Llegó la época seca y, con ella, el eterno dolor de cabeza para las autoridades ambientales. En un país con decenas de playas hermosas y miles de turistas deseosos de disfrutar del calor, la arena y el mar, también comienza una temporada donde el daño ambiental está inevitablemente garantizado.
Así como los comerciantes y los hoteleros se frotan las manos con la llegada de la temporada alta, los expertos en conservación se lamentan que, como resultado de estas vacaciones, se pierda una pequeña parte del ecosistema marino.
Para nadie es un secreto que las conchas y los corales tienen un encanto, un atractivo natural al que es difícil resistirse, por ello, es muy común ver en las playas a adultos y niños tomar estas piezas entre sus manos y llevárselas, pues, para ellos, es solo un cascarón muy bonito que está en la arena.
En sus casas, los más pequeños las usan para jugar, los adultos como decoración e, incluso, hay quienes las usan para hacer joyas, mientras que los turistas se las llevan como un recuerdo de las vacaciones en las paradisíacas playas de Costa Rica.
Sin embargo, la gran mayoría de ellos no se imaginan que están cometiendo un delito y, a su vez, le provocan un daño al medio ambiente.
“Falta conciencia tanto en el nacional como para el extranjero, posiblemente por carencia de información o desconocen a nivel de los ecosistemas la importancia que tanto conchas, caracoles y demás restos marinos representan para los demás organismos que habitan en ellos”, afirma Minor González, jefe de oficina subregional de Alajuela del Área de Conservación Central.
Y agrega: “Posiblemente las ven como algo inerte que no brindan ningún beneficio biológico en la cadena trófica de los demás seres vivos que residen en estos lugares”.
Prueba de ello es que hasta noviembre del 2023, el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría registraba el decomiso de 2.381 kilogramos de conchas, una cifra un poco inferior a lo que se decomisó en el 2022, cuando las autoridades aeroportuarias alcanzaron a quitarle a los turistas un total de 3.500 kilos de conchas.
“Desde hace más de 10 años, los oficiales del Servicio de Vigilancia Aérea (SVA), que se ubican en los puestos de control de seguridad, llevan a cabo retiros diarios de material marino, tal como conchas, a los pasajeros que transitan por la principal terminal aérea del país. El retiro se efectúa sin considerar la cantidad que lleve el viajero, dado que obedece al cumplimiento de una norma de protección de vida silvestre”, afirma Aeris, empresa encargada de administrar el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría.
Esta realidad también alcanza al Aeropuerto Daniel Oduber Quirós, en Guanacaste, que entre enero y octubre del 2023 decomisó un total de 1.354,7 kilos de conchas, mientras que en el 2022 le quitó 1.000 kilogramos a los turistas que dejaban el país.
Es decir, en los aeropuertos ticos se han decomisado ocho toneladas de conchas. Eso sin tomar en cuenta lo que se llevaron los turistas costarricenses a sus casas, pues para las autoridades es imposible tener control sobre todas las personas que vacacionan en las playas.
Las conchas ofrecen múltiples beneficios
Aunque parecen una decoración natural y atractiva de las playas, las conchas tienen múltiples beneficios para el ecosistema marino y el medio ambiente, comenzando por el hecho de que hay algunas de estas que están “vivas”.
Es decir, aquellas que tienen a un animal adherido a la concha. Por ejemplo, las pianguas, las almejas, los caracoles y demás moluscos. Todos ellos dependen de la concha para vivir.
“Estas conchas vivas aportan funciones o servicios ecológicos muy importantes, pues ayudan a controlar el crecimiento de las algas a partir de su alimentación. También, cuando ellas se alimentan, absorben el agua marina, y a través de todo un proceso de filtración que hacen precisamente para alimentarse, ayudan a limpiar el agua del mar”, explica Evelyn Solano, coordinadora del Programa de Manejo y Conservación del Área de Conservación de Guanacaste.
La experta añade que las conchas vivas son “bioindicadores de la salud de los ecosistemas marinos”: debido al proceso de filtración que realizan para alimentarse, también almacenan metales y elementos “que no son tan sanos”, pero, gracias a eso, el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) puede realizar vedas de moluscos cuando, por ejemplo, hay marea roja tóxica.
“Es a través de análisis, no solo del agua, sino también de moluscos, que ellos determinan de que hay alta toxicidad de algunos elementos que pueden ser perjudiciales para el ser humano”, explica Solano.
Las conchas vivas se utilizan para consumo humano en las comunidades costeras y hay muchos pescadores artesanales y asociaciones de mujeres piangueras que dependen de ellas para generar recursos económicos.
Sin embargo, no se trata solo de las conchas vivas, pues las conchas marinas como tal, esas que se encuentran en las playas, también son fundamentales para el ecosistema marino y el medio ambiente; no obstante, según Solano, son “servicios ecosistémicos muy poco valorados y reconocidos” por el ser humano.
“Mucha gente nos dice: ‘Ay, pero eso ya está muerto, no sirve para nada’, pero no es así. Por ejemplo, las conchas marinas aportan carbonato de calcio y nutrientes importantes a otros organismos; moluscos, caracoles y otros igual filtran el carbonato de calcio que está en el mar y así forman sus conchitas”
— Evelyn Solano, coordinadora del Programa de Manejo y Conservación del Área de Conservación de Guanacaste.
“Mucha gente nos dice: ‘Ay, pero eso ya está muerto, no sirve para nada’, pero no es así. Por ejemplo, las conchas marinas aportan carbonato de calcio y nutrientes importantes a otros organismos; moluscos, caracoles y otros igual filtran el carbonato de calcio que está en el mar y así forman sus conchitas. Cuando estas conchas se destruyen, ese carbonato se libera para que otros organismos u otras conchas u otros corales, puedan absorberlo de la misma manera. Entonces, es un ciclo”, detalla la experta.
Ayudan a formar el fondo marino y la arena de las playas cuando pegan contra las piedras a causa del oleaje. También sirven de camuflaje para pequeños peces que están huyendo de depredadores; además, son escondite para pequeños crustáceos, como el cangrejo ermitaño, que es el que usualmente se ve en las playas y que utiliza hasta tapas plásticas de gaseosas como hogar cuando no encuentran conchas para refugiarse.
Las conchas ayudan a formar el fondo marino y la arena de las playas cuando pegan con las piedras a causa del oleaje. También sirven de camuflaje para pequeños peces que están huyendo de depredadores; además, son escondite para pequeños crustáceos.
Hay aves que utilizan las conchas marinas para construir sus nidos y ayuda a la digestión de otras cuando comen insectos. Mientras que existen pulpos que utilizan las conchas como ritual de apareamiento y es parte de su proceso de cortejo a las hembras.
“En el momento en el que la gente se lleva conchas, perdemos todos esos servicios ecosistémicos. Tal vez la gente nos dice: ‘Ay, pero es solo una concha’, y puede ser que sí sea solo una concha la que se llevan, pero así como hay una persona que se llevan una concha, hay otra persona que se lleva otra, otra persona se lleva una bolsa y así sucesivamente. Entonces, el impacto no es de una concha perdida, sino el impacto que nosotros estamos viendo: estamos perdiendo toneladas de conchas al año que representan un daño ecológico”, insiste Solano.
“El impacto no es de una concha perdida, sino el impacto que nosotros estamos viendo: estamos perdiendo toneladas de conchas al año que representan un daño ecológico”
— Evelyn Solano, coordinadora del Programa de Manejo y Conservación del Área de Conservación de Guanacaste.
Las personas minimizan el problema, pero el impacto sobre las playas, sobre los seres vivos, sobre los recursos marinos y costeros y sobre el mismo ser humano es muy grande.
Los animales van formando las conchas a través de la absorción del carbonato de calcio en el mar, que es un proceso de formación largo. Se trata de un ciclo que va haciendo la concha cada vez más grande. Es un proceso biológico que lleva su tiempo, por lo que no es tan fácil llegar a reponer las conchas marinas.
En gran medida, la gente no dimensiona el impacto de las conchas marinas porque “las ven bonitas”. De hecho, en “prácticamente todo el mundo la extracción de conchas marinas ha sido catalogada, por muchos años, como uno de los productos más decomisados” en los aeropuertos.
“Aquí se sacan las conchas para elaborar artesanías, para decoración de hogares y también para que los chiquitos jueguen, pero muchas veces esas conchas terminan en los basureros. Falta mucha concientización sobre la necesidad de que las conchas se queden en la playa”.
“La gente se lleva las conchas para preservar un recuerdo, sobre todo los turistas internacionales. Aquí se sacan las conchas para elaborar artesanías, para decoración de hogares y también para que los chiquitos jueguen, pero muchas veces esas conchas terminan en los basureros. Falta mucha concientización sobre la necesidad de que las conchas se queden en la playa. No podemos tener un control de eso, estamos cuantificando lo que se está decomisando en el aeropuerto, pero no tenemos control de lo demás”, dice Solano.
A su juicio, la cantidad podría duplicarse; sin embargo, están de manos atadas para el decomiso de conchas, principalmente a los nacionales. Si bien realizan controles, son demasiadas las personas que salen y entran diariamente de las playas y no alcanzan las manos ni los ojos para revisar a cada turista.
Irreparables
En el momento en el que una concha, un caracol, un coral o una estrella de mar es extraída de la playa, ya no se puede regresar. En estos casos, las autoridades tienen que buscar diferentes alternativas para desecharlas.
Por ejemplo, el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría detalla que una vez que se decomisan las conchas y se trasladan a un centro de acopio para que el material marino, según el protocolo establecido por el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) y el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC).
“Aeris los almacena en unos contenedores y una vez estos se encuentran en su capacidad máxima, se coordina con la oficina de Alajuela, del Área de Conservación Central del SINAC, para la destrucción de las mismas, la cual consiste en realizar una fosa dentro del aeródromo para enterrarlas”, explica Minor González, del SINAC.
Las conchas marinas que se decomisan en Guanacaste se almacenan para después enterrarlas en un hueco en la playa. Sin embargo, hay otras que definitivamente deben destruirse, pues puede afectar el ecosistema.
“Los especialistas nos dicen: ‘Es que ustedes pueden tener conchas ahí que son del Caribe, que son de Osa, que no se sabe de dónde vienen’, entonces procedemos a enterrarlas para crear conciencia. Luego están las que rayan y les ponen escarcha, usan pilots y les pintan corazones, porque todo eso es un recuerdo para los turistas y esas conchas definitivamente sí las tenemos que desechar, porque tienen químicos que nosotros no podríamos reintegrar”, comenta la especialista Solano.
De hecho, González afirma que, en ocasiones, con el apoyo de una universidad se tomaron muestras para analizarlas y ver la posibilidad determinar la procedencia de algunas de estas piezas marinas para su reinserción al medio de donde provenían y se determinó que algunas de las conchas y caracoles ni siquiera estaban presentes en las playas de Costa Rica.
Ante los resultados, se concluyó que algún turista traía las piezas consigo desde el extranjero y, aunque no tuvo problema para ingresar a suelo nacional, se le decomisó cuando iba saliendo de Costa Rica.
“La estabilidad o integridad de un ecosistema se puede ver alterado cuando se introduce algún organismo que no pertenece al mismo, máxime si no se tiene la certeza de que este se encuentra libre de patógenos, los cuales de estar presentes en el material o espécimen que se reinserta al medio silvestre podrían comprometer la salud de las demás especies que habitan en el sitio”, insiste González.
Pero, ¿existe un castigo para quienes se llevan conchas de la playa?
La respuesta es sí. Según la Ley N.° 7317, Ley de Conservación de la Vida Silvestre, quienes incurran en este delito pueden ser sancionados hasta con 30 salarios base.
Así que si va a la playa y pretende llevarse conchas, corales, estrellas de mar o cualquier pieza marina, piénselo muy bien antes de hacerlo. Al fin y al cabo, Costa Rica es lo que es por sus bellezas naturales.