No se había terminado de dictar la recomendación del confinamiento familiar en casa, cuando ya los memes sobre los conflictos entre matrimonios o parejas de convivientes empezaron a viralizarse.
Casi seis semanas después de que el Ministerio de Salud viralizara su pedido de “Quedate en casa" a la ciudadanía, los chistes sobre el confinamiento en pareja dejaron de ser graciosos para muchos, pues los problemas de convivencia se convirtieron en un agravamiento adicional a todo lo que ha provocado la pandemia del nuevo coronavirus que se desbocó a lo largo y ancho del planeta desde principios de este 2020.
Igual que el covid-19, esta problemática está afectando a millones en el mundo, empezando por China, el país donde se originó el virus y en el que, en pocas semanas de confinamiento dispararon la cifra de separaciones y de divorcios.
Sin embargo, como ocurre en la vida, no todo es blanco o negro y entre las muchas entrevistas realizadas para este reportaje también hubo casos de parejas que “reconectaron”, otras que pusieron a prueba --con éxito-- sus propios niveles de tolerancia y hasta hay quienes decidieron renunciar a relaciones extramatrimoniales que dejaron de ser alimentadas a falta de poder verse en tantos días.
El (esperable) fenómeno de los roces entre las parejas en confinamiento es un tema bastante común: prácticamente todos tenemos amigos, conocidos o familiares que están atravesando por una crisis en medio de la megacrisis de la pandemia.
La percepción fue avalada por varios expertos consultados, por ejemplo, el reconocido abogado de familia, Pedro Beirute, del bufete que lleva su nombre, quien junto con sus colegas de INCOFAMI (Instituto Especializado en Derecho de Familia y Conflictos Matrimoniales) han tenido la agenda totalmente saturada por estos días.
“Desde que todo esto comenzó para nosotros ha sido de locos, nos las hemos arreglado para atender consultas por teléfono, por videollamada, Facebook, ahora que se flexibilizaron las medidas yo abro la oficina en las mañanas, siempre siguiendo todos los protocolos de Salud y no doy abasto” afirmó el jurista vía telefónica.
Eso sí, aclaró que la mayoría de conflictos que atiende tienen que ver con dudas y pensiones alimentaria, un tema supremamente delicado debido a los centenares de personas que se quedaron sin trabajo o a media jornada, de un día para otro, y corren el riesgo de ser encarceladas si no cumplen con las obligaciones estipuladas cuando se encontraban recibiendo un salario normal.
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“Pero claro, recibimos de todo, efectivamente hay montones de parejas que en realidad no sabían lo que era la convivencia, montones de papás que con costos conocían la dinámica de sus hijos en la escuela, esa locura en que andamos o andan muchos, que salen en la mañana y pasan todo el día luchándola en el trabajo y llegan a las 7 u 8 de la noche, cansados y a estar apenas un rato con la familia, deseando dormirse para seguir en lo mismo el otro día”, acotó el abogado.
Entonces, de un momento a otro las parejas se enfrentan a permanecer juntas las 24 horas y es, en casos como los que señala Beirute, cuando sin herramientas adecuadas para controlar las emociones, se van acumulando las fricciones y se empiezan a propiciar problemas o, en algunos casos, problemones.
En medio del reporteo de estas situaciones, por ejemplo, una colega me comentó que en el residencial en que vive, en Los Colegios de Moravia, a tres semanas de la cuarentena había tres matrimonios separados. En último caso fue el de una pareja con 13 años de casados y padres de tres hijos, de quienes nunca había trascendido ningún problema en el vecindario, no más allá que uno que otro zipizape, lo normal. Los vecinos del residencial no lo podían creer, pues el asunto llegó a tal grado que la policía llegó a sacar al esposo de la vivienda.
Estos son algunos casos de quienes accedieron a contar su situación en medio de esta coyuntura; los nombres de los protagonistas fueron cambiados con el fin de proteger su privacidad.
Asfixiado
Tras un primer matrimonio fallido, Marco (41) se casó hace cinco años con Laura, su novia de adolescencia. Pronto se convirtieron en papás de una niña, hoy de cuatro años, y realmente parecían una joven y prometedora familia feliz.
Compartían bonitas fotos familiares en redes sociales y se cruzaban arrumacos y bromas en público, incluso compartían detalles de la serie que estaban viendo juntos en Netflix y con cuál continuarían, en fin. Él es amigo personal y en conversaciones de cuando en cuando, se le escuchaba contento, además de que había recibido un ascenso importante en la cadena hotelera en la que trabajaba y recién incluso, había cambiado de carro.
Justo la semana pasada me contactó, si bien yo sabía que había perdido su trabajo junto a más de 100 compañeros, ese no fue el motivo de su llamada, lo primero que me dijo fue: “Por dicha me pude acomodar en Uber mientras tanto, metido en la casa se me quieren venir las paredes encima, yo estaba acostumbrado a trabajar los fines de semana y tener libre entre semana, pero pasar de un momento a otro metido en la casa con la doña... yo no conocía dinámicas de ella que ahora sí conozco, a veces habla por teléfono y la he oído como chismeando, eso me molesta mucho. La chiquita también se sofoca porque está pequeñita pero ya entiende y cuesta mucho entretenerla, entonces hasta berrinches hace. Yo soy muy tranquilo pero igual le contesto (hablando) golpeado y lógico, eso la provoca a ella y vamos subiendo el nivel hasta el punto de que hubo un problema grande hace poco, nos ofendimos, ya por lo menos estos días he andado trabajando en la calle, pero no nos hablamos, dormimos juntos pero espalda con espalda, y encima los problemas económicos, pero bueno eso se resuelve de una u otra forma. Lo del matrimonio supongo que también tendrá que acomodarse, porque ahora nadie está para separarse, serían gastos extras, además está la chiquita, en fin, es muy complicado, yo la quiero y ella a mí también, pero siento que algo se fracturó, yo estoy totalmente desmotivado, lo que me desgasta el doble es que con toda esta situación económica tan tremenda, ni siquiera tengo poder de decisión, es decir, voy a seguir ahí porque tengo, ni siquiera sé si quiero”.
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Divorcio tras 24 años
Este año, Roxana (49) llegaría a los 50 en setiembre y un mes después, celebraría bodas de plata con su esposo, Joaquín. Ella tiene una jefatura en un banco privado y él administra una franquicia de calzado deportivo en varios centros comerciales. Padres de dos hijos de 16 y 20 años, habían superado varias crisis, incluso una separación de dos años, cuando tenían cuatro de casados.
Desde el año anterior empezaron a planear las celebraciones de cumpleaños y aniversario, más que todo acicateados por familiares y amigos.
Pero en cuanto arrancó enero y simultáneamente se generó la amenaza del nuevo coronavirus, Roxana empezó a sentir una angustia que, en principio, atribuyó a las alarmantes noticias sobre la pandemia. Y en un tris, el covid-19 llegó al país y pronto, se impuso el confinamiento.
Dos semanas bastaron para que Roxana tomara la difícil decisión no solo de separarse, sino de divorciarse, sin marcha atrás. La historia es extensa, pero la esencia es elocuente.
“Nosotros nos casamos muy jóvenes, luego él tuvo una relación con otra persona y por eso estuvimos separados, yo sufrí muchísimo, luego decidimos volver y los años fueron pasando... todo el mundo habla del problema que significa la rutina en un matrimonio y yo pensaba que eso era lo que nos pasaba a nosotros. Él nunca ha sido muy cariñoso, yo sí soy muy ‘pega’, pero como sufrí tanto cuando nos dejamos, ya después preferí aceptar como esa frialdad y fuimos construyendo diay, la familia, la casa, la vida con los chiquillos, él es un gran papá, los dos tenemos trabajos muy demandantes y como ya los chiquillos están grandes, sin darnos cuenta empezamos a dejar de salir. No sé hace cuántos años no vamos al cine, tal vez a cenar pero nunca solos, y estaban también los problemas de cama, pero eso desde hace mucho... y también las amigas y la gente le dice a uno que eso es normal, que el sexo se va apagando, pero ese en realidad fue el menor de los problemas. Cuando se vino lo del confinamiento las tiendas de él cerraron y a mí me mandaron de vacaciones, tenía un montón acumuladas. Y fue terrible, ahí me di cuenta de que parecíamos dos almas en pena ahí en la casa, con costos teníamos tema de conversación, yo le trataba de hablar de las noticias y él apenas me contestaba. No llegamos a cumplir las dos semanas juntos en la casa. Yo no sé explicar qué fue lo que pasó, yo siento que nosotros veníamos haciendo todo como en automático por muchos años, y en esos días que estuve con él me sentí tan sola... un sábado en la mañana nada más tomé la decisión, lo hice con una paz, le había pedido mucho a Dios y le dije que no quería vivir el resto de mi vida así. Él jamás se lo esperó, los dos lloramos mucho, él se fue a un apartamento que la mamá tenía desocupado, dijo que nos diéramos tiempo pero yo el lunes a primera hora llamé a mi mejor amiga, que es abogada, y ya finiquitamos los detalles, estamos listos para firmar. No ha sido fácil, es demasiado para asimilar pero desde ese sábado una parte de mí se siente tan en paz, él es un buen hombre pero diay, ya el asunto se había secado desde hace años y para vivir como roommates, casi como zombis... es que es ahora o nunca”, cuenta Roxana y se permite, entre el anecdotario que compartió y que se omite por razones de espacio, un pequeño recordatorio de los muchos que atesora cuando se siente tentada a repensar su decisión. “Hay cosas en el matrimonio que bueno... yo seguro también tengo un montón de manías, pero ahora valoro cosas tan simples como leer periódicos o revistas tranquila, en mi cama, porque a él siempre le molestó el sonido que hacía yo donde pasaba las páginas...”.
El caso de Roxana y Joaquín remiten a la frase de una autora española, Rocío Mendoza, quien aseguró en un artículo que se citará más adelante que “más que provocar la separación de parejas, la cuarentena descubrirá a muchas que ya estaban rotas”.
Los casos como el de Marco y Roxana pululan en cientos de publicaciones de diarios de todo el mundo, y las opiniones de expertos también. Por supuesto, cada pareja y sus circunstancias son absolutamente únicas.
Otro amigo, Marcelo, arquitecto (47), quien también ha visto sus contratos paralizados por la crisis económica generada por el covid-19, tiene 12 años de casado y un hijo de 7 años. Su esposa es entrenadora personal, también se quedó vacante durante la pandemia y ambos están lidiando con las preocupaciones económicas, al tiempo que intentan darle el mejor tiempo de calidad a su hijo, participar con él en las clases virtuales, etc.
A él lo llamé yo para entrevistarlo sobre la convivencia en pleno confinamiento, sobre todo porque hará un par de años me había comentado que el asunto no iba muy bien. “Lo que pasó aquella vez que te conté lo superamos, pero sí buscamos ayuda profesional para que no quedaran sedimentos, porque ese es el gran problema, que uno va dejando que las cosas se acumulen, los resentimientos, las manías que no le gustan a uno del otro... el tema sexual también hay que ponerle atención, no es exactamente esforzarse pero sí ponerse ingenioso, estar atento a que no haya un desbalance, como el que puede ocurrir digamos en una situación como esta, donde los dos estamos viendo cómo nos reinventamos mientras pasan estos tres meses, cómo generamos ingresos, cómo ahorramos, y dentro de esos ‘cómo’ tenemos muy presente la parte espiritual y en especial el compromiso que hicimos cuando decidimos casarnos, más que lo hicimos ya relativamente grandes, en los 30 los dos. Tenemos muchas dinámicas juntos, por ejemplo hacemos ejercicio a diario en la casa, y sí llega a haber no sé si un agotamiento o aburrimiento, y una que otra discusión porque no hay matrimonio perfecto, de eso olvídese, pero sí tenemos siempre muy presente que la palabra compromiso implica eso, jalar parejo, y más en tiempos difíciles como estos, porque para reírse, el universo entero se ríe con uno, en momentos como ahora, con varios temas paralelos cuesta arriba, es donde uno pone a prueba yo no diría que el amor, porque eso está ahí, pero sí el compromiso para que seamos la familia que pretendimos en el momento en que nos casamos”.
No hay recetas, pero...
Matt Villano, escritor y editor estadounidense con especial tino para los temas de familia, analizó con la ayuda de varios terapeutas licenciados en Matrimonio y Familia y psicólogos clínicos lo que ocurre a lo interior de las parejas en situaciones tan inéditas e inauditas como las que ha provocado el covid-19.
En el artículo ¿Puede tu matrimonio sobrevivir al coronavirus?, publicado en CNN, Villano reflexiona: "Incluso para aquellos de nosotros con los matrimonios más felices y estables, el distanciamiento social para combatir el covid-19 provee algunos serios desafíos para nuestras respectivas uniones.
“Estamos confinados a espacios pequeños con nuestras parejas, con poco o ningún respiro. Tenemos que equilibrar nuestra vida profesional y personal, 24 horas al día, siete días a la semana. Añade niños pequeños (o incluso adolescentes) a la mezcla y puede ser una receta para el desastre— o, peor aún, un divorcio”.
En ese mismo artículo, Villano cita la postura de Michele Weiner-Davis, una terapeuta matrimonial y familiar en Boulder, Colorado quien asegura que “comunicar-comunicar-comunicar” debe ser una especie de panacea para las parejas en cuarentena: "No importa tanto el cómo se comuniquen sino simplemente que intenten hacerlo. Los mayores desafíos que he enfrentado hasta ahora son los casos en que ambos cónyuges miran lo que está sucediendo con lentes diferentes —una persona piensa que todo se está derrumbando y la otra persona piensa que la gente está exagerando la situación”, dijo Weiner-Davis.
Otra recomendación infaltable entre los tips de los expertos es la de establecer rutinas en las que se compartan o turnen las tareas del hogar o el cuido de los niños, sobre todo cuando ambos deben realizar teletrabajo, pues parte de los líos más frecuentes, según los terapeutas, se generan porque los trabajos de ambos son prioridad y solo una estricta organización logrará evitar o menguar los problemas cuando ambos estén urgidos de sacar sus faenas laborales al mismo tiempo.
Lee Miller, una terapeuta matrimonial y familiar de Los Ángeles, aseguró en el artículo de CNN: “Nadie está familiarizado con ‘la nueva normalidad’ del distanciamiento social todavía, y en medio de este tumulto constante es aconsejable asignar roles cada día: quién cocina, quién limpia... esto ni siquiera se acerca a una situación típica, lo que significa que hay una serie de roles diferentes que ambos socios tendrán que desempeñar mientras trabajan a través de la realidad actual”, dijo. “Es muy importante programar un tiempo para sentarse y hablar sobre cuales son sus expectativas el uno del otro durante este tiempo”.
Orden... y contar hasta 100
Eduardo y Rodrigo son pareja, viven juntos desde hace cinco años, tienen personalidades muy diferentes pero, en su caso, eso propicia que se complementen muy bien.
Al menos hasta que les tocó la cuarentena juntos: Eduardo es periodista y Rodrigo abogado, y ambos entraron en modalidad teletrabajo hace más de un mes.
Desde el día uno, anticiparon que el confinamiento podía ocasionar una que otra erupción de carácter (especialmente por parte de Rodrigo) y entonces, a puro sentido común, establecieron un orden, una rutina como la que recomienda Lee Miller: no solo hicieron un estricto rol sobre las tareas que ejecutaría cada uno diariamente, sino que cada quien improvisó un espacio de trabajo totalmente apartado del otro: Eduardo lo armó en la habitación en la segunda planta, mientras que su pareja hizo lo propio en el piso de abajo.
Tienen un perro y de momento adoptaron dos cachorros abandonados, a quienes prodigaron todos los cuidados y que serán adoptados en los próximos días, sin embargo, los cinco han estado recluidos durante la cuarentena y, a pesar de las medidas que tomaron, nunca falta uno que otro roce. Eduardo dice que él prefiere optar por la prudencia y la mayor parte del tiempo guarda silencio en lugar de hacer una escena. Si el asunto lo amerita, espera que bajen las aguas y se conversan ya más tranquilos.
Por su parte, Rodrigo --quien emana energía por todos los costados--, ratifica que el orden ha sido absolutamente vital, empezando por el tema de alimentación. “Aquí no se compra comida afuera, nos turnamos para cocinar, compramos lo justo y si nos sobra congelamos y lo consumimos después. No botamos comida nunca. Y sí, claro que tenemos nuestros encontronazos, bueno yo porque soy un demonio con el carácter, pero aquel como vive en una isla”, dice muerto de risa.
Ellos residen en un condominio de 24 apartamentos, entonces los viernes se “juntan” con algunos vecinos cercanos y organizan una especie de happy hour, cada quien con sus bebidas, platillos y en sus cocheras, y ahí se pegan las conversadas. “Eso nos ha ayudado mucho, siempre guardando los protocolos estrictamente, pero nos vamos a acostar felices de interactuar con los vecinos, cambiar de onda, como te digo, en medio de todo improvisamos y nos ponemos creativos e ingeniosos”, puntualiza Rodrigo.
“Los Melaza” ¿en santa paz?
Isabel tiene 61 años, su esposo Roberto tiene 71 y algunos problemas de salud que limitan su movilidad. Han estado juntos durante 36 años, solo que en los últimos 20 años él se afincó en San Carlos, donde junto a sus hermanos tienen varias propiedades destinadas a la ganadería y agricultura, mientras que ella permaneció en San José, por su trabajo como psicóloga.
Se visitan cada 15 días y tienen un matrimonio normal; ambos tienen claro, y así lo dicen siempre, en broma y en serio, que su prolongada relación se debe justamente al distanciamiento bajo el cual conviven, pues los dos tienen caracteres muy fuertes. Ella se pensionó recientemente y justo en ese momento el covid-19 se instaló en el país y por supuesto, ahí sí que Isabel cruzó hacia la Zona Norte para encerrarse con su esposo con el fin de asistirlo.
Los hijos de la pareja se preocuparon mucho ante la situación, pues conocen la volátil relación que mantienen ambos, aunque por supuesto, también se quieren mucho. En entrevista telefónica, Isabel narró su sorpresiva experiencia ante lo que, parecía, sería una crisis de intolerancia permanente: “Efectivamente, ha sido un ejercicio de paciencia mutua que no siempre tiene éxito. Nos peleamos hasta por la oreja de la taza de café, que debe servirse de manera que él pueda accesarla con la mano que tiene habilitada, y yo a veces por despiste la pongo para el otro lado y ya me arma aquel ‘mosquero’ y yo le contesto que yo no la puse así y entonces él me dice ‘¿diay, entonces quién, si no fuiste vos?', y bueno así pasamos pero no es una cuestión tan habitual como antes, cuando yo venía por pocos días. Hay una gran ventaja: no es lo mismo el confinamiento en San José, que en el campo, aquí hay mucho verdor, mucho donde salir a caminar, mucha naturaleza. Todo eso ayuda. Pero lo más importante y lo que más me llena es que lo que antes me mortificaba tanto, cosillas de ese tipo, como los Melaza, ahora lo asumo y aunque de momento uno se irrita, prácticamente las tonterías me pasan como por encima y no me echo a perder el día, ni el rato. Son muchos años juntos, obviamente estamos en el otoño de nuestras vidas y ya ves, el bendito covid-19 me enseñó lo que más de 30 años no lograron: a conocerme mejor yo, a ser una mejor versión de mí misma, a estar en paz y proyectarle a él sosiego y paz... hasta donde sea posible, por ejemplo un día de estos tuvimos un miche porque él pone CNN en inglés y yo prefiero verlo en español, entonces es un pleito por el control remoto del tele... lo peor es que se pone a traducirme y ya yo le digo ‘ay qué colerón, a mí ni me digás lo que está diciendo ese viejo idiota de Trump’, entonces ya al rato me dice ‘Tomá el bendito control, poné lo que querás’, claro, como una hora después. Pero ve como te estoy contando esto, muerta de risa, y no es que estemos seniles, diay esa ha sido la dinámica siempre, solo que ahora extrapolo todo lo bueno que también vivimos, como estar el uno para el otro, como dicen ahora, ‘pa las que sean’ cuando hay alguna contingencia o alguno tiene un problema. El ‘covid’ nos asustó porque él es paciente de alto riesgo, pero ¿ves? por dicha ahí está fregando ¡porque está bien!"
Pasión en pausa
Las relaciones amorosas en general son muy complejas y bueno, siempre habrá casos de infieles cuyas razones son de único dominio de los protagonistas. En el tratamiento de las eventuales crisis que están viviendo muchos matrimonios o parejas, muchas se decantan porque alguno de los dos tiene una relación “por fuera” y el confinamiento en familia prácticamente inhabilita la posibilidad de verse con la tercera persona, lo cual puede ser frustrante en muchos casos.
Sin embargo, un par de anécdotas ratifican que la “nueva normalidad” impuesta por el covid-19 no deja de sorprender. De acuerdo con el abogado Pedro Beirute quien, como ya se dijo, junto con sus socios está saturado de casos de conflictos familiares, tanto él como sus colegas han recibido testimonios de esposos o esposas que tenían una relación subrepticia y, tras vivir el confinamiento con su pareja legal, han tomado la decisión de terminar con la otra relación.
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“Es curioso, eso nos ha llamado mucho la atención, y no lo he visto solo el clientes, tengo varios amigos que a su vez tienen amigos que les cuentan cómo han sentido que lo que tenían ‘por fuera’ era más como una adicción o una seducción, pero que ya se dieron cuenta tras más de un mes sin ver a la otra persona, que sí es posible decirle no a la tentación o lo que sea que implique la tercera persona en la relación”, reflexiona Beirute.
Pero bueno, como se dijo desde el principio, cada caso es único e igualmente, un amigo personal, quien la semana pasada me llamó muy compungido para contarme que le habían bajado las placas porque incumplió la restricción vehicular. Sorprendida, lo interrogo, eran como las 9 de la noche, me dijo, e iba para la farmacia... con todos los servicios de farmacia express no entendí muy bien, hasta que me confesó que no aguantaba más las ganas de verse con su enamorada, la recogió en su casa e iban a estacionarse “un ratico” por ahí, y en eso los paró la policía de tránsito.
Ojo: mucho tacto con el sexo
A propósito, y de vuelta a las diversas crisis y situaciones que se han generado por cuenta del confinamiento ante la pandemia, el asunto del sexo con la pareja no es un tema menor y también puede generar tremendas grietas.
Britney Blair, psicóloga clínica y terapeuta sexual de California, ofreció sus recomendaciones al respecto en el artículo para CNN.
Aunque se sabe que los fluidos sexuales no “transportan” el covid-19, Blair recomienda extremar prudencia y “no insistir por sexo” por estos días, a menos que se dé como una situación espontánea y gratificante para ambos. Sin embargo, ella afirma que "el deseo sexual en tiempos de coronavirus no es lo que suele ser, ya que el estrés perjudica al libido en aproximadamente el 85 % de nosotros.
“Es normal estar menos interesado (en sexo) en tiempos de crisis”, dijo. “Si tú eres una del 15 por ciento de personas que no son afectadas por el estrés, entiende que tu pareja puede estar del otro lado.
Blair, quien recientemente cofundó la aplicación de consejos sexuales Lover, se refirió a este fenómeno como una “discrepancia de deseo” y dijo que ocurre naturalmente en cada pareja, pero que se puede acentuar en momentos como este. Señaló que fastidiar o avergonzar a tu pareja para que tenga relaciones sexuales hará que ambas partes se sientan deprimidas.
"Una jugada incorrecta y la pareja con más ganas podría terminar sintiéndose rechazada mientras que la pareja con menos ganas se podría sentir culpable”, dijo. “Lo último que cualquiera de nosotros necesita en este momento es más estrés”.
¿Cómo viven el confinamiento los solteros?
Obviamente no existe una respuesta categórica a esta pregunta pues, igual que en el tema de los matrimonios o parejas de hecho, cada caso es único.
Sin embargo, cuatro testimonios ofrecen la otra faceta del confinamiento, eso sí, el de solteros que se decantaron por la responsabilidad absoluta a la hora de seguir las recomendaciones del Ministerio de Salud. Es decir, hicieron un parón con sus relaciones habituales, no necesariamente formales. Estos son sus razonamientos:
Vanessa: la esperanza
Con 47 años y un par de relaciones anteriores a cuestas, la experta en informática ya venía arrastrando una sequía sentimental y hasta sexual, cuando se vino todo el tema del covid-19.
“Me volví mucho más selectiva en mis relaciones, yo sí quiero construir una pareja formal, un matrimonio con todas las de la ley, yo sigo creyendo en que hay muchas personas que pueden creer en construir una relación.. en esas estaba yo, sin prisas pero sin pausa, como dicen, y bueno en eso se vino todo este tema del distanciamiento dizque social... pero en el caso de uno, es un distanciamiento físico que está en pausa, y bueno, no pasa nada.
Por supuesto que el confinamiento le exacerba a uno las ganas de tener un compañero con quien compartir las angustias y en mucho, los ratos de soledad... pero bueno ese tipo de situaciones no habían prosperado, de manera que estoy enfrentando este tema del confinamiento básicamente con mi hijo adolescente. Y sí, sí quiero tener una pareja, un compañero, tal vez toda esta situación haga caer en cuenta a mucha gente que existe la posibilidad de establecer relaciones no desechables, que es más o menos lo que percibo que nos venía ocurriendo”.
Pilar: “La sequía no importa, la salud, sí”
Para esta periodista de 49 años, dos divorcios y dos hijas, el confinamiento sin pareja es lo mejor que le ha podido ocurrir durante esta pandemia.
“No me puedo imaginar, ya desde mucho antes del covid-19 yo había descubierto la paz de la libertad y la privacidad... ya hace años me acostumbré a vivir sola, mejor dicho, con mi hija menor, básicamente somos roommates... el confinamiento no nos ha afectado porque respetamos nuestros espacios de teletrabajo y en general tenemos una dinámica muy sana, prácticamente sin problemas" asegura Pilar.
En cuanto a sus relaciones de pareja, la comunicadora es determinante: “Yo no creo volverme a casar, tengo ‘amigovios’, diríamos, pero no formales. ¿Cómo se conduce uno así, en esta coyuntura? Yo paso metida en mi casa, no me voy a arriesgar por nada, me acostumbré a mi independencia y si bien es cierto tengo algunas relaciones especiales, sin mayor compromiso, nada urge.
"El distanciamiento físico es imperativo en esta coyuntura, es demasiado lo que hay en juego, no solo el bienestar mío, sino el de mis seres queridos... a mis papás tengo mes y medio de no verlos y cuando lo haga, quiero estar tranquila, igual que con mis hermanas, amigos y allegados. Todo lo demás, insisto, puede esperar”.
Relaciones en ciernes
Curiosamente, el distanciamiento social provocó otro tipo de acercamientos o reencuentros.
Interesantísima la postura de dos amigos, Daniel y César (igual, nombres ficticios).
César, ingeniero informático de 43 años, dice que esta cuarentena le ha hecho reflexionar cómo en muchos casos el sexo se ha convertido en una obsesión que, viéndolo en retrospectiva y en mucho a raíz de la falta de relaciones sexuales por el confinamiento, quizá esté sobrevaluado con respecto a una relación más integral.
"Todo esto de las relaciones ‘desechables’ era como un eco, pero en esta coyuntura, en este freno obligatorio por el confinamiento, siento que nosotros los solteros tenemos un margen único, ya sin el corre-corre cotidiano, para ver hacia adentro y ver qué queremos. En la parte sexual, obviamente a uno le gusta la gratificación instantánea, tener su asunto en su momento, pero todo a su tiempo, a todos los que estamos en esta situación de soltería en confinamiento, lógicamente, nos gustaría tener visita o ir de visita conyugal, que llaman en broma, pero tampoco es un tema de urgencia.
"Yo por lo menos he sentido que muchas exnovias, compas y demás, quieren sentir un vínculo romántico, filial, amistoso o como sea, y ya en últimas, interviene lo sexual, lógicamente por vía telefónica o cibernética.
"Entonces uno se percata de que, si bien es cierto, el tema sexual privilegia aquí y en el mundo, lo esencial ante todo es el asunto emocional, que por supuesto puede incluir el sexo, pero no como la ‘misión’ primordial. Esa percepción o reflexión la empecé a sentir yo y con el paso de los días me doy cuenta de que nos pasa a muchos que no estamos en pareja formal, en estos tiempos de confinamiento uno está reconectando con montones de amigas o amigos, gente con la que no volvería a ver en años, y que posiblemente, afectados por la soledad o el estar en casa, buscan reconexiones emocionales.
Y sí, también hay conectes románticos, de esos a la antigua, pero una vez que se vuelva a la ‘normalidad’, habrá qué ver qué sale de todo esto".
Por su parte Daniel, diseñador gráfico de 33 años, tenía una relación de pareja en los últimos dos años. Sabedor de que lo suyo no es la estabilidad, desde enero o febrero valoró con su novia la posibilidad de separarse, y estaban en esos devaneos cuando se vino el tema del confinamiento.
"Era todo o nada, si nos quedábamos juntos teníamos que apechugar, pero yo preferí terminar la relación y quedarme solo en confinamiento, lo cual ha sido un experimento increíble para mí, pues por diversas circunstancias yo en la vida nunca, pero nunca, había vivido solo, mucho menos en un tipo de confinamiento como el actual. Y en esta coyuntura, creo que tomamos la decisión correcta, la relación ya estaba muy fragmentada y no tengo la menor duda de que estando encerrados, la presión habría tenido muy malos resultados.
"Esta coyuntura me ha ayudado a ver hacia adentro, en muchos aspectos.... cosas tan idiotas como que antes no soportaba a los gatos... ahora los escucho maullando y ya se volvió rutina que les dejo comida... no los conozco, no me conocen... pero hay un clic ahí que está despertando, en esta cuarentena, de sensaciones y sentimientos que posiblemente estaban ahí, y no las había detectado.
“En cuanto a la parte de pareja, debo decir que esto del confinamiento no supone una crisis para mí, pues ya veníamos con varios problemas que no vienen al caso. Lo que sí percibo, como le digo, en estas semanas en solitario, es que uno se descubre por dentro. No sé cómo explicarlo. No sé si seré mejor novio o esposo en el futuro, pero sí sé que en estos días me he encontrado con un Daniel que ni yo conocía. Mucho menos, mis nuevos y sorpresivos amigos: mis otrotra odiados gatos”.