María José Rodríguez está haciendo una especie de teletrabajo, aunque la naturaleza de su empleo jamás lo hubiera permitido. Ella es enfermera y trabaja como nana. Desde hace unos 15 días fue contratada por una familia para que les cuidara a su bebé; María José se fue con ellos a convivir en aislamiento fuera de la ciudad, en una estrategia para protegerse del nuevo coronavirus. Esta muchacha, de 30 años, aceptó y ahora está en cuarentena con esa familia. Trabaja y a la vez, vive con ellos.
Ella tomó la oportunidad sin mucho qué pensar, pues ya era nana de la niña. Además, de haberse quedado en su casa, su trabajo hubiera implicado estar saliendo y esto habría roto la cuarentena, lo que significaba exponerse así misma y también a los suyos, al contagio del covid-19. Es licenciada en enfermería y hace muchos años trabajó como niñera, de allí su afinidad con los infantes.
“Acepté hacer el confinamiento con la familia en primer lugar porque el hecho de salir y volver a mi casa no me permite estar cumpliendo una cuarentena. También lo hago porque es importante el compromiso que uno adquiere. Cuando decidí ser enfermera no es el hecho de estar solamente en un hospital: donde uno trabaje tiene que tener esa vocación. En este momento las personas con las que trabajo me están necesitando, por eso acepté el oficio de nana”, admite.
María José cuida a la niña desde las 7 a. m. Durante la jornada la alimenta, juega con ella, hacen actividades de estimulación y vela porque la pequeña y las personas a su alrededor tengan las manos limpias.
Cuando acaba su trabajo, la nana se retira a su habitación y allí aprovecha para conversar con sus familiares. En el tiempo libre se asoma con tintes de ansiedad la preocupación por lo que el virus está causando, sin embargo, cuenta que sus jefes la hacen sentirse parte de la familia y eso le permite mantenerse tranquila.
“Los papás (de la bebé) están muy pendientes de todo, de lo que yo quiera hacer. Tengo total libertad en mis tiempos libres.
“Ha sido muy gratificante saber que en estos momentos aunque no se esté trabajando en un hospital, uno está ayudando a alguien más. Mi visión de enfermería siempre ha sido ayudar a los demás. Ver cómo poner mi granito de arena de diferentes formas”, detalla.
Así como María José, Priscilla Rojas (a quien presentamos más adelante) también es enfermera y trabaja como nana en esta cuarentena. Ella permanece con una familia que contrató sus servicios. Las nanas trabajan una jornada de ocho horas y tienen un día libre a la semana. Cuando terminan su labor se van a la habitación que les destinaron para que tengan su espacio personal.
Ambas forman parte de la empresa Nana Family Support, que existe en Costa Rica desde hace tres años y medio y que ofrece servicios de nanas (teachers o enfermeras) para cuidar y entretener niños entre cero y 12 años. El enfoque de este negocio es de servicio diario, sin embargo, se adaptó para que quienes lo requieran puedan contratar a una nana con el fin de que permanezca con las familias mientras ellos teletrabajan y se cuidan en su casa.
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Nacimiento de una agencia de nanas
Carolina Alvarado es la directora de Nana Family Support. La idea de crear una agencia de nanas surgió hace más de siete años, cuando por situaciones familiares, requerían que una persona especializada le diera acompañamiento a sus dos sobrinas recién nacidas. Los papás de las niñas debían viajar para darle tratamiento al hermano de ellas; entonces la familia quedaba al cuido de las pequeñas. Contrataron a una enfermera, pero Carolina siempre tuvo la inquietud de hacer algo más que permitiera que personas que quedaban al cuidado de recién nacidos tuvieran algún tipo de acompañamiento.
“La decisión de familia fue contratar una enfermera para que nos ayudara con las chicas que quedaban en la casa. En aquel momento no había una empresa como especialista que se encargara de darnos seguridad de que las enfermeras tenían experiencia, de que las estaban capacitando, aparte era cuido múltiple, tenía que tener experiencia en eso. Eran bebés prematuras, necesitábamos ese apoyo extra. Requerían de cuidos. Yo no era mamá en ese momento. Logramos tener a esa enfermera pero siempre quedó la espinita de que de verdad había necesidad para mamás. Hay muchas madres primerizas que no tienen ni la menor idea de cómo hacer un montón de cosas para los niños y siempre hay un miedo. Me quedó la espinita”, dice.
Carolina es psicopedagoga y maestra de educación especial. Ella tuvo un centro y durante un periodo se inquietó porque sus teachers y encargados de otras escuelas mandaban a evaluar a los chicos porque creían que tenían déficit atencional, problemas conductuales y dislexia, entre otras condiciones.
“Había que ver qué tenían para medicarlos y evaluarlos. Me di cuenta de que no había nada. No tenían ninguna condición específica. Lo que sucedía era que no les daban la atención en la casa y por eso los infantes trataban de generarla, pues ellos trabajaban y se quedaban en casa con gente que tal vez no les daba esa ayuda. A partir de ahí dije que tenía que hacer algo pero no yo sola, sino crear algo que impulse y ayude a las mamás. Porque una realidad es que mamá y papá tienen que salir a trabajar”, contó.
A partir de ese momento, hace tres años y medio, nació Nana Family Support, un emprendimiento que creó junto a su esposo y en el que buscó y capacitó teachers y enfermeras en el cuidado, estimulación y entretención personalizada de los niños en sus casas. La diferencia entre las cuidadoras es que las primeras se enfocan un poco más a nivel académico, mientras que las segundas se formaron en cursos de desarrollos del niño entre 0 y 18 meses.
Actualmente Nana Family Support cuenta con 58 nanas que trabajan por servicios profesionales. "
¿Por qué nanas para cuidar durante la cuarentena? Carolina es mamá de un bebé de 15 meses, está embarazada y trabaja tiempo completo. Desde hace ocho meses, Cristina Hernández es la nana de su hijo, usualmente lo cuida entre las 8 a. m. y 12 m.
Ante la crisis sanitaria por el coronavirus, esta mamá empezó a angustiarse porque aunque en su casa se mantenían sin salir, la cuidadora de su bebé entraba y salía todos los días, por ello, le propuso permanecer en casa junto a ellos. Este modelo de negocio les agradó a dos clientes suyos, para los que actualmente trabajan María José y Priscilla, quienes viven temporalmente con las familias de los niños que cuidan y entretienen.
“La idea surgió por mí. Necesito ayuda, no puedo ponerme en riesgo y salir. Necesito cuidar a mi familia. Aparte tengo que tomar medidas para proteger a los 44 clientes fijos que tenemos (las nanas que están trabajando sin quedarse con la familia en cuarentena viajan en transporte privado y mantienen los protocolos de higiene. Los fines de semana se tienen que cuidar y evitar salir, asegura Carolina).
“Le comenté mi idea a la nana y me dijo que definitivamente se venía a mi casa. Hablamos con las nanas y la gran mayoría tenían el mismo anhelo de ayudar pero no salir de las casas. Ellas son super lindas. Se casan con la familia. Cuando hablaba con ellas decía que lo que más les preocupaba de estar viajando eran los chiquitos, que no querían que el contagio fuera por culpa de ellas. Empezamos hace dos semanas. Ahorita hay cinco nanas en cuarentena y la mía. Tengo una lista de nanas dispuestas a irse a trabajar a las casas durante esta cuarentena”, explicó Carolina. Las nanas de cuarentena son solamente las enfermeras. La empresa cobra $400 semanales por el servicio de la nana cuidando al o los pequeños y viviendo temporalmente en sus casas.
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Bajo el mismo techo
Priscilla Rojas, de 29 años, tiene casi cuatro semanas de no vivir en su casa. Eso sí, ella está cuidándose y no sale del lugar que ha sido su hogar por estos días. En época de coronavirus acata las recomendaciones del Ministerio de Salud y no quiere ni exponerse ella, ni a su familia ni a las dos pequeñas de quienes es nana.
Priscilla está viviendo y a la vez trabajando con una familia que contrató sus servicios de nana. Ella aceptó este trabajo que implica confinarse junto a sus jefes, porque, primero, esta labor le permite permanecer en un lugar y no tener que transportarse y salir a la calle. También le da la posibilidad de cuidar con seguridad a las niñas sabiendo que no tiene el virus; y porque en tiempos en los que el mundo y el país está en crisis, para ella, quien trabaja por servicios profesionales, es esencial mantenerse percibiendo ingresos.
“Acepté porque en servicios profesionales me han hecho ofertas y esta me gustó mucho. Estoy más cuidadita. Me gusta aprender cosas nuevas”, dice sobre esta experiencia.
Esta licenciada en enfermería es vecina de Escazú y desde hace unos 22 días está en cuarentena junto a la familia que la contrató para cuidar a sus dos niñas mientras sus papás hacen teletrabajo. La guardería a la que iban las pequeñas suspendió su operación temporalmente.
Priscilla trabaja como nana desde hace ocho meses. El empleo le es grato porque disfruta trabajar con niños. Además cuenta con experiencia asistiendo a la madre y al recién nacido y en el cuido de adultos mayores.
La nana cuenta que empieza a cuidar a las niñas a las 8 a. m., el lavado de manos constante se convirtió en parte de la rutina de las pequeñas. Entre meriendas, cambios de pañales, juegos y paseos por la propiedad (para que reciban vitamina D y siempre que la madre permita la salida), también se cuela el alcohol en gel en las manos de la enfermera y de las criaturas. Los juguetes también son desinfectados periódicamente.
“Las actividades son sin celular, video ni tele. Les canto, hacemos actividades en las que disfrutan de la presencia de uno, no por medio de tecnología. Mi rutina es más de adrenalina, de ponerlas a pintar, enseñarles colores, contar números y usar muchos libros. También hacemos estimulación con piscinita: cuando hace calor se les ponen juguetes para que se relajen con terapia, porque el calor agobia a los niños”, cuenta Priscilla.
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La idea de Nana Family Support es que las familias acojan a las nanas como un miembro más. Que les aseguren una habitación personal y les suplan las necesidades básicas. En esta experiencia Priscilla tiene la libertad de prepararse sus alimentos, eso sí, ella prefiere siempre mantener el respeto y siempre consultar antes de proceder.
Cuenta que al terminar su jornada se baña para asegurar el higiene, cena y va a su habitación a descansar, escuchar música y a estudiar e investigar sobre el coronavirus, pandemia que hace estragos en el mundo y en el país, pero que en algunos casos ha generado oportunidades de empleo con las que se puede ayudar a otros.
“Yo estoy a salvo. Me gusta este trabajo porque la nana no solo cuida, sino que protege y enseña. Me siento segura trabajando en esta cuarentena sabiendo que no voy a exponer a mi mamá saliendo y entrando de mi casa”.