición de víctima. Uno aprende a través del dolor. Fue una buena lección. Hoy María y yo conservamos nuestras vidas independientes que es muy importante. Ya nuestros hijos están grandes.
“Nosotras siempre nos acuerpamos en todo, hasta para salir del país con los chiquitillos, de verdad estábamos muy unidas. Hoy, a pesar de todo el dolor que atravesamos, al reencontrarnos aprendimos a conservar nuestros espacios y espectáculos separadas y juntas. Aunque juntas somos dinamita”, dice Marcia.
Durante el distanciamiento se extrañaban, se querían, pero la vida en la que estaban enredadas las mantuvo alejadas por años.
“De repente dejamos de hablarnos. Fue una época muy dura. Yo abrí el teatro para el 2004, Marcia para el 2003. Ya en ese entonces nosotras no nos dirigíamos la palabra. Ninguna de las dos sabía por qué había pasado eso, por qué nos habíamos enojado. En medio de todo había un gran cariño”, agrega María.
Marcia continúa: “Para mí fue muy duro. Yo estuve con psicóloga y todo porque perdí a mi hermana. Fue una pérdida y perdí a María José, que era mi ahijada. Pasé por un proceso de dolor tan grande, pero había que hacer, había que trabajar.
“Nunca nos dimos cuenta. Al inicio era eso de que hagamos cosas separadas y de pronto nos juntamos. Todo empezó como bien porque ambas conocíamos a las otras personas. Pero no fue así”.
A Marcia se le desplomaron los negocios y María perdió toda su inversión. La persona con quien vivía le decía que si se iba de su lado “se moriría de hambre”.
“En el 2007, empezando el año, Dios me quitó el velo de mis ojos. Mis amigas me preguntaban que si no sabía quién era yo. No me reconocían. Yo no sabía quién era. Me liberé, salí de eso y empecé a prosperar. Me empezó a ir bien sola. Escribí un tratado, mi declaración de independencia”, cuenta Marcia.
“Le pedí perdón a mi familia, a mis hijos. Le dije a una amiga que lo leyera, yo no iba a poder. Les pedí perdón por lo que había hecho y retomé mi vida poquito a poco. Empecé a salir sola. Retomé mis showcitos, presentaciones, un programita de radio y en ese tiempo María todavía estaba (en la relación nociva)”.
María revela más de su proceso: “Yo fui a terapia con un psiquiatra, pedí que me internaran en un centro porque cuando llegué dije ‘soy adicta a una persona y necesito sanarme’. Con conciencia clara de que era una adicta. Sanaba, trataba de salir adelante, pero como trabajaba con esa persona, no había otra forma. Trataba de salir adelante y otra vez, otra vez caía. Fue muy frustrante, me llevó hasta la locura, fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. Sentía que yo me arrastraba por la vida. Perdí a mi hijo. Fueron tres años de dolor insoportable. Además de perder a Marcia perdí a mi hijo (quien se molestó por toda la situación). Fue traumático”.
El poder del amor
En algún momento, muchos años después, las amigas se encontraron. Fueron a comer y María solamente hablaba de trabajo, Marcia le decía que no era eso lo que buscaba, que a quien quería ver era a la persona que conocía.
“Esa vez no la encontré”, recuerda Marcia. En ese momento María continuaba con “Voldemort”.
Poco después, Allan Trigueros, de canal 13, las invitó a conversar de humor. Nuevamente coincidieron y Marcia le preguntó de nuevo a María que cómo estaba, que si ya tenía más independencia.
“Ahí vamos”, le respondió.
Pasó un año más. Era el 2014 y la cineasta Soley Bernal les propuso, por aparte, ser parte de la película El lugar más feliz del mundo. Ella les preguntó que si no les importaba coincidir: “para nada”, respondieron ambas, aunque era un secreto a voces, desde hacía más de 10 años, que algo había lastimado la relación del famoso dúo, pero nadie entendía qué era.
“Ya yo venía saliendo (de la relación). Estaba en carne viva, desangrada”, confía María.
La película las hizo trabajar juntas, pero no revueltas. Su aparición en un mismo producto llamó la atención de muchas personas y medios de comunicación. Una revista las invitó a protagonizar una publicación y mientras esperaban para las fotos, afuera del lugar donde harían la sesión, de pie, y estando cara a cara, se refugiaron en los brazos de la otra y empezaron a llorar.
“Fue impresionante”, aseguran.
“Marcia me dijo que si ya yo estaba ahí y le dije que sí. Lloramos y lloramos y lloramos”.
Después de las fotos y la entrevista, vestidas y maquilladas, aprovecharon para ir a tomar café a un mall. Conversaron, fueron a caminar y rieron. Como si no hubieran estado separadas por más de 10 largos años.
“Fue una prueba, realmente. Vimos que era una prueba. Ahí dijimos: ‘Estuvimos durmiendo con el enemigo y ambas sobrevivimos’. Después de tener una formación cristiana uno entiende ciertas cosas: estuvimos con el diablo entre la casa”, dice Marcia.
“Ya después María me contaba cosas y yo le contaba cosas de esos períodos (siempre parecidas) y en esos momentos hablábamos de retomar un poco lo que teníamos y se nos ocurrió que tal vez podíamos hacer Gallito Pinto 3″, agrega.
María comenta: “Yo estaba trabajando en el Melico Salazar. Lo perdí todo (económicamente)”.
Antes de reunirse en el Gallito Pinto, Marcia y María compartieron escena en un homenaje que hicieron, en el 2015, para Lucho Barahona en el marco del Día Nacional del Actor. Era el 2015 y las actrices aparecieron con sus personajes de “viejitas”, quienes en su intervención estaban enojadas y no se saludaban porque la otra no lo hacía primero.
La actuación ponía en el escenario una pincelada mínima de lo que ellas habían experimentado. De repente, “las viejitas” se abrazan y el teatro casi se cae por tantos aplausos. Ellas temblaban.
“Fue la demostración más clara del poder del amor”, dice María.
Esos aplausos, esa aprobación y ese cariño confirmaron que debían regresar a las tablas. Planearon tres shows de Gallito Pinto 3 en el Melico Salazar. Una persona les dijo que él las ayudaba, que solo le dieran entradas. Al final ellas hicieron nueve presentaciones en el teatro y muchas más por todo el país. Pensaron que el inicio del espectáculo debería ser el mismo, de sus personajes enojados reencontrándose y perdonándose a través de un abrazo.
“Cuando lo hicimos en el Melico, nos abrazamos, las dos llorábamos ante un teatro lleno. Era improbable que eso pudiera pasar. Estábamos ahí y éramos las mismas de siempre. El público seguía de pie, aplaudiendo. Seguimos siendo las mismas de siempre”, dice María.
Marcia agrega: “Fue una purificación. Creo que cada una tenía que atravesar su karma”.
La verdad de Marcia y María
Luego de que las actrices narraran lo vivido, que hablaran de la verdadera razón que las separó por más de una década, de que pasaran 13 años para que volvieran a estar juntas en las tablas; las amigas y colegas respondieron una pregunta extra. Más bien, aclararon un rumor que solamente surgió y que en algún momento se especuló que a esto se debía que las mujeres separaran sus caminos.
--¿Tuvieron Marcia y María una relación amorosa?
MS: Mucha gente lo creyó. Si a mí me gustara (María), pero no me gusta.
MT: Yo la veo y a mí no me gusta (Marcia).
--¿Sí sabían que en algún momento se especuló que ustedes eran pareja?
MS: Supimos que había un rumor, y como nosotras no tenemos ningún problema (con la diversidad sexual), pensamos que trabajamos (en pro) para parejas de mujeres sin saberlo y estuvo muy bien. Si la gente lo creyó, entonces éramos las lesbianas más aceptadas de todo Costa Rica. Nadie se lo cuestionó nunca.
En este punto, las mujeres tienen todavía una revelación más que hacer acerca de su relación. De sus lazos.
“Te cuento: nosotras vamos con una (guía) holística, una mujer que hace sanación pránica”, dice Marcia.
María continúa: “Entonces yo le pregunté a doña Grettel que qué pasaba con nosotras y me dijo que venimos juntas desde hace cinco vidas y que hace tres vidas pactamos que no nos íbamos a separar nunca. Y nunca hemos sido pareja en ninguna vida. Hemos sido hermanas, familiares cercanas”.
--Entonces aquí dejamos claro que ustedes nunca fueron novias…
“Nunca jamás”, responden ambas.
MS: Pero digamos que si había aquí una doble moral, la gente (que creyó que eran pareja) nos perdonó a favor de todas las que sí fueron.
Plenitud
--¿En qué momento de su vida están ahora, individualmente?
MT: Yo te puedo decir que estoy en una gran plenitud. Estoy sola en este momento, pero eso no quiere decir que no tenga la satisfacción de haber vivido y haber hecho. Tengo una familia maravillosa, mi hijos me aman: mi hijo y mi nuera Gaby; y mi hija y su pareja que es mujer, se comprometieron en París y estamos muy contentas con la relación.
“Tengo dos gatos, tres perros, estoy cuidando a la tita (la hermana de su mamá; una pionera en equipos de fútbol: Teresita Múñoz). Dice uno: ‘qué mayor plenitud que hacer las cosas que nos gustan’. Y ahora viene este proyecto en la Compañía Nacional de Teatro (Radojka), que es un proyecto enorme en donde por primera vez voy a trabajar en el escenario de la Compañía como actriz porque nunca lo había hecho. En mis 43 años de carrera nunca había trabajado en la Compañía. Es una coproducción.
MS: Yo estoy en una etapa muy tranquila, muy clara de lo que quiero en mi vida. Después de la prueba, porque el 2021 fue duro, todo se reacomodó. Hay cosas que ya no me afanan, que ya no me importan, cosas que me tienen sin cuidado; lo que diga la gente, lo que piensen de uno ya uno está por encima de eso.
“Tengo una gran hermana con la que hacemos grandes proyectos; yo le decía a María: vos y yo parecemos de 20, pasamos haciendo proyectos como si tuviéramos la vida por delante y es que es así. Ya mis hijos están grandes, han superado también etapas difíciles para ellos, se les dio mucho la muerte de sus abuelos.
“Mi hijo, un chiquillo tan lindo, tan noble, vive en la misma propiedad en la que yo vivo. Mi sueño es estar siempre cerca de ellos. Mi hija está en otros procesos”.
“Tengo una pareja desde hace tiempo, es estable, estoy tranquila. Tengo a mis perritos, mi casa, mi río, mi aire. Estoy agradecidísima con la vida por los papás que me dio, por el camino andado, por lo bueno y lo malo.
–Y es que ustedes tocaron el cielo y se fueron al…
(María termina la frase).
MT: al infierno.
MS: sí, el infierno está en la tierra.
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–¿Para ustedes cómo fue descubrir que esas personas con las que estuvieron les hicieron cosas tan parecidas? ¿Sienten que sanaron?
MS: En su momento fue shockeante. Ahora uno bendice.
MT: Aprendimos eso, a bendecir, a mandar mucha luz y amor. En todo caso a uno no le toca hacer justicia. La justicia le toca a Dios. La justicia divina es algo maravilloso.
–Ustedes cuentan que suman cinco vidas juntas. ¿Qué significa la una para la otra?
MT: Marcia es mi alma gemela. Es la mitad de mi vida. Es mi hermana, mi compañera y como todos los hermanos hay encontronazos, no pensamos igual y eso es una maravilla. A nosotras nos une más que una carrera, el amor por nosotras mismas, pero no quiere decir que somos iguales, la ventaja es que somos diferentes.
MS: Hemos aprendido a respetar nuestras diferencias. Para mí María es un refugio. Hacemos shows solas, pero cuando estamos juntas se siente una dicha, es más rico juntas. Es una persona a la que le cuento mis más íntimas cosas. A veces me dice: ‘ay no, largate. Tengo tres días de estar con vos. Llevamos cinco vidas y ahora tres días, ay no, andate’. Hemos podido darnos esos espacios. Ya no andamos pegadas como toda la vida, pero cuando la vida nos presenta cosas, como que nos regalan masajes juntas, lo compartimos extra trabajo.
–Volvieron a ser las mismas…
MT: El tiempo se detuvo. Cuando nosotras nos encontramos fue como si no hubiera pasado el tiempo. Quedamos en el mismo lugar. Retomamos donde habíamos quedado. No había rencor. No había resentimiento.
MS: Porque nos entendíamos. Entendíamos que a las dos nos pasó lo mismo. Yo no podía, después de haber pasado por ahí, no podía juzgar a María. Estaba deseando que saliera de ahí. Entendía en carne propia, en cada poro lo que ella estuvo pasando. Ella me entendía igual.
“Hay un montón de dúos que se separan y no tienen la oportunidad de retomarse, pero nosotras sí. Encima de todo fuimos premiadas con eso. Fue edificante y muy bonito. Es una gran seguridad saber que estamos ahí la una para la otra”.
***
Y así es como el hilo rojo de Marcia y Mara permanece. Se puede enredar, pero no romperse.
Vuelva a verlas en escena
Pasado lo más fuerte de la pandemia, Marcia Saborío y María Torres regresan al teatro para mostrar en las tablas la pasión que las ha movido toda la vida: actuar. Esta vez, las actrices se presentan con cabellos blancos y con 30 años de experiencia, dejando atrás sus recordados personajes de Gallito Pinto. Las colegas y amigas presentan Radojka, una obra fríamente calculada a partir de este 16 de junio.
Radojka es una obra dirigida por Leonardo Perucci, actuada por Saborío y Torres, y coproducida por ellas y la Compañía Nacional de Teatro. Esta puesta en escena, que se verá en el Teatro de la Aduana Alberto Cañas, invita a las personas a reflexionar y a reír al mismo tiempo. El humor tendrá apariciones en una historia que, en síntesis, muestra en lo que se convierten los seres humanos con tal de conseguir lo que quieren.
Radojka es un espectáculo para mayores de 15 años. La entrada general tiene un costo de ¢8.000, mientras que estudiantes y adultos mayores, con carné, pagan ¢4.000.
Inicialmente, la obra estará disponible hasta el 10 de julio y se presentará de jueves a domingo. Los jueves, viernes y sábados se podrá ver a las 7 p. m., mientras que los domingos la función comenzará a las 5 p. m.